Llena de admiración el hecho de contemplar a un compositor como Philip Glass, a sólo unos días de cumplir los 75 años manteniendo un ritmo creativo tan alto como pocos artistas mucho más jóvenes son capaces de sostener. Estamos aún comentando lanzamientos como éste del año pasado en su propio sello Orange Mountain Music y, mientras tanto, se acaba de estrenar su novena sinfonía (la décima está en puertas) y tiene unas cuantas obras más preparadas para ver la luz.
Es igualmente admirable la labor que realiza Orange Mountain Music, un sello independiente en el que Glass va rescatando todo el fondo de armario que ha compuesto en las últimas décadas y que jamás podría publicarse en una gran discográfica, siendo éstas como son, tan celosas de los ritmos de publicación, las cifras de ventas y el miedo a saturar los mercados. Dentro de las múltiples lineas del sello, una que nos atrae particularmente es la llamada “The Concerto Project” cuyo cuarto volumen, aparecido a finales del pasado 2011 es el que nos ocupa. En esa serie de discos se pretende ir recopilando todos los conciertos escritos por Glass en estos últimos años en los que el acercamiento del músico a las formas más clásicas de composición parece ser cada vez mayor. En este orden de cosas, tenemos dos obras radicalmente distintas:
La primera de ellas es el “Doble Concierto para Violin, Cello y Orquesta”, completado en 2010. La pieza surge del encargo que el Netherlands Dans Theater le hace llegar al músico para acompañar uno de sus ballets. En principio lo que se pretendía del músico era una composición orquestal pero Glass estaba trabajando por aquel entonces con Maria Bachmann, quien apareció por aquí, precisamente con la sonata para violín del múciso, y también con la cellista Wendy Sutter con la que giró en pasadas fechas con un repertorio para piano y cello, además de haber grabado alguna obra más de Glass como integrante del ensemble Bang on a Can y junto a la Orquesta de las Américas. El compositor estaba pensando en un doble concierto para violín y cello y el encargo le pareció tremendamente apropiado para desarrollar esa obra, aunque el participante en la grabación es el violinista Tim Fain de quien Glass admiraba su espectacular versión de la música para violín de la ópera “Einstein on the Beach”. El ballet tenía un total protagonismo del británico Paul Lightfoot y la cordobesa Sol León y ambos personajes iban a tener su correspondencia musical en los dos instrumentos principales de la obra. Ya conocemos la especial querencia de Glass hacia los interludios musicales como modo de engranar las distintas partes de sus obras. Esta costumbre, que ya se vió en los llamados “Knee Plays” de óperas como Einstein on the Beach, también está siendo recuperada por el músico para sus obras más formales como recordareis que ocurría en su “Concierto No.2 para Violín y Orquesta” que ya comentamos aquí, en el que cada uno de los cuatro movimientos se veía precedido por una breve pieza instrumental. Se repite el esquema en esta ocasión de modo que antes de cada uno de los tres movimientos del concierto podemos disfrutar de los correspondientes “duetti” de cello y violín. La idea gustó tanto a los encargados del ballet que no dudaron en pedir a Glass que compusiera un último duetto para cerrar la obra que no figuraba en la partitura original. La violinista Maria Bachmann ha incorporado estas breves piezas a su repertorio habitual para sus conciertos arregladas como si de una obra independiente se tratase.
Philip Glass y el violinista Tim Fain en un recital reciente. |
En todo caso, el doble concierto reúne todas las características del Glass más reciente: un cierto romanticismo en los dúos o en las partes solistas y los habituales esquemas repetitivos en las partes orquestales. No es una obra que vaya a sorprender a nadie a estas alturas pero demuestra que el compositor sigue produciendo piezas de una gran altura con regularidad. Particularmente inspirado nos parece el segundo movimiento del concierto (o el cuarto, si consideramos como tales a los dos primeros duetti) con todo el sabor del mejor Glass de obras como Koyaanisqatsi. Acompañan en la grabación a Tim Fain y Wendy Sutter los miembros de la Filarmónica de la Haya bajo la batuta de Jurjen Hempel.
