El que prometía
ser el concierto del año tuvo lugar por fin ayer en Madrid en la fantástica
sala de conciertos del Hotel Auditorium, un recinto en las cercanías del
Aeropuerto de Barajas en el que, curiosamente, se celebran este tipo de
espectáculos con grandes estrellas internacionales con cierta frecuencia (Steve
Vai fue el anterior en el mes de junio) aunque no parezca, a priori, el lugar
más adecuado.
Los seguidores
habituales del blog conocen sobradamente la admiración que aquí sentimos por
Steven Wilson y su único concierto en nuestro país de su gira actual era una
cita a la que no podíamos faltar. Las críticas de su reciente concierto en el
Royal Albert Hall londinense fueron magníficas y eso animaba a cualquiera,
especialmente sabiendo cómo se las gastan los medios británicos. Nos sorprendió
leer un tweet de Burning Shed (discográfica del músico) el día antes del
concierto en el que anunciaban que había entradas disponibles para el mismo que
se podían obtener gratuitamente respondiendo al mensaje y, sinceramente, no nos
gustó leerlo porque nos temíamos un auditorio desangelado con más butacas
vacías que ocupadas. Nada más lejos de la realidad: la asistencia fue masiva y,
si algún cliente del hotel despistado no supiera el nombre del artista que iba
a actuar, lo habría tenido aún más difícil si hubiese tratado de adivinarlo por
las camisetas del público asistente: logotipos e imágenes de grupos y artistas
como Peter Gabriel, Opeth, Pink Floyd, King Crimson, U2, Syd Barrett, Roger
Waters, The Beatles, Genesis, Porcupine Tree e incluso Jean Michel Jarre
estaban presentes por cualquier lugar en el que quisiéramos posar la vista.
La banda que acompaña a Wilson en la gira es difícilmente mejorable: Chad Wackerman (batería), Nick Beggs (bajo, stick), Adam Holzman (teclados), Guthrie Govan (guitarra) y Theo Travis (saxo, clarinete y flauta). Junto a ellos, un expresivo Steven Wilson (guitarras, bajo, teclados y voz) mucho más expresivo y cordial de lo que nos imaginábamos completaba el plantel. La aparición de Wackerman en lugar de Marco Minnemann (batería en el disco y en los primeros conciertos de la gira) se debía a que, al no estar cerradas las fechas para el tour de Wilson, Marco decidió aceptar otra oferta de Joe Satriani para girar en estos meses.
Habíamos decidido
no indagar nada acerca de los conciertos anteriores de la gira por lo que,
tanto el tipo de espectáculo como la selección de canciones, etc. nos eran
desconocidos y lo cierto es que, tanto la concepción visual del show como la
puesta en escena fueron sobresalientes. Comenzaba el concierto con la
proyección de un cortometraje de unos 20 minutos de duración sobre un músico
callejero que acude día tras día a la misma esquina. Alguien ha apuntado que el
film narra la historia de la canción “Luminol” y podría estar en lo cierto. Era
opinión general entre los asistentes que el video se hace excesivamente largo
como comienzo pero no tardaríamos en olvidar esa espera. En los últimos momentos
de la película, el músico coge su guitarra y comienza a interpretar unos
acordes conocidos cuando caemos en la cuenta de que no es ya el sonido de la
filmación lo que escuchamos sino al propio Wilson apareciendo desde el fondo
del escenario e interpretando la primera canción propiamente dicha del
concierto: “Trains”, procedente del disco “In Absentia” de Porcupine Tree. Tras
la misma, entramos en el torbellino de sensaciones y buena música que es la
monumental “Luminol”, larga suite de jazz-rock progresivo que fue estrenada en
la gira del anterior disco del músico y que luego formó parte de “The Raven
That Refused to Sign”. No importa las veces que hayamos escuchado la pieza:
cada vez suena mejor que la anterior, incluyendo esta versión en vivo. A continuación
se interpretó la excelente “Postcard”, una emocionante canción que se cuenta
entre nuestras favoritas del disco “Grace for Drowning” y que aquí fue
interpretada magistralmente junto con proyecciones relacionadas con el texto de
la misma. Prosiguió el concierto con dos canciones seguidas del último disco,
una espectacular “The Holy Drinker” con un fantástico Nick Beggs al stick que,
no conforme con eso, se luce también en los coros finales. Tras esto, Wilson
hizo una pequeña pausa para contarnos cómo se entiende con sus músicos ya que
ni sabe leer ni escribir música. Así, con Guthrie Govan como aliado, el músico
nos hablaba del tipo de descripciones que le hace a la hora de indicarle el
tono que tiene que tener cada interpretación, descripciones del tipo de:
“imagina que eres un chico perdido en el bosque, al que acaba de abandonar su
esposa quien, además, se ha llevado a los niños con ella”. Pasado el momento de
humos, llegaba otro de los puntos fuertes con el nuevo single del disco, “Drive
Home”. Justo a continuación, el artista presentaría una de las dos nuevas
canciones del show que formarán parte de un próximo trabajo. Como él mismo
dijo, aún no hay título decidido y en cada concierto de la gira le ponen uno
nuevo. Tras pruebas anteriores como “Mother’s Call” o “Wreckage”, fue Adam
Holzman el encargado de titularla en esta ocasión aunque el propio Wilson se
encargó de asegurar tras leerlo que, en ningún caso, el elegido por el teclista
sería el título final de la pieza. Según nos pareció entender, éste era algo
así como “The Rabbit Incidental Helmet” o algo por el estilo. La pieza sonó muy
electrónica para lo que podríamos esperar de un nuevo trabajo de Wilson pero no
deja de ser prometedora. En este momento llegó una pequeña pausa en el espectáculo.
