Hace unos cuantos años ya, en el diario El País se incluyeron una serie de experimentos curiosos en los que se llevaba a un crítico de un área determinada a ver un espectáculo de un estilo completamente diferente a lo que él trataba habitualmente. No recordamos si fue en el suplemento “Babelia” o en el extinto “El País de las Tentaciones. El caso es que en una ocasión se llevó a un renombrado crítico de música clásica a una sesión de Aphex Twin. Como nuestra memoria nos falla, no recordamos el nombre del crítico ni tampoco si asistió a un concierto o a una audición de un CD pero lo importante fue su reacción. Tras una serie de consideraciones sobre la música, nuestro crítico llegaba a la nada concluyente reflexión de que no sabía si lo que había escuchado era la obra de un loco, de un bromista o de un genio absoluto.
La anécdota no tiene más recorrido pero es interesante para ilustrar lo complejo que puede ser para el oyente desprevenido el enfrentarse a la música de Richard D. James, mas conocido como Aphex Twin. Su irrupción en los primeros años de la década de los noventa fue arrolladora y revolucionó la música electrónica con una propuesta era muy diferente a todas las demás: ritmos desbocados, frenéticos, continuos cortes, acelerones, frenazos... todo muy caótico a primera vista pero con un trasfondo detrás de todo ello que justifica la frase del crítico y nos recuerda al momento en que Polonio le dice a Hamlet en el segundo acto de la obra de Shakespeare aquello de: “aunque todo es locura, hay cierto método en lo que dice”. Y es que, pese a estar adscrito al movimiento de la IDM (Intelligent Dance Music) desde su inicio, la música de Aphex Twin no se ha quedado en ese particular nicho y ha obtenido reconocimiento, incluso dentro del campo de la música clásica, más allá del estupor inicial de nuestro querido crítico. Para ser justos, hay que indicar que no toda la música de Aphex Twin son ruiditos y ritmos desenfrenados. Al contrario, también tiene piezas ambientales e incluso obras para piano que bien podrían pasar por composiciones de un Satie, por ejemplo. Son estas piezas las que justifican su inclusión en discos de repertorio clásico a cargo de artistas tan prestigiosos como las hermanas Labeque, el violinista Daniel Hope o la London Sinfonietta o también adaptaciones al jazz, por parte de la New Talent Jazz Orchestra. Por su parte, compositores como Gavin Bryars o Philip Glass han encargado a Richard D. James remezclas de su música que, en el caso del segundo, se convirtieron en colaboración recíproca realizando Glass la orquestación de una pieza electrónica de Aphex Twin a petición de este. Tendremos que concluir con aquello de “algo tendrá el agua cuando la bendicen” y hablar por fin de la obra del músico británico.
Pese a tener ya más de treinta años de carrera, su discografía no es demasiado extensa en lo que se refiere a discos de larga duración, centrándose mucho más en los EP's y en los singles, no siempre publicados bajo el nombre de Aphex Twin. Hoy vamos a centrarnos en su doble CD “Drukqs”, publicado en 2001. Es uno de esos trabajos que combinan un cierto éxito popular (dentro del nivel de éxito que tenía la música de baile) con una crítica más bien fría que consideraba el disco muy inferior a los anteriores. En realidad fue un lanzamiento precipitado a causa de un descuido del artista que perdió una memoria usb con 180 temas inéditos en un avión. Al pensar que aquella música no tardaría en aparecer en internet, decidió publicar rápidamente un disco con parte de aquel material. Eso explica la mezcla entre estilos y las extrañas duraciones de muchos de los cortes con varios de ellos por debajo del minuto. La mayoría de los títulos está en córnico, lengua céltica de la zona de Cornualles, de donde Richard es nativo.
El disco comienza con un tema de piano preparado titulado “Jynweythek” y que tiene cierto tono medieval en su inicio para continuar con un desarrollo tranquilo. En esa línea tranquila escucharemos más adelante piezas como “Kladfvgbung Micshk” en la que el piano reproduce un ritmo mecánico en el que la melodía se reduce a una constante repetición de una secuencia muy breve, “Strotha Tynhe”, que entra de lleno en territorio clasicista con ausencia total de ritmos y un piano reposado en la línea de John Cage, por poner un ejemplo. “Avril 14th” es una de las piezas más conocidas de Aphex Twin y grabada por muchos artistas “clásicos” como las pianistas Katia y Marielle Labeque. Es una preciosa melodía en un estilo próximo al de Roger Eno o Harold Budd que merece mucho la pena escuchar. En ese mismo estilo tenemos la muy interesante “Hy A Scullyas Lyf A Dhagrow” que retoma la idea del primer corte del disco: piano preparado y una tonada con toques medievales y folclóricos. Cerrando el primer CD tenemos “Kesson Dalef”, miniatura preciosa de piano al estilo de lo que suele hacer Yann Tiersen. Ya en el segundo volumen, “Btoum-Roumada”, suena como un viejo carillón y es uno de los cortes más encantadores de todo el disco. En un estilo similar, “Qkthr”, breve pero muy musical con todo el protagonismo para el armonio. “Father”, en el que escuchamos otra vez el piano preparado, cambia hacia aires impresionistas y “Petiatil Cx Htdui”, otra de las joyas del disco, regresa al territorio de artistas como el mencionado Harold Budd. Algo parecido ocurre con “Ruglen Holon” en donde el legado de John Cage está de nuevo presente. “Beskhu3epnm” es un nuevo carillón y, cerrando el trabajo, tenemos “Nanou 2”, otra de las composiciones que se han ido incorporando al repertorio de algunos instrumentistas clásicos.
