El primer contacto que tuvimos con la música de Paul Sutin fue a través de un recopilatorio. Estamos en 1991, en pleno auge de la música “new age” en todo el mundo y el sello Private Music, aprovechando el interés creciente en la ecología, publicaba un disco titulado “Polar Shift” parte de cuyos beneficios irían destinados a diferentes ONG's. En el trabajo, dedicado a la Antártida, se combinaban algunas piezas compuestas para la ocasión por algunos de los artistas más renombrados del momento como Yanni o Constance Demby con composiciones “clásicas” de otros músicos más consagrados como Vangelis, Suzanne Ciani o Enya.
En ese disco aparecía una composición que en su momento nos llamó la atención. Se trataba de “Polar Flight” y aparecía firmada por el guitarrista de Yes, Steve Howe, Constance Demby y un tal Paul Sutin. Por su estilo y sonoridad, el tema tenía mucho en común con la obra de Demby y no tenía nada en especial que nos hiciera adivinar cuál sería la aportación de los otros dos artistas pero sí que nos puso sobre la pista del dúo, de cuya existencia no sabíamos nada anteriormente y que ya habían publicado algunos trabajos juntos.
Paul Sutin es un músico británico afincado en Suiza que empezó su carrera como ingeniero de sonido y productor a principios de los ochenta y que enseguida se hizo un nombre en ese campo llegando a trabajar con artistas como Phil Collins o Jermaine Jackson. Además de su carrera como productor, Sutin tenía inquietudes también como creador y así comenzó a grabar sus propias piezas que se distribuían en forma de cassette a través de tiendas relacionadas con el movimiento “new age”. Fue por esta vía por la que Sutin llegó a contactar con Steve Howe. El guitarrista de Yes era vegetariano desde hacía más de una década y, junto con su compañero en la banda Alan White, decidieron comprar una tienda de alimentación saludable allá por 1988. El dueño, casualmente, estaba empezando en el negocio discográfico y era, como habréis adivinado, el editor de aquellos primeros trabajos de Sutin. A sugerencia del incipiente empresario, Howe y Sutin se conocieron y se decidió que el guitarrista participase en alguno de los cortes del próximo trabajo de Paul: “Seraphim”. Aunque la primera edición aparecía firmada por Sutin en solitario con Steve Howe acreditado como invitado, el tirón del guitarrista hizo que en las siguientes tiradas, “Seraphim” apareciera ya en su portada como un disco a dúo.
Realmente “Seraphim” era un disco terminado cuando Howe grabó su participación en él por lo que su aportación creativa no fue más allá de alguna melodía más o menos improvisada. En el disco Steve Howe toca guitarras acústicas y eléctricas, bajo y el koto japonés. También participa el teclista Carlo Bettini y Barry Schulman que toca flauta y saxo en el corte que cierra el album. Sutin, por su parte, es el autor de todas las piezas salvo una (aunque en varias acredita a algunos de los participantes) y toca piano y sintetizadores.
“A Venetian Passage” - Abrimos con una pieza lenta y sutil introducida por un piano eléctrico. Acordes realmente inspirados que se repiten y a los que se incorporan la guitarra acústica primero y los sintetizadores después. Una pieza “new age” con todo lo bueno y también con lo menos bueno del género. Destacamos algunas aportaciones de Howe con la guitarra eléctrica y el koto que le da un toque exótico muy curioso a la segunda parte de la composición. En conjunto es un tema agradable al que le falta un poco de garra pero que se deja oír.
“A Light Romance” - Si el primer corte se movía en la delgada línea que separa a los artistas más potables de la “new age” de los más intrascendentes, este segundo cae de lleno en el segundo grupo. Hay un lastre muy grande en cuanto al sonido. Las cuerdas sintetizadas de principios de los noventa sonaban demasiado plastificadas entonces y hoy resultan casi ridículas al oído. Esto sucede especialmente si no hay alrededor un trabajo de producción que decore un poco ese sonido y lo haga más rico. Aquí no hay nada de eso y el problema con los timbres utilizados hace que nos sea imposible prestar atención a la música en ningún momento.
“Passione Magica” - Afortunadamente en esta pieza Sutin se olvida un poco de los artificiales sonidos sintéticos de la anterior y los deja en un segundo plano ganando presencia las guitarras. El problema es que estas tampoco son particularmente inspiradas quedando reducida la composición a un sencillo tema ambiental sin más recorrido. La segunda mitad de la composición, con mayor aportación de los sintetizadores es, directamente, olvidable.
“The Substance of Stars” - Nuevo repaso a los peores tópicos del sonido “new age” que se salva porque el trabajo compositivo es mucho más interesante que en los cortes precedentes. Si esta pieza hubiera estado más trabajada en cuanto al sonido, en lugar de utilizar un clásico preset de teclado lleno de eco, habría mejorado mucho.
“Seraphim” - El tema central del disco es, junto al primero, el más destacado del trabajo. Mantiene muchos de los defectos generales del resto pero más contenidos y se beneficia de una estructura más cuidada y una mayor inspiración melódica. Sin ser una maravilla, tiene cosas muy rescatables a la guitarra con algún guiño a sus trabajos con Yes por parte de Howe al final del tema.
“The New Moon” - Breve tema con aires orientales cuyo mayor valor es, precisamente, su corta duración que impide que nos cansemos de ese sonido tan encasillado a pesar, incluso, de la aparición de los trinos de los pájaros, uno de los pocos tópicos que le faltaban al CD (las olas del mar sonaron en el corte anterior).
“Sequential Fantasy” - Otro tema interesante que recuerda en esta ocasión al estilo de Kitaro con un teclado tipo piano presentando una melodía saltarina que se complementa con otros sonidos más prolongados con los que construye el tema principal. De lo mejor del disco.
“San Marco's Journey” - Si varios de los cortes anteriores hubieran contado, como este, con una flauta o un saxo reales habrían mejorado notablemente nuestra impresión. Con algo tan sencillo como eso, los sintetizadores, que aquí hacen de apoyo, ya no suenan tan vacíos y la composición gana muchos enteros. Es una combinación realmente agradable que en manos de artistas como Ray Lynch nos regaló discos magníficos y que aquí ayuda a salvar, in extremis, un trabajo con pocas cosas que recordar.
La asociación entre Steve Howe y Paul Sutin dio lugar a un disco más y a la colaboración del teclista en algún trabajo posterior de Howe aunque la carrera de Sutin no llegó mucho más allá. “Seraphim” es un ejemplo más de la incursión de muchas viejas glorias del rock progresivo en el terreno de la “new age”, algo que siempre nos llamó la atención y de lo que abundan los ejemplos, mediocres en la mayoría de los casos. No todos los discos de los que hablamos aquí nos gustan muchísimo. Ha habido varios cuya crítica no ha sido precisamente benévola y este es uno de esos que no nos atrevemos a recomendar a nadie. No porque sea un trabajo horroroso sino porque no encontramos en él nada de verdadero interés salvo, quizá, para el seguidor más completista de la carrera de Steve Howe. Es un disco más dentro de un estilo musical que dio demasiados trabajos excesivamente similares en los que un artista era indistinguible del siguiente. Como tal, éste no es ni mejor ni peor que la mayoría de ellos pero quizá, y pese a todo, llame la atención de algún lector que no sabía de su existencia porque... también nosotros podríamos estar equivocados ¿verdad?
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