Hace varios años ya que vivimos en la que muchos han llamado la “edad de oro” de la ficción televisiva. El talento que antes parecía reservarse para esa primera división que era el cine ahora está mucho más dividido y estamos disfrutando de verdaderas joyas en formato serial. Productos cada vez más cuidados en los que las interpretaciones, los guiones y las técnicas narrativas están muy por encima de lo que era habitual apenas un par décadas antes en el medio.
Como es lógico, este despliegue de recursos ha terminado por llegar a todos los aspectos de la producción televisiva incluyendo, claro está, a las músicas. Seguro que muchos de nosotros nos costaría nombrar al autor de la banda sonora de cualquier serie popular de los ochenta o noventa con contadas excepciones (Miami Vice, Twin Peaks, Expediente X y pocas más) y esto tiene mucho que ver con el hecho de que los músicos, como los actores o directores de la mayoría de ellas pertenecían a un segundo o tercer escalón, alejado del olimpo de la gran pantalla.
Eso ha cambiado en los últimos tiempos y ahora encontramos nombres como los de Michael Giacchino en “Lost” o David Arnold en “Sherlock” junto a bandas sonoras como la de “Stranger Things” que han sido capaces de traer a un primer plano un género como fue la música electrónica secuencial que parecía haber caído en el olvido. El propio Max Richter, de quien hablaremos hoy, compuso una música absolutamente inseparable de las imágenes de esa joya que fue “The Leftovers”. Hablamos de figuras ya consagradas en el cine que no tienen reparos en trabajar también para la pequeña pantalla.
Entre las ficciones más cuidadas e inquietantes de los últimos tiempos destaca la producción británica “Black Mirror” que, a diferencia de otras, tiene para cada capítulo una banda sonora diferente lo que ayuda a diferenciarlos (las historias de cada uno de ellos son independientes y carecen de continuidad). La lista de músicos que han participado en la serie, especialmente en las últimas dos temporadas, es impresionante e incluye nombres como los de Clint Mansell, Sigur Ros, Cristobal Tapia de Veer y, en el capítulo que hoy nos ocupa: Max Richter.
El compositor alemán tiene una cada vez más sólida carrera discográfica que se ve reforzada de forma paralela con sus trabajos para el cine y la televisión. Tanto es así que a su contrato con el gigante clásico Deutsche Grammophon ha unido la creación de su propio sello llamado “Studio Richter” en el que, con distribución de la citada discográfica, va dando salida a sus trabajos destinados a la pantalla. Y es a través de “Studio Richter” como nos llega “Nosedive”, la banda sonora del primer capítulo de la tercera temporada de “Black Mirror”. Se trata, en realidad, de un EP con siete temas que apenas dura unos 25 minutos pero cuyo contenido musical merece mucho la pena. Seis de los siete cortes del disco están escritos para quinteto de cuerda con el acompañamiento de Richter a los sintetizadores y, en cuatro de ellos, con el añadido del piano de Andy Massey. El corte restante es puramente electrónico. El quinteto de cuerda protagonista de la grabación está formado por Louisa Fuller y Natalia Bonner (violines), John Metcalfe (viola) y Caroline Dale y Will Schofield (violonchelos). Todos ellos salvo Schofield, habituales en la música de Richter desde sus primeros discos.
Escena de "Nosedive", capítulo de la serie "Black Mirror". |
“On Reflection” - El tema central de la banda sonora es también el más largo del disco. Una composición que comienza con una serie de acordes de piano marca de la casa alrededor de los cuales van creciendo las cuerdas. Es una pieza muy cercana a determinados pasajes de la monumental “Sleep” de la que ya hablamos en su momento. Con cada repetición del ciclo va ganando presencia la viola que desgrana una melodía “nymanesca”, una de las influencias más claras de Richter en sus inicios. Si nos fijamos mejor, incluso el piano ejecuta una serie de notas muy próximas a la música que Nyman escribió para “Drowning by Numbers” aunque mucho más ralentizadas aquí. En todo caso, es esta una pieza exquisita en la que Richter es plenamente reconocible.
“Dopamine 1” - El siguiente corte, brevísimo, apenas consta de una leve progresión electrónica sustentada en el colchón sonoro del quinteto. Una obra con muchas posibilidades que debería ser desarrollada en el futuro.
“The Sorrows of Young Lacie” - Una de las características de “Sleep” es la repetición de una serie de temas principales en distintos momentos de las ocho horas de duración de la obra. Aquí se repite ese esquema recuperando el motivo central del corte que abría el disco, eliminando el solo de viola y resaltando más la parte de piano.
“Dopamine 2” - Los sonidos sintéticos encuentran aquí un espacio en el que desarrollarse con mayor amplitud que en la primera transición aunque en esencia el tema es muy similar. Excelente como música ambiental, podría dar mucho más de sí.
“The Journey, Not the Destination” - Aunque en los créditos del disco sólo se menciona como intérpretes de este corte a los miembros del quinteto de cuerda, es un gazapo evidente puesto que el piano es el protagonista de toda la primera parte y es secundado por la electrónica de Richter poco después. Quizá sea la pieza más dinámica del trabajo, con ritmos electrónicos, secuencias sintéticas y acordes minimalistas que dejan a las cuerdas como un elegante acompañamiento. Una gran composición en la linea del Richter más reciente, por ejemplo, el de la obra dedicada a Virginia Woolf que comentamos aquí tiempo atrás.
“Nocturne” - El único corte puramente electrónico del disco no es sino la abstracción de las partes sintéticas de otra de las composiciones previas del trabajo, despojada del resto de instrumentos. Una pieza ambiental muy aparente pero quizá innecesaria.
“The Consolations of Philosophy” - Cierra el EP la tercera recreación del tema central. La diferencia es el protagonismo del violonchelo que le da un tono mucho más melancólico si cabe. No hay mayor novedad que esa en todo caso para poner el punto final a un disco muy breve pero de mucho interés para los seguidores del músico alemán.
Hoy en día, Max Richter es uno de los compositores estrella del sello Deutsche Grammophon, lo que le garantiza la posibilidad de darle salida a todo lo que vaya componiendo sin demasiado riesgo financiero. Ello facilita que trabajos como este “Nosedive” vean la luz en formato físico, cosa que no sería sencilla de otro modo dada su corta duración. Sus seguidores estamos, pues, de enhorabuena aunque esto obliga a ser más selectivos y a andarse con mucha atención al resto del público que quiera acercarse al mundo sonoro del músico alemán ya que pueden encontrarse con lanzamientos como este que, por su corta duración, tendrían una gran probabilidad de desilusionarle. Poniendo eso por delante, desde aquí recomendamos su escucha.
Así presentaba uno de los creadores de la serie el capítulo "Nosedive".
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