domingo, 6 de septiembre de 2015

Anne Clark - Hopeless Cases (1987)



Pocos artistas hemos conocido que posean una personalidad tan compleja e interesante como la inglesa Anne Clark. Su propuesta estética, siempre en un segundo plano en cuanto a popularidad es tremendamente original y abarca un amplio rango de géneros y estilos. El hecho de contar con una voz bastante limitada para cantar de forma profesional hizo que tuviera que orientar sus propuestas hacia la “spoken word”, forma de expresión que consistía en recitados de sus propios textos con acompañamientos musicales que, a menudo, estaban creados por otros artistas.

De madre irlandesa u padre escocés, Anne fue una adolescente llena de inquietudes a quien la educación formal pronto dejó de interesarle de modo que dejó los estudios en cuanto pudo (a los 16 años) para ponerse a trabajar en distintas ocupaciones que iban desde cuidadora de enfermos en una institución mental hasta dependienta en una tienda de discos. Procediendo del barrio londinense de Croydon, éste último trabajo parecía casi algo natural ya que el barrio ha tenido siempre una actividad comercial en el ámbito del comercio y el coleccionismo (no sólo musical) que ha trascendido las fronteras británicas.

La tienda en la que trabajó, Bonaparte Records, era también la propietaria de un pequeño sello del mismo nombre lo que facilitó a Anne el contacto con todo tipo de bandas de la escena londinense. Si a ello le añadimos su trabajo en el Warehouse Theatre situado en el mismo barrio de Croydon, la integración de la artista con el entorno musical de la época fue total y hasta llegó a compartir escenario con los primeros Depeche Mode en el Cabaret Futura, club fundado por Richard Strange en el Soho que se convirtió en un centro de referencia para la actividad artística en la transición de la década de los setenta a la de los ochenta.

Anne se dedicaba fundamentalmente a la escritura, en particular de poesía, con textos pesimistas dotados de un extraño romanticismo melancólico. Tras un primer disco en el que ella se encargaba de música y textos, pero a partir del segundo inició una colaboración que se prolongaría durante varios años con David Harrow, teclista que trabajaba también en el Warehouse Theatre. Como fruto de ese trabajo conjunto llegaron varios discos de los que surgieron algunos importantes éxitos en el ámbito del pop electrónico en los primeros ochenta. Tras un breve paréntesis en el que Anne publicó “Pressure Points” sin Harrow (la parte musical fue realizada en colaboración con John Foxx), el duo volvió a juntarse para crear “Hopeless Cases”, nuestro disco favorito de la artista sin duda alguna, en el que encontramos grandes canciones y alguna que otra obra maestra.

Aparte de David Harrow, en el disco colaboraría también Charlie Morgan cuya importancia es capital en las dos piezas instrumentales del trabajo, firmadas por él y Anne Clark a dúo. En el resto del disco, todos los textos son de Anne y las músicas de Harrow con una única excepción que señalaremos en su momento.

Anne Clark


“Poem Without Words I: – The Third Meeting” - Abre el disco un instrumental electrónico de corte minimalista em sus primeros momentos que está concebido como un “in crescendo” que suma nuevos elementos con cada repetición del ciclo principal a la vez que incrementa el ritmo hasta acabar con un acorde de cuerdas prolongado que desemboca en el segundo corte.

“Homecoming” - Nos recibe un vivo ritmo electrónico sobre el que se desarrollan diferentes secuencias propias del tecno-pop de la época y que recordaban a hitos anteriores de la discografía de Anne como “Our Darkness”. El estribillo se basa en una pegadiza melodía sintética muy efectiva y todo el aparato instrumental constituye un fondo ideal para acompañar un texto, ora cantado, ora recitado en el que la artista narra un reencuentro entre dos personas que culmina en una intensa relación sexual.

“Up” - Muy diferente es la siguiente pieza en la que el ritmo es mucho más contenido primando las construcciones sonoras electrónicas más abstractas entre las que se destaca una flauta “sampleada” que dibuja la melodía principal en los primeros instantes. Anne renuncia aquí a cantar y sencillamente recita un breve texto que se funde a la perfección con todo el aparato sonoro diseñado por Harrow.

