domingo, 6 de octubre de 2013

Ludovico Einaudi - I Giorni (2001)



Los años ochenta fueron, sin lugar a dudas, la época dorada de las nuevas músicas en todo el mundo. Casi cada semana aparecían nuevos discos y artistas que, con facilidad, alcanzaban cifras de ventas y de asistencia a conciertos a la altura de muchos artistas del pop y el rock. En España había multitud de programas radiofónicos y televisivos dedicados, no ya a la música (algo que hoy nos suena casi utópico) sino a música “new age”. Las secciones de discos de los grandes almacenes eran pródigas en este estilo y uno podía encontrar casi cualquier CD dando un paseo por cualquier capital de tamaño medio.

Por ello, quizá, tiene mucho más mérito la trayectoria del pianista y compositor italiano Ludovico Einaudi, que llegó un poco tarde a aquella revolución. Lo hizo en una época en la que ya sólo algunos nombres tenían sitio en las estanterías de las tiendas, el espacio en radio y TV se redujo drásticamente y la popularización de internet convertía en una hazaña vender discos. Einaudi estudió en el Conservatorio Verdi de Milan de la mano de Luciano Berio y allí adquirió una sólida base que le iba a ayudar a la hora de componer música de un modo asequible para el público pero manteniendo un marchamo de calidad que hace que hoy sea una de las estrellas del prestigioso sello clásico Decca. Contrariamente a lo que se pueda pensar, Berio, un compositor vanguardista y experimental, nada accesible a primera vista, animó a Einaudi a ir en otra línea, a hacer música sencilla, comprensible, y, probablemente gracias a ese consejo, el pianista italiano es hoy una de las más interesantes voces de la música contemporánea más cercana al público.

Sus primeros trabajos fueron, como ocurre en tantas ocasiones en este género, músicas para montajes teatrales, ballets, pequeños cortometrajes... hasta que consiguió hacerse un nombre y comenzar a publicar pequeñas cosas por su cuenta. Generalmente compone para pequeñas formaciones instrumentales. La mayor parte de las veces para piano o para piano con otro instrumento o grupo instrumental (violonchelo, sintetizador, cuarteto de cuerda...). El disco con el que presentamos a Einaudi en el blog fue el segundo de los que grabó el músico para piano solo y apareció en 2001. Berio fue una de las personalidades musicales más interesantes del siglo pasado y una buena parte de su trabajo surgió de la manipulación de materiales ajenos, transcripciones de obras de otros compositores de todas las épocas y también de iconos pop como los Beatles. Según Einaudi, Berio trabajó también con música africana y le recomendó acercarse a ese continente musical. De ahí nace la idea de “I Giorni”.

Cuenta el propio Ludovico cómo todo el disco surgió, precisamente, durante un viaje a Mali. En el libreto del CD aparece la siguiente historia: “una noche, tiempo atrás en Bamako, Mali, iba en coche con el músico Toumani Diabate. Hacía calor. Llevábamos la radio encendida y en un momento determinado me atrapó una canción. Era una melodía tan dulce como melancólica. Mientras conducía, Toumani me dijo que era una de las grandes canciones del repertorio mandi y que databa del siglo XII. Se titula “Mali Sajio” y cuenta la historia de un hipopótamo que vivía en la confluencia de dos ríos en armonía con los habitantes de una aldea cercana que lo trataban como si fuera uno más de ellos. Un día, el hipopótamo fue asesinado por un cazador y desde entonces, esa canción se canta siempre que un rey o una persona importante muere y también en recuerdo de los seres queridos que nos dejan”. Curiosamente, esa melodía concreta no aparecería en “I Giorni” pero sí en un disco posterior de Einaudi. Sin embargo, la influencia africana fue fundamental en varios de los cortes del disco que hoy nos ocupa y no necesariamente en aspectos puramente musicales.



“Melodia africana I” – Abre el disco una delicada melodía con aire de canción sacada de una cajita de música. Simple, juguetona y encantadora a partes iguales. Una pieza delicada y frágil que nos da una idea muy fiel de la música que vamos a escuchar en el resto del disco y, por extensión, del estilo de su autor.

“I due fiumi” – La primera vez que oímos hablar de Einaudi fue como recomendación en un foro de seguidores de Wim Mertens e indudablemente, piezas como ésta nos ponen sobre la pista de una relación estilística entre los dos compositores. En muchos aspectos, esta pieza encajaría muy bien en un disco como el “A Man of No Fortune and With a Name to Come” del belga.

“In un’altra vita” – Una pieza luminosa y melancólica al mismo tiempo, con una difusa raiz minimalista pero una mayor vocación por la melodía de lo que es habitual en artistas del género. Einaudi nos regala una composición brillante dividida en dos partes, la segunda de las cuales es de una delicadeza insuperable que nos demuestra que no estamos ante un pianista al uso, de los que abundaban en la “new age” de los ochenta sino de un compositor que se encuentra a otro nivel.

“Melodia africana II” – Segunda de las composiciones que, de ser cierto lo que indica el título, estarían basadas en músicas escuchadas por el músico en su viaje a través de Mali. Hacemos la puntualización “de ser cierto” porque no terminamos de identificarla con el continente africano en ningún caso siendo, por el contrario, muy fiel al estilo compositivo del propio Einaudi.