Éste se iba a reanudar con la proyección de un video sobre
un fondo sonoro que algunas crónicas identifican con un tema de Bass Communion
que no conseguimos reconocer en el concierto. Sí que nos recordó algo más a los
efectos sonoros del tema “Clock Song”, descarte del último disco que aparecía
sólo en la edición “deluxe”. La proyección se realizaba sobre un telón
semitransparente que apareció frente al escenario y que conigue un efecto
realmente curioso al ver a los músicos a través de él mientras se proyectan las
imágenes. La pantalla permanecería ahí durante algún tema más. A continuación,
y como prolongación lógica del video, comenzaba “The Watchmaker”, esa
fantástica combinación de rock progresivo y jazz (sensacionales el teclado de
Holzman y la flauta de Theo Travis). Tras la historia del viejo relojero llega
la de otro tipo aún más “jodido” como pudimos oír en la propia presentación de
la canción. Evidentemente, hablamos del coleccionista obsesivo de “Index” en
una interpretación impecable, una vez más, por parte de toda la banda.
Prosiguiendo con los temas de “Grace for Drowning” llegaba “Sectarian”, un
impresionante instrumental antes del cual, Wilson hizo una pequeña semblanza de
un instrumento como el mellotron de cuya invención se cumplen ahora 50 años.
Holzman ilustró la explicación con un par de ejemplos clásicos como las flautas
del comienzo de “Strawberry Fields Forever” o las cuerdas de “The Court of the
Crimson King” de King Crimson aprovechando para comentar jocosamente que
posiblemente sea el único músico en el mundo con tantos seguidores fans de los
Beatles como de King Crimson. Faltaba un sonido clásico del mellotrón por ser
mostrado: el de los coros, pero ese iba a aparecer “intensivamente” en palabras
de Wilson en la propia “Sectarian”. Al concluir ésta, el telón en el que se
proyectaban los videos cayó derribando la separación imaginaria entre artista y
público. Como queriendo reforzar esa idea, Wilson invita en ese momento al
público a levantarse de sus asientos y a seguir de pie junto al escenario la
parte final del concierto.
El último tramo del concierto comenzaba con el único tema
procedente del disco “Insurgentes”, esa soberbia canción titulada “Harmony
Korine” para continuar con una versión algo reducida de la monumental “Raider
II” de “Grace for Drowning” y cerrar el concierto con “The Raven that Refused
to Sign” con las proyecciones del emocionante videoclip animado de la pieza.
Sólo quedaban los bises y estos no decepcionaron: una canción nueva titulada
“Happy Returns” que según el músico formará parte de un próximo trabajo y el
sensacional final que puso “Radioactive Toy”, tema insignia de la primera etapa
del músico cuando Porcupine Tree era sólo un pseudónimo. En algún otro
concierto de la gira hemos leído que se interpretó un tercer “bis” como “Ljudet
Innan” del dúo de Wilson con Mikael Akerfeld llamado Storm Corrossion pero no
tuvimos tanta suerte en Madrid.
Ya con las luces encendidas se proyectó otro corto con música de Bass Communion mientras el público abandonaba la sala. Como si de una película se tratase, en la pantalla se proyectaban los nombres de los músicos y una despedida. Cuando miramos el reloj y vimos que habían pasado más de dos horas y media desde que empezó el concierto, no nos lo podíamos creer ya que todo había pasado volando, lo que no deja de ser una magnífica señal.
Es una pena que en esta ocasión sólo haya habido una fecha
de Wilson en España y él mismo se mostraba sorprendido cuando comentaba en un
momento del concierto que creía que nadie en nuestro país escuchaba su música,
opinión que cambió cuando pudo contemplar el estado del teatro en los momentos
previos a la actuación. Esperamos que en próximas giras mucha más gente pueda
asistir a los conciertos porque, realmente, merecen mucho la pena.
Os dejamos con un video en el que Jess Cope explica cómo hizo los videos que acompañan a las canciones del último disco de Wilson y, claro está, que son proyectados en los conciertos.
Excelente crónica de un concierto inolvidable. Solo un detalle, lo que sonaba con el vídeo de cierre mientras la gente abandonaba la sala era la versión instrumental de Ljudet Innan. Yo aún estoy asimilándolo, qué pasada.
ResponderEliminarLo cierto es que no reparamos en ese detalle al abandonar la sala por lo que agradecemos el comentario. Un saludo.
ResponderEliminarque no falten citas como esta. Un concierto maravilloso.
ResponderEliminarPor mucho que lo esperaba como bueno, ha sido aún mejor.
muy buena crónica.