Observamos muchas veces a los artistas que atesoran ya una cierta trayectoria con admiración y también
con una pizca de condescendencia. Como el joven Tom Cruise hacía con Paul
Newman en “El Color del Dinero”, respetamos su trayectoria pero pensamos que ya
han dado todo lo que tenían que dar y, al igual que ocurre en la película de
Scorsese, muchas veces, el viejo maestro nos sorprende con una lección
magistral que nos demuestra que aún es más que capaz de dejarnos en evidencia.
Algo así ocurre
con “Up” de Peter Gabriel. Para muchos, “Us”, el disco de 1992, fue un buen
disco que significó en cierto modo el final de su autor como artista pop rock
al uso y lo cierto es que tras la gira que siguió al disco, el “Secret World
Tour”, Peter se dedicó a proyectos diferentes dentro de lo musical pero muy
ligados a soportes audiovisuales como la banda sonora de “Long Walk Home” o la
música para el “Millenium Dome Show” recogida en el disco “OVO”. Pocos
esperaban en 2002 un nuevo disco, digamos, convencional. Y lo cierto es que,
prestando atención en detalle a los quehaceres del músico, habríamos sabido que
empezó a trabajar en “Up” muy poco después de terminar el “Secret World Tour”.
Como comenta en una entrevista Richard Chappell, mano derecha de Gabriel en los
Real World Studios, estuvo “siete años trabajando en el disco” aunque,
curiosamente, lo primero que se decidió acerca del mismo era el título: “Up”,
sobre el que el propio Gabriel bromeaba haciendo un juego de palabras con un
viejo dicho inglés de doble sentido: “old men take a little longer to get up”. En
la primavera de 1995, el antiguo cantante de Genesis se trasladó a una cabaña
en los Alpes junto con Chappell y allí pasaron dos meses esquiando durante el
día y componiendo y al anochecer. Por allí pasaban de vez en cuando algunos
colaboradores habituales del músico como el guitarrista David Rhodes lo que le
servía para dar forma a algunas ideas. De la nieve pasaron a los Real World
Studios en donde trabajaban un día tras otro, de ahí a Senegal en donde
pasarían varias semanas más tras las cuales regresaron a las sesiones de
grabación para volver algo después a la cabaña de los Alpes y al esquí. Así
transcurrió un año tras el que se dedicaron al trabajo en estudio con el
material disponible. La manera de trabajar de Gabriel es muy organizada pero
con grandes dosis de improvisación. Así, casi un año después de volver al
estudio se trasladó al Amazonas a grabar nueva música en un barco-estudio de
unos amigos.
En palabras de
Chappell, de todo el proceso surgieron alrededor de 130 canciones y gran
cantidad de ideas y material almacenado en DAT’s, discos duros, etc. Además,
Gabriel no es una persona que se desprenda fácilmente de algo en lo que ha
estado trabajando por lo que la labor de clasificación y selección de aquello
que finalmente formaría parte del disco iba a ser ardua. Afortunadamente, otros
proyectos como los ya comentados anteriormente sirvieron para dar salida a
buena parte del trabajo realizado pero también iban a provocar un parón en el
disco en sí. A mediados del 2000, Gabriel y compañía retoman los trabajos y se
desplazan a los Estados Unidos para la mezcla final a cargo del ingeniero Tchad
Blake, un genio excéntrico ganador de varios Grammy y fanático de la grabación
binaural, un sistema que imita el funcionamiento del oído humano situando los
micrófonos a ambos lados de la cabeza de un maniquí de modo que, al escuchar la
grabación con auriculares, se reproduce un efecto tridimensional mucho más
natural y exacto que el de los modernos sistemas 5.1. El problema es que sólo
se aprecia todo su potencial cuando se escucha de esa forma. Otra de las
“rarezas” de Blake es su devoción por la mezcla analógica, lo que supuso un
problema al proceder todo el material de Gabriel de fuentes digitales. Mientras
se trabajaba en solucionarlo poco a poco, el músico aprovechaba para grabar
nuevas cosas en una sala contigua con lo que el proceso iba retroalimentandose
continuamente transformando de nuevo el disco en otro diferente.
