El primer disco
del dúo formado por Alasdair Fraser y Paul Machlis fue maravilloso por lo que
superarlo parecía un reto de dimensiones colosales. Lo consiguieron. Recordemos
que aquel “Skyedance” fue la primera referencia de Culburnie Records, sello
tutelado por el propio Fraser y nos regalaba una combinación exquisita de
música tradicional escocesa, arreglos clasicistas y algún elemento de jazz. El
violinista grabó poco después otro disco a dúo, en este caso con el guitarrista
Jody Stecher como compañero que llevó por título “The Driven Bow” pero el
maravilloso “Skyedance” llamó la atención de un sello algo mayor de la que
hablamos recientemente como era Narada. A través de su división de “world
music”, por definirla de un modo más o menos convencional, Sona Gaia, el sello
norteamericano llamó a la puerta de Fraser y Machlis para que éstos grabasen el
que sería su segundo disco.
No se escatimó en
recursos y se consiguió la colaboración de estrellas de la competencia más
directa como sería Windham Hill en las figuras del guitarrista de Nightnoise,
Mícheál Ó Domhnaill, el percusionista Tommy Hayes (quien ya aparecía en el
primer disco de Fraser y Machlis), por último, del también violinista y
fundador de Nightnoise Billy Oskay que se limitaría a cuestiones técnicas y de
producción sin interpretar ni una nota en el disco. El trabajo se iba a grabar
en los estudios Nightnoise en Portland con lo que la garantía de calidad sonora
y, quizá más importante, el perfecto conocimiento del tipo de música que tenían
entre manos estaba asegurado. Completa el plantel del disco el bajista Glen
Moore, músico afincado en Portland pero con un currículum que desmiente a
cualquiera que piense que se eligió a un artista local para rellenar: fundador
de Oregon, había grabado con Ralph Towner para ECM, el Paul Winter Consort,
Dave Holland o Paul Bley.
Como ya había
ocurrido en “Skyedance”, las composiciones estaban muy equilibradas entre las
propias de los miembros del dúo, las de procedencia tradicional y las firmadas
por otros músicos, desde los contemporáneos como el norteamericano de
ascendencia escocesa Jerry Holland, nacido apenas tres años antes que Fraser,
Dave Richardson, acordeonista inglés miembro de Boys of the Laugh, hasta
clásicos como el violinista escocés de finales del S.XIX y comienzos del S.XX,
J. S. Skinner o, remontándonos aún más atrás, William Marshall, a caballo entre
el S.XVIII y el XIX.
Portada alternativa del disco para una reedición posterior. |
“Laughing Wolf /
Mountain Madness” – Abre el disco un set de dos temas escritos respectivamente
por Machlis y Fraser. El primero es una alegre tonada en la que el piano marca
el ritmo mientras el violín ejecuta una melodía de inequívoco sabor celta. La
percusión de Hayes, un auténtico maestro en ese arte, es equilibrada y
complementa perfectamente al dúo. El tema de Fraser es un prodigio de energía y
saber hacer en el que Alasdair combina sus dos instrumentos, violín y viola, a
la perfección. La intervención de Ó Domhnaill a la guitarra nos lo muestra como
el dominador perfecto del instrumento a la hora de llevar la parte rítmica de
cualquier composición.
“Traditional
Gaelic Melody” – Machlis ejecuta esta melodía tradicional al piano con el único
acompañamiento, en primera instancia, del bajo hasta que aparece Fraser
añadiendo el puntito de magia necesario para transformar un bonito tema en algo
real mente excepcional gracias a un magnífico dúo violín-viola posible gracias
al trabajo en el estudio de grabación.
“Tommy’s Tarbukas” – Sin solución de continuidad, el suave aire anterior enlaza con una exuberante melodía llena de ritmo que Fraser compuso en honor de Tommy Hayes. Ciertamente en los primeros minutos de la misma son ambos músicos los que cargan con el peso de la pieza asumiendo el rol de acompañante Machlis al piano. Es este una de los mejores momentos de todo el trabajo sin lugar a dudas, en el que podemos comprobar hasta dónde llegan las capacidades de los intérpretes.
“Bennachie Sunrise / Willie’s Trip to Toronto” – El
sensacional bajo de Glen Moore abre el siguiente corte, obra de Machlis en su
primera parte y de Glen Moore abre el siguiente corte, obra de Machlis en su
primera parte y de Jerry Holland en la segunda. La pieza de Machlis en un aire
lento en el que Fraser demuestra por qué es, quizá, el gran violinista de la música
celta, con una expresividad y un virtuosismo que se nos antojan inalcanzables
por cualquier otro intérprete en su género. Machlis se reserva una preciosa
parte de piano que anticiparía lo que escucharíamos un poco despúes en sus
discos en solitario. La segunda parte, como es habitual en este tipo de “sets”
contrasta en cuanto a ritmo con la primera, siendo en esta ocasión mucho más rápida
e incorporando más elementos rítmicos como el bodhran de Tommy Hayes y la
guitarra de Míchéal Ó Domhnaill.