En cuanto a las piezas ultra-rítmicas e indescifrables, características del músico, tenemos “Vordhosbn” que mezcla el ritmo con un evocador ambiente electrónico. Por momentos, la cantidad de estímulos sonoros por segundo parece imposible de procesar pero eso es algo ya habitual en la música de Aphex Twin y se repetirá con más o menos matices en cortes como “Omgyjya-Switch7”, que parece una adaptación musical del sonido de un videojuego de combates y artes marciales tipo “Street Fighter”, “Cock/Ver10”, lleno de sonidos ácidos, cajas de ritmos dislocadas y repentinas pausas ambientales o los más de ocho minutos de desafíos rítmicos ininterrumpidos de “Mt Saint Michel+Saint Michaels Mount”. Ya en el segundo CD tenemos más muestras de esta faceta de Aphex Twin con “54 Cymru Beats”, “Meltphace 6”, donde los sonidos ácidos se unen a ciertas reminiscencias de Art of Noise, o “Taking Control”, una de las mejores piezas del álbum en la que los ritmos veloces están más organizados y, por tanto, son menos caóticos que en otros ejemplos anteriores. “Afx237 V.7” vuelve a la estética del videojuego arcade pasado por la batidora y con algún toque de Kraftwerk. Cerrando esta lista de piezas más alocadas, tenemos el tema más largo de la colección, “Ziggomatic 17”, que es un buen resumen del Aphex Twin más duro.
Aparte de las dos vertientes principales del disco, la más “clásica” y la “esquizofrelectrónica”, en “Drukqs” hay muchas otras composiciones que no encajan en ninguna de ellas. Ahí tendríamos el sonido industrial y mecánico de “Gwely Mernans”, que nos hace sentir como dentro de una factoría en la que una pesada maquinaria opera sin parar, o “Orban Eq Trx4” que combina lo industrial con una pegadiza línea de bajo en la que su corta duración parece indicar que apenas es una demo pendiente de desarrollo posterior. “Bbydhyonchord”, que tiene un ritmo muy convencional y tranquilo en contraste con los habituales en el artista y que podría pasar perfectamente por un relajado tema “chill out” para disfrutar en cualquier terraza ibicenca. Más ambiental en sentido estricto es “Gwarek2”, experiencia en la que escuchamos voces (a veces gritos) junto con sonidos de todo tipo cuya organización no parece obedecer a ningún criterio claro. Además de esto, hay en el trabajo cortes extraños e intrascendentes como “Aussois” que son apenas 13 segundos en los que se escucha una voz femenina y poco más, “Lornaderek”, en la que escuchamos a un pequeño grupo de personas cantando el “happy birthday”, “Bit 4” o “Prep Gwarlek 3b” que parece el típico “jingle” para una transición televisiva.
Te guste o no la música de Aphex Twin, lo cierto es que estamos ante uno de los últimos innovadores reales en un campo como el de la música electrónica en el que muchos artistas tienden a sonar demasiado parecido a otros. Podemos estar equivocados porque nuestros conocimientos sobre el campo de la música de baile no son demasiado amplios pero no recordamos haber escuchado nada parecido a la música de Aphex Twin antes de su aparición. El tratamiento de los ritmos, el caos continuo y esa sensación de pérdida de control inminente en muchos momentos era algo radicalmente nuevo en su momento y dejó mucha huella posteriormente. Artistas como Thom Yorke o Daft Punk reconocen un gran influencia de Richard D. James en momentos importantes de sus respectivas carreras. Quizá no sea un músico para escuchar todos los días porque cada disco requiere de un esfuerzo casi físico para resistirlo pero sí que nos parece alguien a tener muy presente, y una de las figuras individuales más rescatables de las surgidas en la electrónica de finales del siglo pasado. De cara a acercarse a su música, recomendaríamos su recopilatorio “Classics” pero entre los discos de estudio, creemos que “Drukqs” tiene momentos de lo más representativo de su estilo.
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