No es probable que exista un músico con una trayectoria tan peculiar como la de Brian Eno. Miembro de una exitosa banda de rock en sus inicios, navegante en solitario poco después, inquieto experimentador, creador de géneros y estilos particulares, productor de bandas de las que llenan estadios y autor, solo o en compañía de otros, de varios discos que han supuesto hitos fundamentales en la historia de la música de las últimas décadas. Todo esto, aparentemente, con un ego en las antípodas de lo que se estila en el mundillo. Quizá sea eso lo que hace de sus discos firmados a dúo con otros artistas, trabajos tremendamente interesantes y, en muchos casos, tan relevantes para analizar su propia trayectoria como cualquiera de los realizados en solitario.
Quizá la clave del buen funcionamiento de estas colaboraciones es el planteamiento de las mismas o, precisamente, la falta de un planteamiento fijo y es que Eno enfoca sus trabajos a dúo de todas las formas posibles: trabajando mano a mano con otro artista, intercambiando material y trabajando por separado y también los otros extremos posibles. Recientemente hablamos aquí de “Mixing Colours”, disco publicado a dúo con su hermano Roger en el que toda la composición partía de este mientras que la labor de Brian consistió en dar forma al material creado por el pequeño de los Eno. En el disco que comentamos hoy ocurre justo lo contrario.
En 1994, Brian Eno realizó la banda sonora de “Glitterbug”, documental dirigido por Derek Jarman en sus últimos meses de vida, muy afectado ya por la enfermedad que le acabaría matando y que le estaba haciendo perder la vista. Jarman apenas aguantó lo justo para ver el estreno del trabajo antes de morir. Eno, por su parte, no publicó la banda sonora pero sí decidió entregarle todo el material a otro músico para que hiciera lo que quisiera a partir de sus grabaciones. El escogido no era precisamente un “cualquiera” sino Jah Wobble. Wobble había sido miembro de Public Image Ltd, la influyente banda del ex-cantante de los Sex Pistols, John Lydon. Ambos habían tocado juntos cuando los Sex Pistols aún existían y por ello el vocalista recurrió a Wobble cuando pensó en formar una nueva banda. Junto a ambos, integraron la primera formación de PiL, Keith Levene, de The Clash y el batería Jim Walker. PiL no fue una banda particularmente exitosa pero, sin embargo, su segundo disco, “Metal Box”, es habitualmente citado como uno de los más influyentes de su época por muchos músicos posteriores de todos los estilos.
Tenemos pues a Brian Eno que entra en contacto con Wobble y le entrega el material grabado para “Glitterbug” para que el bajista haga con él lo que crea conveniente. Así sucedió y con las cintas de vuelta, tal cual las entregó Wobble, Eno publicaría “Spinner” en 1995. En palabras del propio Brian Eno: “Le entregué 19 piezas. En algunas de ellas, Jah tuvo la humildad de no tocar nada mientras que en otras añadió mucho material suyo. El disco se hizo en dos fases: Yo, y después él. Ni siquiera escuché el resultado final antes de publicarlo. No aporté nada a lo que Wobble me devolvió. Todo lo que él puso en el disco está producido por él. Todo lo que escuches por ahí detrás es probablemente lo que hice yo”. Por su parte, el punto de vista de Jah Wobble sobre el trabajo es realmente interesante. La idea de trabajar con Brian Eno era muy sugerente pero cuando supo de los planes de Brian para la grabación, no le gustaron nada. La idea de partir de material compuesto para la película no le resultó atractiva en absoluto. En las notas de la reciente reedición del trabajo, Wobble cuenta como pensó entonces “¿por qué no nos metemos juntos en un estudio y hacemos el maldito disco como se ha hecho siempre?”. Partir de música ya grabada le parecía “pelear con un brazo atado a la espalda” y el hecho de que no hubiera intercambio alguno de ideas tampoco mejoraba la perspectiva de la colaboración. Sin embargo terminó funcionando.
“Where We Lived” - El primer corte del disco suena tal y como Eno se lo entregó a Jah Wobble ya que éste consideró que no necesitaba de ninguna aportación adicional. Es una pieza electrónica ambiental que evoluciona lentamente, en la linea de trabajos clásicos de Eno como “Apollo”. Una introducción perfecta en la que destaca la textura orgánica del propio sonido que se comporta casi como un ser vivo.
