Aunque no son
material especialmente accesible, los “ciclos” de Wim Mertens son una parte
fundamental de su carrera. Lo eran en 1994, cuando editó el segundo de
ellos, siquiera por su volumen ya que
superaban ampliamente en cuanto a su duración la de todos sus discos
“convencionales” en conjunto. Sin embargo, si nos centramos en los aspectos
exclusivamente musicales, no nos atreveríamos a recomendar la gran mayoría de
los discos que integraban esta parte especialmente árida de la discografía de
Mertens. Los dos ciclos posteriores, en esencia, seguían manteniendo lo
fundamental de su espíritu, es decir, deconstrucciones de composiciones
anteriores, largas piezas para instrumentaciones atípicas, etc. No obstante
esto, hay un cierto espíritu de apertura por cuanto que en ellos podemos
escuchar música realmente bella, comparable y en muchos casos hasta superior a
la aparecida en los discos “normales”.
Poco después de la aparición del último trabajo que
comentamos aquí del músico belga, el triple “Integer Valor –integrale-“,
Mertens publicó una banda sonora sin demasiado interés que parecía estar sacada
de descartes del disco anterior. Lo que pocos esperaban es que, sin pasar mucho
tiempo, el músico belga sacase al mercado su tercer ciclo de título “Kere
Weerom”.
Como hicimos en su momento con “Alle Dinghe”, no vamos a
analizar el ciclo en su integridad sino que nos centraremos en la primera de
sus tres partes, de título “Poèma” y compuesta por dos discos. ¿Qué nos espera
ahí? Simplemente, buena parte de la mejor música escrita por Mertens para su
instrumento más representativo: el piano. ¿era eso posible en 1999? Habiendo publicado
“A Man of No Fortune and With a Name to Come” o “After Virtue”, la afirmación
puede sonar aventurada pero creemos que no se encuentra muy alejada de la
realidad. Aprovechamos para dejar constancia de que el citado “After Virtue” es
nuesto disco predilecto de todos los que el belga ha grabado sentado frente a
las 88 teclas. En cierto modo, “Poèma” retorna a aquel viejo estilo, con melodías
más espontáneas y desarrollos imprevisibles y eso cuenta mucho para nosotros y
quizá influya en que veamos con tan buenos ojos estos dos discos que abren el
ciclo “Kere Weerom”.
“As a Rule” – El comienzo del disco confirma lo que
indicamos más arriba ya que podemos escuchar una melodía preciosa que discurre
durante unos segundos, duda, cambia de dirección, acelera, frena... una melodía
viva que parece ir construyendo su camino paso a paso al margen de formalismos
y convenciones. A lo largo de todo el tema nos damos cuenta de cómo, aunque
Mertens es un artista con una legión de seguidores y de “herederos” musicales,
ninguno de ellos ha conseguido dotar a su música de una sensación de
espontaneidad tan viva como la que nos invade escuchando “As a Rule. Transcurridos
unos minutos por caminos similares, el tema da un giro hacia el Mertens más
minimalista y concluye con una intrincada melodía que se desvanece lentamente.
“Blank Verses” – Un extraño ritmo sincopado nos recibe en los primeros compases de la pieza mientras Mertens juega con los pedales tanto como con las teclas. A partir de ahí, continuos juegos florales, con esas melodías arrebatadoras que no parecen terminar nunca pero que tienen la rara cualidad de introducirse de tal modo en la cabeza del oyente que, tras una sola escucha, se puede encontrar tarareando algún fragmento muchas horas después.
“Leap in the Dark” – No conviene olvidar que, a pesar de lo
escuchado en los dos cortes iniciales, estamos dentro de un “ciclo” de Mertens
y eso supone que hay mucho espacio para la experimentación y las piezas más
vanguardistas. Sin llegar a los niveles de oscuridad de “Gave Van Niets”, disco
triple de piano perteneciente al “ciclo” inmediatamente anterior, la propuesta
del músico belga se endurece un poco en algunos momentos de esta composición
aunque eso no impide que nos regale retazos de una gran inspiración salpicados
a lo largo de los más de diez minutos de la misma.
“Relatively Spoken” – Tras tres cortes más bien extensos,
llegamos ahora a tres algo más breves con los que se cierra el disco. El
primero de ellos se basa en una repetición casi constante de una rápida serie
de notas que van variando ligeramente sobre un fondo grave. Encontramos en
alguna parte de la composición un oculto aire clasicista que quizá trasluce
alguna intención por parte de su autor aunque, francamente, nos extrañaría
mucho que así fuera.
“In Line With” – La pieza más experimental del primer disco
de la obra es, sin duda, ésta. Una música muy reposada pero no exenta de
tensión. En algunos trabajos anteriores de Mertens había composiciones de este
cariz (pensamos en “Strategie de la Rupture”, por ejemplo) y siempre terminaban
por remontar el vuelo. También aqui sucede eso aunque sólo en los instantes
finales.
