Hace un tiempo
comentamos cómo el disco “Signify” supuso un cambio fundamental en la
trayectoria de Porcupine Tree, quienes pasaban de ser la banda de apoyo de su
líder, Steven Wilson para convertirse en un verdadero grupo, con las
complicidades, interacciones y sinergias propias de una banda conjuntada lo que
les permitió afrontar una segunda etapa en su carrera en la que nos brindaron
discos memorables. Este nuevo estatus se alcanzó espontáneamente pero no sin
horas y horas de trabajo. De todos es ya conocida la obsesión de Wilson por la
música que no le permite pasar más de un día entero alejado de ella, ya sea
componiendo, arreglando para otros o trabajando en el estudio para alguna
remasterización de cualquier clásico del rock progresivo. Pues bien, en los
meses en los que Porcupine Tree trabajaban para la grabación de “Signify”, ese
entusiasmo fue común en todos los miembros del cuarteto y fruto del mismo
surgieron gran cantidad de grabaciones, buena parte de las cuales eran pura
improvisación. Todo ese material fue viendo la luz en distintos formatos. Así,
unos meses después de la aparición del disco, el sello Delerium publicó
“Insignificance” en formato cassette con descartes del disco. Más material
formó parte de la recopilación “Stars Die” en 2002 en la que se repasaban los
años de la banda en aquella discográfica.
Hoy nos centramos
en otro producto de las sesiones y la gira de “Signify” titulado “Metanoia”. A
primera vista, podemos caer en la tentación de compararlo con “Voyage 34”, otro
disco casi instrumental, improvisado en buena parte y de características
aparentemente similares pero sería un error por lo que comentábamos al
principio: ahora es una banda la que improvisa lo que significa que todos sus
miembros aportan sus propios puntos de vista y esto produce un resultado
diferente. En un primer momento, “Metanoia” se publicó como un doble vinilo de
10” con material procedente de dos sesiones de grabación. La versión en CD que
hoy se puede encontrar en las tiendas añade a la colección dos composiciones
más sacadas de los mismos ensayos.
“Mesmer I” – La
primera de las dos sesiones aquí incluidas tuvo lugar el 13 de julio de 1995 en
Cambridge y ella participaron Richard Barbieri (teclados), Colin Edwin (bajo),
Chris Maitland (batería) y Steven Wilson (guitarra y teclados). La primera de
las piezas es una improvisación con aires de free jazz y psicodelia. Bajo y
batería crean un ambiente casi onírico sobre el que la guitarra de Wilson, con
un sonido ácido dibuja paisajes muy imaginativos. De un modo casi
imperceptible, la sección rítmica va incrementando el ritmo hasta llegar a un
cambio casi completo del mismo superado el ecuador de la composición. Es ahí
donde aparecen los teclados reclamando su cuota de protagonismo y se unen a una
improvisación muy dinámica completando la alineación de la banda.
“Mesmer II” – En contraste con la pieza de apertura, ésta segunda parte suena mucho más coherente y definida. Seguimos moviéndonos por mundos cercanos a la psicodelia pero de un modo reconocible y formalmente más cercano al rock. Sin embargo, conforme vamos avanzando, el bajo adopta una actitud más difusa, recordando usos y costumbres de movimientos electrónicos cercanos al ambient.
“Mesmer III /
Coma Divine” – Retazos de conversaciones acontecidas en el estudio suenan como
introducción del siguiente corte, antes de la manipulación del dial de una
radio a cargo de Wilson, quizá buscando algún tipo de inspiración en las ondas
hertzianas a partir de la cual ir creando el siguiente segmento musical. Los
primeros minutos del mismo son un ejercicio de ambient cercano a lo que Wilson
comenzaría a grabar por su cuenta poco después bajo el nombre de Bass
Communion. Paulatinamente la pieza evoluciona, de nuevo de la mano de la
sección rítmica formada por Edwin y Maitland, hacia territorios más propios del
rock progresivo con guiños a Pink Floyd y también al “krautrock” en su
vertiente más electrónica.
“Door to the
River” – Originalmente este corte no aparecía en el doble vinilo “Metanoia”
pero fue incorporado al CD ya que, al fin y al cabo, pertenecía a la misma
sesión de grabación de los anteriores con la particularidad de que “Door to
River” sí que sufrió un proceso posterior en el estudio con bastantes retoques,
por lo que pierde el carácter improvisado del resto del disco. Intuimos, ya que
nada se concreta al respecto en la información adjunta al CD, que los añadidos
tienen que ver con algunos arreglos de piano y ciertas guitarras que aparecen
también y que difieren bastante del sonido aparecido en el resto de la sesión.
