Resulta llamativa
la relación que todos establecemos en un primer momento entre Vangelis y la
música electrónica, especialmente si tenemos en cuenta que una gran parte de su
discografía se mueve por géneros muy diferentes a éste. Creemos no equivocarnos
demasiado si afirmamos que la época dorada de la música electrónica como
corriente establecida se sitúa en los dos primeros tercios de la década de los
setenta, años en los que aparecen los discos más notables del género. Para
entonces, el músico griego ya había firmado un buen número de grandes trabajos
aunque no eran aún del conocimiento general del gran público y ajenos por
completo a lo que se llamaba música electrónica (a pesar del uso de algún
órgano eléctrico modificado). Tras firmar su contrato con RCA y con su estudio
privado a medo construir, nuestro músico se hallaba en una etapa de plena
efervescencia creativa en la que creó un buen número de bandas sonoras, una
obra maestra de la música progresivo-sinfónica como “Heaven and Hell” y varias
canciones para distintos cantantes melódicos, además de ensayar un par de veces
con Yes como uno de los posibles sustitutos de Rick Wakeman.
En medio de todo
aquello, el músico griego sacó tiempo para grabar su siguiente disco, un
clásico más de treinta años después, en el que hace sus primeras incursiones en
la auténtica música electrónica utilizando extensivamente sintetizadores,
secuenciadores y demás parafernalia, además de un buen número de instrumentos
más convencionales. Desde aquel momento, la imagen de Vangelis quedó ligada
para siempre al sintetizador. El mismo título del trabajo estaba relacionado
con una de las temáticas más tópicas de aquellos primeros años de la música
electrónica comercial: el cosmos (no en vano, toda una corriente adoptó la
denominación de música cósmica) y varios de los títulos de los temas tenían
referencias espaciales.
El músico en sus estudios "Nemo" |
“Pulstar” – Abre
el disco uno de sus temas más populares: un pulso electrónico continuo y muy
veloz sirve de base para una melodía extremadamente pegadiza que ha sido
utilizada hasta la saciedad en sintonías y documentales. Con su característico
estilo, Vangelis va añadiendo uno tras otro más elementos, desde notas
electrónicas sueltas hasta percusiones que incluyen rotundos timbales y muchos
otros instrumentos más sutiles. “Pulstar” es una de esas obras maestras que
perdurarán siempre como representantes de una época musical en la que las
sorpresas eran continuas y como una de las mejores muestras de un estilo que
será recordado por los estribillos contundentes y avanzados a su tiempo. Con el
ya olvidado sonido de una voz diciendo la hora exacta en el teléfono de
información, se pone el punto final a la pieza.
“Freefall” – Cuando hablamos de Vangelis como un músico al que no se debe catalogar de electrónico pensamos en piezas como esta, cuya melodía principal está interpretada con un gamelan, siendo la mayoría de acompañamientos realizado por instrumentos de percusión. El sonido es exótico y mezcla sorprendentemente bien con la tecnología más moderna pero no es electrónico al 100% como sí lo eran otros discos de la época.
“Mare
Tranquilitatis” – Sin solución de continuidad, enlazamos con un tema
maravilloso y breve al mismo tiempo en el que se anticipan los ambientes de
“Blade Runner” y otros trabajos posteriores combinados con las voces reales,
cedidas por la NASA, de los astronautas participantes en la misión Apollo.
“Main Sequence” –
El corte más largo del disco tiene poco de música electrónica y mucho, en
cambio, de rock progresivo, free-jazz y otras corrientes con las que
difícilmente se relaciona a su autor. A partir de un insistente tema de órgano
y una percusión poderosa, el músico desarrolla una serie de improvisaciones al
sintetizador realmente memorables que diferencian claramente a Vangelis de sus
compañeros de generación que aparece así como un músico de una versatilidad al
alcance de muy pocos. Más adelante, escuchamos pasajes mucho más reposados,
relacionados con el Vangelis anterior, de sus bandas sonoras para documentales
de naturaleza pero también con el neoclasicista que alcanzaría su gran momento
un tiempo después con “Carros de Fuego”.
“Sword of Orion”
– Enlazado también con el corte anterior, este breve tema tiene características
ambientales con esas atmósferas que sólo el griego sabe crear y una melodía
breve pero inolvidable con la que terminaba la primera cara del disco. La pieza
recoge el estilo de los pasajes más evocadores del anterior trabajo “Heaven and
Hell”.
