La idea que
teníamos en un principio era que esta entrada fuese justo a continuación de la
dedicada al disco de clavicémbalo de Naxos que comentamos hace casi una semana
pero nuestro viaje a Madrid para asistir al concierto de Steven Wilson y el
fallecimiento de John Tavener han hecho que ambas reseñas queden separadas en
el blog por estos dos eventos. Retomamos en todo caso la intención inicial para
mostrar hoy el que en su momento fue el segundo volumen de la serie titulada
por Philip Glass: “The Concerto Project”, colección de discos destinada a
recopilar poco a poco sus obras en forma de concierto clásico que se
encontraban desperdigadas en discos muy distintos o, directamente, sin
publicar. Tiempo atrás hablamos del que hacía el número cuatro de la colección
y hoy nos vamos a detener en el segundo volumen de la misma.
En él se recogen
las primeras grabaciones publicadas de dos obras: el “Concierto para Piano No.2
-After Lewis y Clark-” y el “Concierto para clave y orquesta”. El primero de
ellos, como sugiere su nombre, está inspirado en la expedición de Meriwether
Lewis y William Clark, quienes completaron el primer viaje desde el este de los
Estados Unidos hasta el Pacífico regresando al punto de partida. Tuvo lugar a
principios del S.XIX con fines comerciales y sirvió para conocer mejor la
geografía del país y las distintas tribus indígenas que lo habitaban así como
para catalogar un buen número de muestras de flora y fauna (se dice que el
propio presidente Jefferson recibió como obsequio un ejemplar de perrito de la
pradera al regreso de los viajeros). La obra de Glass tiene muy en cuenta estos
elementos y cuenta con la participación de Paul Barnes al piano y el nativo
americano de la tribu de los navajo R. Carlos Nakai interpretando una flauta
heredada de sus antepasados. El concierto fue un encargo de la Comisión para el
Bicentenario de la expedición del Estado de Nebraska en asociación con el Lied
Center for Performing Arts y el Hixon-Lied College of Fine and Performing Arts
de la Universidad de Nebraska-Lincoln.
Paul Barnes
conoció a Glass en un avión por pura casualidad y en ese momento decidió
dedicarse a transcribir algunas de las óperas de éste al piano. Particularmente
afortunada fue la versión de “Orphee” que apareció publicada en Orange Mountain
Music poco después. R. Carlos Nakai, por su parte, tiene una larga trayectoria
en el ámbito de la “world music” y que formó un interesante dúo en los noventa
con el pianista Peter Kater de notable éxito en los círculos de la “new age”
pero que, por algún motivo que se nos escapa (llegaron a publicar hasta seis
discos juntos), no aparece por ninguna parte en la web de Nakai ni en su página
en la wikipedia.
PIANO CONCERTO
No.2, AFTER LEWIS AND CLARK
“The Vision –
Movement I” – No se anda por las ramas el compositor en el comienzo del
concierto, tremendamente directo con el piano omnipresente y la orquesta en una
especie de ritmo sincopado acompañándolo. Habla Glass de este movimiento
comparándolo con una apisonadora que refleja la magnitud del reto que tenían
los expedicionarios ante sí. No es menor, musicalmente hablando, el esfuerzo
del pianista que sólo descansa durante cuatro compases en todo el segmento. No
hay, por otro lado, demasiadas sorpresas para el oyente acostumbrado a Glass
por cuanto la partitura tiene sus elementos más característicos en los primeros
minutos. Hacia la mitad, la orquesta queda silenciada por un instante entrando
en un breve fragmento de piano sólo al que se van añadiendo elementos
conformando una especie de rumor sordo que puede estar relacionado con el río
Missouri que los exploradores siguieron en las primeras etapas del viaje. Es
éste el momento en el que escuchamos las partes más virtuosas de la
interpretación de Barnes. En la parte final aparecen con fuerza los metales de
un modo que recuerda por momentos a “Koyaanisqatsi” antes cerrar el movimiento
con un ejercicio de intensa fuerza gracias a la combinación del piano, las
percusiones y los mencionados metales con las cuerdas como fondo todo el
tiempo.
“Sacagawea – Movement II” – El extraño título del segundo movimiento tiene una fácil explicación. En un momento de la expedición, los viajeros encontraron a un buhonero que hablaba francés y cuya esposa, de nombre Sacagawea, dominaba varios idiomas de las tribus nativas además del inglés. De este modo, se incorporó a la comitiva siendo una parte fundamental del éxito de la misma. En el concierto, el papel de la traductora lo hace la flauta de Nakai, en diálogo con el piano en la mayor parte del movimiento. Estamos ante un contraste de lo más logrado entre un piano mucho más clasicista de lo habitual y un instrumento ancestral que, además, en un momento determinado, interpreta una melodía tradicional india. La orquesta, reducida a la sección de cuerda, actúa como observador sin interferir demasiado en la conversación. Por sus especiales características es este el movimiento más atractivo del concierto.
