Contamos tiempo
atrás cómo la ópera “Satyagraha” surgió como un encargo que recibió Philip
Glass para que éste compusiera una gran obra escrita para un formato orquestal
más convencional que los que había venido empleando el músico hasta aquel
entonces que, de ese modo, inauguraba una etapa de su carrera en la que iba a
utilizar, cada vez con mayor profusión, formaciones instrumentales clásicas.
Así, en los ochenta escribió sus primeros cuartetos (si exceptuamos el nº1, muy
anterior), los primeros conciertos y alguna pieza orquestal.
No fue, sin
embargo, hasta la siguiente década, cuando Glass compuso sus primeras
sinfonías, entre ellas, la que hoy comentamos y que ocupa y que el tercer
puesto de la serie. Se trata de una sinfonía algo peculiar ya que está escrita
para una pequeña orquesta de cuerdas (originalmente los 19 miembros de la
Stuttgart Chamber Orchestra) y concebida, no tanto como una sinfonía
propiamente dicha sino, en palabras de su autor, como una serie de piezas
solistas unidas que adoptan la forma de una sinfonía. Este hecho ha convertido
a la tercera sinfonía de Glass en una de sus obras más versátiles ya que ha
sido adaptada a distintos formatos sin apenas resentirse (octeto de cellos,
sexteto de cuerdas, etc.)
Algo muy parecido
ocurre con la segunda de las obras que contiene el disco, una “suite”
construida por la mano derecha de Glass, Michael Riesman, a partir del material
presente en la banda sonora de “The Hours”. La película de Stephen Daldry tiene
la que quizá sea la banda sonora más popular del compositor norteamericano y ha
sido reconstruida en varias ocasiones con orquestaciones diferentes e, incluso,
en una trascripción íntegra para piano. Riesman organiza parte de la música del
film en una suite en tres movimientos que es la que ocupa la primera parte del
disco. El autor de la novela en la que se basa la película, Michael Cunningham,
es un gran admirador de la obra de Glass y, de hecho, afirma que siempre
escribe escuchando música. Cada novela suya ha sido creada con una banda sonora
específica formada por discos de artistas diferentes pero el único que está
presente es Glass. A modo de curiosidad, indica que durante la escritura de
“Las Horas”, los discos que escuchaba continuamente eran obras de Schubert, el
“Music for Airports” de Brian Eno, “Mercy Street” del disco “So” de Peter
Gabriel y “OK Computer” de Radiohead, además de varias obras de Glass.
La grabación que
hoy comentamos corresponde con una reciente publicación del sello Orange
Mountain Music que recoge un concierto ofrecido en septiembre de 2011 por la
Manitoba Chamber Orchestra dirigida por Anne Manson y con Michael Riesman al
piano. Manson tiene el honor de haber sido la primera mujer en dirigir en el
festival de Saltzburgo (concretamente a la Filarmónica de Viena en “Boris
Godunov”) y su repertorio incluye todo tipo de compositores clásicos y
contemporáneos, siendo una de las directoras más activas en la actualidad.
Michael Riesman en el estudio. |
SUITE FROM “THE
HOURS”
“Movement I” –
Comienza la suite con una cadenciosa melodía, muy tenue, casi imperceptible se
la que surge el tema central de la película: un motivo triste, emocionante; una
música evocadora que Riesman utiliza como trampolín para su primera
intervención al piano utilizando uno de los temas más románticos de toda la
partitura. Vuelven a aparece entonces las cuerdas que entran en diálogo con las
teclas en una preciosa conversación cien por cien “glassiana” que se prolongará
durante la mayor parte del movimiento hasta llegar al intenso final con el
piano convertido en mariscal de campo y dirigiendo un cierre de altos vuelos.
“Movement II” –
Cambio de ambiente en el segundo movimiento, más oscuro y lento, con un sabor
más cinematográfico, como de banda sonora antigua en los primeros momentos. La
segunda parte es nuestra favorita, quizá de toda la suite, con una tensión
palpable y una expresividad muy lograda. Probablemente sea la sección más
puramente minimalista de la obra y eso juega mucho en su favor en contraste con
el tono romántico general de la banda sonora en general y de este arreglo en
particular.
