miércoles, 11 de enero de 2023

Pascal Gaigne - Solisterrae (1996)




Conocimos la música de Pascal Gaigne con su banda sonora para la película/documental de Víctor Erice, “El Sol del Membrillo”, en la que se narraba el proceso de creación de un cuadro a cargo del pintor Antonio López. El disco en el que aparecía esa música era una de las primeras referencias del sello donostiarra NO-CD Rekords, uno de los más importantes en el crecimiento de las “nuevas músicas” en España en la década de los noventa. Fueron responsables de la publicación de varios de los mejores discos del género en nuestro país con nombres como los de Suso Sáiz, Luis Paniagua, Ildefonso Aguilar, Eduardo Polonio o el mexicano Jorge Reyes entre otros.


Gaigne, compositor francés de nacimiento pero que ha desarrollado casi toda su carrera en San Sebastián, tiene una sólida formación clásica y también en el campo de las vanguardias, con trabajos electroacústicos en sus comienzos que cosecharon un buen número de reconocimientos y premios en su momento. Su principal campo ha sido la música para cine aunque también ha compuesto para ballet o teatro, además de obras de concierto. Sus primeras grabaciones fueron acompañando a la cantante Amaia Zubiria en sus comienzos como artista solista y pronto empezaría a publicar su propia música, primero con las bandas sonoras de “El Sol del Membrillo” y “Ozkaz” y poco después con “Solisterrae”, el disco que traemos hoy al blog y que recoge una colección de piezas de procedencia diversa que Gaigne compuso en la primera mitad de los noventa.


Para la ocasión, Gaigne se acompaña de un grupo nutrido de músicos que participan en el trabajo en diferentes combinaciones. La nómina incluye a Hervé Michaud (oboe), Jean-François Verdier (clarinete), Sarah Louvion (flauta), Laurent Pellerin y Daniel Rossignol (violines), Bruno Dubarry (alto), Pierre Gil (violonchelo), Claude Delmas (contrabajo), Karlos Jiménez (piano), Elizabeth Collard (arpa), Gonzalo Tejada (contrabajo), Luis Camino (percusión), Andrew Cronshaw (cítara eléctrica, concertina), Ramón Oyarzabal (saxo soprano) y Corinne Durous (piano). Gaigne toca principalmente la guitarra aunque en determinadas piezas incorpora sintetizadores, bandoneón o el birimbao.


“L'enfant debout” - Abre el disco la música que Gaigne escribió para la obra de teatro del mismo título que la pieza. Una maravilla de corte minimalista con protagonismo del piano y los vientos en una línea similar a la de Wim Mertens, Rene Aubry o a lo que años más tarde haría Nacho Martín. Una joyita dinámica, alegre y muy inspirada que transmite pura alegría en todos y cada uno de sus compases.


“Canço de picat” - El segundo corte es una canción popular balear que Pascal conoció a través de María del Mar Bonet. Gaigne interviene a la guitarra de doce cuerdas en un tema muy reflexivo cuya interpretación nos remite a las estrellas de la guitarra instrumental de los mejores años de la “new age” americana como Will Ackerman o Michael Hedges (el contrabajo, un poco al estilo de Michael Manring, ayuda también a situarlo en esa época dorada del sello Windham Hill). Si tenemos que fijarnos en alguna referencia nacional, Jesús Auñón sería un buen candidato a posible influencia de Gaigne en su ejecución de este tema.




“Digitales” - El título hace referencia a una flor venenosa y responde a su forma, similar a la de un dedal. Para evocarla, Gaigne vuelve al tono de la primera composición aunque sustituyendo el piano por la guitarra. Las maderas (en especial el oboe) son las encargadas de la melodía central aunque todo el conjunto es soberbio con mención especial al trabajo de Luis Camino a la percusión. Por momentos nos vienen a la cabeza trabajos de la misma época de gente como Javier Paxariño y es que aquellos fueron muy buenos años para estas músicas en España.


“Etoiles...” - Escrita para un documental sobre la tribu de los indios Lacandones, de la actual México, es una de las piezas más clasicistas del disco con predominancia de las cuerdas que construyen un colchón perfecto para la melodía principal, de nuevo con Hervé Michaud al oboe. Todo de una gran delicadeza y dando como resultado una de las grandes composiciones del disco.