“Stella del mattino” – Continuamos con una composición sencilla y directa, un poco infantil, quizá. Encontramos que el tono es bastante más ligero que en otras piezas del disco lo que viene bien por lo que aporta de variedad al conjunto.

“I giorni” – El tema que da título al disco nos recuerda bastante al estilo compositivo de otra figura de las “nuevas músicas” que aún no ha aparecido por el blog pero que terminará haciéndolo tarde o temprano: la norteamericana de origen italiano Suzanne Ciani. Se trata de una pieza agradable pero que no nos despierta una mayor curiosidad.

“Samba” – Una serie de arpegios iniciales nos acerca, siquiera de un modo inconsciente, a la música de Philip Glass pero no tardamos en percatarnos de que era sólo una impresión inicial. La pieza tiene un aire repetitivo, cierto es, pero el músico al que más se acerca es otro maestro del piano como George Winston. Con todo, es una de los temas más interesantes del disco, en nuestra opinión.



“Melodia africana III” – Con una base muy similar a la de la primera de las “melodías africanas” del disco aunque un poco más rápida, la pieza comparte muchas de las características de aquella hasta el punto de poder pasar por una variación de aquel tema.

“La nascita delle cose segrete” – Einaudi no guarda grandes sorpresas en su repertorio por lo que nadie debe llevarse a engaño al escuchar su música. En esta pieza escuchamos las claves principales de su estilo: música tranquila, profunda pero no oscura, accesible pero no banal y con una característica muy importante y nada fácil de lograr y es que transmite, conecta a la primera con un público muy amplio.

“Quel che resta” – Una de nuestras piezas favoritas del disco en la que las variaciones armónicas tienen un peso más importante que la melodía, más difusa de lo habitual en el italiano. Encontramos en este tema sensaciones que pocos músicos nos hacen sentir y que quizá sean el secreto que todo compositor busca, sin llegar a encontrarlo nunca en muchos casos.

“Inizio” – A pesar de ser una denominación con la que la mayor parte de los músicos a los que se les adjudica no están de acuerdo, Einaudi entiende que el adjetivo “minimalista” encaja bien con su música. Es evidente que no estamos ante un ejemplo de músico repetitivo pero sí que hay ciertas bases en su música que proceden de esa corriente y esta pieza tiene mucho de ello.

“Limbo” – Otra influencia que se suele atribuir a la música de Einaudi es común a Mertens, Roger Eno, Harold Budd y tantos otros artistas contemporaneos. Hablamos de Erik Satie. “Limbo” sería un buen ejemplo de esa economía de medios, esa melancolía siempre presente en segundo plano y esa utilización ajustada de los recursos melódicos, sobria, elegante y sin espacio para la floritura.

“Bella notte” – Llegamos al que probablemente sea el mejor tema de todo el disco. Aquel en el que Einaudi toma prestados recursos típicamente “mertensianos” (esas progresiones que parecen sacadas del “Lir” de su “Maximizing the Audience”) y les complementa con elementos de su propia cosecha para firmar una composición casi perfecta, dividida, como ocurría con “Samba” en dos partes muy diferentes: la primera, llena de dinamismo e inspiración y la segunda, íntima y frágil. Un tema imprescindible.



“Canzone africana IV” – Por algún motivo que se nos escapa, esta nueva variación sobre el tema africano con el que se abría el disco cambia el término “melodía” por el de “canción” aunque respeta el ordinal que le correspondería en la sucesión de “melodías”, esto es, el “IV”. Anécdotas aparte, asistimos, como acabamos de señalar, a una variación sobre algunas de las músicas ya presentadas en las anteriores “melodías africanas” lo que sirve a la perfección como cierre del disco.


Creemos que Ludovico Einaudi tiene un gran mérito por hacerse un hueco en un panorama musical que no era ya el más propicio para su estilo compositivo cuando empezó a sonar en las radios. Unos años antes, artistas con mucho menos talento que él eran habituales en programas de radio, sintonías televisivas, anuncios etc. Muchos de ellos hoy han sido olvidados mientras que Ludovico, muy al contrario, se ha hecho un hueco cada vez mayor en las discotecas de los aficionados. Su obra no es revolucionaria. No supone ningún tipo de ruptura con lo anterior y ni siquiera tiene un estilo inconfundible, un sello personal que nos haga exclamar su nombre tras escuchar unos pocos acordes. Sin embargo, es muy bueno en lo que hace y, además, en cierto modo inspira a una nueva generación de artistas italianos como Giovanni Allevi o Matteo Sommacal, que están creando una suerte de “escuela italiana postminimalista” de resultados cada vez más interesante. Ha tardado mucho en aparecer por aquí Einaudi pero estamos seguros de que seguirá teniendo un hueco en este blog en el futuro. Los interesados en “I Giorni”, lo pueden adquirir en los enlaces habituales.

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Nos despedimos con una versión en directo del tema que da título al disco en una versión con orquesta:


1 comentario:

  1. Sobre su comentario: “I giorni” - "Se trata de una pieza agradable pero que no nos despierta una mayor curiosidad"-. Le suplico no hable en plural, ya que a mi me despertó y mucho... me conecta con el sentimiento más dulce de mi vida, con un toque de luz melancólica. Entiendo porque ésta tituló al disco.

    PD, gracias por escribir esta reseña ¡disfruté mucho leerla!

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