“The Visit” es el
título del cuarto disco publicado por Loreena McKennitt, trabajo que tiempo
después fue considerado el primero de la rebautizada como trilogía de los
viajes. Probablemente se trata también del disco que dio a conocer a la artista
canadiense en todo el mundo.
En los trabajos
anteriores, Loreena se centró en la música celta más tradicional aunque
incorporó en su segundo disco alguna composición propia. El gran salto que dio
la artista con ese trabajo, titulado “Parallel Dreams” radicaba en la
instrumentación, mucho más rica y atrevida que en el disco de debut,
sirviéndole además esta ampliación para conformar un grupo de músicos propio
que acabaría por convertirse en la banda de acompañamiento de Loreena por
muchos años.
Los primeros
discos de la artista fueron grabados en un corto espacio de tiempo de no mucho
más de una semana. Algo similar ocurrió con “The Visit” cuya fuerza motriz fue
una impresionante exposición sobre la cultura celta que tuvo lugar en Venecia
entre marzo y diciembre de 1991. En la exposición, titulada: “Los Celtas: la
primera Europa” se repasaba la gran expansión producida a lo largo del milenio anterior
al nacimiento de Jesucristo por parte de los pueblos situados entre el Rhin y
el Danubio que llegaron hasta Irlanda por el oeste y al Mar Negro por el
sudeste, conquistando Francia o la mitad de la península itálica, incluída
Roma. El acontecimiento contó con la colaboración de más de 200 museos y
coleccionistas particulares de toda Europa e incluía todo tipo de materiales y
vestigios de la cultura celta procedentes de todos los lugares por los que se
expandió este pueblo.
En anteriores
entradas hablamos del gran valor de Loreena McKennitt como investigadora de la
tradición celta, especialmente en su legado en zonas geográficas alejadas de
aquellas en las que todos pensamos cuando hablamos de “celtas”, es decir: las
Islas Británicas, la Bretaña Francesa y la costa cantábrica española pero fue
en “The Visit” cuando la artista comenzó a explorar esos territorios menos evidentes
de la cultura celta tras haberse centrado en las islas en su disco de debut y
haberse aproximado a los celtas del otro lado del atlántico en el segundo.
Acompañan a la artista canadiense en el disco: Anne Bourne (violonchelo), Al
Cross (batería), Tom Hazlett (bajo), Brian Hughes (guitarras, balalaika),
Patrick Hutchinson (gaita irlandesa), George Koller (bajo, violonchelo, violín,
percusión y sitar), Rick Lazar (percusiones) y Hugh Marsh (violín). La propia
Loreena toca sintetizadores, piano, arpa, acordeón y percusiones además de
cantar como los ángeles.
Aunque la que encabeza la entrada es la portada original, lo más probable es que en las tiendas encontréis ésta otra. |
“All Souls Night”
– Comienza el disco con los sonidos orientales del sitar que se combinan con
los del violín justo antes de que aparezca la batería y la voz de la artista
tarareando una suave melodía. Tras la introducción, se inicia la que
posiblemente fue la canción que dio a conocer internacionalmente a la artista
canadiense, ¡y de qué forma! Cuando Loreena deja escapar toda la potencia de su
voz a través de una vibrante inflexión en el estribillo del tema, el oyente
queda atrapado para siempre por uno de los timbres más brillantes que hemos
escuchado. La canción, un tema folk con formas modernas es obra de la propia
Loreena y tiene una doble inspiración en la noche de Todos los Santos céltica y
la tradición japonesa de enviar farolillos flotantes para despedir las almas de
los seres queridos.
“Bonny Portmore” – El disco continúa con un tema tradicional introducido por la gaita irlandesa. Se trata de una preciosa balada que en la voz de Loreena McKennitt alcanza categoría de himno. El tema tiene un claro trasfondo ecologista y es que el título se refiere a un roble centenario situado junto al castillo de Portmore, superviviente de las grandes talas que sufrieron los bosques irlandeses para proveer de madera a los distintos ejércitos y a la industria naval.
“Between the
Shadows” – Primer instrumental del disco y uno de los cortes más intensos en el
que el arpa de Loreena presenta la melodía principal que será replicada por el
violín con un precioso acompañamiento de percusiones. A partir de ahí,
asistimos a una serie de variaciones con distintos florilegios de Hugh March en
una pieza memorable que es también uno de nuestros instrumentales favoritos de
su autora.
“The Lady of Shalott” – El tema más intenso del disco es una
adaptación de un poema artúrico de Alfred Lord Tennyson sobre una joven dama
que tejía encerrada en una torre bajo una terrible maldición. Nunca debía mirar
directamente hacia Camelot o sufriría un terrible castillo. Ella se las arregló
para sortear el hechizo mirando al mágico reino a través del reflejo de un
espejo mientras plasmaba en sus tapices las escenas que veía allí. En un
momento determinado, vió la imagen de Sir Lancelot quedando perdidamente
enamorada. Olvidando la maldición, dirigió su mira directamente a Camelot,
momento en el cual el espejo se quebró y sus tapices salieron volando por la
ventana. Desesperada, la dama se dirigió a Camelot en un bote que había a la
orilla del río pero la corriente la arrastro en dirección contraria,
languideciendo tiempo después mientras navegaba cantando una triste tonada. El
romance es musicalizado con brillantez por Loreena con unos arreglos sobrios y
llenos de elegancia que no interfieren en absoluto con su voz, magnífica como
de costumbre. Un tema imprescindible este para cualquier seguidor de la
cantante.