“Like Organza” - En el segundo corte escuchamos ya el bajo de Wobble aportando un ritmo sensual a una composición dominada por el órgano y la aparición intermitente de una especie de campanas. El añadido de Jah Wobble crea una atmósfera con un extraño toque “jazzy” muy oscuro, propio de una película de David Lynch.
“Steam” - En este tema Wobble pierde la timidez y se anima a tocar la batería. A ello sumamos la guitarra de Justin Adams además de los tratamientos sonoros de Mark Ferda. El resultado no difiere mucho de las aventuras planeadoras de Tangerine Dream en discos como “Phaedra” o de los trabajos de aquella época de Manuel Göttsching. En un momento determinado se escucha al “speaker” de White Hart Lane, el estadio del Tottenham Hotspur y es que Wobble era muy dado a dar largos paseos por Londres con una grabadora en la mano en busca de sonidos inspiradores, cosa que hizo en muchas ocasiones mientras trabajaba sobre las grabaciones de Eno.
“Garden Recalled” - Segunda pieza del disco que Wobble decidió dejar intacta. Es una tímida composición de Eno en la que una melodía pulsante va desarrollandose con un ritmo cadencioso y “mesmerizante”. Una preciosidad de esas con las que el no-músico inglés nos obsequia de cuando en cuando.
“Marine Radio” - Wobble decide incorporar de nuevo batería (tocada en esta ocasión por Richard Bailey) además de aportar sus propias texturas electrónicas y el bajo, muy protagonista aquí, con influencias de la música “dub”. Quizá sea de las composiciones del disco en las que Eno queda más oculto bajo diferentes capas de sonido pero eso no le quita interés hasta el punto de que es una de nuestras favoritas de todo el trabajo.
“Unusual Balance” - Volvemos a oir la guitarra de Justin Adams, esta vez como protagonista casi absoluta de la pieza junto con la voz de Susan Deyhim en algunos momentos. Wobble vuelve a tocar la batería además del bajo en una pieza extraordinaria. La atmósfera nos atrapa desde el principio y es que Jah atrapa perfectamente la esencia de las notas del piano y del Fender Rhodes de Eno para aprovechar ese sonido jazzístico y llevarlo a su terreno. Una joya.
“Space Diary” - Casi como si se tratase de una coda del corte anterior, Wobble nos deja aquí con un breve corte ambiental salpicado por algunas notas de piano que es el último del disco que el bajista deja intacto, tal y como se lo entregó Eno al inicio del proyecto.
“Spinner” - El que podríamos considerar el corte central del disco tiene un frenético ritmo marcado por la batería de Jaki Liebezeit (miembro fundador de Can que ya había trabajado con Eno en “Before and After Science”) y un infeccioso bajo a cargo de Wobble quien transforma así una suave pieza “ambient” al estilo clásico de Eno en una tensa composición absolutamente fantástica en la que se echa de menos una mayor duración.
“Transmitter and Trumpet” - Precisamente duración es algo que no le falta a los dos últimos cortes del disco que son también los más extensos del mismo. El primero de ellos sigue jugando con los rimos contagiosos, esta vez con una batería que aparece y desaparece y un bajo apagado y hasta sucio en muchos momentos. Una pieza desasosegante de principio a fin.
“Left Where It Fell” - En la misma linea de alguno de los temas anteriores está esta composición que, de nuevo, Wobble se lleva a los terrenos del “dub” jugando esta vez de forma casi agresiva con los canales del estéreo con sonidos que se mueven de uno a otro de un modo mareante consiguiendo un efecto que llega a incomodar al oyente. Pese a ello es una de esas composiciones de las que no te puedes despegar hasta que termina.
Dentro de la serie de reediciones de la obra de Brian Eno que vienen apareciendo en los últimos años, el año pasado se publicó la de “Spinner” con un par de temas extras, uno de Eno procedente de la banda sonora de “Glitterbug” y un inédito de Wobble. Una gran ocasión para hacerse con un disco que no deja de ser un rareza en la discografía de ambos artistas y que no era nada fácil de encontrar a estas alturas. “Spinner” ha sido durante mucho tiempo uno de nuestros discos favoritos de Eno, quizá por lo que tiene de particular en relación con otros de sus trabajos y no dudamos en recomendarlo a todos aquellos que conocen sus discos clásicos pero están menos familiarizados con otros lanzamientos no tan conocidos.
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