“Cane Hill” - Adelantábamos en el comienzo de la entrada que uno de los primeros trabajos de Anne fue como asistente en un hospital psiquiátrico. “Cane Hill” era el nombre del mismo y el poema recoge lo desolador del ambiente que reinaba en aquel lugar. El paisaje sonoro que diseñan Clark y Harrow es estremecedor, con samples de voces fantasmales que suenan a lo largo de toda la pieza sobre un monótono ritmo que repica constantemente durante la composición. El ambiente de toda la pieza es fantasmagórico y nos sitúa en un lugar desolador perfectamente descrito con los certeros versos de Anne.

“This Be the Verse” - El único texto ajeno que aparece en el disco es este poema del escritor Philip Larkin aparecido en el que fue su último libro, “High Windows”. La música de Anne es burlona, con metales sintéticos formando un ritmo casi circense al que contribuyen el resto de arreglos. Una miniatura que apenas sobrepasa el minuto de duración y que nos lleva hasta uno de los mejores temas del disco.

“Now!” - Charlie Morgan toma el lugar de David Harrow como coautor de la pieza, una espectacular muestra de pop electrónico llena de brillantes secuencias que se podrían codear con lo mejor del género en aquellos años (pensamos en grupos como Propaganda, por ejemplo). La voz de Anne, sin ser la más brillante ni mucho menos, funciona bien desgranando un texto brillante como casi todos los del disco.

“Hope Road” - Una serie de “samples” vocales forman la base de la pieza de un modo similar a lo que ocurría en temas anteriores como “Moments in Love” de Art of Noise o “O Superman” de Laurie Anderson. El texto cuenta un desengaño de la protagonista que conoce a alguien en una fiesta con quien espera volver a verse más adelante comprobando que la forma de contacto que éste le facilita es falsa. Es un tema más bien anecdótico dentro del disco, especialmente porque a partir de aquí llega lo mejor de todo el trabajo con diferencia.

“Armchair Theatre” - Los clásicos sonidos electrónicos de la época, con sus torpes emulaciones de instrumentos reales se suceden en los primeros instantes de un tiempo medio que funciona como un tema instrumental hasta que Anne recita un breve texto en el tramo final. La letra, cruda como la mayoría de las que salen de su pluma, nos habla de la soledad tras la ruptura y de cómo, en realidad, ésta ya está ahí antes de que la separación se lleve a cabo.

“Leaving” - Las dos últimas piezas del disco son dos verdaderas obras maestras completamente diferentes entre sí. La primera es una intensa canción de pop electrónico con una letra absolutamente magistral (nuestra favorita de todas cuantas ha escrito Anne) que funciona perfectamente como pieza musical y como narración. Sobre una secuencia rítmica llena de fuerza se suceden melodías electrónicas de gran brillantez que realzan el recitado de la artista. La producción alcanza niveles épicos con un uso magistral de los ecos para añadir dramatismo a determinados pasajes del texto. En suma, una de las más impresionantes canciones de su autora que podría haberse convertido en un “hit”, quizá con una letra menos sincera.



“Poem Without Words II: Journey By Night” - Cerrando el trabajo llega un tema distinto a todo lo demás que había hecho Anne Clark hasta entonces. Verdadera poesía sonora en forma de pieza de piano de corte neoclásico que se acerca al minimalismo de Wim Mertens cuando comienza a sonar la tuba haciendo las veces de base rítmica. La aparición de las cuerdas es lo único que hacía falta para elevar la pieza a la categoría de obra maestra a la que aludíamos anteriormente. Es una verdadera pena que Anne no profundizase en esta faceta de modo que esta incursión queda como una rareza en medio de su discografía; una gema sin igual que muchos matarían por haber compuesto.



El texto de “Leaving” es una despedida de una belleza sin igual en la que Anne nos pide que la recordemos por lo que fue, no por lo que es ahora. Tampoco por lo que no pudo llegar a ser o por lo que nunca volverá a ser. Anne es una de esas artistas a las que guardamos un hueco muy especial en nuestra discoteca y todos sus trabajos, en menor o mayor medida, merecen mucho la pena; tanto los anteriores a este “Hopeless Cases” como los que llegaron después aunque es cierto que en nuestro corazoncito siempre la recordaremos, como ella nos pide, por lo que fue. Por lo que fue en este momento de 1987 en que alumbró un disco raro, minoritario casi por vocación pero que contiene algunas composiciones maravillosas. Con todo, Anne es una artista con mucho que decir aún que sigue trabajando y dando recitales con muy buena acogida. Volveremos en el futuro a hablar de ella con toda seguridad recomendando a quienes aún no la conozcan, que le den una oportunidad a su particular universo creativo.


Os dejamos una muestra de cómo sonaba Anne en directo en 1992.


 

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