Resulta un poco
triste echar un vistazo al panorama musical alemán en lo que a música
electrónica se refiere y comprobar cómo el país de dónde surgieron figuras como
Klaus Schulze, Manuel Göttsching, Conrad Schnitzler o grupos fundamentales como
Can, Neu!, Kraftwerk o Tangerine Dream (por citar sólo unos pocos) nos ofrece
ahora propuestas tan vacías y estereotipadas como Schiller o York. Esto no
sería tan grave porque bastaría con ignorar la música de estos artistas y
seguir escuchando a aquellos que más nos interesan pero aquí es donde viene el
problema.
Hay una
generación de músicos que no atraviesan sus mejores momentos en cuanto a
creatividad, que fueron grandes en los años setenta pero que no encuentran la
inspiración de antaño. Esos artistas son reivindicados hoy por otros, quienes
les manifiestan su admiración y, de este modo, terminan trabajando juntos. La
vieja gloria se siente rejuvenecida y aspira a llegar a un nuevo público de
cuyos gustos se encuentra muy distante y la joven estrella ve reforzada de
alguna forma su propuesta por la bendición de la superestrella. Así ha ocurrido
con Schiller y Klaus Schulze además de con Mike Oldfield (de ahí que aparezca
en nuestra entrada) y también con York y el autor de Tubular Bells. La relación
entre ambos bien pudo empezar en Ibiza años atrás, lugar donde Oldfield y York
coincidieron durante un tiempo pero la timidez del alemán en aquel momento hizo
que no se atreviese, ni siquiera a presentarse a Oldfield cuando coincidió con él. La casualidad hizo de las suyas
cuando éste se trasladó a las Bahamas, cansado de la decadencia ibicenca y, una
vez allí, un conocido le dijo que en la isla vecina vivía Mike Oldfield (quien
vivía allí desde poco antes). Ésta vez sí, York se animó a entablar contacto
con Mike y ahí se establecieron las bases de una futura colaboración.
Tiempo atrás,
Oldfield y Christopher Von Deylen, más conocido por su “nom de guerre”, Schiller,
colaboraron en un par de temas que aparecerían en sendos trabajos de cada uno
de los dos artistas de modo que Mike intervino en “Morgentau” del disco “Tag
und Nacht” del germano y éste hizo lo propio en “Light and Shade”
(concretamente en el tema titulado “Nightshade”). Se repite ahora la historia
con algunas diferencias pero con York como protagonista. Igual que en el caso
anterior, York no es sino la marca bajo la que graba y publica su música
Torsten Stenzel. En 2012 publicó el que fue su tercer disco de estudio bajo el
título de “Islanders”, que incluía una colaboración de Mike Oldfield en el tema
que daba título al álbum. En contraprestación, York se encargaría de
hacer un disco de remezclas de varios de los viejos éxitos del autor de “Tubular
Bells”.
La carrera de Mike parece encontrarse en un estado de
plácido letargo desde hace varios años desde que el músico se retiró a las
Bahamas donde se dedica a vivir la vida y a remasterizar su viejo catálogo para
reeditarlo poco a poco en formato de lujo, algo, que, todo hay que decirlo, nos
parece una gran tarea y muy digna de elogio, especialmente desde nuestro punto
de vista de seguidores empedernidos del multiinstrumentista. Prácticamente
coincidiendo con la noticia de la próxima aparición de un disco pop-rock del
músico, con canciones nuevas, que llamó la atención de los aficionados y que
hoy parece inminente, apareció en las tiendas “Tubular Beats”, que es el
original título del disco de remezclas a cargo de York. Se diría que no eres
nadie en el mundillo discográfico actual si no tienes un disco de grandes
éxitos remezclados en clave bailable y esto afecta tanto a artistas del pop o
del rock como a géneros más ajenos a esta moda, a priori (de hecho, Philip
Glass ya tiene dos discos de esas características y Steve Reich uno).
Curiosamente, Oldfield no tenía aún su CD de remezclas y alguien debió pensar
que era el momento.
