La figura de Míchéal Ó Domhnaill ha sido de una importancia capital en la música celta de las décadas de los setenta, ochenta y noventa. Nacido en una familia de músicos, tanto su padre como sus hermanas fueron en uno u otro momento, integrantes de alguno de los más interesantes proyectos surgidos en aquellos años. Si hay algo que le da más mérito a este papel preponderante de Míchéal es su instrumento. No tocaba el violín, la gaita o el acordeón sino la guitarra, artefacto habitualmente relegado en el mundo del folk irlandés a un mero acompañamiento rítmico en la mayoría de las ocasiones. La carrera de Míchéal le llevó a formar parte de formaciones de la importancia de Skara Brae y, sobre todo, la Bothy Band, considerada durante mucho tiempo como la banda más importante del universo celta irlandés, con permiso de los Chieftains.
Tras la disolución de la banda en 1979, Míchéal se juntó con uno de los integrantes de la misma, el violinista Kevin Burke e iniciaron una fructífera relación artística recorriendo su país natal y embarcándose en una gira por EE.UU. en donde decidieron establecerse. Tras un par de discos grabados como dúo: “Promenade” y “Portland”, ambos se establecieron en Norteamérica, concretamente en la ciudad de Oregón que daba título a su segundo disco. Allí, Míchéal comenzó a moverse en la escena musical local y conoció a un violinista de raíces clásicas llamado Billy Oskay (parte de cuya formación musical tuvo lugar, curiosamente, en Mallorca). El violinista trabajaba principalmente como músico de sesiones y poseía un pequeño estudio. Míchéal, quien no renegaba en absoluto de sus raíces celtas pero que buscaba moverse en ámbitos diferentes, congenió enseguida con Billy y comenzaron a grabar algunas cosillas.
Es aquí cuando entra en escena William Ackerman, cabeza visible de la discográfica Windham Hill. Mientras estaba preparando una banda sonora para la película “Country”, alguien le hizo llegar unas demos de lo que Oskay y Ó Domhnaill habían grabado. Ackerman se mostró maravillado por lo que ahí sonaba y su interlocutor le dijo: ¿conoces una banda irlandesa llamada The Bothy Band? Pues este es su guitarrista y vive a dos manzanas de aquí. Ackerman no sólo conocía el grupo sino que era un gran admirador suyo. No tardó en reunirse con Míchéal y pronto firmaron un contrato para publicar el primer disco a dúo con Billy Oskay. ¿El título? Tan poético como descriptivo: “Nightnoise”.
Míchéal Ó Domhnaill y Billy Oskay. |
“Nightnoise” – Una lejana nota sostenida de violín abre el disco preludiando la primera composición de Billy Oskay para el disco. La guitarra y el bajo de Tommy Thompson, músico invitado en un par de cortes, sientan las bases para la llegada del piano, interpretado por el propio Míchéal, aunque la melodía principal, de aires jazzisticos corre por cuenta de Oskay y su violín (y Grappelli es siempre una referencia si juntamos en la misma frase las palabras “jazz” y “violín”). La pieza, rápida en su desarrollo, se hace extremadamente breve y nos da una pista de por dónde va a transcurrir todo el disco.
“The 19A” – Tras un tema de Oskay, le toca a Ó Domhnaill su turno como compositor. Aunque la pieza comienza como un dueto de guitarra y violín, la aparición de los “tin whistles” o flautas irlandesas, enriquece la composición además de darle un aire nostálgico que nos remite ligeramente a la Irlanda natal del guitarrista en una de las escasas referencias celtas que escuchamos en el disco.
“Bridges” – De nuevo, la guitarra, suave, delicadamente, comienza a sonar preparándonos para otro momento de gran sensibilidad. Casi podríamos hablar de un tema interpretado en solitario por su autor, Míchéal, ya que él es el intérprete de flautas, guitarra y armonio. Conforme progresa la pieza de modo majestuoso, como el río Williamette sobre el que se encuentran los puentes del título, van incorporándose algunas melodías de violín. A mitad del tema, la pieza cambia por completo de la mano del piano y la viola de Oskay se convierte en protagonista. La parte final, anticipada por una preciosa melodía de piano nos transporta de nuevo a los primeros compases del tema y a la guitarra de Míchéal que se despide con parsimonia.
“False Spring” – Escrita por Oskay y un tal D. Bottemiller, de quien no hemos sido capaces de encontrar mayor referencia que su aparición en los créditos de este disco, en “False Spring” escuchamos a Billy en su faceta pianística además de la ya conocida con el violín. Las teclas tienen una presencia mucho mayor que en otros cortes y la guitarra de Míchéal Ó Domhnaill se limita a un discreto acompañamiento. Es esta una composición ciertamente extraña pero muy atractiva que pasa por ser una de nuestras preferidas del disco.
“Duo” – Continuamos con las composiciones de Billy Oskay y esta pieza cuyo título nos dice todo lo que debemos saber sobre su instrumentación: violín y guitarra juntos, dialogando en una animada charla que en su primera parte pasaría sin esfuerzo por una pieza camerística de cualquier repertorio clásico para convertirse en su tramo final en una suerte de pieza de jazz con toques country realmente agradable.
“City Nights” – Cerrando este tramo de composiciones de Oskay, éste vuelve a sentarse ante las teclas del piano para interpretar una animada pieza con todo el espíritu del jazz de Nueva Orleans pero pasado por un filtro de elegancia clásica que iba a convertirse en el sello principal del dúo que pronto pasaría a denominarse Nightnoise tras ampliarse a cuarteto. El dinamismo de la música de Oskay hizo recomendable la aparición, por segunda vez en el disco, del bajista Tommy Thompson.