En cuanto a la
temática del disco, “Up” es un trabajo conceptual alrededor de la idea de la
muerte. Muchos de los temas habían sido presentados en conciertos e incluso
habían sonado en versiones aún por depurar en algunas películas y documentales
muy anteriores a la publicación del disco por lo que alguna interpretación que
se les quiso dar más tarde no era acertada como veremos.
Al final de todo
el proceso, en la creación de “Up” intervienen 10 ingenieros de sonido y
asistentes, cuenta con grabaciones realizadas en varios lugares del mundo y
docenas de músicos diferentes interviniendo en cada canción. La lista es tan
extensa que daría para una entrada por sí sola. Por ello, destacamos sólo
algunos nombres: Tony Levin (bajo), David Rhodes (guitarras, voces), Manu
Katche (batería, percusión), Hossam Ramzy (percusión), L. Shankar (violín),
Steve Gadd (batería), Nusrat Fateh Ali Khan (voz) o Daniel Lanois (guitarras).
Peter Gabriel, por su parte, toca el bajo, el piano, todo tipo de teclados y
samples, armónica y algunas percusiones. La versión que vamos a comentar no es
exactamente la que salió a la venta sino la que obra en nuestro poder, lanzada
un poco antes de modo promocional con alguna diferencia en los títulos, el
orden de los temas y conteniendo un corte más.
“Darkness” – Con
unos sutiles sonidos electrónicos se abre el disco quedando rota esa paz por un
poderoso bramido y una percusión oscura como sugiere el título de la canción.
Gabriel susurra entonces unas palabras antes de cantar con su inconfundible
voz, una de las mejores del universo del rock en estas últimas décadas. Pasamos
de una música de corte industrial, casi opresiva, a momentos de piano bajo y
una leve percusión realmente encantadores en el espacio de unos segundos para
volver de inmediato al caos. Gabriel maneja en ese tránsito todo tipo de
recursos para construir un tema soberbio que pocos artistas están en
condiciones de afrontar.
“Growing Up” –
Una combinación de violoncello, sintetizadores y caja de ritmos nos da la
bienvenida a otra canción espléndida que es toda una lección de trabajo en
estudio y de producción de un tema. Percusiones de todo tipo, efectos
electrónicos, ritmos bailables de corte tribal y Gabriel haciendo maravillas
con todos los registros de su voz. No sabemos si justifica los años de trabajo
en el disco pero cada detalle, cada nuevo sonido, cada fragmento minúsculo es
un engranaje dentro de una maquinaria de precisión casi perfecta.
“Sky Blue” – Los primeros compases nos recuerdan por alguna razón al clásico de su autor a dúo con Kate Bush: “Don’t Give Up”. Se combinan sintetizadores etereos y guitarras que bien podrían pertenecer a Daniel Lanois mientras comienza a filtrarse un coro poco a poco: son sólo cinco notas apenas apuntadas pero que ya al principio llaman nuestra atención. Conforme avanza la canción, ese breve estribillo se repite una y otra vez hasta alcanzar una categoría de himno, apoderándose casi sin ser percibido, de toda la canción. Contaba Gabriel que tardó más de diez años en terminar este tema hasta que por fin quedó justo como deseaba. Un tiempo bien empleado, en nuestra opinión.
“Don’t Leave” –
Titulada finalmente “No Way Out” en el CD que salió al mercado, es una preciosa
canción con el sello inconfundible de su autor, que canta con un registro
melancólico aunque no exento de una cierta rabia en su estribillo. El trabajo
electrónico que se desarrolla en la parte final de la canción es magnífico, una
vez más.
“I Grieve” – Una
magnífica balada, llena de tristeza y que muchos interpretaron como escrita con
motivo de la caída de las Torres Gemelas, especialmente por su interpretación
en un programa televisivo que conmemoraba el aniversario del desastre. Lo
cierto es que la canción era muy anterior y que formó parte de una banda sonora
en una versión preliminar unos años antes además de haber sido interpretada en
alguna gira anterior del músico. Se trata, en todo caso, de una magnífica pieza
que en su segunda parte se llena de ritmo transformándose por completo en un
tema diferente con ciertas influencias africanas.
