Como tantos y
tantos viajeros, Rick Wakeman era un habitual comprador de libros en las
terminales de los aeropuertos de modo que siempre tenía a mano algo que leer
durante los viajes y las esperas que se suelen producir en las escalas. Durante
una gira por los Estados Unidos como miembro de Yes, cayó en sus manos un libro
dedicado a Enrique VIII y sus seis esposas. Fascinado por la lectura, una idea
comenzó a fraguarse en la mente del viejo gruñón (como firma hoy en twitter):
desde un tiempo atrás, había una serie de melodías que le rondaban la cabeza
pero para las que no conseguía encontrar un momento y una temática adecuada a
pesar de haberlas ensayado incluso para incorporarlas a algún trabajo de Yes.
Así, Wakeman
decidió dedicar el que sería su primer disco en solitario (hubo uno anterior
pero sin composiciones propias), no al segundo de los monarcas de la casa Tudor
sino, más específicamente, a cada una de las seis esposas que tuvo durante su
reinado. En el cine conocemos casos de melodías y composiciones dedicadas
específicamente a ilustrar el carácter y modo de ser de un personaje concreto
asociándole así con un “leitmotiv” que le acompañará en sus distintas
apariciones en la pantalla y también las óperas de Wagner cuentan con
determinados temas musicales asociados a alguno de sus protagonistas pero no son
habituales en el campo de la música popular este tipo de asociaciones y
descripciones de personas concretas con elementos estrictamente musicales. Para
mucho, además, el trabajo de Wakeman sería el primer disco auténticamente
conceptual de la historia aunque esto ya es más discutible.
Así se las gastaba el viejo Rick en la época. |
“Catherine of
Aragon” – La que fuera primera esposa de Enrique VIII había enviudado
recientemente del hermano de éste, Arturo. Para su desgracia, los tres hijos
varones que dio a luz fallecieron sin llegar a cumplir los dos meses en ninguno
de los casos, al igual que ocurrió con una de sus hijas. Tras 18 años de
matrimonio sin ningún heredero a la corona y tras la aparición de Ana Bolena, Enrique
pidió el divorcio provocando el cisma que desembocó en el nacimiento de la
Iglesia Anglicana. La visión de Wakeman de Catalina contó con sus compañeros de
Yes, Chris Squire (bajo), Steve Howe (guitarra) y Bill Bruford (batería).
También intervienen Les Hurdle (bajo), Mike Egan (guitarra), Ray Cooper
(percusión) y las voces de Liza Strike y Barry St.John. Desde el punto de vista
musical estamos ante una de las mejores piezas del disco, con un guiño, incluso
a la “Asturias” de Isaac Albéniz en clara referencia al origen español de
Catalina. Wakeman construye una serie de pasajes de pianos llenos de lirismo y
no exentos de virtuosismo y los rodea de un armazón rock y efectos cósmicos
gracias al mini-moog. Una pieza en la cual el teclista es capaz de concentrar
en apenas cuatro minutos lo mejor de su talento sin llegar a sonar
grandilocuente, su gran defecto en discos posteriores.
“Anne of Cleves” – Wakeman se salta el orden cronológico y de la primera esposa pasamos a la cuarta, que no llegó a ser reina por no consumarse el matrimonio en los escasos seis meses que duró. Repite Egan a la guitarra y acompañan, además, a Wakeman el bajista Dave Winter y Alan White, batería que sustituiría a Bruford en Yes por aquel tiempo. Con esta formación claramente rockera, el teclista nos ofrece un excepcional instrumental rock muy poderoso en el que priman los veloces solos de teclado marca de la casa. De paso, Wakeman se permite juguetear con los sintetizadores extrayendo sonidos que, en su época, sonaban avanzados. Una pieza, en suma, con todas la virtudes y defectos del rock progresivo pero que nos encanta.
“Catherine
Howard” – Poco después de la anulación del anterior matrimonio, Enrique tomó
como esposa a Catherine Howard con quien probablemente mantenía relaciones
desde mucho antes. Los deslices de Catherine la llevaron a perder la cabeza,
literalmente, un par de años después de casada. Los músicos que participan en
la pieza son Chas Cronk (bajo) y Dave Cousins (banjo), ambos miembros de The
Strawbs, antigua banda de Wakeman, Dave Lambert (gutarra), Barry de Souza
(batería), Frank Riccotti (percusión) y Dave Cousins (banjo). Quizá sea el tema
más melódico de todo el disco y el perfil algo más bajo de los acompañantes de
Wakeman en la grabación nos hace pensar en que buscaba un mayor espacio personal
y un protagonismo absoluto. Los mejores momentos con el mini-moog de todo el
disco los escuchamos aquí pero también hay un precioso pasaje de guitarra en la
primera mitad del corte. En la segunda, el teclista se adentra en esos terrenos
casi circenses que tanto le gustan pero no estamos seguros de que encajen bien
en esta pieza.