“Alpha” – Unas
notas cristalinas y de una belleza y simplicidad que aún hoy asombran, abren
otra de las composiciones insignia de Vangelis. Sólo eso, no hace falta nada
más para ilustrar la belleza del espacio y así lo debió creer Carl Sagan cuando
utilizó esta música (junto a muchas otras del griego y otros artistas) para la
banda sonora de su inmortal serie “Cosmos”. La primera mitad de “Alpha” es una
maravilla que no necesita demasiados comentarios. No estamos tan seguros de la
segunda parte en la que, esta vez, la adición de batería y del resto de
instrumentos nos parece algo forzada y que no aporta demasiado al conjunto.
Vangelis transforma por completo una pieza etérea y delicada en un poderoso
himno, muy efectivo pero que “traiciona” en cierto modo el ambiente mágico que
envolvía los primeros minutos de la composición. Opiniones personales al
margen, estamos ante un clásico de la discografía de su autor.
“Nucleogenesis
(part 1)” – Oculta por la popularidad de “Pulstar” y “Alpha” se encuentra esta
suite en dos partes que, a nuestro juicio es lo mejor de todo el disco. La
primera parte de “Nucleogénesis” va creciendo a partir de un poderoso riff
electrónico muy vanguardista que evoluciona rápidamente hacia una maravillosa
pieza sinfónica en la que Vangelis despliega todo su talento anticipando
incluso ciertas corrientes del tecno que no se revelarían hasta bastantes años
después. El cierre es sublime, regresando a la grandiosidad de algunos momentos
de “Heaven and Hell” y anticipando al mismo tiempo los instantes más solemnes
de la larga suite de la antes mencionada banda sonora de “Carros de Fuego”.
“Nucleogenesis (part 2)” – La segunda parte de “Nucleogénesis” se transforma en todo un torrente de rock progresivo con potentes bajos, una batería omnipresente y el inconfundible sonido del órgano Hammond acompañando a los sintetizadores. Imaginamos que los ensayos con Yes tuvieron algo que ver con esta faceta rockera de Vangelis aunque en su etapa con Aphrodite’s Child ya había explorado territorios cercanos a estos. Las campanas que interrumpen la acción y dan comienzo al segmento final son un sonido celestial en medio del infierno que nos prepara para la conclusión en forma de sensacional coda sinfónica como sólo Vangelis sabe construir y un piano majestuoso (¿alguien dijo Tchaikovsky?) como elemento central.
“Albedo 0.39” –
El cierre del disco es otra de esas piezas olvidadas pero cuya calidad es impresionante.
Se trata de un recitado de distintas magnitudes astronómicas relacionadas con
el planeta tierra a cargo de Keith Spencer-Allen, el ingeniero de sonido que
ayudó al músico, no sólo a grabar el disco sino a configurar los impresionantes
estudios Nemo. La música que arropa las palabras del técnico es, ahora sí,
puramente electrónica, ambiental, oscura por momentos y brillante en otras
ocasiones. Un Vangelis profundo y evocador como pocas veces cerrando una de sus
obras maestras del mejor modo posible.
Poco se puede
decir a estas alturas de un disco como “Albedo 0.39” que no se haya dicho ya. No
son pocos los que consideran que la etapa más brillante de Vangelis fue la que
comprende sus cuatro discos grabados para la RCA, siendo éste trabajo, parte
fundamental de esos años. En aquel entonces, el griego disfrutaba, por fín, de
su propio espacio de grabación, los Nemo Studios, que eran una prolongación de
su personalidad desde la mismísima elección del nombre, homenaje al Capitán
Nemo de Verne: un genio retirado de una humanidad a la que desprecia por su
mezquindad pero profundamente humanista en el sentido más positivo del término;
un personaje culto, ilustrado y refinado en sus gustos, ecologista, noble y que
no renuncia a sus principios. Un retrato, si lo miramos bien, de nuestro
músico. Hemos querido ilustrar en las dos últimas entradas dos discos tan diferentes
como representativos de su obra aunque seguiremos teniendo por aquí a Vangelis
con regularidad. No creemos que haya muchos lectores del blog que no tengan ya
este disco pero para los rezagados, dejamos los habituales enlaces.
amazon.es
fnac.es
Os dejamos con un fragmento de la serie "Cosmos" con "Alpha" como banda sonora:amazon.es
fnac.es
Te añado a mi blog...aunque sea fotográfico pero es que el prog y Vangelis son mi pasión
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