Oldfield en su retiro caribeño. No se le ve estresado. |
En descargo de Oldfield y York, tenemos que decir que las
nuevas versiones son, en general, bastante más respetuosas con el original de
lo que suele estilarse por ahí. Además, el trabajo tuvo mucho de colaboración
ya que Torsten Stenzel tuvo acceso a las pistas originales del músico británico
y realizó su labor a partir de las mismas, siempre con la colaboración de su
autor quien, además de participar en alguno de los nuevos arreglos y de grabar
nuevas pistas, compuso una nueva canción que serviría para cerrar el disco. Es
muy difícil sobreponerse al hecho de que el disco recurra de nuevo al motivo
“tubular” en el título y al famoso logotipo de la campana en la portada pero
trataremos de que la reiteración en el tópico no interfiera demasiado en
nuestro análisis del disco por pistas:
“Let There Be Light (York remix)” – Comienza el disco con el
corte que abría “The Songs of Distant Earth”, el trabajo de Oldfield basado en
la epopeya del mismo título de Arthur C. Clarke. Hablamos del primer disco del
músico que tenía un carácter principalmente electrónico por lo que no parece
una mala elección para realizar una nueva mezcla en este estilo. El tratamiento
de York de la pieza conserva la esencia de algunas partes melódicas y un ritmo
similar aunque termina por llevar el tema a su terreno con un aroma a “chill
out” que no nos convence en absoluto. Con todo, no deja de ser una mezcla
agradable sin demasiada trascendencia de un tema que ya en su versión original
dejaba entrever demasiadas influencias de Enigma, otro proyecto que no nos
despierta excesivas simpatías.
“Far Above the Clouds (York remix)” – Llama la atención que
se comente en el libreto del disco que los multipistas originales están en
paradero desconocido ya que se trata de un disco (“Tubular Bells III”)
relativamente reciente. Por ello, en lugar de una mezcla hablamos de un tema completamente
nuevo en cuanto a su grabación. York no se complica la vida y realiza un corte
bailable muy en la linea de lo que fue todo el disco original en su momento.
“Ommadawn (Oldfield & York remix)” – Torsten Stenzel se
mete en profundidades que rozan la herejía cuando pone sus manos sobre uno de
los discos más venerados de su autor. En palabras del alemán, estamos ante su
mezcla favorita de todo el disco. En realidad, se trata de un corte de lo que
llaman “house progresivo” (a nosotros, con una edad, nos vienen grandes estas
denominaciones) al que se superpone uno de los momentos más inspirados de
“Ommadawn” con las voces femeninas cantando una melodía de aspecto tribal. Tras
ese comienzo más o menos aceptable, Stenzel comienza a hacer de las suyas con
un ritmo machacón, efectos vocales, etc. Probablemente funcione bien en la
pista de baile y quizá no haya otra forma de adaptar “Ommadawn” a un formato
como este. Lo cierto es que, a pesar del rechazo que nos provoca el
experimento, no podemos evitar que se nos vayan los pies en algún momento y es
que la mezcla termina por tener su punto.
“Guilty (Oldfield & York remix)” – Tiene su lógica que
un tema que fue concebido como música puramente de baile aparezca en este
trabajo. No entendemos demasiado, en cambio, que lo haga por partida doble y
que sea también el protagonista del videoclip de presentación, máxime cuando la
mezcla (cualquiera de las dos) es tópica hasta decir basta.
“Tubular Bells (Oldfield & York remix)” – Evidentemente,
no podía faltar en el disco la correspondiente mezcla de “Tubular Bells” (la
primera de las dos). Habla York de la dificultad de mezclar una pieza como esta
y es comprensible porque existen infinidad de versiones de todo tipo. Lo que
hace el músico alemán es jugar con pads electrónicos y las notas iniciales de
piano de la pieza durante unos minutos hasta terminar por recurrir al habitual
ritmo 4/4 con bombo, caja y platillo añadiendo una línea de bajo muy básica y
un par de efectos por aquí y por allá. Nada demasiado original pero que se deja
escuchar en esos ratos en los que uno no se siente demasiado exigente. Sin
venir demasiado a cuento y a modo de coda, aparece una improvisación del
pianista John Gentry, sin relación aparente con el resto de la pieza.
