“Parece que solo nos damos cuenta de lo magnífico que es un lugar cuando lo abandonamos”. Con esa reflexión abre Brad Mehldau las notas de su disco “Places” (2000) en el que nos ofrecía paisajes sonoros que pretendían capturar parte del espíritu de las ciudades que había ido recorriendo en sus giras recientes. Abunda el músico en los recuerdos inconscientes de los sitios que vuelven inadvertidamente cuando captamos un olor o un sonido que experimentamos allí y lo relaciona con el concepto kantiano de lo sublime antes de ponerse aún más filosófico reflexionando sobre la nostalgia que nos produce recordar lugares en los que hemos estado e incluso va más allá preguntándose si tenemos nostalgia de los sitios o de la propia nostalgia que nos provoca el recordarlos.
Toda esa argumentación va dirigida a presentar una colección de piezas centradas en sus recuerdos de algunos lugares significativos pero lo realmente importante para nosotros es la música, independientemente del contexto que le pueda dar a cada composición su procedencia. En este sentido el trabajo fue novedoso en su día porque combinaba las piezas para trío con las de piano solo. Hasta aquel entonces, la gran mayoría de los discos de Mehldau habían sido grabados con el clásico formato de piano, contrabajo y batería con Larry Grenadier y Jorge Rossi acompañando al propio Mehldau. De hecho, desde un punto de vista estrictamente cronológico, “Places” se sitúa entre los volúmenes cuarto y quinto de la serie “The Art of the Trio”. Los discos en solitario con su piano, más habituales en su última etapa, solo habían sido una rara excepción hasta entonces reflejada en la publicación de “Elegiac Cycle” en 1999 pero para este “Places”, el músico buscó una mezcla de ambos formatos: el de trío, con sus compañeros habituales, y el de piano solo. La temática geográfica de cada composición, cobra una importancia mayor si entendemos el disco como un viaje, o como dice el propio Mehldau, como una odisea que termina en el mismo lugar en que empezó siendo Los Angeles la particular Ítaca de nuestro protagonista aunque la referencia principal del músico fue más el Ulises de James Joyce que el de Homero.
“Los Angeles” - El recorrido comienza con una serie de notas de piano que se repiten en grupos de dos formando la base de la pieza. A partir de ahí aparece el contrabajo y los diálogos entre ambos instrumentos con la sutil batería de Jorge Rossi como activo espectador. En todo caso, es una pieza tranquila, elegante y sin sobresaltos, buena muestra del estilo habitual del músico cuando escribe para su trío.
“29 Palms” - La primera composición para piano solo del trabajo comienza con un atractivo ritmo sincopado sobre el que comienzan a fluir las melodías. Estamos ante una pieza sorprendentemente variada, con continuos cambios dinámicos y una gran expresividad a lo largo de todo su desarrollo. Con una mezcla entre el night club más exclusivo y una rara sofisticación.
“Madrid” - El siguiente tema para trío está propulsado por una contagiosa base rítmica de aires brasileños en la que se pone de manifiesto el delicado magisterio de Rossi, sentando cátedra de como utilizar su instrumento para acompañar sin interferir. Sin embargo, si hay algo que destaca aquí sobremanera es el excelente desempeño de Grenadier al contrabajo, omnipresente en todo el tema y con momentos de gran inspiración.
“Amsterdam” - Volvemos al piano para escuchar una de esas piezas tan características de Mehldau, con un punto mecánico en las partes rítmicas, exactas y precisas hasta el asombro, pero que funcionan como la base perfecta para que surja y progrese la melodía.
“Los Angeles II” - En una línea similar pero más lírica se desarrolla el siguiente corte del disco en el que asistimos a un largo desarrollo melódico con un tema que no deja de crecer y expandirse en cada compás. Agotador por momentos al no permitirse ni un respiro para recapitular, es el Mehldau pianista en su máxima expresión.
“West Hartford” - Por algún motivo, encontramos al músico más suelto en sus piezas para trío, como es el caso de esta, que en las que nos ofrece en solitario. En esta ocasión estamos ante un tema de jazz típico en el que los tres músicos se desenvuelven con suficiencia.
“Airport Sadness” - Entre tantos viajes, no podía faltar un tema dedicado a las esperas en los aeropuertos y éste tenía que estar teñido de melancolía. Probablemente sea uno de los cortes más memorables del disco con una tristeza que no acaba de ser tal y una interpretación exquisita para una composición con sabor a cine negro.
“Perugia” - Más animado es el siguiente solo de piano, segundo consecutivo, en el que Mehldau nos lleva a través de una intrincada sucesión de cambios de ritmo y desafíos melódicos que se desarrollan en varios planos simultáneos. Una maravillosa locura para disfrutar una y otra vez.
“A Walk in the Park” - Siguiendo con el patrón que parece ya claro a estas alturas en el que las piezas para trío van en la línea más ortodoxa del jazz clásico y los temas para piano suenan más vanguardistas, regresamos al trío aunque con un protagonismo del piano mayor que anteriores aventuras con este formato. No significa eso que el resto de músicos sean meras comparsas como atestigua el brillante solo de Larry Grenadier en la parte central pero, tomando la pieza en su conjunto, es Mehldau el que manda.
“Paris” - Se pone impresionista nuestro músico como corresponde con la parada parisina y mantiene ese espíritu durante toda la primera parte de la composición para llevarnos poco a poco a continuación hacia territorios más jazzísticos pero sin perder el toque afrancesado. Sin duda, de lo mejor de todo el disco.
“Schloss Elmau” - Continúa el viaje a gran nivel con esta nueva joya del trío, que no tiene nada que envidiar a los mejores momentos del grupo en otras grabaciones. Dinamismo, inspiración y calidad a raudales para facturar un tema excelente.
“Am Zauberberg” - El último tema de piano solo del disco es también el más largo de la colección. Es un blues lento en su primera parte que va evolucionando hasta convertirse en una animada pieza que enlaza, casi sin solución de continuidad, con el tema final.
“Los Angeles (Reprise)” - Como sugiere el título y se podía inferir del comentario inicial, el corte que cierra el disco es una revisión del que lo abría más de una hora antes. Se trata sencillamente de eso por lo que tampoco podemos buscar grandes novedades.
Con la entrada en la década de los 2000, Mehldau comenzó a expandir su estilo y a probar con formatos nuevos sin abandonar de todo los discos en solitario o con el trío. Llegaron entonces discos a dúo con guitarristas, saxofonistas e incluso vocalistas además de con bandas mucho más extensas e incluso orquestas. En cierto modo, “Places” es una especie de resumen de lo que había hecho hasta el momento y podríamos considerar que cierra una etapa de no ser porque unos meses más tarde apareció el quinto y último volumen de la serie “The Art of the Trio” que, precisamente por ser el último, parece más adecuado como cierre. Nosotros queremos recomendar este “Places” como uno de los grandes trabajos de su autor y también como una buena forma de introducirse en su discografía.
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