“The Land –
Movement III” – El movimiento final se abre con una flauta pero ahora se trata
de la habitual flauta travesera de la orquesta clásica. Glass es
conscientemente grandilocuente en una pieza que pretende reflejar la
magnificencia de la tierra que recorren los expedicionarios. La obra se
construye en forma de canon jugando con el clásico recurso de “tema y
variaciones”. El piano introduce el tema principal tras una larga introducción
orquestal. A continuación, comienza a ejecutar variaciones mientras la orquesta
recrea de modo simultaneo el tema anterior, recurso que se repite con cada una
de las seis variaciones interpretadas por el pianista.
Paul Barnes |
Resulta muy
difícil describir el concierto para clave y orquesta mejor que Jillion Stoppels
Dupree, la persona que lo interpretó en su estreno mundial: “Cuando Diana Carey
me llamó a principios de septiembre de 2001 para preguntarme si quería tocar en
el estreno del “Concierto para Clave” de Philip Glass con apenas una semana de
antelación sobre el mismo me quedé tan sorprendida como asustada [hay un error
aquí, bien de la propia Jillion o de los editores del disco, ya que el estreno
fue el 21 de septiembre pero de 2002. n. del r.]. Siendo una intérprete
fundamentalmente barroca, mi repertorio rara vez pasaba de finales del siglo
XVIII. Tan pronto como tuve la partitura y empecé a tocarla me enganchó: no
sólo era una obra perfectamente comprensible para tocarla en unos días (aunque,
honestamente, habría preferido tener, al menos, un mes para prepararla) sino
que era cautivadora, hipnótica y, al mismo tiempo, bellísima. Fue un
descubrimiento notar con qué perfección la música fluía entre mis dedos y lo
bien escrita que estaba desde el punto de vista del clavecinista, además de lo
barroca que es en el fondo. Estaba, y aún lo estoy, encantada”. El concierto,
como en tantas ocasiones, fue un encargo aunque más peculiar que otros ya que
nunca antes el autor se había enfrentado a un instrumento como el clave al
margen de haberlo tocado en sus ratos libres como divertimento.
CONCERTO
FOR HARPSICHORD AND CHAMBER ORCHESTRA
“Movement I” – La
introducción de clave nos prepara enseguida para lo que vamos a escuchar: un
ligero aire barroco que se torna minimalista en unos pocos compases. El solista
sí que disfruta aquí del protagonismo que se le supone en un concierto y su
confrontación con la orquesta (aunque también la flauta tiene su cuota en ella)
se desarrolla de igual a igual. Glass en estado puro y, sorprendentemente,
funcionando a la perfección con un instrumento como el clavicémbalo que nunca
antes había sonado en su obra.
“Movement II” – No
sabemos qué nos pasa con los segundos movimientos de las obras más clasicistas
de Glass pero siempre nos parecen los mejores de cada una de sus obras. Su
concierto para clave no es una excepción. Esos primeros compases de clave en
solitario son maravillosos pero la primera réplica del solista a la aparición
de la orquesta es absolutamente sublime. En las fechas en las que Glass
escribía este concierto se encontraba también enfrascado en la composición de
la banda sonora recientemente comentada aquí de “Naqoyqatsi” lo que nos da una
idea del nivel de inspiración de que disfrutaba en aquel instante el de
Baltimore. El violín toma el relevo del clave en los siguientes instantes
dibujando otra melodía preciosa de aire romántico que confirma lo excepcional
del movimiento. Imprescindible para cualquier aficionado a Glass. A continuación, interpretado por Christopher D. Lewis, el mismo que en el CD de Naxos comentado días atrás.
“Movement III” – Al contrario de lo que nos ocurre con los segundos movimientos de Glass, los terceros nos suelen parecer los más convencionales y éste no es una excepción. Con convencionales nos referimos a previsibles para un seguidor del compositor, nunca a aburridos, quede claro. Sin embargo, en esta ocasión y probablemente influidos por el poderoso movimiento anterior, sí que nos sentimos algo fríos tras la escucha.
Recomendar a
Glass a un lector del blog empieza a ser muy reiterativo pero los discos de la
serie “The Concerto Project” como el que hoy hemos comentado nos parecen más
que adecuados para iniciarse en la obra del compositor norteamericano:
contienen obras de calidad, de duración moderada y representativas del estilo
de su autor que es lo que suele recomendarse para acercarse por primera vez a
un músico nuevo. Seguidores veteranos como nosotros seguimos encontrando
alicientes en estas obras por lo que no son, en modo alguno, un anzuelo para
atraer a nuevos oyentes “traicionando” un determinado estilo en pos de mayor
fama o ventas. Completamos así una crítica que quedó algo coja sin hablar del
concierto para clave de Glass, como fue la del último disco que apareció por
aquí. No tardaremos en tener otro disco de los “Concerto Project” en breve por
aquí pero antes, si la planificación no cambia por cualquier motivo, tendremos
un par de discos y artistas nuevos (aunque Glass también aparece en uno de
ellos). Mientras tanto, si queréis haceros con el disco de hoy, está disponible
en los enlaces habituales no sin antes mencionar a la orquesta que participa en la grabación de hoy: The Northwest Chamber Orchestra dirigida por Ralf Gothoni.
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