Volvemos a traer al blog a
Shadowfax, formación norteamericana que alcanzó su mayor
popularidad en pleno boom de la música “new age” a mediados de
los ochenta. El disco que hoy ocupa nuestra atención fue el quinto
grabado por la banda y apareció, como la gran mayoría de su obra,
dentro del catálogo del sello Windham Hill. Desde su reconversión a
sexteto en 1983, cada nuevo trabajo había traído consigo algún
cambio en la alineación del grupo. La novedad en esta ocasión era
la incorporación del excepcional violinista Charlie Bisharat que
ocuparía el puesto de Jamii Smadzinski, anterior titular de ese
instrumento.
El sonido de Shadowfax fue
uno de los más peculiares y reconocibles de la escena “new age”.
Partiendo de bases jazzísticas y del rock progresivo, la banda
incorporó sonoridades de todo tipo, desde la música latina y
africana hasta experimentos de corte vanguardista, siempre sin perder
una seña de identidad inconfundible: el sonido único del “Lyricon”,
instrumento electrónico que está considerado como el primer
controlador de sonido con forma de instrumento de viento y adaptado,
por tanto, para habituales intérpretes de saxofón y clarinete.
Chuck Greenberg, lider de Shadowfax e intérprete de “Lyricon”
participó en el diseño original del instrumento junto con Bill
Bernardi y Roger Noble. El instrumento, creado en 1974, ha sido
interpretado por artistas como Wayne Shorter, Ian Anderson, Bennie
Maupin o Steve Joliffe, quien lo toca en el disco “Cyclone” de
Tangerine Dream.
Aparte de Greenberg
(ocarina, saxos, flauta y Lyricon) y Bisharat (violín acústico y
eléctrico), integran Shadowfax en el momento de la publicación de
“Too Far to Whisper”: Phil Maggini (bajo, voz), Stuart Nevitt
(percusiones de todo tipo, xilófono y vibráfono), Gregory E.
Stinson (guitarras, percusión y voz) y David C. Lewis
(sintetizadores y piano). Como músicos adicionales aparecen
acreditados: Adam Rudolph (percusiones), Morris Dollison (guitarra y
voces), Emil Richards (sintetizadores y percusiones) y Hara Lambi A.
(voz y coros).
El "Lyricon". |
“Too Far to Whisper” -
Comienza el trabajo con dos piezas escritas por G. E. Stinson. En la
primera nos recibe una serie de acordes electrónicos acompañados
por el bajo en unos breves apuntes y por el violín que, éste sí,
esboza la melodía central. Ésta tiene un corte solemne acentuado
por las percusiones y un cierto aroma a rock progresivo (aunque por
la época ya habría devenido en A.O.R.). Como introducción es una
pieza muy adecuada y nos sitúa con la presencia de ánimo apropiada
para introducirnos en el disco.
“What Goes Around” - El
segundo corte nos acerca más a la esencia del sonido de Shadowfax
con las percusiones modelando una serie de secuencias rítmicas sobre
las que aparece el saxo de Greenberg. Stinson comienza entonces a
cantar convirtiendo la pieza en una correcta canción de aire pop en
la que se mezclan sonidos de distintas procedencia como los “steel
drums” caribeños con ritmos de ascendencia africana.
“China Blue” - Toma el
relevo en la composición Phil Maggini con una bonita melodía de
reminiscencias orientales como ya anticipaba el título. La
producción es sencilla como la propia melodía, ejecutada de nuevo
por los “steel drums” mientras el bajo, el violín eléctrico y
el saxo se limitan a acompañar sin restar ni un ápice de
protagonismo al tema central.
“The Orangutan Gang
(strikes back)” - David C. Lewis firma una de las composiciones más
emblemáticas de la banda, sintonía habitual de algún programa de
televisión en nuestro país. Sobre un pegadizo ritmo aparece el Lyricon de
Greenberg para ejecutar una melodía sencilla que se acompaña de una
serie de elementos cercanos al jazz fusión de entre los que
destacamos la batería de Stuart Nevitt, un intérprete sobrio que
consigue un sonido que siempre nos ha fascinado sin recurrir a
excesos de ningún tipo y dando un gran espacio al silencio entre los
golpes lo que hace de sus intervenciones un prodigio de nitidez.