“Manu's Dream” - Pascal Gaigne le dedica esta pieza a su hijo, nacido poco antes de la grabación. Volvemos a las influencias minimalistas con un piano repetitivo al que se une la flauta y después el oboe. Cada nuevo instrumento que va apareciendo repite la misma melodía con muy pocas variaciones en lo que podría ser una especie de canción de cuna, paradójicamente no demasiado infantil. Es un tema en apariencia sencillo que poco a poco va desarrollando complejidades armónicas nada obvias tras la primera parte de la pieza.


“Herrian Herria” - No podía faltar la txalaparta, aunque aquí aparezca en su versión “piccolo” en la música para un documental del Instituto Cultural Vasco. Pese a todo, no tiene un tono especialmente folclórico. Al contrario, el comienzo es muy percusivo pero enseguida la cosa gira hacia tonos minimalistas y con la incorporación de clarinete y saxos volvemos a atmósferas cercanas al “Temurá” de Javier Paxariño, disco casi contemporáneo a este y probablemente una de las cumbres de este tipo de música en nuestro país.




“Finisterrae” - Pese a que pueda pensarse que el título alude a Galicia o Bretaña, como explica el propio Pascal en las notas del disco, la pieza está inspirada en una noche en la que el músico se perdió en Noruega despertando con la luz de la aurora boreal. Es una larga pieza, muy intimista en la que la guitarra acústica tiene todo el espacio del mundo para expresarse con libertad durante la mayor parte de la composición. El clarinete tiene también su sitio, muchas veces haciendo un dúo precioso con las cuerdas. La entrada del contrabajo le da un aire jazzístico al tema y lo emparenta directamente con alguno de los primeros trabajos de Pat Metheny para el sello ECM, tono que se mantiene con la entrada del violonchelo en el segmento final.


“Herederos del mar” - El único corte del disco sobre el que Pascal no hace comentario alguno por lo que nada sabemos acerca de su inspiración o procedencia. En un estilo que bien podría tener algo de francés en su raíz, puesto que es compartido por autores como el citado Rene Aubry, Jean Philippe Goude o el primer Yann Tiersen, “Herederos del mar” es una magnífica pieza que se cuenta entre las mejores de todo el disco.




“Nomades” - La cítara de Andy Cronshaw capta toda nuestra atención desde el comienzo en esta preciosa composición que el propio Gaigne define como “crepuscular” en el sentido literal de últimos momentos del día. El bandoneón que suena en momentos puntuales le da un toque marinero realmente curioso a una pieza preciosa y muy intimista.


“Petit pas” - El músico se atreve con un instrumento ten exótico como el birimbao en el comienzo de este tema, muy rítmico y con un fuerte aire folcórico, especialmente en cuanto al uso de las percusiones. Nos resulta muy interesante la combinación de diferentes melodías de saxo a cargo de Ramón Oyarzabal que se alternan con segmentos percusivos hasta llegar al tema central. Una estructura sorprendente para una pieza más experimental de lo que parece.


“Ekilore” - Cerrando este “Solisterrae” encontramos esta deliciosa pieza inspirada en un personaje del cuenta cuentos vasco Koldo Amestoy. La melodía de concertina es exquisita y nos deja con una sonrisa de oreja a oreja tras concluir un disco excelente, de esos a los que hay que volver frecuentemente para disfrutar de música sin complicaciones pero llena de momentos maravillosos.





Pascal Gaigne es uno de los compositores para cine más importantes de los últimos tiempos y ha puesto música a varias películas y documentales que se cuentan entre los más destacados del cine español de los últimos años como “La Pelota Vasca”, “Azul oscuro, casi negro”, “Siete mesas de billar francés”, “En tierra extraña” o “Lasa y Zabala”. Pese a ello, tenemos la sensación de que el reconocimiento que tiene no es el que merece y sigue siendo muy desconocido para el gran público. Esperamos que esta entrada ayude a despertar la curiosidad de aquellos que aún no conozcan la música de Gaigne porque es una obra que puede dar muchas satisfacciones a aquellos que aún no se hayan acercado a ella.

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