Lo primero que nos llama la atención de la obra es que venga firmada por Glass y por el director de escena Robert Wilson que, ni es músico ni aporta nada a la parte musical. Sin embargo, la concepción de la obra no permitía la diferenciación entre parte musical y escénica formando ambas un todo indisoluble. Wilson volvería a firmar junto a Glass algunas obras más en el futuro. Aclarado este punto, nos centramos en la ópera. ¿Ópera? En algún retorcido modo sí que lo es pero desde luego, no tiene nada que ver con la idea que todos tenemos de ópera. No hay aquí una historia, una narración con personajes, un heroico tenor, una indefensa soprano y un malvado bajo acompañados de un coro de 200 voces y su orquesta. No. No hay nada de eso en "Einstein on the Beach". De hecho, no hay una narración lineal... qué demonios, en mucho momentos ni siquiera hay narración sino meros recitados de números. Entonces ¿qué es "Einstein on the Beach"? Un espectáculo total de música, escenografía e imágenes, organizado a partir de tres representaciones principales, un tren, un juicio y una lanzadera espacial. Como indica el título, el personaje central de la ópera es Albert Einstein y aparece en multiples formas, desde el violinista que hace las veces de personaje principal de la obra hasta las imágenes de trenes, juguete preferido del pequeño Albert en su infancia y uno de los elementos con los que solía explicar su visión del tiempo de acuerdo con la Teoría de la Relatividad.
La obra se divide en cuatro actos, subdivididos a su vez en dos escenas cada uno salvo el último que consta de tres. Al principio y al final de la obra y entre cada uno de los actos se interpretan una serie de "Knee Plays" o temas bisagra que sirven de transición entre las distintas partes de la representación. Como ya indicamos, los textos no siguen ninguna estructura narrativa. Lo mismo tenemos una serie de números, como textos de Samuel M. Johnson o Lucinda Childs o frases de un joven de 19 años llamado Christopher Knowles, autista, encontradas en un viejo cassette por Wilson en las que el chico hablaba de su hermana Emily y de cómo esta veía la televisión. En palabras del escenógrafo: "Comencé a darme cuenta de que las palabras fluían con un patrón rítmico de una lógica autosuficiente. Era una pieza muy musical. Como una cantata o una fuga, funcionaba conjugando pensamientos repetidos en forma de variación; todo gobernado por construcciones clásicas y un envolvente sentido del humor".
Tras su estreno en 1976 en Avignon y su premiere norteamericana en noviembre del mismo año, la obra fue sorprendentemente aclamada y se convirtió en un referente fundamental de la música posterior a la Segunda Guerra Mundial. Si no habeis oído nunca "Einstein on the Beach", debemos advertiros de que no es una obra fácil, ni recomendable para introducirse en la música de Philip Glass aunque quizá sea su pieza fundamental. En todo caso, ya habeis tenido ejemplos en este blog de la faceta más difícil de Glass por lo que os podemos suponer avisados. Existen dos grabaciones completas de la ópera: la primera, de 1979 publicada por Tormato y posteriormente por CBS, la actual Sony, y una segunda en Elektra Nonesuch de 1993. Hay alguna diferencia importante en cuanto a los textos ya que hay partes que no aparecen en una y sí en la otra y viceversa. La que dejamos aquí hoy (la otra podría aparecer también más adelante) es la primera de ellas y nuestra favorita. Los intérpretes son los miembros de la Philip Glass Ensemble dirigidos por Michael Riesman: Jon Gibson (saxo soprano y flauta), Philip Glass (órgano), Iris Hiskey (voz), Richard Landry (saxo soprano, flauta y clarinete), Kurt Munkacsi (mezcla del sonido), Richard Peck (saxo alto, flauta) y el propio Riesman (órgano, sintetizadores). Los sólos de violín corren por cuenta de Paul Zukovsky. Intervienen también un pequeño coro con voces como la de Dora Ohrenstein y otro coro algo mayor para determinados momentos de la obra.
Durante la obra, hay un monólogo de Samuel M. Johnson que afirma: "If you have never been kissed by a lady of Paris, you have never been kissed at all". Parafraseando, podemos afirmar que: "Si no has escuchado "Einstein on the Beach", no has escuchado a Philip Glass en absoluto."
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Os dejamos algunos fragmentos de la obra:
Y un homenaje humorístico con muñecos de LEGO:
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