La cellista Wendy Sutter |
La segunda obra que encontramos en el disco es una grabación más antigua. Se trata del “Concierto para Piano y Orquesta No.1”, también conocido como “Tirol Concerto”. La obra fue otro encargo, en esta ocasión, de la organización que promueve el turismo de la región del Tirol. La obra cuenta con la especial implicación del director y pianista Dennis Russell Davies quien es el encargado de esta grabación junto con la Stuttgart Chamber Orchestra. La relación de Davies y Glass viene de muy antiguo, ya que el director ha sido el encargado de estrenar varias óperas y sinfonías del músico además de recibir el honor de la dedicatoria de la monumental quinta sinfonía “glassiana”. El concierto se escribió en el año 2000 y, durante mucho tiempo, la única versión disponible se encontraba en un CD promocional editado por el “Tirol Turist Board”, casi imposible de encontrar. Algo más recientemente, esa misma grabación fue incluída en el disco “Dennis Russell Davies Performs Philip Glass” editado por el mismo sello Orange Mountain Music en 2004 junto con otras piezas del de Baltimore y es esa, precisamente, la grabación que acompaña al doble concierto en el CD que comentamos hoy.
Sorprenden enormemente los primeros compases del primer movimiento, aún con el piano sólo, con un aire clasicista que no deja entrever en ningún momento su autoría. Incluso cuando la música se desplaza hacia terrenos más inconfundiblemente "glassianos" podemos reconocer un esfuerzo por trascender el propio estilo digno de admirar. Con todo, la brillantez del enérgico movimiento inicial no es más que un inspirado preludio de lo que viene después con el extenso segundo movimiento. En él, Glass desarrolla de forma brillante una breve pieza de música que compuso un par de años antes para la banda sonora de la película "The Truman Show" dandole una categoría que sólo se apuntaba mínimamente en el original. La extraordinaria interpretación de Dennis Russell Davies al piano no hace sino resaltar la belleza de una pieza en la que pasamos de los momentos más intensamente emotivos a otros pasajes etereos cuasi impresionistas con una naturalidad pasmosa. Quizá sea esta segunda parte del concierto una de las mejores composiciones del Glass más reciente, al menos en nuestra opinión. El cierre del concierto lo pone un trepidante tercer movimiendo durante el que apenas hay tiempo para respirar y que se va desarrollando en un crescendo continuo hasta llegar al gran final en el que todo parece dispuesto para arrancar el aplauso entusiasta del público como en las grandes obras orquestales de antaño.
No es necesario que seais seguidores de Glass para que os guste este disco. Más bien al contrario, puede ser un buen punto de partida antes de meterse en terrenos más áridos además de una forma de comprobar por qué territorios se mueve en la actualidad uno de los más reconocidos compositores de la actualidad.
Si os animais a dar el paso, aquí os dejamos los habituales enlaces donde comprar el disco:
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Sorprenden enormemente los primeros compases del primer movimiento, aún con el piano sólo, con un aire clasicista que no deja entrever en ningún momento su autoría. Incluso cuando la música se desplaza hacia terrenos más inconfundiblemente "glassianos" podemos reconocer un esfuerzo por trascender el propio estilo digno de admirar. Con todo, la brillantez del enérgico movimiento inicial no es más que un inspirado preludio de lo que viene después con el extenso segundo movimiento. En él, Glass desarrolla de forma brillante una breve pieza de música que compuso un par de años antes para la banda sonora de la película "The Truman Show" dandole una categoría que sólo se apuntaba mínimamente en el original. La extraordinaria interpretación de Dennis Russell Davies al piano no hace sino resaltar la belleza de una pieza en la que pasamos de los momentos más intensamente emotivos a otros pasajes etereos cuasi impresionistas con una naturalidad pasmosa. Quizá sea esta segunda parte del concierto una de las mejores composiciones del Glass más reciente, al menos en nuestra opinión. El cierre del concierto lo pone un trepidante tercer movimiendo durante el que apenas hay tiempo para respirar y que se va desarrollando en un crescendo continuo hasta llegar al gran final en el que todo parece dispuesto para arrancar el aplauso entusiasta del público como en las grandes obras orquestales de antaño.
No es necesario que seais seguidores de Glass para que os guste este disco. Más bien al contrario, puede ser un buen punto de partida antes de meterse en terrenos más áridos además de una forma de comprobar por qué territorios se mueve en la actualidad uno de los más reconocidos compositores de la actualidad.
El director y pianista Dennis Russell Davies en acción. |
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No sin antes despedimos con el magnífico segundo movimiento del "Tirol" Concerto:
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