En el ámbito de
la música clásica hay intérpretes que alcanzan la categoría de estrellas y
podrían codearse con sus equivalentes en el pop y el rock. Habitualmente, en
este selecto club ingresan preferentemente vocalistas y un escalón más abajo
encontramos a los solistas de los instrumentos más populares como podría ser el
piano, el violín y, acaso, el violonchelo.
La pena es que
para alcanzar ese nivel de fama, los intérpretes han de centrarse en
repertorios conocidos, en el sota-caballo-rey de la clásica y no acercarse, ni
por asomo, a la música contemporánea salvo que sea en la vertiente del rock o
el pop. Muchas estrellas de la clásica manifiestan pocos reparos a cantar o
tocar con ídolos de masas pero escucharemos a pocos de ellos (quizá a ninguno)
interpretar obras de compositores vivos. Por ello le damos más mérito a la
artista que hoy nos visita, la pianista Gloria Cheng, quien, a pesar de ser una
de las grandes de su instrumento y ser admirada por directores de la talla de
Pierre Boulez, ha hecho de la música contemporánea su campo de acción casi
exclusivo, destacando especialmente por elaborar programas sumamente atractivos
en los que, según reza en su propia web: “explora y revela conexiones insospechadas entre compositores”. Años atrás
formó parte de la prestigiosa “California EAR Unit”, formación camerística
dedicada a la música contemporánea y puede presumir de que compositores como el
citado Boulez o John Adams han escrito obras para ella. En los recientes
“Grammy” continuó recogiendo los frutos de ese trabajo con una nominación en la
categoría de “Mejor trabajo instrumental solista clásico” por su disco dedicado
a Messiaen y Saariaho tras haberlo ganado en 2009 con una grabación de obras de Salonen.
Con alguna
excepción, como un disco anterior dedicado íntegramente a Olivier Messiaen, la
discografía de Gloria nos muestra siempre comparativas, duelos ficticios entre
compositores con puntos en común pero muy diferentes entre sí y eso ocurre
también en el trabajo que hoy traemos aquí en el que explora la música para
piano de Terry Riley y John Adams, autores ambos cuyo repertorio para ese
instrumento no forma una parte demasiado importante de su obra si tomamos en
cuenta el volumen total de la misma.
La pianista Gloria Cheng |
TERRY RILEY:
“The Walrus in Memoriam” – Comienza el disco con una
curiosidad surgida de un encargo de la discográfica EMI a varios artistas para
el pianista Aki Takahashi. Consistía en escribir una pieza basada en alguna
composición de los Beatles. Riley escogió “I Am the Walrus”, tomando algunas
secciones de la misma y transformándolas en una especie de “ragtime” que va
evolucionando hacia algo más puramente minimalista. En ningún momento se hace
evidente la pieza original y todo suena como una composición más para piano de
Riley lo que no deja de tener mucho mérito.
JOHN ADAMS:
“China Gates” – Las dos piezas de Adams que aparecen en el
disco fueron objeto de otra entrada tiempo atrás pero nunca está de más
recordarlas. Habla el compositor de ellas como de su “Opus 1” ya que, aunque
daten de 1978 y existan obras anteriores firmadas por el músico, éste considera
que aquellas son originales y ocurrentes pero aún meros esbozos de lo que luego
sería un lenguaje propio que acabaría cristalizando en las dos composiciones
que aquí aparecen. “China Gates” es un corto tema minimalista de carácter hipnótico,
muy evocador y ambiental, que nos recuerda algunas configuraciones rítmicas de
la música de Steve Reich pero que suena tremendamente personal.
TERRY
RILEY:
“The Heaven Ladder, Book 7”. El punto fuerte del disco es
esta obra que suponía en el momento de su publicación un estreno mundial.
Escrita en 1994, suponía en palabras del propio Riley su primera obra para
piano solo desde sus “Two Pieces for Piano” de 1959. Aclara que, aunque existen
muchas grabaciones posteriores a esa fecha de música para piano solo, se trata
de composiciones improvisadas en su mayor parte y no fruto de un trabajo
compositivo consciente.