“Burn You Up, Burn You Down” – Nuestro disco incluye aquí
esta canción que no formó parte del lanzamiento original aunque sí salió como
single en aquellos meses. Lo cierto es que, estilísticamente no encaja con lo
que veníamos escuchando hasta ahora en el disco. Por el contrario, se trata de
una canción pop más o menos convencional, con menor carga de electrónica y un
esquema mucho más clásico. Es la única canción del disco cuya autoría es
compartida por Gabriel con otros artistas: Karl Wallinger y Neil Sparkes.
“The Drop” – Escuchamos en este momento el tema que cerraba
el disco en la edición finalmente puesta a la venta en las tiendas. La canción
más austera en cuanto a la instrumentación de todo el disco puesto que sólo
escuchamos al cantante acompañado de un piano. El tema es un prodigio de
sensibilidad aunque en algún momento parece que no termina de despegar.
“The Barry Williams Show” – Volvemos a la electrónica y a
los ritmos más agresivos en otra canción en la que tenemos que destacar la
producción. Nada sobra porque todo está perfectamente organizado, cada sonido
está en su sitio y no parece haber nada fuera de lugar. Con un ligero aire a
otro genio como David Bowie en algún momento (esos coros...) transcurre otra
gran canción de un disco que, a estas alturas, nos parece magistral.
“My Head Sounds Like That” – Una serie de efectos sonoros
componiendo un ritmo que nos quiere parecer ligeramente latino nos llevan a un
piano, solemne y pausado, filtrado por la electrónica que lo relega a un plano
secundario, como escuchado a través de un viejo transistor. Suena una trompeta
como si estuviéramos en algún tipo de ceremonia o memorial mientras Gabriel nos
relata qué suena en su cabeza. Un tema exquisito que se oscurece hasta lo
tenebroso en su parte final antes de desvanecerse de un modo lánguido en medio
de una cacofonía de trompetas.
“More Than This” – Sonidos industriales como los del tema
inicial abren la canción antes de que Gabriel comience a cantar. El tema tiene
mucho en común con éxitos anteriores del músico y por ello, no termina de
integrarse bien en el contexto del disco, mucho más electrónico y experimental
de lo habitual en trabajos anteriores. Sin embargo, es una canción tan
interesante que no tenemos problema alguno en aceptarla dentro del trabajo y en
destacarla como una de las mejores. Los últimos instantes nos recuerdan a
antiguas producciones de Daniel Lanois para Gabriel, en especial, la magnífica “Red
Rain”.
“Signal to Noise” – Cerrando el disco promocional (recordemos que el que salió a la venta terminaba con “The Drop”) tenemos la que quizá sea la canción más emotiva de todo el trabajo por todo lo que tiene detrás. El tema se escribió con la intención de que fuera interpretado por el legendario Nusrat Fateh Ali Khan pero éste falleció en agosto de 1997 por lo que Gabriel tuvo que tirar de grabaciones antiguas: concretamente de una versión preliminar que ambos interpretaron en 1996 en un programa de televisión. El arreglo construido para la ocasión es de una épica incomparable, con un trabajo orquestal realmente emocionante que se desarrolla en un “crescendo” continuo desde el comienzo en el que sirve de acompañamiento para la voz del cantante pakistaní hasta el final en el que las cuerdas son protagonistas absolutas. Un final abrumador para un disco soberbio.
El personaje de Paul Newman en “El Buscavidas” había pasado
25 años sin tocar un taco de billar hasta que encontró a Tom Cruise. Peter
Gabriel no pasó tanto tiempo sin publicar un nuevo disco de estudio pero su
regreso tuvo mucho de épico, como ocurría en la película de Scorsese. Tras
escuchar el disco, el oyente queda con una impresión magnífica. Con un subidón
similar al que experimentaba el espectador de la sala de cine cuando en la
escena final de la película, Newman coge su “balabushka”, golpea la bola blanca
y proclama “I’m back!”. Si aún no lo tenéis, no dudéis en haceros con el disco
porque es una pequeña joya. Como siempre, os dejamos un par de enlaces:
amazon.es
cduniverse.com
Os dejamos con "Signal to Noise" en directo:
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