Corría el año 1980 cuando
un empleado del sello Beggars Banquet, Ivo Watts-Russell fundó una
pequeña filial del mismo bajo el nombre de Axis Records, pronto
reconvertido a 4AD. Lo hizo con la idea de acoger a artistas algo más
arriesgados de lo habitual a fin de poder probarlos y de obtener una
reacción por parte del público. Si el experimento salía bien, el
nuevo artista pasaría a formar parte del catálogo de la casa
matriz.
Como idea parecía muy
interesante aunque a la hora de la verdad, sólo un grupo siguió ese
camino. Pronto Ivo se dio cuenta del potencial de su nuevo sello y
comenzó a edificar la que sería una de las aventuras discográficas
más interesantes de principios de los ochenta, primero de la mano de
Cocteau Twins y algo después con Dead Can Dance como abanderados. En
poco tiempo, 4AD se convirtió en un sello de referencia con una
imagen y un sonido muy reconocibles que conformaron toda una linea
estética común a la mayoría de sus lanzamientos que pronto reunió
a su alrededor un buen número de fieles aficionados.
Ivo tenía inquietudes
musicales pero nunca llegó a dar el paso y grabar sus propias obras.
Se limitaba a labores de producción en algunos de los trabajos de su
sello (él prefiere llamarlas “dirección musical”) pero no dejó
pasar la oportunidad de crear uno de los proyectos más afortunados
de los que que aparecieron en 4AD. En 1983 se le ocurrió juntar a
varios de los artistas más destacados del sello para grabar un disco
conjunto bajo el nombre de “This Mortal Coil” (procedente del más
célebre monólogo de “Hamlet” aunque otras fuentes afirman que,
en realidad, procede del “sketch” del loro muerto de los Monty
Phyton). Con la esa denominación aparecerían hasta tres trabajos de
gran calidad con algunos denominadores comunes: las canciones serían
escogidas por el propio Ivo Watts-Russell e interpretadas por
diferentes combinaciones de artistas pertencientes a 4AD. Muchas de
ellas serían versiones de clásicos de la música folk o de la
psicodelia y otras de los propios grupos del sello incluyendo alguna
pieza del propio Ivo.
La primera muestra de la
música de This Mortal Coil aparecería en 1984 con el título de
“It'll End in Tears”. Participan en el disco: Elizabeth Fraser
(voz), Robin Guthrie (guitarra) y Simon Raymonde (guitarra, bajo y
sintetizadores), todos ellos de los Cocteau Twins. También Lisa
Gerrard (voz) y Brendan Perry (batería), de Dead Can Dance, John
Fryer (mano derecha de Ivo y co-propietario del sello), Gordon Sharp
(vocalista que había colaborado con los Cocteau Twins), Martyn Young
(teclados, bajo y guitarra) junto con su hermano Steven (piano),
miembros ambos de Colourbox, Mark Cox, teclista de The Wolfgang
Press, Manuela Rickers, de Xmal Deutchland, el violonchelista Martin
McCarrick, colaborador habitual del sello y miembro años más tarde
de Siouxie and the Banshees, la violinista Gini Ball, de trayectoria
similar a la de McCarrick, Howard Devoto, vocalista de los Buzzcocks
y Robbie Grey de Modern English. Todos ellos de la mano de Ivo
Watts-Russell que toca los teclados y ejerce de productor del disco.
Imagen de Ivo Watts-Russell |
“Kangaroo” - La primera
pieza del disco es una composición de Alex Chilton, cantante de Big
Star, grupo norteamericano de cierto éxito a principios de los años
setenta aunque son más recordados hoy como banda de culto que como
grupo de masas. La interpretación corre a cargo de Gordon Sharp
acompañado por Simon Raymonde aunque la presencia del violonchelo de
Martin McCarrick es muy notable. La versión es elegante, con una
importante parte del peso a cargo de la voz de un Sharp muy
inspirado.
“Song to the Siren” - La
gran joya del disco es, sin duda alguna, la versión de este clásico
de Larry Beckett y Tim Buckley a cargo de Elizabeth Fraser y Robin
Guthrie. La vocalista interpreta con absoluta maestría una canción
extraordinaria que ha conocido muchas versiones sin que ninguna haya
conseguido acercarse a ésta, llena de sensibilidad y elegancia, con
unos arreglos sobrios que realzan, si es que hacía alguna falta, la
personalísima voz de Elizabeth. Poco más se puede añadir. Sólo
disfrutar una y otra vez de un momento mágico como este.
“Holocaust” - La segunda canción de Alex Chilton que aparece en el trabajo es interpretada por Howard Devoto con el acompañamiento de un piano y algunos sutiles arreglos electrónicos y de cuerda. El sello característico de muchas de las mejores producciones del sello está muy presente aquí a lo largo de toda la pieza lo que da una extraña sensación de unidad a todo el disco pese a sus particulares características, poco favorables a priori para que suceda esto.
