La primera
palabra que se nos vino a la cabeza cuando escuchamos por primera vez el disco
del que hablamos hoy fue: “madurez”. No quiere decir esto que los trabajos
anteriores del músico fueran inmaduros (todo lo contrario) pero sí que Rodrigo
Leao había alcanzado un estado musical en el cual dominaba por completo la
manera de plasmar en notas aquello que quería decir y, además, lo hacía del
modo justo, sin excesos de ningún tipo y sin dejarse nada en el tintero.
En su momento
hablamos del disco de debut de Rodrigo con su nueva banda tras dejar Madredeus,
llamada Vox Ensemble. Con ellos grabó aún un par de trabajos más: un mini LP
titulado “Mysterium” que venía a ser una continuación de “Ave Mundi Luminar” y
el magnífico “Theatrum” del que hablaremos en breve para, a continuación,
tomarse un descanso discográfico de cuatro años tras el que regresó con “Alma
Mater”. El latín seguía apareciendo como idioma en el título pero nadie
acompañaba ya a Rodrigo en la portada, firmando el disco a partir de aquí con su
nombre sin más añadidos. No quiere decir esto que el propio Rodrigo se encargue
de tocar todos los instrumentos, ni mucho menos; ni siquiera que prescinda de
sus viejos compañeros ya que alguno de los integrantes de Madredeus y del Vox
Ensemble como Gabriel Gomes sigue apareciendo en el nuevo proyecto de Leao.
Para su “Alma Mater”, Rodrigo se rodea de un grupo de músicos mucho más amplio
de lo habitual e incorpora instrumentos desacostumbrados en su carrera hasta
ese momento o, mejor dicho, los utiliza de otro modo.
La lista de
intérpretes es la siguiente: Adriana Calcanhotto, Ángela Silva, Lula Pena,
Mário Pegado y Verónica Silva (voces), una pequeña sección de cuerda integrada
por Ana Paula Góis (violonchelo), Denys Stetsenko (violín) y Pedro Wallenstein (contrabajo),
Gabriel Gomes (acordeón), Luis San Payo (batería), Margarida Araujo (viola),
Pedro Joia (guitarra clásica), Pedro Oliveira y Rubén Costa (guitarras
eléctricas), Rui Marques (flauta) y Tiago Lopes (guitarra eléctrica, bajo,
percusión y batería). Además, participa un pequeño coro masculino de cinco
intérpretes dirigido por Paulo Lourenço. Rodrigo Leao se encarga, como siempre,
de los sintetizadores.
Adriana Calcanhotto, una de las vocalistas que participa en el disco. |
“Alma Mater” –
Con una serie de arpegios de guitarra al más puro estilo de Philip Glass
comienza un tema del que pronto se adueña esa melancolía que parece teñir la
música portuguesa, procedente de un lánguido violín. Una segunda guitarra,
ahora eléctrica, hace su aparición antes de que las cuerdas tomen las riendas
definitivamente y nos acompañen por un camino preciosista, salpicado de acordes
de guitarra y leves apuntes electrónicos en su parte final.
“A Casa” – De nuevo la guitarra eléctrica nos recibe en una pieza diferente a la anterior que se convierte en el estandarte del cambio de estilo del compositor, quien dirige su mirada de la forma más natural al otro lado del océano para sumergirse en el mundo de la bossa nova con Adriana Calcanhotto como solista. Es la de Adriana una voz cálida y acogedora que no tiene nada que ver con la de Teresa Salgueiro, vocalista de Madredeus y su intervención es un regalo para los oídos. Podríamos decir que se adapta a la música de Leao a la perfección pero estaríamos dando la vuelta a la realidad: es Rodrigo el que se trasforma haciendo propio un estilo a priori ajeno a su repertorio.
“O Encontro” – Asistimos
ahora a una maravillosa pieza de música de cámara que comienza como un trío de
cuerda con acompañamiento de piano que perfectamente podría haber sonado en los
discos de Madredeus o en los primeros de Leao en solitario. Superada la
introducción, sin embargo, volvemos a cruzar el Atlántico para bailar un
auténtico tango en el que flauta y violín se retan en un duelo de miradas con
el acordeón como juez. El talento para la melodía del músico portugués se hace
patente una vez más en una composición que se nos antoja una de sus mejores
creaciones.
“Imortal” – El
violonchelo acompaña a una delicada melodía de piano que evoluciona lentamente
hasta la entrada de las cuerdas que dibujan una extraordinaria composición.
Cuando entran las voces, lo hacen completando un fresco de extraordinaria
belleza que nos recuerda lo mejor de los trabajos anteriores con el Vox
Ensemble.
