Quedan ya muy atrás las anteriores entradas que le dedicamos a George Winston en el blog y éste es un buen momento para volver sobre la música del pianista norteamericano. En su día nos centramos en su etapa en Windham Hill Records, la más popular de su carrera y aquella en la que tuvimos conocimiento de su música. Repasamos varios de sus discos clásicos pero nos dejamos uno de nuestros favoritos: “Winter Into Spring”. Con excepción de su primer trabajo, todos los primeros de Winston estaban inspirados en distintas épocas del año. Comenzó con “Autumn” en 1980 y más tarde vinieron “December” o “Summer” pero antes de esos dos, semanas antes de “December”, de hecho, apareció “Winter Into Spring”. Con él, el pianista buscaba reflejar los peculiares ambientes de los días de transición entre el invierno y la primavera. ¿Estrategia comercial desprovista de contenido musical? En otro artista pensaríamos que sí pero tratándose de alguien tan peculiar como George Winston, creemos que la inspiración fue absolutamente real. Como en todos los discos que le hicieron popular en su día, Winston no necesita nada más que su piano. El talento del músico hace el resto.
George Winston |
“January Stars” - La forma de tocar del pianista norteamericano es cristalina y sabe arrancar sonidos a su piano que muy pocos consiguen. La pieza que abre el disco es exquisita. Comienza con una especie de trino que bien podría ser imitación de algún ave nocturna en la tradición de Olivier Messiaen. A esa breve tema pronto le añade una melodía marca de la casa que discurre pausada con una placidez que nunca cae en la sensiblería. Un paseo exquisito en el que el propio Winston da las respuestas a las preguntas que va planteando sobre la marcha.
“February Sea” - El segundo corte cambia por completo. Comienza con un ostinato que se repite una y otra vez y sobre el que aparece una melodía enérgica y vital como pocas en la que podemos intuir lejanamente la infuencia de Steve Reich, uno de los pocos compositores contemporáneos del ámbito de la música culta por el que Winston reconoce profesar una gran admiración. No podemos decir que sea una pieza minimalista porque no lo es en absoluto pero hay algo en su ritmo, en ese pulso continuo que inmediatamente nos remite a ese estilo. En las notas de alguna edición reciente, Winston apunta que la pieza está inspirada en la obra de The Doors.
“Ocean Waves (O Mar)” - El único corte del disco que no está compuesto por Winston es esta versión de un clásico de 1939 del pionero de la “bossa nova” Dorival Caymmi. El pianista imita a su manera la introducción del popular arreglo que el guitarrista Bola Sete hizo del original y luego aborda la melodía central enriqueciendola con todo tipo de filigranas que no resultan invasivas en modo alguno. Si se conoce la interpretación de Caymmi, no cabe duda de que se identifica enseguida la pieza en manos de Winston pero de no saber que no es una composición suya, no creemos que nadie lo hubiera advertido dada la perfecta integración de la música en el estilo propio de nuestro artista.
“Reflection” - Uno de los dos temas breves del trabajo lo que no quiere decir que sea prescindible ya que pese a no llegar a los tres minutos hay en él suficiente contenido como para no pedirle nada más. Tenemos las habituales secciones completamente diferentes de muchas de las composiciones de Winston con una parte inicial muy vivaz combinada con fragmentos más reflexivos.
“Rain” - El planteamiento de la siguiente pieza es diferente. Un comienzo calmo de aire jazzístico se difumina en una melodía que va creciendo poco a poco a partir de la repetición de un motivo muy sencillo que va cambiando de forma casi sin darnos cuenta. De repente se produce un giro absoluto entrando de nuevo en terrenos filo-minimalistas. De hecho podríamos considerar sin problemas este segmento como un claro precedente de “Tamarack Pines”, el homenaje al antes mencionado Steve Reich que Winston grabaría unos años más tarde.
“Blossom / Meadow” - George Winston habla de su música como “rural folk piano” y es una definición que nos cuesta encajar con la mayor parte de su obra con pocas excepciones como sería, quizá, su disco “Summer”. Este corte en dos partes, especialmente en la primera de ellas, sí que tendría algo de folk aunque no está entre nuestros preferidos del trabajo. Hay un interesante desarrollo melódico pero lejos de los momentos más inspirados de su autor.
“The Venice Dreamer (part 1, introduction)” - El cierre lo pone una pieza separada en dos partes. La primera y más breve comienza con mucha energía aunque enseguida cambia por completo de registro entrando en una zona en la que los silencios importan tanto (y ocupan mucho más espacio) como las propias notas. Una introducción de lo más interesante.
“The Venice Dreamer (part 2)” - Tras ella llega una composición que mezcla un notable aire de “jazz” con rasgos folclóricos y hasta ligeramente clasicistas en determinados momentos. Luego comienza un largo pasaje al más puro estilo Winston que nos acompaña hasta el final del trabajo. Uno de los mejores de su autor. En ediciones modernas del disco "The Venice Dreamer" aparece con la indicación "dedicado a la memoria de David Fleck" aunque en las primeras versiones esta dedicatoria no aparecía en ningún corte en concreto sino en el disco en general. Desconocemos quién era Fleck ya que el único referente que hemos encontrado con ese nombre es un ilustrador británico que aún sigue entre nosotros.
Tenemos la impresión se que George Winston está bastante olvidado hoy en día. Bien es cierto que su obra no es demasiado extensa y que su particularísimo carácter (hay quienes hablan de él como de alguien rayano en el autismo aunque no hemos podido confirmar que lo sea) nunca le ha permitido prodigarse en promociones y entrevistas en todos estos años. Pese a ello su obra es verdaderamente interesante y, a nuestro juicio, una de las que mejor ha resistido el paso del tiempo de todas las que en los años ochenta dominaban las listas de ventas en la categoría de “new age”.
Pese a que su salud no es la mejor y a que ha sufrido varias enfermedades serias en los últimos años, Winston sigue publicando discos y ofreciendo conciertos con cierta regularidad. Tenemos que reconocer que no hemos seguido demasiado su etapa más reciente pero seguro que con el tiempo terminamos por compensar esta carencia. Mientras tanto, aprovechamos con esta entrada para recordar uno de sus discos imprescindibles.
De Winston solo he escuchado con absoluto convencimiento, precisamente, esta tetralogía dedicada a las estaciones del año. La conocí, junto a otros artistas del sello Windham Hill, durante el auge de la New Age en España en los años 80 y 90. Y, aunque mi entusiasmo por ese corriente se apagó con el transcurso del tiempo, los cuatros discos han quedado como referentes de mi discografía favorita.
ResponderEliminar"Forest" de 1994 es también un gran disco. A mi juicio, superior incluso a "Summer". Winston es un músico cuya personalidad es inconfundible. Eso le hizo destacar entre muchos de sus compañeros de generación que terminaban sonando demasiado parecidos entre sí.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por participar.