El embrión de la
Michael Nyman Band se formó como una banda callejera que habría de formar parte
de la representación de la ópera “Il Campiello” de Carlo Goldoni en un teatro
londinense. Su misión era la de hacer el mayor ruido posible. Interpretar música
tradicional veneciana a todo volumen y sin amplificación, de ahí que Nyman
escogiera instrumentos tradicionales de la época y les agregase un bombo, un
saxo soprano, banjos, etc.
La experiencia
fue tan positiva que al finalizar las representaciones, los miembros de la
“Campiello Band” decidieron permanecer juntos. Se desvincularon del grupo los
intérpretes clásicos de instrumentos de época y quedó Michael Nyman con una
banda de 12 músicos. La estabilidad nunca fue un objetivo y en todos estos años
la alineación de la rebautizada como Michael Nyman Band ha variado
constantemente. Fue la necesidad de buscar un repertorio propio para el grupo
la que motivó a Michael para comenzar a escribir su música de forma más
consistente (aunque ya había publicado, incluso, algún disco con obras
propias). Los primeros trabajos importantes del músico con la Michael Nyman
Band surgieron de su asociación con el director de cine Peter Greenaway para
quien escribió un buen número de bandas sonoras entre 1980 y 1992 y es precisamente
esa parte del repertorio la que recoge el disco que hoy tenemos aquí.
“The Essential
Michael Nyman Band” es un disco recopilatorio, sí, pero no es en modo alguno la
clásica colección de cortes al uso, creada para vender al oyente menos
implicado con la música del compositor una selección amable de su obra a la que
recurrir de cuándo en cuando. Muy al contrario, se trata de regrabaciones con
nuevos arreglos, llenos de energía y con un grupo de músicos único, de alguno
de los fragmentos más destacados de las bandas sonoras de Nyman para Greenaway.
Una mera recopilación habría carecido de unidad estilística y no habría sonado
suficientemente coherente ya que las formaciones que interpretaban las
diferentes bandas sonoras eran muy distintas entre sí. Al revisar todas las
piezas con una de las alineaciones más poderosas de la Michael Nyman Band, el
músico crea un disco soberbio, atractivo y renovador de su antiguo catálogo que
sirve, además, como una perfecta carta de presentación para aquellos oyentes no
familiarizados con su obra. El disco está organizado en distintos bloques
centrados cada uno de ellos en una banda sonora distinta. Integran la Michael
Nyman band en la grabación: Alexander Balanescu, Clare Connors y Ann Morphy
(violines), Kate Musker (viola), Anthony Hinnigan y Justin Pearson
(violonchelos), Martin Elliott (guitarra baja), John Harle y David Roach (saxos
soprano y contralto), Andrew Findon (saxo barítono, flauta, piccolo), Steve
Sidwell (trompeta), Marjorie Dunn (trompa), Nigel Barr (trombón bajo, eufonio),
John Lenahan y Michael Nyman (pianos) con la adición de las voces de Sarah
Leonard (soprano) y Linda Hirst (mezzo-soprano).
THE DRAUGHTSMAN’S
CONTRACT:
“Chasing Sheep is Best Left to Shepherds” – El primer set
del disco lo componen tres cortes extraídos de la banda sonora de “El Contrato
del Dibujante” que ya comentamos aquí tiempo atrás. El más conocido de ellos es
el primero, que ha servido como sintonía de varios programas de radio y
televisión. Como toda la banda sonora, está basado en música de Henry Purcell.
Con sólo escuchar los primeros instantes de la nueva versión, nos damos cuenta
de cuál va a ser el tono de todo el disco: La Michael Nyman Band como una
locomotora a todo gas, una maquinaria perfecta y poderosa dotando de una energía
renovada a las viejas composiciones como demuestra este tema de apertura:
¡rock’n’roll!
“An Eye for an Optical Theory” – Sin bajar de intensidad ni un segundo asistimos al segundo corte con el piano convertido en una parte más de la sección rítmica junto con los metales. Las cuerdas, por su parte, desatadas, aportan su propia personalidad a la desenfrenada música quedando la parte melódica para los saxofones que delatan la influencia minimalista de Nyman (quien, no en vano, es considerado el inventor del término o, al menos, el primero en aplicarlo a los Reich, Glass o Riley).
“The Garden is Becoming a Robe Room” – El primer momento de
relajación del disco llega con esta preciosa versión mucho más clásicista que
las anteriores. Las cuerdas son las protagonistas casi absolutas de la pieza
con el resto de instrumentos (particularmente las maderas y los metales) en un
segundo plano. En la segunda parte de la composición aparece el piano y la
banda suena en plenitud regalandonos un final memorable.
A ZED &
TWO NOUGHTS:
“Prawn-Watching” – Particularmente interesantes son las dos
selecciones de esta banda sonora por cuanto que en su momento la Michael Nyman
Band no participó en su grabación lo que hace más atractiva su inclusión aquí.
La inspiración para esta obra fue tomada del “Requiem” de Biber. La primera de
ellas es una composición de corte dramático, tremendamente dinámica e intensa
que se desarrolla como un continuo in crescendo que llega a su climax con la
irrupción de los saxofones.
“Time Lapse” – Contrastando con el tema anterior, escuchamos
ahora una especie de composición procesional, fúnebre, de ritmo sobrecogedor.
Conforme avanzan los compases crece la tensión y se incorporan nuevas secciones
de la banda enriqueciendo la melodía principal con cada repetición. Como en
ocasiones anteriores, el saxofón es el instrumento en el que recae la función
de solista principal y lo hace con desgarro en una interpretación soberbia a
cargo de Andrew Findon.