Nevitt falleció en 2008 con sólo 56 años de edad uniéndose así a
la lista de miembros del grupo fallecidos prematuramente (su lider,
Chuck Greenberg, lo hizo en 1995 con sólo 45 años).
“Road to Hanna” - La
única pieza de todo el disco que firma el recién incorporado a la
banda Charlie Bisharat tiene, como es lógico, al violín (acústico
y eléctrico) como principal protagonista. También las flautas
tienen un peso que no habían tenido antes en el trabajo para dar la
réplica al tema central. En todo caso, no es la composición más
directa del disco sino que tiene un aire introspectivo muy
interesante que la acerca, además, al sonido clásico del sello
Windham Hill.
“Streetnoise” - Chuck
Greenberg firma también una sola pieza en solitario aunque
participará en la composición de la que cierra el trabajo. Sin ser
el corte más inspirado del disco, sí que recoge todos los elementos
del sonido de Shadowfax: un ritmo sincopado muy marcado, melodía
central ejecutada con el Lyricon, las percusiones (vibráfonos y
xilófonos principalmente) ejecutando una base continua que nos
remite a la música africana e improvisaciones a cargo del resto de
instrumentos, violín y guitarra eléctrica principalmente.
“Slim Limbs Akimbo” - la
aportación de Nevitt al disco es esta pieza de inspiración africana
y aire infantil en los primeros compases que, tras la introducción
se transforma en un pegadizo divertimento de una belleza llena de
inocencia que nos regala un momento realmente agradable. No falta la
tensión en determinados pasajes en los que escuchamos densos fondos
instrumentales de cierta complejidad.
“Tsunami” - El último
tema escrito por Lewis tiene, en realidad, muchos puntos en común
con la pieza que abría el disco tanto en la sonoridad como en la
configuración instrumental. También hay una cierta épica que no
llega a desplegarse del todo, probablemente sujeta por un bajo cuya
pulsación, muy espaciada, para marcar un sendero del que ningún otro
instrumento debe salirse.
“Maceo” - África vuelve
a aparecer de forma más evidente que nunca en este tema de Phil
Maggini en el que los ritmos y las voces proceden de un modo
indisimulado de ese continente. Es una canción muy alegre y vital en
la que todo invita al optimismo
“Ritual” - Cierra el
disco la única composición firmada al alimón por varios de los
componentes de la banda, concretamente por Greenberg, Maggini y
Stinson. En ella escuchamos la melodía más compleja y con un
desarrollo más largo a cuyo disfrute ayuda mucho el sobrio arreglo
realizado. El tema central está interpretado al Lyricon que juega en
muchos momentos con el bajo. Todo esto se desarrolla sobre un
delicioso fondo de percusiones y algunos efectos sonoros que nos
sitúan en medio de alguna selva tropical. Una delicia con la que se
cerraba el trabajo del mejor modo posible.
Tenemos la sensación de que
Shadowfax no llegó nunca a gozar de la popularidad que si alcanzaron
otros músicos del sello Windham Hill y esto, de ser algo más que
una apreciación personal, no se produciría por la falta de calidad
de su obra. Hubo una cierta indefinición en su estilo que empezó en
los alrededores del rock progresivo para evolucionar hacia el jazz
fusión y terminar alojándose con comodidad en la etiqueta “new
age” que pudo perjudicarlos. También una sensación de no llegar a
ninguno de los estilos en el momento adecuado. Con todo, en su
discografía hay trabajos notables a los que recomendamos dar una
oportunidad. “Too Far to Whisper” sería, en esta linea, un
comienzo tan bueno como cualquier otro.
Así sonaban Shadowfax en directo en 1986:
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