Si hay un artista inclasificable en el mundo del rock y que ha sido capaz de influir a decenas de músicos y de adaptarse a su vez a todo tipo de estilos, ese es David Bowie. Su primera gran etapa en cuanto a popularidad vino marcada por Ziggy Stardust, personaje inventado por el músico y al que dio vida durante mucho tiempo metiendose en el papel hasta límites rayanos en la obsesión. Durante 1975, Bowie disfrutaba del éxito de su incursión en el soul y en el funk con su disco “Young Americans” pero en lo personal, estaba metido en una etapa crítica a todos los niveles. Sus adicciones lo estaban destruyendo y se produjeron episodios realmente procupantes que hacían temer por su salud a corto plazo.
Artísticamente, sin embargo, Bowie estaba en un gran momento. Tenía entre manos dos proyectos distintos, uno cinematográfico y otro musical. El primero, una extraña película titulada “The Man Who Fell to Earth”. En el film, Bowie era la estrella principal y se suponía que debía hacer la banda sonora, aunque todo el material compuesto para la misma terminó siendo descartado (aunque parte del mismo pudo se usada por el artista en su disco “Low” unos años después). En el aspecto musical, que es lo que más nos interesa, la película sirvió para que Bowie se inventase otro nuevo y muy polémico personaje: el Duque Blanco (“The Thin White Duke”, originalmente).
Carátula del DVD de la película "The Man Who Fell to Earth" |
El Duque era lo más parecido al superhombre de Nietzsche y un genuino representante de la raza aria lo que hizo que inmediatamente llegaran todo tipo de acusaciones y críticas hacia Bowie. Incluso hubo una polémica foto con el artista, supuestamente haciendo el saludo Nazi con el brazo en alto tras bajarse de un Mercedes descapotable al inicio de un concierto en Londres. Al parecer, y según los testimonios de muchos de los presentes, ese saludo nunca se produjo y lo que capturó el fotógrafo fue un momento en el que Bowie, con el brazo extendido, hacía un movimiento circular saludando al público. El músico Gary Numan se encontraba allí y declaró que “sólo un idiota al frente de una publicación musical podría hacer una noticia de una foro así”. Sea como fuere y sin estar de acuerdo en ningún momento con la teoría de las ideas nazis del artista en aquellos años, lo que sí es cierto es que todo alrededor de “Station to Station” y su posterior gira, tenía un aire intencionadamente oscuro y deudor de cineastas como Fritz Lang y, en general, todo el cine expresionista alemán. Hubo múltiples declaraciones de Bowie en entrevistas de la época con opiniones filofascistas pero él siempre las ha explicado como declaraciones del personaje que interpretaba en la época: ni más ni menos que el Duque Blanco y no de ideas suyas en absoluto y es que el artista ya había dado muestras de su capacidad para asumir los rasgos de su “alter ego” en su etapa como Ziggy Stardust y que seguía muy presente en su nueva encarnación como “the thin white Duke”.
Momento en el que Bowie hace el polémico saludo nazi, posteriormente aclarado. |
Como ya apuntamos anteriormente, el estado mental del artista no era el mejor y la adicción a la cocaina hizo que hoy en día no recuerde ni un solo detalle de las sesiones de grabación del disco y muy pocos de su composición. “Sé que el disco se grabó en Los Ángeles porque lo he leído” afirmó en una ocasión. También el resto de los participantes en la grabación se unieron a los excesos de Bowie con la cocaína y no recuerdan gran cosa de aquellos días salvo que fueron sesiones totalmente desmadradas. No obstante, y a pesar del delicado estado mental del artista en estos meses, las letras de las canciones de “Station to Station” se cuentan entre las más complejas y enrevesadas de su autor y también con las que más interpretaciones, niveles de lectura y dobles sentidos encierran. Nicholas Pegg, escritor que dedicó una obra a analizar la carrera de Bowie, afirmó que “Station to Station” era una especie de tratado de ocultismo y cristianismo y el mismo Bowie dijo posteriormente que “es el disco más cercano a un tratado de magia que he escrito nunca y no ha leído ninguna crítica que incida en este aspecto. Es un disco extremadamente oscuro y debo decir que fue escrito en una época realmente mezquina de mi vida”. Más adelante veremos que Bowie juega en sus letras con todos los elementos del mundo ocultista con esa calculada ambigüedad que le ha caracterizado durante toda su carrera.
En la grabación del disco, Bowie se encarga de las voces pero también de la guitarra, saxos, sintetizadores y mellotron. Carlos Alomar y Earl Slick tocan las guitarras, Roy Bittan toca el piano, Dennis Davis la batería y George Murray el bajo quedando las segundas voces a cargo de Warren Peace.