DROWNING BY NUMBERS
“Fish Beach” – Llega el turno de la que es nuestra banda
sonora favorita de Michael Nyman aunque no haya aparecido aún en el blog. Para
la música de “Conspiración de Mujeres” (título en castellano de la película)
Nyman se basó en uno de los movimientos de la “Sinfonía Concertante” de Wolfgang
Amadeus Mozart por petición expresa de Peter Greenaway. En la primera pieza de
la selección, Nyman utiliza la trompa para mostrar el tema introductorio
mientras las cuerdas actúan como acompañantes en segundo plano de un modo que
el músico emplearía con profusión el la banda sonora de “El Piano” años
después. Tras una serie de repeticiones del tema a cargo de diferentes
instrumentos de la banda, pasamos al siguiente corte.
“Wheelbarrow Walk” – Cambio radical de registro en una de
las composiciones más alegres de todo el disco con los violines retozando
despreocupadamente sobre una poderosa base rítmica a base de piano y metales
principalmente. Una magnífica demostración por parte del músico de su capacidad
para componer piezas pegadizas e inspiradas al mismo tiempo.
“Knowing the Ropes” – El piano se convierte en locomotora de
nuevo para sostener todo el entramado de una composición poderosa en la que las
cuerdas repiten una y otra vez una secuencia de seis notas (que a veces se
amplian a nueve) con ligeras variaciones. Aunque en este disco Nyman obvie las
que, a nuestro juicio son las mejores piezas de la banda sonora, no podemos
negar que las escogidas, y particularmente ésta, son magníficas.
THE COOK,
THE THIEF, HIS WIFE AND HER LOVER
“Miserere Paraphrase” – Saltamos a la siguiente banda sonora
que presenta la novedad de la voz solista de Sarah Leonard. Al tratarse de una
canción en formato clásico, desaparece todo el aparato rítmico de la banda para
resaltar aún más la delicada voz de la cantante que parece ir a quebrarse en
cualquier momento dada la dificultad de la partitura.
“Memorial” – La adaptación de otra pieza de Henry Purcell es
la base para una de las composiciones más emotivas de Nyman, cuya composición
coincidió en el tiempo con la tragedia del estadio de Heysel en 1985, durante
la final de la Copa de Europa de fútbol entre la Juventus de Turín y el
Liverpool. La impresión que las imágenes causó al compositor se refleja en cada
uno de los compases de una obra conmovedora que se grabó por primera vez para
la banda sonora de Greenaway a petición de este. Nosotros nos quedamos con esta
versión, emocionante hasta el extremo, especialmente con ese sonido quebrado
del saxo barítono en los instantes finales de la obra y con la desgarradora
voz, de nuevo, de Sarah Leonard.
WATER
DANCES
“Stroking” – Nyman retrocede a 1984, a la banda sonora del
documental de Greenaway “Making a Splash” sobre natación sincronizada y lo hace
regalándonos las dos composiciones que, en nuestra opinión, conforman la parte
más inspirada de un disco magnífico de por sí. Aunque en su momento, las dos
danzas eran la segunda y la octava parte de una obra mayor, aquí aparecen
perfectamente integradas como dos movimientos consecutivos que encajan como un
guante (no en vano, aparecen como una única pista en el disco). El primero de
ellos se abre con una serie de espaciados golpes de piano a cargo del propio
Nyman (hasta este momento, el piano del disco había sido interpretado por John
Lenahan. Desde aquí hasta el final, es el propio compositor el que toca el
instrumento). Tras ellos, el piano pasa a interpretar una suave cadencia
mientras las cuerdas dan forma a una melodía creciente que se va perfilando
poco a poco.
“Synchronising” – Como si de una tormenta perfecta se
tratase, los suaves vientos que se dibujaban en el movimiento anterior,
desembocan en una auténtica fiesta de ritmo que se desarrolla durante cinco
intensos minutos de auténtico rock and roll de cámara con melodías que
recuerdan a las viejas canciones de los años 50 cuando el género comenzaba a
hacer furor. Una maravilla desde todo punto de vista que justifica por si sola
la revisión de estas músicas por la Michael Nyman Band.
PROSPERO’S BOOKS:
“Miranda” – Quizá el tema que mejor recoge el espíritu de la
recopilación es el escogido para cerrarla, el único representante de “Prospero’s
Books” aunque ya entonces era una versión de otra pieza que aparecía en “La
Traversee de Paris”, film sin participación alguna de Greenaway. En “Miranda”
tenemos a la Michael Nyman Band en plenitud, con duetos a cargo de Sarah
Leonard y Linda Hirst, solos de saxo, el piano del propio músico, ritmos
desbocados y melodías vertiginosas. Un compendio perfecto de la agrupación en
una composición fundamental en la discografía de su autor que sirve como broche
de oro para un disco fantástico.
Cuando apareció el disco en 1992, parecía que estábamos ante
el cierre de una etapa por parte del músico que había expandido sus horizontes
más allá de sus colaboraciones con Peter Greenaway y que comenzaba a obtener
algunos éxitos de la mano de otros directores (particularmente Patrice Leconte
y “El Marido de la Peluquera”. No esperábamos el tremendo salto a nivel de
popularidad que iba a suponer para el músico una de sus próximas bandas sonoras
para una película de Jane Campion pero eso será materia de otra entrada. Como
resumen de los primeros años de la trayectoria del compositor, nos resultaría
difícil encontrar un disco mejor que este que hoy hemos comentado. Adquirirlo
es una apuesta segura:
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