“O Exercicio” –
Siempre hay un poso minimalista en la música de Leao, admirador confeso de
Michael Nyman. Los minutos iniciales al piano de esta composición son un
demostración más de lo veraz de esa afirmación. No tarda el compositor en
aprovechar el potencial expresivo del trío de cuerdas para introducir nuevas
melodías que enriquecen hasta el extremo el conjunto. El potencial que se
adivinaba en discos como “Ave Mundi Luminar” se actualiza aquí de la mejor
forma, con un Leao que ha pulido su estilo con el cariño de un viejo orfebre
prescindiendo de elementos superficiales en forma de arreglos que podían
distraer la atención en otras composiciones anteriores. En el clásico esquema
de la música de Leao, vuelve a aparecer un magnífico coro en la segunda parte
de la pieza que nos reta a permanecer impasibles: no hay caso. Tenemos que caer
rendidos ante tanto talento.
“Sossego” – El
título lo dice todo: escuchamos una composición de piano y guitarra eléctrica
de carácter plomizo, como de tarde de bochorno en pleno verano cuando no hay
ganas de nada que no sea sestear. Pero en la siesta nace el sueño y la guitarra
acústica en compañía de la flauta se encargan de dirigirnos a lo largo del
mismo. Desgraciadamente, no es muy largo ese tipo de sueño y se extingue pronto
dejándonos con una sensación de desamparo.
“Pasión” – Si ya
es un riesgo que un portugués se lance a componer milongas, más aún lo es que
las cante una artista de la misma nacionalidad como Lula Pena y que lo haga en
español. Ignoramos lo que opinarán los puristas del género pero el acercamiento
de Rodrigo a tan clásico ritmo rioplatense nos parece acertado y nada
impostado. El particular acento de Lula, además, le da un aire arrabalero a la
pieza que no le puede sentar mejor.
“Orionte” – Regresa Leao a terrenos que le son más propios con una pieza de comienzo ambiental, con esponjosos fondos electrónicos que nos preparan para unos sencillos acordes de piano y guitarra. La aparición de un suave ritmo programado acompañado de algunos efectos sonoros muy característicos nos acerca a un género tan insustancial como lo que dio en llamar música “chill out”. En la mayoría de los casos, este calificativo va acompañado de música de usar y tirar, carente de profundidad y emoción pero aquí Rodrigo se las arregla para crear un tema agradable aunque sin demasiado recorrido si lo comparamos con otros momentos del disco.
“Dragao” – El
giro que experimenta el disco con el tema anterior se confirma en esta pieza en
la que el ritmo se hace más evidente con la aparición de la batería y de una
línea de bajo claramente reconocible. Incluso las voces femeninas que adornan
el tema tienen un cierto sabor étnico que nos recuerda algunos de los tópicos
del género. En su segunda parte, la pieza mejora bastante con la aportación del
coro y consigue librarse (por muy poco) de quedar como un mero intento fallido
de sonar comercial por parte de un artista que no tendría necesidad alguna de
experimentos de ese tipo.
“Vita Brevis” – Tras
un pequeño paréntesis “electrónico”, vuelve Leao a adoptar formas más
reconocibles con esta lenta canción con letra en latín que forma parte de su
repertorio más íntimo del que tenemos cumplidas muestras en sus primeros discos
en solitario.
“A Tragedia” –
Quizá sea esta la melodía más profunda del trabajo, de clara aspiración
clasicista, el contrabajo dibuja con trazos pesarosos una melodía oscura que no
tardan en acompañar el resto de cuerdas en una preciosa miniatura con la que el
músico demuestra, una vez más, un talento fuera de lo normal para dibujar
paisajes imborrables.
“Espelhos” –
Cerrando el disco tenemos esta composición que reúne lo mejor de los dos
estilos que han dominado el trabajo. Así, una serie de sonidos electrónicos
abre el tema siendo pronto acompañado de unas cuerdas luminosas que preparan el
camino para las voces que surgen como una visión celestial entre las nubes.
Sería un magnífico cierre para este “Alma Mater” pero Rodrigo quiso añadir un
pequeño regalo al lote.
“A Casa (lounge
mix)” – La expresión “chill out” ya ha aparecido antes en esta entrada pero es
aquí donde alcanzaría todo su sentido. Se diría que en los últimos años, un
disco no es nada sin su correspondiente ración de remezclas acompañándolo, ya
sea en forma de temas adicionales en algún single, de un segundo CD que
acompañe a la edición especial del trabajo o, como en este caso, de “bonus
track” que remata el disco. Nada que objetar a la versión aquí ofrecida pero no
creemos que aporte gran cosa al conjunto por lo que resulta prescindible.
Los primeros
discos en solitario de Rodrigo Leao fueron magníficos. No nos cabe duda alguna
al respecto. Tenían la energía y la fuerza de aquel músico joven que abandona
un grupo de éxito y quiere demostrar que no se equivoca al hacerlo. Hay en
ellos grandes piezas y unas ganas de agradar imposibles de disimular y ese
entusiasmo, si bien es una fuerza motriz que facilita todo lo demás, hace que
no siempre sea fácil filtrar algunas ideas, cuidar algunos arreglos, de forma
que el resultado sea aún mejor. Ese “savoir faire” que terminan por dar los
años aparece en “Alma Mater” como nunca antes en la carrera del músico. No
queremos decir que éste disco sea mejor que los anteriores pero sí creemos que
está mejor terminado. Como es nuestra costumbre, os dejamos algunos enlaces en
los que adquirirlo:
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