“Misha’s Bear Dance” – Escribe Riley que, durante la
composición de “The Heaven Ladder”, conoció a sus dos nietos gemelos de la mano
de su hija Coleen. Misha y Simone eran los nombres de los bebés y a cada uno de
ellos les dedica las piezas que abren y cierran la obra. La primera de ellas es
una enérgica miniatura lo que ya supone en sí mismo una novedad en la obra de
Riley, dado a extensos desarrollos.
“Venus in ‘94” – La segunda pieza de la obra se define como
un vals-scherzo, de aire mucho más clasicista de lo habitual en su autor. Una
pieza casi romántica en la que Riley combina, según él mismo indica en los
comentarios, a Schönberg con Chopin y un cierto aroma brasileño.
“Ragtempus Fugatis” – No es extraño encontrar piezas de
autores minimalistas basadas en el “ragtime”, ritmo tradicional norteamericano
con raíces en las marchas y en áfrica. Riley le dedica este “rag” a la persona
que más le enseñó sobre este tipo de composición: Wally Rose, aunque durante el
proceso de composición del mismo, el músico decidió aplicar los principios clásicos
de la fuga a la pieza con lo que surge una mezcla muy particular de géneros que
resulta en un tema muy atractivo.
“Fandango on the Heaven Ladder” – En las notas de la grabación, Riley se declara gran admirador de la música española y latinoamericana (algo que quedaría en evidencia poco después cuando el músico escribió sus “Cantos Desiertos”). Particularmente se declara arrebatado por un ritmo como el fandango y según afirma: “desde que escuché un fandango por primera vez, quise componer uno”. Así, la pieza central, al menos en cuanto a su extensión, de “The Heaven Ladder” es la versión de Riley de un fandango. Los primeros instantes son suaves, tranquilos, una mera introducción al fandango propiamente dicho que aparecería a partir del segundo minuto de la obra. Es ésta una pieza compleja que evoluciona de mil maneras volviendo una y otra vez al tema central y nos parece uno de los momentos más notables de todo el disco.
“Simone’s Lullaby” – Riley toma los tres temas principales
del fandango anterior y los transforma en una canción de cuna para la nieta que
faltaba en la dedicatoria anterior. Se trata de la pieza más reposada de toda
la obra, un “pianissimo” delicado como corresponde a su función.
JOHN ADAMS:
“Phrygian Gates” – La extensa pieza de Adams que cierra el
disco de Gloria Cheng es, en cierto modo, una versión extendida de la ya
comentada “China Gates”. El autor la define como su primera obra puramente
minimalista aunque en el momento de su composición, Adams estaba muy interesado
en “otros” minimalismos, ampliando su mirada más allá del area de New York y
California y fijándose en los minimalistas europeos (cita a los británicos Howard
Skempton, Gavin Bryars y John White). El compositor norteamericano se
encontraba entonces ante una encrucijada: no veía futuro en el serialismo
post-Schönberg pero tampoco en las ideas de John Cage por lo que adoptó el
minimalismo como un intento de encontrar nueva luz sobre el enfoque futuro de
su música. En nuestra opinión, “Phrygian Gates” es una de las obras
minimalistas para piano sólo más fascinantes del género.
No son muchos los discos que Gloria Cheng ha publicado bajo su propio nombre aunque ha participado en otros tantos acompañando a formaciones de cámara o pequeñas orquestas. Intuimos que no son las grabaciones las que dan de comer hoy en día a determinados intérpretes aunque siempre pueden ayudar al desarrollo de una carrera. En el caso de la pianista, es posible que sus ingresos hayan sido mayores por su participación en la grabación de bandas sonoras como la de “Parque Jurásico” o “Toy Story”, en cuyos créditos ni siquiera aparece mencionada como suele pasar en las grandes producciones de Hollywood con sus extensas orquestas. Para los que queráis acercaros a su forma de interpretar, el disco que hoy recomendamos es una gran opción. Como siempre, disponible en los siguientes enlaces:
arkivmusic.com
Nos despedimos con una breve entrevista (en ingles) en la que Gloria nos habla de su pasión por los compositores contemporáneos:
Nos despedimos con una breve entrevista (en ingles) en la que Gloria nos habla de su pasión por los compositores contemporáneos:
Gracias por compartir este disco - jamas habia escuchado de el.
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