Tras la entrada
anterior, era necesario retroceder hasta lo que fue, no sólo el primer disco
grabado por Loreena McKennitt sino también la primera referencia del sello
Quinlan Road que ha publicado todos los discos de la artista hasta hoy en día.
En aquel tiempo, la artista llevaba ya varios años infectada por el virus de la
música celta que había empezado a escuchar con intensidad a partir de 1978.
Ella misma cuenta cómo disfrutaba con las grabaciones de varias bandas de todo
tipo en aquellos años de auténtico renacimiento del estilo. Aunque no menciona
nombres, imaginamos que grupos como Gwendal, Planxty, the Bothy Band o los
Chieftains no faltaban entre los que sonaban en su casa. Si cita, en cambio, el
que es otro nombre clave: el bretón Alan Stivell, arpista, como ella misma, y responsable
en gran parte de la popularización del instrumento a partir de un disco mítico
como fue “Renaissance of the Celtic Harp” en el que se mezclaban de un modo
revolucionario para el año 1972 en que se publicó, elementos de folk y rock.
En la primera
mitad de los ochenta, Loreena interpretaba música propia y hacía versiones de
temas tradicionales. La mayor parte de esas obras terminaban por ser utilizadas
por una compañía teatral con la que la artista colaboraba habitualmente. Poco a
poco, las opiniones de sus allegados terminaron por animarle a grabar aquella
música pero su planteamiento fue muy distinto al habitual. Loreena grabaría su
primer disco en apenas una semana en una granja en medio de un campo de
girasoles. La artista cantaba e interpretaba arpa, acordeón, guitarra y
teclados. Sólo otros dos instrumentistas intervienen puntualmente en el disco:
el bajista George Greer (en un tema) y el violonchelista Pat Mullin (en tres de
las canciones). Douglas Campbell (actor escocés-canadiense especialista en
Shakespeare) recita un texto en una de las canciones y Cedric Smith (actor
también de doblaje anglo-canadiense) canta en otras dos, en las que también
toca la guitarra. La gran novedad radicaba en la distribución del trabajo que
se vendía en las actuaciones de la artista en pequeños locales y el las
funciones de la compañía de teatro. Además, se distribuía por correo siendo la
propia artista quien empaquetaba y enviaba personalmente todas las copias en un
primer momento aunque la gran demanda hizo que sus allegados participaran en lo
que, en la práctica, sería el nacimiento de Quinlan Road.
“Blacksmith” – Un tema tradicional sirve para abrir el
disco. Una pieza en la que Loreena interpreta todo lo que suena. La melodía
central es ejecutada con un acordeón pero la mayoría de los sonidos, con la
excepción del arpa, proceden de sintetizadores. La cantante no ha alcanzado aún
aquí el grado de refinación de discos posteriores pero la potencia de su voz
muestra el gran potencial que encerraba ya entonces.
“She Moved Through the Fair” – Quizá sea esta la melodía más
conocida de todo el trabajo ya que ha sido interpretada por multitud de
cantantes a lo largo de los años. Para su versión, Loreena opta por desnudar lo
más posible el texto del poeta irlandés Padraic Collum cantando casi “a
cappella” con un inapreciable fondo electrónico y algunos efectos de pájaros y
campanas sonando en la lejanía. El reto de enfrentarse a un tema tan conocido
sin apenas apoyo instrumental es un desafío del que la artista sale con una
nota excelente.
“Stolen Child” – William Butler Yeats fue un poeta admirado
desde siempre por Loreena y no sorprende que para su disco de debut decidiera
adaptar uno de sus textos escribiendo una melodía fantástica a la que pocas
voces sabrían hacer justicia. Seguramente estamos ante la mejor pieza de todo
el disco y una de las más cuidadas con una preciosa parte de violonchelo y la
participación también de un bajista.
“The Lark in the Clear Air” – El violonchelista Pat Mullin es también protagonista en la única pieza instrumental del disco, en la que cruza sus armas con el arpa de Loreena McKennitt para dibujar una preciosa miniatura de origen tradicional que nos recuerda mucho al sonido del antes citado Alan Stivell.
“Carrighfergus” – Cedric Smith es el encargado de cantar en
esta pieza tradicional en la que Loreena se limita a hacer segundas voces (lo
de que se “limita” es una forma de hablar porque, una vez más, su aportación es
maravillosa). La canción es una más de tantas baladas de origen irlandés con le
emigración y la nostalgia de la tierra natal como tema central.
“Kellswater” – Recupera Loreena el rol de vocalistas principal
en esta canción que reúne una instrumentación muy similar en todos los aspectos
al tema inicial del disco. De nuevo, se trata de un romance tradicional al que
Loreena saca todo el partido posible. Como ocurre en el resto del disco, la
artista opta por un tratamiento muy reposado de la pieza, sin sobresaltos y sin
la intensidad instrumental que alcanzaría en discos posteriores.
“Banks of Claudy” – Otra canción tradicional que explota el
tema de la amante esperando el regreso de su amado que se embarcó en un viaje
incierto. Como ocurre en la mayoría de los casos, éste nunca regresa. Loreena
vuelve a enfrentarse a la canción con el único acompañamiento de su arpa
regalándonos otra interpretación majestuosa.
“Come by the Hills” – Cerrando el ciclo de canciones
tradicionales que integran la mayor parte del disco encontramos la más alegre
del trabajo, con un decidido aire festivo en el texto y una melodía luminosa y
optimista. No es, con todo, la más memorable de las piezas del disco aunque
cumple de sobra con su cometido.
“Lullaby” – Para el final del disco se reserva Loreena uno
de los platos fuertes. Se trata de una pieza escrita por la artista dos años
antes para la compañía teatral con la que colaboraba y que acompañaba la
representación de una obra basada en textos de William Blake. Ésta se
representó en el Festival de Stratford de aquel año. Lo mejor de la canción,
sin duda alguna, es el maravilloso contraste entre el poderoso recitado de
Douglas Campbell del texto de Blake, con una voz profunda, enérgica y llena de
expresividad y el delicioso tarareado de Loreena que acompaña al rapsoda en toda
su intervención.
Tomándonos la libertad de utilizar las palabras de Blake en la última canción del disco, cuando Loreena McKennitt se pone a cantar como lo hace, ¿quién puede resistirse? Aún siendo un buen disco, “Elemental” no es sino un apunte de todo lo que vendría después y sólo por eso merece la pena ser tenido en cuenta. Como acostumbramos a hacer, os dejamos un par de enlaces en los que adquirir el disco.
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