“To France (York & Steve Brian radio remix)” – Aparecen
en “Tubular Beats” un par de éxitos pop de Oldfield para los que se cuenta con
la vocalista caribeña Odessa. Lo que consigue York aquí es convertir una
canción deliciosa en carne de jovenzuelos con la música a todo volumen a través
de las ventanillas bajadas de su Megane Coupe. Ni más ni menos. No nos merece
mayor comentario.
“North Star (Oldfield & York remix)” – La única pieza de
todo el disco sobre la que no aparece ningún comentario en el libreto es esta
versión del “North Star” del disco “Platinum” en la que ni siquiera se toman la
molestia de citar al autor de la melodía original: Philip Glass. No sabemos si
anticipando el revival “disco” que iban a propiciar los miembros de Daft Punk
un poco después, York firma una mezcla de sabor setentero con algo de funky que
se deja escuchar.
“Moonlight Shadow (York & Steve Brian radio remix)” – El
gran himno de Oldfield, su pieza más reconocida si excluímos la intro de
“Tubular Bells” recibe aquí un tratamiento similar a la anterior “To France”
aunque algo más aceptable, con unos añadidos en forma de teclados que podrían
aparecer en cualquier hit de cualquier grupo tecno-pop de los ochenta. Floja
versión según nuestro criterio.
“Guilty (York & Mike’s Electrofunk Mix)” – La música
escogida para acompañar al video promocional del disco es otra versión no
demasiado afortunada del single de 1979. Juzgad vosotros mismos.
“Tubular Bells 2 (Oldfield & York remix)” – Acercandonos al final del disco volvemos a encontrarnos con “Tubular Bells”, concretamente con el fragmento que cerraba la cara A del disco original. A pesar de alguna similitud entre el bajo del disco de 1973 y la línea tecno de la remezcla, de no estar sobre aviso es poco probable que hubiéramos identificado la pieza hasta transcurridos los dos primeros minutos. A partir de ahí, reiteración de lugares comunes al compás de un ritmo machacón.
“Never Too Far” – El mayor atractivo para el seguidor de
Oldfield a la hora de acercarse al disco era la presencia de una canción nueva
interpretada por Tarja Turunen, vocalista de la banda finlandesa de metal sinfónico
Nightwish. Comienza con una introducción de piano que enlaza con suaves fondos
electrónicos y la voz de la cantante entonando unas suaves notas. No hay excesivas
variaciones a lo largo de toda la canción salvo la aparición en el tramo final
de la guitarra de Oldfield y un extraño ritmo aflamencado que aparece durante
breves instantes. Poca cosa en nuestra opinión.
Suponemos que a estas alturas habréis notado que no somos precisamente fans de los discos de remezclas y es por ello por lo que hemos dudado mucho antes de dedicar una entrada a un trabajo de esas características pero de vez en cuando creemos interesante hablar no sólo de lo que nos gusta sino de lo que no nos hace tanta gracia, especialmente si tiene relación con músicos de los que aparecen habitualmente por el blog. Evidentemente, no todos los discos de remixes son iguales y hay de todo en ellos: desde el interesante “The Mix” de Kraftwerk hasta abominaciones como “Disco 2” de Pet Shop Boys. “Tubular Beats” no entraría ni en una ni en otra categoría, quedándose, siempre bajo nuestro juicio, entre los intrascendentes. El experimento es del todo innecesario pero, con todo, no resulta excesivamente molesto y muy de cuando en cuando se le puede dar una escucha distraída. A la espera de la llegada del disco “rock” del que tanto habla Oldfield y del que ya se ha podido escuchar algún escueto anticipo, los fans mas fieles pueden enfrentarse a estas nuevas versiones de temas que ya tienen la categoría de míticos para el aficionado. Para comprar el disco:
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Como despedida, os dejamos la colaboración de Oldfield en el disco "Islanders" de York, no incluida en Tubular Beats:
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