“Jane Seymour” –
Retrocedemos ahora hasta la tercera esposa de Enrique que fue la madre del
heredero de los Tudor, Eduardo VI. Desgraciadamente, las complicaciones en el
parto le costaron la vida siendo la única de las esposas del monarca que tuvo
un funeral regio y que comparte el panteón con quien fue su marido. Sólo la
batería de Alan White acompaña a Wakeman en la pieza. El teclista se desplazó a
la iglesia londinense de St.Giles-without-Cripplegate para grabar en su órgano
esta solemne composición de tintes barrocos. En el estudio añadirían las partes
electrónicas algo más tarde.
“Anne Boleyn” –
Segunda esposa y, quizá, la que más juego ha dado en la literatura. Haciendo
caso al viejo adagio “cherchez la femme”, Ana sería la verdadera causante de la
ruptura con el Vaticano de Gran Bretaña. Como toda buena historia, la suya
terminó también en tragedia siendo ejecutada por orden de su propio marido. La
banda que interpreta la pieza la completan Les Hurdle, Mike Egan, Bill Bruford,
Liza Strike y las vocalistas Laura Lee y Sylvia McNeill. Mientras trabajaba en
el disco, el músico soñó que asistía a la ejecución de Ana Bolena y que,
durante la misma, sonaba el himno “St.Clement”, popular tema religioso que
acompaña al texto de John Ellerton: “The Day Thou Gavest, Lord, is Ended”. La
melodía se le atribuye al reverendo Clement Cotteril Scholefield pero en los créditos
del disco, Wakeman se la adjudica a E.J. Hopkins. Esto viene a cuento porque la
parte final de la pieza contiene una rendición del himno religioso por parte de
Rick al piano y el pequeño coro femenino de su banda. La primera, original del
teclista, es, quizá, la composición más compleja del disco, con continuos
cambios de ritmo, el piano dando paso al sintetizador y éste al órgano en una
continua sucesión realmente inspirada.
“Catherine Parr”
– La última de las esposas había enviudado en dos ocasiones antes de casarse
con Enrique y también terminó por sobrevivir a éste. Se dice que ejerció como
enfermera más que como esposa en los cuatro años que vivió con el Rey. Repiten
los mismos músicos que interpretaron “Anne of Cleves”. A modo de conclusión,
Wakeman se reserva una sucesión de solos de esos que tanto le gustan. No en
vano, “Catherine Parr” es una de las piezas que más suele interpretar en
directo convirtiéndose en un clásico del repertorio del teclista londinense.
Con “The Six
Wives of Henry VIII” Wakeman comenzaba una carrera en solitario del modo más
prometedor posible. A nuestro juicio, la mayoría de sus discos posteriores no
responden a las expectativas provocadas por este debut perdiéndose en
florituras y exageraciones desmesuradas. Hay un punto de contención aún en este
disco de debut que quizá sea lo que le hace más disfrutable y, de hecho, hoy lo
tenemos por un clásico de su género y un trabajo imprescindible para aquellos
interesados en el rock progresivo. Para su desgracia, en el mismo año de su
lanzamiento se publicaron también un buen puñado de obras maestras que pudieron
ensombrecer la calidad del disco de Wakeman y que éste pasase algo más
desapercibido pero entendemos que era muy difícil hacerse un hueco bajo los
focos que iluminaban el “Tubular Bells” de Mike Oldfield y “The Dark Side of
the Moon” de Pink Floyd.
La pretensión
inicial del músico era la de titular el disco “Henry VIII and his Six Wives”
con lo que habría una séptima composición. Dadas las limitaciones de espacio
del vinilo y comoquiera que no tenía intención alguna de recortar ninguna de
las piezas, nos quedamos sin saber cómo veía Rick al famoso monarca. Sin
embargo, y sabida la afición del músico por retornar a sus viejos éxitos (ha
publicado segundas partes de varios de ellos), no nos sorprendió que unos años
atrás se publicase una revisión en directo del trabajo con mucho material nuevo
donde podíamos encontrar el corte “Defender of the Faith”, supuestamente, la
pieza dedicada a Enrique VIII y descartada del disco original. Al margen de
filias y fobias respecto a Rick Wakeman, personaje muy dado a suscitar ambos
sentimientos, creemos que este disco es uno de esos de obligada escucha y, casi
nos atreveríamos a afirmar que también de obligada posesión. Si queréis haceros
con él, os dejamos un par de enlaces:
Como despedida os dejamos con "Catherine Parr" en directo en 2009:
Saludos, Mike!
ResponderEliminarAl final voy a tener que escuchar este disco con la atención que se merece. Tuve en su día una impresión tan pobre de Journey to the Centre of the Earth que le cogí manía a Wakeman, pero si es un músico tan venerado como parece, igual tiene en su haber un puñado de obras que me estoy perdiendo a causa de los prejuicios.
Un abrazo, compañero, y gracias por otra buena entrada.
Me pasa como a ti con Wakeman. Hay discos que me hacen recular pero tiene unos cuantos que merecen la pena encabezados, probablemente por éste. Ya me contarás que te parece cuando lo escuches.
ResponderEliminarUn saludo.