“Slow Train” – Llegamos así al único tema de todo el disco
firmado en tu totalidad por Paul Machlis. Consiste en una introducción de piano
con un ligero aire balcánico cuya melodía se repite un par de veces antes de
saltar de las teclas al violín. Las partes de bajo, magníficas en todo el
disco, son sutiles pero imprescindibles en temas como éste, especialmente
cuando los músicos van entrando en calor y la música se acelera. En la segunda
mitad de la pieza, las similitudes con el sonido de Nightnoise, especialmente
en la etapa en la que Billy Oskay era miembro de la banda, son notables lo que
nos recuerda la presencia en el disco de dos de los integrantes de aquel grupo
aunque en este caso Ó Domhnaill no llegue a intervenir.
“Invercassley Falls / Trip to Ballyshannon” – Segundo set
conformado por una pieza de Machlis y otra de Fraser. La primera y más lenta
parece escrita para mayor lucimiento del violinista quien luce especialmente a
dúo con Glen Moore. El tema que completa la dupla es una danza de aire
tradicional en la que Fraser se encuentra particularmente cómodo y donde
podemos disfrutar de una gran sección rítmica a cargo de Ó Domhnaill y Hayes.
“Calliope Housel / The Cowboy Jig” – Llegamos así a uno de
los grandes momentos del disco con Alasdair Fraser interpretando una tonada de Dave
Richardson que se ha convertido en un clásico del repertorio del violinista (no
falta en sus conciertos y la ha vuelto a grabar para algún disco posterior).
Machlis acompaña a los sintetizadores, algo no muy habitual en el disco, y
Hayes vuelve a lucirse a las percusiones, en especial en la segunda parte de la
pieza, de origen tradicional.
“Bovaglie’s Plaid” – Si hay un músico por el que Fraser
siente una admiración sin límites, ese es J.S. Skinner, autor de la que es una
de las más bellas melodías de todo el disco. Se trata de una pieza exquisita,
emocionante hasta decir basta, en la que nuestro violinista favorito hace una
interpretación conmovedora. Los arreglos de sintetizador de Machlis,
exclusivamente como fondos, no hacen sino resaltar el carácter excepcional de
la obra de Skinner.
“The Banks of Spey / Brenda Stubbert’s Reel” – Una pieza de William Marshal combinada con otra de Jerry Holland nos acercan al final del disco. Quizá la primera de ellas sea la mejor, por sentarle como un guante al estilo más agresivo de Fraser, acompañado por el no menos enérgico piano de Machlis aunque el “reel” con el que se resuelve el “set” no resulta menos inspirado, especialmente por la aportación de los ritmos del dúo Hayes-Ó Domhnaill.
“The Road North” – Cerrando el disco, escuchamos otra pieza
maravillosa escrita por Fraser y que se convierte en la despedida perfecta.
Comienza con un lamento de violín que nos hace vislumbrar la clásica imagen del
gaitero entre la niebla, tocando su música en la cima de un acantilado. No se
puede tocar mejor el violín de lo que lo hace Alasdair en esta composición con
aire de himno y que, dentro de su solemnidad, revela a un músico en estado de
gracia.
Aunque la colaboración entre Fraser y Machlis no terminó aquí,
lo cierto es que “The Road North” fue el último disco que firmaron a dúo si
excluimos el primer volumen de la colección de Fraser “Legacy of the Scottish
Fiddle”. Ambos músicos han colaborado en los discos de su colega y formaron
Skyedance, supergrupo de música celta del que a buen seguro hablaremos por aquí
más adelante. Disfrutemos por ahora de su legado como pareja artística en forma
de dos discos exquisitos. Si “The Road North” ha despertado vuestro interés, está
disponible en los enlaces de siempre.
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Nos despedimos con el dúo, reforzado por la violonchelista Natalie Haas interpretando en directo un set de piezas encabezado por "Calliope Housel".
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Nos despedimos con el dúo, reforzado por la violonchelista Natalie Haas interpretando en directo un set de piezas encabezado por "Calliope Housel".
La guinda a éste post sería una foto que no puedo mandaros al no disponer vuestro blog de una cuenta de correo electrónico, apta para cosas privadas como esto.
ResponderEliminarSi entráis a toquetear la plantilla para lo del correo, aprovechad para acortar a sólo cuatro o cinco los posts de la página principal pues, con tanto vídeo, mi viejo ordenador tarda como dos minutos en cargarla.
Lo de la foto....
Hemos tomado nota de la sugerencia y ya hemos acortado a cinco el número de posts visibles. También hemos añadido un formulario de contacto aunque aún no hemos conseguido uno que admita ficheros adjuntos. Servirá en todo caso para que nos mandéis los mensajes que queráis.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por el comentario y sugerencias.