“Movement III” – Como
corresponde al desarrollo de la acción en la novela y en la película que
inspiran la música, conforme avanzamos, el drama va ganando espacio a cualquier
otro posible estado de ánimo. En el último movimiento todo se precipita y nos
conduce al trágico desenlace en el que la música de Glass se comporta como un
personaje más de la historia.
La labor de
síntesis realizada por Riesman en esta suite es realmente meritoria. Ayuda el
hecho de que en la banda sonora original había una serie de piezas basadas en
otras obras de Glass con lo que el sólo hecho de prescindir de ellas ayuda
bastante a comprimir el material final. Sólo tenemos una duda respecto de esta
grabación: en el libreto de la misma se asegura que las dos piezas del disco,
suite y sinfonía, están grabadas por la Manitoba Chamber Orchestra. Sin
embargo, no encontramos diferencia entre esta grabación de la suite de “The
Hours” y otra anteriormente publicada por el propio Riesman y disponible sólo
en itunes en la que los intérpretes eran los miembros de la Stuttgart Chamber
Orchestra. Incluso la duración de cada uno de los movimientos es exactamente la
misma, segundo por segundo en ambos discos. Misterios del mundo discográfico,
nos tememos.
SYMPHONY No.3
“Movement I” –
Abre la sinfonía una contundente sucesión de melodías muy del gusto del Glass
de aquellos años, con similitudes con sus cuartetos de cuerda (especialmente
con el No.4). No es el Glass arrollador de las últimas sinfonías sino uno mucho
más comedido e íntimo.
“Movement II” – Una
interminable sucesión melódica interpretada casi al unísono por todos los
instrumentistas nos recibe nada más comenzar la pieza construyendo la que,
posiblemente, sea la frase musical más larga que recordamos a su autor. Conforme
avanza la pieza, el carácter monolítico de la orquesta se diluye y van
desplegándose las distintas secciones aunque sin dejar descansar al oyente ni
un instante.
“Movement III” –
Como un lejano rumor comienza a sonar la orquesta en los primeros instantes del
movimiento. La referencia evidente son las cuerdas del clásico “Façades” con
las que tiene muchos puntos en común. La diferencia principal con aquel tema es
la ausencia de instrumento solista que se alce por encima del resto de músicos
como ocurría en el mejor tema de “Glassworks”. En su defecto, es la propia
orquesta la que va variando gradualmente su propuesta destacando puntualmente
los violines en determinados instantes. Por fín, en la segunda mitad del tema,
uno de los violinistas vence la timidez y toma la palabra completando así un
bellísimo movimiento que también recuerda en estos últimos compases al segundo
del “Concierto para violín y orquesta” del mismo autor.
“Movement IV” –
Sin perder en ningún momento la esencia de un estilo propio inconfundible, el
breve movimiento final se nos antoja lleno de referencias, muy americano, como
si su autor hubiera querido tener presentes a los Gershwin, Copland, Ives y
compañía en la despedida de la sinfonía. Es un final rítmico, lleno de
dinamismo y de una gran consistencia. Un buen broche para una obra muy
personal. Hemos encontrado esta versión, distinta de la aquí comentada, de los dos últimos movimientos de la sinfonía:
El disco que hoy comentamos es una buena ocasión para hacerse con la tercera sinfonía de Glass, de la que conocemos otras dos grabaciones en el formato de orquesta de cámara para el que fue escrita. El complemento de la suite de “The Hours” es perfecto para aquel no iniciado que quiera introducirse en el vasto mundo del compositor norteamericano. Todo ello, unido a su reciente publicación, que debería hacer más fácil su localización en cualquier tienda, nos ha animado a hacer la reseña de hoy. Como siempre, los interesados en el disco, lo pueden encontrar en los siguientes enlaces:
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