“Greensleeves” – Una historia mucho más inesperada rodea la
siguiente canción. Poca presentación necesita un tema tan universal como
“Greensleevess” pero lo inusual es que, durante las sesiones de grabación de
uno de los discos anteriores, a Loreena se le ocurriera plantearse cómo sonaría
una versión del mismo interpretada por Tom Waits. Sobre la marcha, comenzó a
improvisar una aproximación a tan extraña combinación acompañada por sus teclados,
Brian Hughes a la guitarra y George Koller al violonchelo. Se hizo una sola
toma que alguien grabó y quedó ahí, sin mayores pretensiones hasta que alguien
decidió rescatarla para que formase parte de “The Visit”. Por extraño que pueda
sonar, tenemos la impresión de que, si algún día Tom Waits decidiera cantar
esta canción, su interpretación no sería muy diferente de la de nuestra
artista.
“Tango to Evora” – Todas las fotografías del disco estaban
tomadas en A Quinta das Torres, en Portugal durante una estancia para rodar un
documental a cargo del National Film Board of Canada sobre la quema de brujas
como una forma de holocausto contra las mujeres que tuvo lugar entre los siglos
X y XII en Europa. La pieza formaría parte de la banda sonora del film y en
ella escuchamos una Loreena muy distinta de la habitual, con un comienzo de
guitarra que tiene todo el sabor y la melancolía del viejo fado. El violín pone
el alma de tango del título y el arpa el elemento exótico y una pequeña
presencia céltica en la canción. Loreena tararea una pegadiza melodía llena de
“saudade” que se iba a convertir, curiosamente, en una de sus piezas más
interpretadas por otros artistas, existiendo versiones de cantantes griegas,
turcas e, incluso, iraníes.
“Courtyard Lullaby” – Llegamos así a otra composición propia
de la artista, una canción muy pausada y evocadora en la que se reserva algunos
momentos realmente brillantes para desplegar toda la potencia de su voz que
suena más afinada que nunca. Una canción de cuna preciosa que nos prepara para
el tramo final del disco.
“The Old Ways” – La inolvidable experiencia de una noche de
año nuevo vivida por la artista en Doolin, en el Condado de Clare, al oeste de
Irlanda, marca este tema propio, emocionante como pocos, que comienza con una
animada danza de violín, profundos lamentos de gaita irlandesa y una agitada
percusión, todo ello subrayado con acertados “staccati” de piano que ganan en
intensidad cada segundo hasta desembocar en una canción maravillosa con Loreena
apenas acompañada por el arpa, alguna nota de guitarra eléctrica y acústica y
un violín casi imperceptible de puro sutil. Tras este pequeño remanso, volvemos
a escuchar el piano, imperial, anunciando la vuelta del brillante segmento
inicial de la canción que termina en un magnífico clímax con las percusiones y
el violín como protagonistas.
“Cymbeline” – El disco podría haber terminado perfectamente
con el tema anterior pero Loreena se guardaba aun otra delicada sorpresa en
forma de poema de William Shakespeare al que acompaña su propia música. Loreena
deja una instrumentación mínima (arpa, algunas notas de sitar...) para que nada
distraiga al oyente de su emocionante interpretación. Quizá el arreglo más
puramente celta de todo el trabajo aunque también recuerda a la música medieval
en muchos momentos.
El que fuera el cuarto trabajo de Loreena McKennitt alcanzó
la categoría de Disco de Oro en Estados Unidos en los años noventa, cuando había
que vender un buen número de discos para conseguir algo así. La cantante se
benefició, sin duda, del mejor momento comercial de la música celta y de la “new
age” como etiquetas pero es que, además, el disco era magnífico. Todas las
canciones reflejaban un nivel de inspiración único y, a pesar de ser un trabajo
artesanal, grabado en un estudio lejano aún de los estudios Real Music en los
que acabaría grabando la artista, tiene un nivel de producción muy alto, con la
artista cantando a dos o más voces en la mayoría de los cortes, mezcladas a la
perfección. Realmente no hay un disco malo en la discografía de Loreena
McKennitt por lo que se puede empezar por cualquiera de sus trabajos sin temor
a errar en la elección pero habría muchas razones (y no es la nostalgia por ser
el primer trabajo suyo que escuchamos la menor de ellas) para recomendar “The
Visit” como primer acercamiento a la cantante canadiense para aquellos que
tengan la desgracia (o la suerte, si entendemos el descubrimiento como premio)
de no conocer aún su música. Si es vuestro caso, podéis adquirir el disco en
los imprescindibles enlaces de costumbre:
Loreena posee una voz hermosa y delicada... Mis canciones favoritas de este album son Bonny Portmore, All Souls Night y The Lady of Shalott. Jeje yo creo que Loreena es la culpable de que me interese un poco más el arpa celta xD...
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