Si lo miramos con
detenimiento, la idea de seguir los pasos de Arne Saknussemm por parte de Otto
Lidenbrock y su sobrino Axel era una locura de principio a fin. Lo que en la
novela de Julio Verne comenzaba como una absurda idea por parte de un viejo
(llegar al centro de la tierra siguiendo las pistas de un manuscrito de
improbable autenticidad) terminó por convertirse en una aventura fascinante
pero no tenemos que olvidar un pequeño detalle: la aventura fracasó. No
llegaron al centro de la tierra ni mucho menos, quedándose a un tercio de
camino antes de ser expulsados por un volcán.
La aventura de
Rick Wakeman abordando este tributo a la que es una de las obras más populares
del visionario escritor francés también tenia visos de no llegar a buen puerto.
Recordemos que estamos en 1973, en plena época gloriosa del rock sinfónico. Un
momento en el que todo exceso parecía pequeño y los músicos parecían competir
por ver quién lograba la mayor extravagancia. Si a esto unimos la propia figura
de Wakeman, intérprete excepcional pero con una incurable tendencia al
exhibicionismo, el desastre parece más cercano. Nadie duda de la categoría de
Rick tras un teclado, siendo considerado un maestro por generaciones y
generaciones de teclistas del rock. El problema surge cuando trabaja sin freno,
sin la ayuda de otros músicos que sepan parar sus excesos y le convenzan de
tocar sólo lo estrictamente necesario, sin florituras ni ornamentos. Sus
apariciones en los discos de Bowie fueron magníficas e incluso en su etapa
previa en Yes podemos escuchar a un Wakeman contenido en la medida de lo
posible. ¡Qué demonios! Su primer disco en solitario, comentado aquí no hace
mucho, “The Six Wives of Henry VIII” sigue mostrándonos al teclista en su mejor
versión, con una banda de rock más bien convencional y sin demasiado boato.
Posiblemente el
problema fuera la buena acogida de aquel disco, que dio rienda suelta a Wakeman
para atreverse a hacer lo que aún no había osado y la novela de Julio Verne le sirvió
como la excusa perfecta. ¿Qué pretendía el músico británico? Pues narrar la
aventura de Otto y Axel (y su guía, Hans, a veces olvidado como el sherpa que
acompañó a Hillary a la cumbre del Everest) en clave rock pero, claro está,
eso, en 1973, significaba utilizar una orquesta, un coro... sólo faltaban los
patinadores sobre hielo pero eso ocurriría más adelante.
Así pues, tenemos
a la London Symphony Orchestra, al English Chamber Choir dirigido por David
Measham y a la llamada English Rock Ensemble, que no es sino la rimbombante
denominación que Wakeman le dio al grupo de colegas con los que tocaba en el
pub los domingos por la tarde (aunque suene a cachondeo es real, y le trajo
algunos problemas con la discográfica que quería músicos de un cierto renombre
para la ocasión). Como reunir a todos esos músicos y cantantes en un estudio
excedía con mucho el presupuesto del disco, se optó por organizar un par de
conciertos que serían grabados y de los que saldría el material para el LP. Integraban
la English Rock Ensemble: Ashley Holt y Gary Pickford-Hopkins (voces), Barney
James (batería) y Roger Newell (bajo) con la colaboración de Mike Egan
(guitarra). El actor David Hemmings hizo el papel de narrador.
Con ustedes (ejem): Rick Wakeman |
“The Journey /
Recollection” – El disco se divide en dos largas suites, una por cara, separadas
en dos partes distintas cada una. El comienzo es realmente abrumador con una
especie de fanfarria a cargo del coro y la orquesta sobre la que escuchamos los
sintetizadores de Wakeman subrayando alguno de los pasajes. Son los metales los
que juegan el papel principal, limitándose en estos instantes iniciales el
resto de músicos a un simple acompañamiento. Tras el espectacular comienzo
llegamos a la primera canción del disco en la que se nos narra el comienzo del
viaje con un acompañamiento instrumental inusualmente comedido hasta la llegada
del primer sólo de sintetizador. La melodía es agradable pero excesivamente
dulcificada, como sacada de cualquier sintonía de una sit-com de la BBC de la
época. Los coros no contribuyen demasiado a levantar la pieza que se extingue
con la primera intervención del narrador que nos cuenta el momento en que los
viajeros, ya en el interior del volcán, deben escoger entre dos posibles
caminos. Aparece de nuevo el coro, algo más inspirado ahora en un pasaje en el
que comparte protagonismo con las trompetas en una transición que nos lleva de
nuevo a la narración de la primera situación complicada de los viajeros cuando
se encuentran sin agua tras haber escogido el camino erroneo. Finalmente
encuentran un arroyo subterraneo de agua hirviente. Toma entonces Wakeman las
riendas con sus teclados en uno de los momentos más interesantes del disco en
el que hace gala de su habilidad como prólogo de unos momentos orquestales muy
reposados y que nos parecen los mejores del disco. Turno de nuevo para el
narrador contándonos cómo Axel se pierde en los túneles perdiendo toda
esperanza. Entramos así en el primer pasaje genuinamente rockero del disco con
Wakeman al clavinet y la banda interpretando un animado tema de bajo, guitarra
y batería que sirve pare recordar que Rick es, al fin y al cabo, un músico
rock. Concluye esta sección con otro solo de teclado reforzado de forma muy
conveniente por el coro que da paso a la segunda canción. Hacemos un inciso
aquí para indicar que no es una canción diferente de la primera sino la misma
melodía a cargo de otro intérprete y con un texto distinto como corresponde al
momento del viaje en el que se sitúa la acción. Nueva intervención del narrador
contando el momento en que Axel es hallado por su tío y el guía Hans y reanudan
el viaje. Musicalmente lo hacemos con una nueva fanfarria a cargo de la
orquesta en pleno con protagonismo de metales y percusiones poniendo así fin a
la primera cara del disco.