“Station to Station” – Se abre el disco con un tema largo en el que se nos presenta al Duque Blanco con referencias veladas a la cocaina, la Cabala, religiones hinduistas, o el maestro ocultista por antonomasia, Alistair Crowley. Todos estos elementos son explorados por el Duque en su búsqueda de una razón de ser. Aparentemente la encuentra en el “european cannon” de la letra: el fascismo. En lo musical, la canción comienza con unos extraños sonidos electrónicos que algunos quisieron ver como una especie de tren en referencia al título del disco pero Bowie dejó claro que las estaciones que se mencionan en el mismo tienen más de metafórico que de real. Tras esta intro, entra un piano rítmico que va introduciendo al resto de intrumentos con una suave cadencia. El comienzo de la letra, cuando Bowie entona su “The return of the thin white duke” nos recuerda la melodía del “Stairway to Heaven” de Led Zeppelin en lo que fuera un guiño a Jimmy Page, reconocido seguidor del arriba mencionado Alistair Crowley. A mitad del tema se produce un cambio de ritmo realmente sensacional que nos lleva a una parte con elementos progresivos e incluso con toques de música disco. A nuestro juicio, este corte inicial del album es una de las grandes canciones de Bowie de siempre.
“Golden Years” – Cuando llegamos a la segunda canción del disco, la búsqueda del Duque ha terminado y ahora es el más optimista de los hombres y anima a su interlocutor a unirse a él y seguir la nueva doctrina. Como anécdota, cabe señalar que Bowie dijo haber escrito la canción para que la interpretase Elvis Presley y que éste la rechazó. Ciertamente, y escuchando la pieza con esta perspectiva, nos podríamos imaginar perfectamente al Rey del Rock interpretando la canción. Podría interpretarse como un rescoldo del anterior disco de Bowie, “Young Americans” y su estilo claramente inspirado en el soul y el funk. “Golden Years” fue el primer single del disco y tuvo una gran acogida en los Estados Unidos y las Islas Británicas.
“Word on a Wing” – Como si fuera la tercera fase del proceso de autoconvencimiento de sus nuevas ideas (no en vano, el disco es un viaje “de estación en estación”), Bowie habla de las dudas que le surgen, de que su fé en su nuevo “líder”, sea éste quien sea, no es incondicional pero en con el paso de los versos de la canción termina totalmente entregado al mismo. El músico suele referirse al hablar de la canción a que la escribió en un momento en que pensaba muy a menudo en las figuras de Jesucristo y Dios, quizá por primera vez en su vida de forma seria.
“TVC 15” – La siguiente canción es en apariencia ajena al concepto general del disco y puede tener su origen en una historia que le fue contada a Bowie por su buen amigo Iggy Pop. En ella, Iggy soñaba que su novia era engullida por su televisor. La idea llamó la atención de nuestro músico y decidió adaptarla para que sirviera de single. El concepto de un televisor que secuestre a los televidentes no deja de ser inquietante y se podría relacionar con la maquinaria publicitaria de los regímenes fascistas o con ciertas religiones con facilidad por lo que no descartamos cierta intencionalidad en este sentido en la letra. Musicalmente, “TVC 15” es una especie de rock’n’roll adaptado a los nuevos tiempos realmente efectivo. Quizá sea la canción más alegre de todo el trabajo y en la que más destaca el buen trabajo de Roy Bittan al piano.
“Stay” – En “Stay”, el Duque se muestra aburrido, solitario, melancólico. Busca compañía aunque no se atreve a decirlo claramente y sugiere que puede volver a buscar las viejas respuestas en las antiguas amistades (en este caso, de nuevo la cocaína) pero no quiere hacerlo sólo. Introducida por un riff de guitarra, la canción es una especie de tema disco-funk que anticipa en cierto modo el acercamiento al krautrock que se iba a producir en los discos venideros.
“Wild is the Wind” – El disco se cierra con una versión de una canción de 1957 escrita por Dimitri Tiomkin y Ned Washington para la banda sonora de la película del mismo título y grabada originalmente por Johnny Mathis, aunque la versión más popular la grabó dos años después Nina Simone, vocalista admirada por nuestro artista. Es una opinión común en los críticos la que señala que en esta canción, Bowie hace una de las mejores interpretaciones de toda su carrera.
Hay un análisis realmente extenso y trabajado de las letras del album que hemos encontrado aquí: Station to Station analizado tema por tema y que nos ha sido de gran utilidad para enfocar nuestros comentarios, por lo que no podemos dejar de recomendarlo.
“Station to Station” es hoy en día uno de los discos de Bowie más valorados por la crítica y también por sus seguidores, lo que motivó que el año pasado apareciera una espectacular reedición del mismo en varios formatos, entre los que destacan una caja con 3 CDs incluyendo un concierto de la gira posterior al lanzamiento del disco, que sólo había estado disponible antes en disco pirata y, especialmente una lujosa caja con 5 CDs (el contenido de la anteriormente citada más la versión original del disco y otro disco con los singles), un DVD con el concierto, 3 LPs con el mismo contenido de la primera caja y un buen montón de memorabilia. Todos ellos están disponibles en los siguientes enlaces:
Edición normal:
Edición de 3 discos:
Deluxe Box-Set:
Os dejamos con una muestra del directo de Bowie en la gira del album:
Dedicado a las dos arañas marcianas, Zopa y AFKAL.
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