“Desert Love” – Cerrando la primera parte de la obra
encontramos una composición compleja en la que Mertens se explaya a sus anchas
con el piano. Los oyentes que hayan tenido la fortuna de escuchar al músico en
directo habrán disfrutado de ese estilo tan particular por el que Wim nos
avasalla tocando cascadas de notas que forman una extraña amalgama. Sin
embargo, y como reza el adagio, hay un método en esta aparente locura y este se
hace evidente cuando comprobamos cómo surgen melodías maravillosas sólo para
ocultarse de nuevo y dar paso a la siguiente. No se nos ocurre mejor metáfora
que la contemplación de un grupo de delfines acompañando una embarcación y
surgiendo brevemente de las aguas una y otra vez junto a la borda.
“Under the Trees” – El Mertens más íntimo es quien nos da la
bienvenida al segundo disco de “Poèma” con una música juguetona, despreocupada,
inocente pero inimitable. Hay muchos músicos por ahí, y buena parte de ellos
son pianistas. Aún no hemos encontrado a ninguno que componga así.
“In Terms of” – Regresamos al espíritu de “After Virtue”,
presente a lo largo de todo el disco, con otra pieza llena de acelerones y
paradas repentinas, notas a destiempo que parecen haberse colado caídas acaso
de otra parte de la partitura, esbozos de arranques rítmicos abortados antes de
eclosionar... un caos maravilloso.
“White Boats” – Llegamos de este modo a la pieza más extensa
de todo el trabajo, de una duración superior a los 17 minutos. Mertens se lo
toma con calma comenzando con una música leve, casi inapreciable, sutil y
extraña a la vez. Es una afirmación arriesgada dadas las características de la
obra pero creemos intuir un leitmotiv más o menos presente en varias de las
piezas del disco y aquí también aparece con gran despreocupación de modo que
uno se imagina a Mertens tamborileando con gesto distraído el piano mientras
suenan esas notas. Con todo, estamos ante una de las piezas más herméticas del
disco.
“To Stand for” – Casi como una prolongación del corte
anterior, llega esta composición que se encontraría algo más cercana al
espíritu de otro disco ya citado como “Strategie de la Rupture”. Música sin
melodía clara, sin un tema definido pero atractiva en grado sumo. Parece fácil
pero no lo es aunque, ¿parece fácil realmente?
“No Darkness” – Rompiendo la línea más hermética de los
cortes anteriores, la siguiente pieza retorna a aires más optimistas en sus
primeros instantes. Poco después, sin embargo, la trama se torna minimalista
con un largo pasaje marcado por la repetición constante de una base rítmica a
la que se superponen notas como salpicaduras que paulatinamente van conformando
una melodía cohesionada. La parte final es, como tantas veces cuando hablamos
de Mertens, una especie de coda que podría ser perfectamente la base de una
nueva composición.
“Their Writings” – Regresamos una vez más, ahora sí con
seguridad, al tema central del disco que ocupa la primer parte de la pieza,
envuelto en una nube de arpegios constantes tan característicos de Mertens. En
la segunda mitad de la composición, asistimos al despegue de otra de esas
melodías fantásticas de su autor, quien se conforma con presentárnosla como un
breve apunte. Algún tiempo después, una versión más elaborada de esta pieza
aparecerá en el disco “Der Heisse Brei”.
“As a Golden Eye” – Cerrando el trabajo, Mertens decide
despedirse sin hacer apenas ruido, con la humildad que pregonaba una de las
mejores composiciones de su disco “After Virtue”, con un discurso suave, tímido,
quedo, con el que pone fin a un doble CD maravilloso.
Es muy curioso lo que ocurre con Wim Mertens. A primera
vista, no resulta extraño que lo cataloguemos de minimalista aunque su música,
cuando la analizamos fríamente, poco tiene que ver con la de los Glass, Reich o
Riley con algunas excepciones que se sitúan ya muy lejos en el tiempo. Tampoco
es raro que veamos retazos de la influencia del belga en otros artistas como
Yann Tiersen, Ludovico Einaudi o Jean Philippe Goude pero, a la hora de la
verdad, el sello de Mertens no está presente en ningún otro músico y esto se
hace especialmente patente en la obra para piano de Wim. Inimitable e
inconfundible, incluso cuando prescinde de su característico acompañamiento
vocal como ocurre en “Poèma”. Como dijimos más arriba, la música de los “ciclos”
de Mertens seguirá apareciendo por aquí convenientemente racionada. Si aún os
contáis entre los más remisos a lanzaros a su exploración, no tengáis dudas al
respecto del trabajo hoy comentado. Es una maravilla. El mayor problema puede
venir a la hora de adquirirlo puesto que, desde la publicación de la caja “Qua”
con la integral de los cuatro ciclos, el encontrar cualquiera de sus partes por
separado puede requerir de una búsqueda compleja incluyendo alguna tienda de
segunda mano. Como decía el famoso eslogan de El Equipo A: si algún día os lo
encontráis, quizá podáis comprarlo. Os dejamos un par de enlaces de prohibitivo precio:
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