“Metanoia I /
Intermediate Jesus” – Los siguientes temas proceden de una segunda sesión de
grabación que tuvo lugar en Henley on Thames el 4 de marzo de 1996 con la única
diferencia de la ausencia de Richard Barbieri a los teclados con respecto a la
anteriormente comentada. Comienza la sesión con el corte más largo de todo el
disco, una pieza que comienza en clave “ambient” aunque el bajo de Colin Edwin
recuerda en muchos momentos al de la primera parte de la sesión de julio del
año anterior que sonaba al principio de este “Metanoia”. Como nota más
destacada dentro de la pieza nos tenemos que quedar con las intervenciones de
Wilson a la guitarra, extraordinariamente evocadoras.
“Insignificance” – Se añade al CD esta transición que no aparecía en el vinilo original y que recoge el segmento que enlazaba las dos partes largas de “Metanoia” en la sesión de improvisación. Resulta extraño que fuera omitida si no es por razones de espacio ya que la melodía de guitarra le da, incluso, un cierto carácter comercial que podía haber sido aprovechado para promocionar el disco.
“Metanoia II” –
Tras el interludio anterior, volvemos al mismo tipo de música de la primera
parte del título con Wilson añadiendo más efectos electrónicos desde los
teclados en ausencia de Barbieri acercando el experimento aún más a su admirado
“krautrock” aunque no tanto como en su encarnación como Incredible Expanding
Mindfuck, otro de los múltiples proyectos del artista británico que comenzaba
su andadura por estas mismas fechas.
“Milan” –
Cerrando el disco, tenemos la única pieza que no procede de ninguna de las dos
sesiones de grabación anteriormente citadas sino a una conversación entre los
miembros del grupo que tuvo lugar en Milan durante la gira que siguió a la
publicación de “Signify”. Una extravagancia que podemos perdonar dada la
categoría de la música que el grupo nos acaba de regalar.
Hasta la
aparición de “Signify”, Porcupine Tree no era otra cosa que Steven Wilson con
una serie de músicos de apoyo. Eso es algo que hemos indicado ya en varias ocasiones
en el blog y es a partir de ese momento cuando la banda comienza a funcionar
como tal. Esto se ve acompañado de la consolidación de un estilo propio con
raíces en el rock progresivo y derivaciones hacia un sonido más duro y cercano
al “prog metal”. ¿Cómo encaja eso con la forma de hacer las cosas de Wilson?
Recordemos que se trata de un músico imposible de encasillar en un género
concreto y que, hasta ese momento, utilizaba Porcupine Tree como la vía de
expresión de todas sus inquietudes sin que estas quedasen restringidas a un
estilo único. La opción era clara: había que poner en marcha otro tipo de
proyectos en los que dar rienda suelta a todo aquello que no encajara en la
nueva línea de Porcupine Tree como grupo. Así, a la vez que aparecía en el
mercado “Signify”, Wilson inauguraba una nueva identidad bajo el nombre de
Incredible Expanding Mindfuck (comunmente abreviado a I.E.M.) en la que
desarrollaría su música más cercana al “krautrock”. La colaboración con Tim
Bowness en No-Man, que venía de años atrás, sería utilizada para la vertiente
más cercana a la electrónica y el pop y unos meses más tarde conoceríamos a
Bass Communion o lo que es lo mismo, la etiqueta de Wilson para sus trabajos
“ambient”.
“Metanoia”
ilustra muy bien ese momento de cambio porque es un disco en el que podemos
encontrar trazas de todas estas facetas de Wilson que no cabían ya en “Signify”
ni, por tanto, en los próximos discos de Porcupine Tree y tras el que podemos
intuir los motivos de la fragmentación comercial de Steven en diferentes
etiquetas bajo las que publicaría su música en el futuro. Evidentemente, esta
supuesta separación no es matemática y seguiremos encontrando pasajes
ambientales en discos de Porcupine Tree, piezas más rockeras en No-Man y
electrónica en I.E.M., por ejemplo, pero creemos que como esquema a partir del
cual aproximarse a la obra de nuestro admirado Steven Wilson, esta pequeña
disquisición puede ser bastante útil.
Sólo me queda agregar que es un discazo!! Recomendable para oídos y mentes abiertas, que quieran expandir sus límites musicales. En definitiva recomendable para todo amante del rock progresivo.
ResponderEliminarPoco que añadir. Ciertamente parece que todo aquello en lo que Wilson pone la mano tiene un halo de calidad que resulta difícilmente explicable. Saludos.
ResponderEliminarmaterial no validos para amantes de la ultima parte de la carrera de porcupine tree ya que se acerca mas al jazz y la improvizacion.
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