miércoles, 18 de marzo de 2020

Johann Johannsson - Retrospective Vol.I (2019)



El fallecimiento de un artista suele traer aparejada la publicación de todo tipo de material inédito que antes reposaba en las estanterías de las discográficas. Grabaciones que no fueron consideradas lo suficientemente buenas para ser publicadas aparecen de repente etiquetadas como joyas perdidas y conciertos de ínfima calidad sonora son publicados por doquier. Esa maldición la han sufrido en tiempos recientes dos mitos como Prince o Devid Bowie pero ha sucedido en todas las épocas.

Hay otros casos en los que la desgracia de la muerte de un músico permite a los aficionados acceder a obras suyas que, aunque fueron publicadas en su día, estaban descatalogadas desde mucho tiempo atrás y eran imposibles de conseguir. También a trabajos pertenecientes a su producción reciente que probablemente no habrían sido lanzados con una distribución igual de haber seguido con vida su creador. Hace poco supimos que estaba al caer el segundo volumen de la serie “Retrospective” que el sello Deutsche Grammophone ha dedicado a la memoria de Johann Johannsson y por ello creemos que es buen momento para reseñar el primero de ellos que apareció hace ya casi un año.

“Retrospective” es una preciosa caja que contiene siete trabajos del artista islandés, la mayoría de los cuales fueron grabados antes de que Johannsson diese el salto y se convirtiera en un nombre conocido para los melómanos de medio mundo de la mano de Denis Villeneuve y de películas como “Sicario” o “Arrival”. La selección es muy interesante porque deja fuera trabajos como “Englaborn” o la banda sonora de “Fordlandia” que cronológicamente pertenecen al periodo que cubre la caja pero que son fáciles de encontrar por separado. A cambio se centra en obras mucho menos accesibles hoy en día para el seguidor medio.



El primer disco de la colección es “Virðulegu Forsetar”, un trabajo intimista publicado en 2004 con una formación que incluía sintetizadores, órgano y una sección de metales como principales instrumentos. Está dividido en cuatro largas secciones de cerca de un cuarto de hora de duración, todas con un esquema similar que consiste en una “fanfarria” inicial seguida por un largo “drone” que evoluciona muy lentamente hacia una pieza meditativa de desarrollo estático que recrea el tema inicial. Esta sucesión se repite alternando partes de melodías lentas con otras de fondos inmóviles. Apenas algún añadido en forma de frase para la trompeta como ocurre en el tercer movimiento o diferentes configuraciones en el órgano o toques electrónicos (podemos escucharlos en el cuarto) rompen el inmovilismo del conjunto. Un disco extraño pero que te atrapa desde el principio con una magia cercana a la de piezas como “The Sinking of the Titanic” de Gavin Bryars.




Continuamos con “Dis”, una banda sonora para una comedia islandesa que es probablemente el disco más excéntrico de toda la colección ya que su estilo desenfadado, pop en ocasiones (“Rokkstig” es un ejemplo), no tiene nada que ver con el trabajo habitual de Johannsson. Ritmos “chill out” con melodías electrónicas poco o nada inspiradas, piezas con aire de banda sonora de film erótico setentero (“Jarðaför”) o experimentos “ambient” ( como “Saumavél”) no salvan un trabajo con pocas piezas rescatables. Apenas “Flugeldar” y alguna otra nos llaman la atención para bien. Apareció también en 2004 y es el CD más prescindible de los que hemos escuchado del compositor.




En 2008, Johannsson puso música al corto de animación “Varmints”. Poco después publicó una versión extendida de esa música bajo el título de “And in the Endless Pause There Came the Sound of Bees”. Es un disco para orquesta, piano y sintetizadores en el que sí encontramos ya al Johannsson que todos llegamos a conocer en sus trabajos más famosos. Esa mezcla de electrónica, orquesta y piano, con fascinantes fondos sonoros y desarrollos melódicos llenos de delicadeza aparece aquí por doquier.




“The Miners' Hymns” es el título de una película de 2011 para la que Johannsson compuso una BSO con una formación de metales, órgano y sintetizadores que recuerda a la del primer disco de esta colección aunque musicalmente se encuentra más cerca de sus trabajos recientes. Música ambiental en su mayor parte pero con fragmentos de una gran inspiración en los que aprovecha a la perfección los elementos de que dispone sin llegar a abusar de ninguno de ellos. El uso tan escueto de los materiales en muchos momentos nos recuerda a Arvo Pärt (por ejemplo esa maravilla que es “There is no Safe Side but the Side of the Truth”) y eso siempre son palabras mayores.




“Copenhaguen Dreams” - Uno de nuestros discos favoritos del compositor islandés es esta banda sonora de 2009. Escrita para piano, celesta, teclados y trio de cuerda, es todo inspiración y saber hacer desde el primer minuto. Piezas como “Here, They Used to Build Ships”, con su reiterativa melodía de piano tras la que va creciendo sin parar la sección de cuerda que contiene el melancólico tema central de la película, son auténticas joyas. Otras, como “Three Thousand Five Hundred and Ninety One Benches” recuerdan a Max Richter y a través de él, también a Michael Nyman. Hay grandes momentos electrónicos como el inicio de “The Jewish Cemetery of Møllegade” o “There's no Harm Done” y también espacio para temas más desenfadados y joviales (“It Will Take Some Time”). Mención aparte merece “She Loves to Ride the Port Ferry When it Rains”, a medio camino entre Erik Satie y Harold Budd. Un disco absolutamente recomendado.




“Free the Mind” - Otra banda sonora, en esta ocasión del año 2012 para acompañar a una película sobre la curación del estrés postraumático de veteranos de guerra (en este caso de la de Afganistán) a través del yoga y la meditación. Orquesta, piano, percusión y sintetizadores son los instrumentos escogidos por Johannsson para una de sus obras más optimistas con un tema central lleno de vitalismo del que se contagian otras composiciones como “Love After Love”, piezas más inquietantes (“Radio” es una verdadera maravilla en este estilo y se replica en otras composiciones como “Neurons”). “Inocence” es otra de esas piezas de piano que hace que nos preguntemos por qué Johannsson no se prodigó más con este formato. Es un trabajo que se sale un poco del estilo de su autor pero de un gran nivel general.




“White Black Boy” - El último disco de la caja es una BSO inédita aún en el momento del lanzamiento de la misma aunque publicada también por separado de forma prácticamente simultanea. Johannsson utiliza violonchelo, percusión y teclados en un trabajo más dominado por el piano que nunca pero siempre acompañado por otros instrumentos. Abundan los pasajes oscuros dominados por esa curiosa electrónica del islandés (“Nightmare” o “Nightmare II”) y también las piezas meramente ambientales en las que las texturas sonoras son tan importantes o más que la propia melodía (“Automobile”, “Feather”).





En breve aparecerá en las tiendas la segunda parte de “Retrospective”, recopilación que seguro será recomendable también pero que contendrá trabajos más recientes, más conocidos y, por lo tanto, más fáciles de encontrar por separado. Ese es el gran valor de este primer volumen: que nos permite disfrutar de golpe de siete obras menos conocidas de un músico cuyo potencial era inconmensurable cuando nos dejó. Nos cuesta sugerir esta caja como vía de entrada en la obra del compositor islandés ya que esa labor creemos que encaja mejor con trabajos como “Arrival”, “Orphee” o “The Theory of Everything” pero si el lector conoce ya alguna de esas maravillas y quiere seguir adentrándose en el mundo de Johannsson, “Retrospective Vol.I” es una elección incuestionable.

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