“The Battle / The Forest” – La acción salta hasta el momento
en que llegan a un extraño mar interior rodeado de una extraña vegetación
gigantesca. El narrador nos recuerda cómo los viajeros fabrican una balsa y se
aventuran en una travesía en la que monstruos prehistóricos aparecen por todas
partes. A partir de ahí, Wakeman se encuentra en su salsa entrando en un
segmento en el que sus teclados cobran todo el protagonismo y comienza la que
quizá sea la mejor canción del disco con solista y coro perfectamente
conjuntados en un momento que podría haber pertenecido a cualquier musical del
West End londinense. Vuelve a sonar el clavinet acompañado de los efectos
electrónicos del sintetizador como fondo musical para la nueva aparición de la
voz en off. A partir de ahí nos adentramos en otro interesante momento de rock
progresivo que habría encajado bien en el anterior disco de Wakeman aunque
pronto termina para dejar su turno a la orquesta que representa la angustia de
una tormenta eléctrica bajo la tierra en medio de un lago que se antoja
interminable. Finalmente, el narrador nos cuenta la llegada a la orilla en la
que encuentran multitud de restos óseos de monstruos prehistóricos, momento que
Wakeman encuentra apropiado para introducir la canción principal del disco a la
que la pobre interpretación del vocalista, claramente limitado para esa tarea,
no hace justicia en modo alguno. Tampoco los arreglos corales, con unas subidas
y bajadas casi cómicas ayudan demasiado pero la composición, interpretada en
muchas ocasiones por Wakeman en sus directos, tiene un potencial mayor que el
mostrado aquí. De nuevo, la voz de David Hemmings aparece para contarnos cómo
los viajeros provocan una explosión que precipita su barca en una corriente
imparable por los túneles hasta dar en medio de una erupción volcánica que
devolvería a los héroes a la superficie a través del cráter del Stromboli.
Recurre aquí Wakeman al popular motivo del “I Dovregubbens hall” de la escena
quinta del segundo acto de “Peer Gynt”, del noruego Edvard Grieg antes de
despedirse con otro solo de sintetizador que precede la recapitulación final
con los metales recreando la fanfarria inicial en un tono mucho más pausado.
Rick Wakeman ejemplifica como poco los males de un estilo como el rock progresivo que nos ha regalado auténticas obras maestras musicales pero que en muchas ocasiones ha caminado peligrosamente cerca del abismo con obras conceptuales que eran auténticos disparates. El viejo Rick, uno de los iconos innegables del género, pese a quien pese, caminó muy a menudo en su carrera en solitario por el lado equivocado de la raya cayendo en todos los errores que el rock progresivo propiciaba, con piezas grandilocuentes, sobredimensionadas, en las que el ruido superaba con mucho a las nueces. Como decíamos al principio, su talento brillaba mucho más cuando estaba moderado por la presencia de otros músicos que le ponían freno y sabían dosificar las florituras del teclista. Curiosamente, en este disco no asistimos a interminables solos de vértigo ni a demasiadas exhibiciones vacías pero sí a unos arreglos pomposos en exceso para unas melodías que no soportaban bien ese tratamiento. Resulta un ejercicio muy tentador comparar los discos de los setenta de Wakeman con los de Mike Oldfield. Pueden partir de principios similares y tratamientos análogos pero en el caso del segundo hay un gusto, una estética mucho más contenida que permite que disfrutemos de la música sin tener que estar apartando continuamente de nuestros oídos una gran cantidad de elementos superficiales. Y el caso es que “Journey to the Centre of the Earth” es un disco que contiene muchas ideas interesantes que cuando han sido interpretadas de otro modo por su propio autor (principalmente en conciertos y con formaciones más modestas) nos han parecido composiciones notables. Sólo por eso recomendamos hoy este trabajo que, por otra parte, fue un número uno instantáneo en su momento nada más llegar a las tiendas y aún hoy es uno de los más vendidos de su autor a pesar de que, cuando los directivos de A&M Records recibieron la primera copia del trabajo terminado, les pareció tan horrible que no querían publicarlo. Con el tiempo, Wakeman grabaría una secuela titulada “Return to the Centre of the Earth” sin demasiada fortuna. Si queréis haceros con el original, un clásico a su modo, lo podéis encontrar en los enlaces habituales:
amazon.es
play.com
Os dejamos con un "medley" del disco a cargo del propio Wakeman en directo:
Excelente reseña. Condensa todo lo que usualmente se dice sobre este particular disco, pero además se enriquece con tus acertados comentarios. Te agradezco también que te hayas tomado la tarea de describir la música en función de su relato literario, que pretende adaptar. Saludos sinfónicos.
ResponderEliminarcual es la puta contraseña?
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