“Fyt” - Ivo
Watts-Russell y John Fryer aportan esta pieza instrumental de corte
ambiental al trabajo. Comienza con una serie de sonidos y efectos
electrónicos que pronto son acompañados por un ritmo industrial que
da cierta coherencia a la composición. A la peculiar cadencia se
unen algunas cuerdas electrónicas para terminar de conformar una
pieza bastante interesante.
“Fond Affections” - Una
de las primeras bandas en publicar con 4AD fueron los Rema-Rema,
banda en la que tocaba Mark Cox antes de incorporarse a The Wolfgang
Press. Gordon Sharp lidera aquí la versión de una de las canciones
del grupo. A grandes rasgos continúa con la linea estética del
resto del trabajo: arreglos elegantes, principalmente electrónicos,
a cargo de Ivo, una gran melancolía y mucha sobriedad.
“The Last Ray” - Una de
las pocas piezas que rompe un poco con esa idea es este tema original
de Ivo Watts-Russell y la parte instrumental de Cocteau Twins, es
decir, el dúo Guthrie/Raymonde. El tema se acerca más al pop-rock
desde una óptica próxima a los primeros Dead Can Dance o a los
Durruti Column de Vini Reilly.
“Another Day” - La
fantástica voz de Elizabeth Fraser vuelve a sonar para dar vida a
una gran canción de Roy Harper. Unos años antes, Kate Bush realizó
su propia versión de la pieza y su influencia en la aproximación a
la misma de Elizabeth es notable hasta el punto de que cualquier
oyente no informado de la identidad de la intérprete en el disco
podría fácilmente optar por la propia Kate a la hora de aventurar
un nombre.
“Waves Become Wings” -
Dead Can Dance eran unos recien llegados al sello 4AD en el que
habían publicado su disco de debut apenas ocho meses antes de la
aparición de “It'll End in Tears. Curiosamente, la pieza escrita e
interpretada por Lisa Gerrard en este disco tiene mucha más relación
con lo que Dead Can Dance harían en el futuro que con ese primer
trabajo. Lisa canta una melodía intemporal que parece sacada de una
ceremonia perdida en el tiempo.
“Barramundi” -
Prácticamente fundida con la pieza anterior comienza a desarrollarse
esta composición de Simon Raymonde. Un excelente instrumental a base
de guitarras y sintetizadores que recuerda lejanamente a los
experimentos sonoros de Brian Eno y Robert Fripp de la década
anterior.
“Dreams Made Flesh” -
Lisa Gerrard realiza una segunda aportación al disco sin apenas
solución de contiunidad con el tema precedente lo que nos hace
pensar en los tres cortes como en una pieza única dividida en tres
partes. Lisa ejecuta su habitual yangqin para acompañar su canto,
profundo y evocador como tendríamos ocasión de descubrir en la
discografía de Dead Can Dance en los años siguientes. Realmente
estamos ante una pieza que podría haber formado parte de cualquier
disco de la banda y que, de hecho, se incoporó al repertorio en
directo de la misma, especialmente en los conciertos de sus últimas
giras en cuyo repertorio también figuraba otra de las canciones de
“It'll End in Tears”: “Song of the Siren”.
“Not Me” - Robbie Grey, de Modern English y Simon Raymonde unen fuerzas para realizar una versión de esta canción de Wire escrita por su vocalista Colin Newman. Es, quizá, la canción más convencional de todo el disco y la adaptación sigue esa linea por lo que no la contamos entre lo mejor del disco. Con todo, es una buena versión.
“A Single Wish” -
Cerrando el disco encontramos esta balada instrumental escrita por
Gordon Sharp, Steven Young y Simon Raymonde. Es casi una miniatura
llena de encanto cuyo peso recae en el piano pero que no sonaaría
igual de bien sin los exquisitos arreglos electrónicos y las leves
percusiones que se dejan oir de vez en cuando.
4AD es uno de esos sellos
que han sabido hacerse un nombre gracias, principalmente, a una
fidelidad a sus principios y una coherencia que no son muy
habituales, especialmente cuando se alcanza un cierto tamaño y una
volumen de publicaciones determinado. Esa continuidad en el estilo es
la que hace posible que un disco como este salga adelante con un
resultado tan notable. No suele ocurrir que trabajos de estas
características con bandas “fantasma” como era en realidad This
Mortal Coil alcancen niveles tan altos y funcionen, en realidad, más
como un disco de un grupo de artistas que como un recopilatorio. Hay
excepciones que han aparecido por aquí en su momento (el TF100 del
sello Tonefloat sería una bien reciente) pero no son muy abundantes.
Más extraordianrio aún es el hecho de que el proyecto tuviera
continuidad y nos brindase un par de grandes discos que añadir a
este pero eso será materia de otra entrada en su momento. Por ahora
os recomendamos disfrutar de este disco: una joya no demasiado
conocida que merece un lugar destacado en cualquier discoteca
mediamente inquieta.
Alguna de las piezas del disco disfrutó, incluso, de videoclip oficial. Podemos disfrutarlo aquí:
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