“After Five” – Con sólo escuchar la pausada introducción de guitarra, estamos en condiciones de reconocer ya la autoría de Míchéal Ó Domhnaill en esta composición en la que volvemos a escuchar un dúo de guitarra y violín durante los minutos iniciales hasta la incorporación de flautas y armonio en el segmento central, transportándonos a los verdes prados de Donegal, donde Míchéal pasó su infancia.
“Menucha (A Place With Water)” – La última de las aportaciones de Oskay como autor al disco continúa con la misma línea de las anteriores. Hay una diferencia apreciable entre la música de uno y otro intérprete: mientras que las composiciones de Oskay suelen presentar varios cambios de ritmo y alternar el protagonismo de los instrumentos, las de su contrapartida son piezas con una mayor cohesión interna, más compactas. El mérito del dúo es conjugar estas dos formas de componer para elaborar un disco absolutamente coherente y conjuntado. Nightnoise hacen que esto parezca fácil cuando no lo es en absoluto.
“The American Lass” – Cierran el disco dos temas escritos por Míchéal Ó Domhnaill. El primero de ellos quizá sea el más intrascendente por cuanto no aporta ninguna novedad sobre lo escuchado anteriormente. No es que sea una composición prescindible ni por asomo pero puede dar la impresión de ser una despedida anticipada del disco que no nos dejaría con el buen sabor de boca del final real.
“The Cricket’s Wicket” – Y es que el cierre de “Nightnoise” lo iba a poner una de las composiciones más memorables de Ó Domhnaill que es, a su vez, una de las pocas que se mantuvo en el repertorio de los futuros Nightnoise hasta su desaparición. Los primeros minutos de la pieza son un diálogo guitarra-piano muy melancólico, casi parsimonioso y nada hace presagiar el cambio que tiene lugar cuando se hace el silencio y el violín de Oskay comienza a desgranar una melodía de aires clasicistas al unísono con el piano. Junto a ambos instrumentos, comienza a juguetear una alegre flauta llevándonos a la siguiente estación. Allí, la guitarra y el armonio vuelven a navegar por los tiempos lentos durante unos instantes previos al gran final: la guitarra adopta un aire de marcha y el “tin whistle” entona una melodía de inspiración celta que suena como una liberación acompañada en segunda instancia por la viola de Oskay. “The Cricket’s Wicket” es una maravilla de principio pero lo mejor es que anticipa lo que puede dar de sí el dúo Oskay-Ó Domhnaill en el futuro y le da forma al sonido de lo que algo más tarde se llamaría Nightnoise.
La pareja de músicos había puesto la primera piedra de algo que podía llegar a ser muy grande pero las cosas van a su ritmo y la materialización de Nightnoise como grupo iba a tardar aún un poco. Tríona Ní Dhomhnaill, hermana de Míchéal y antigua componente tanto de Skara Brae como de la Bothy Band, siguió los pasos de su hermano y se trasladó a EE.UU. tras la separación de la banda, aunque ella lo hizo a Carolina del Norte invitada por Mike Cross. Allí formó parte de Touchstone, banda que combinaba la música celta con el country y algo de bluegrass. En 1983 se trasladó a Portland con su hermano y comenzaron una nueva andadura en lo que fue el gran supergrupo de la música celta: Relativity, integrado por los Ó Domhnaill y por los Cunningham, los hermanos Johnny y Phil, miembros ambos de Silly Wizard, legendaria formación escocesa, hoy considerada un clásico del género celta. Por otro lado tenemos a Brian Dunning, excepcional flautista irlandés que, tras formarse junto a la leyenda del instrumento, James Galway, completó sus estudios en el Berklee College of Music, prestigiosa institución de la costa este norteamericana. Dunning se inclinaba por el jazz pero seguía fiel a sus raíces celtas. En 1984 formó el dúo Puck Fair junto con el percusionista Tommy Hayes. Ambos contactaron con Ó Domhnaill y Billy Oskay junto a quienes grabaron “Fair Play”, primer disco de la formación en el estudio del propio Oskay. El disco acabaría siendo publicado en 1987 por Windham Hill, el sello que editaría los discos de Nightnoise.
Tenemos, por tanto, al dúo Oskay-Ó Domhnaill al que se añaden Tríona Ní Dhomhnaill y Brian Dunning o lo que es lo mismo, una pianista consumada y un virtuoso de la flauta clásica. Si a ello añadimos que las nuevas incorporaciones son también compositores, encontramos el caldo de cultivo perfecto para formar un grupo de gran potencial. La primera muestra del mismo fue “Something of Time”, disco del que hablamos aquí hace tiempo, pero hubo mucho más de lo que hablaremos en próximas entradas del blog ya que Nightnoise son una de nuestras formaciones favoritas, representativas de toda una época y una forma de hacer música. Desgraciadamente, no es nada sencillo hacerse con una copia del disco que dio comienzo a la trayectoria de Nightnoise a buen precio. Una de las pocas que hemos hallado:
amazon.com
Para despedirnos, os dejamos una versión en directo de Nightnoise, ya como cuarteto, de "The Cricket's Wicket". La imagen es mala y el sonido mejorable pero se puede apreciar toda la calidad de la pieza y los intérpretes, en su mejor momento:
amazon.com
Para despedirnos, os dejamos una versión en directo de Nightnoise, ya como cuarteto, de "The Cricket's Wicket". La imagen es mala y el sonido mejorable pero se puede apreciar toda la calidad de la pieza y los intérpretes, en su mejor momento:
No hay comentarios:
Publicar un comentario