Tiempo atrás hablamos ya aquí del compositor noruego Oystein Sevag. Hoy sabemos de él muchas cosas y, desde luego, bastante más de lo que conocíamos de él en 1992, fecha de la publicación en España de su primer disco, “Close Your Eyes and See”, editado varios meses antes en Noruega por el músico a través de un sello propio creado para la ocasión. Entonces, la escasa información que llegaba hablaba de un sintesista de formación clásica e ideología cercana a la “new age”, refiriéndonos a la corriente de pensamiento más que a su vertiente como género musical. Hoy sabemos que ese músico ya había compuesto cosas antes en una onda totalmente distinta. El oyente de 1992 se vio deslumbrado por una composición, brillante como pocas, que abría el disco convirtiéndose en un clásico instantáneo. El melómano actual que quiera acercarse a la carrera de Sevag, tiene a su disposición un par de discos con material anterior al de “Close Your Eyes and See” que, inevitablemente, le harán escuchar de otra forma el que para todos nosotros fue su disco de debut.
Toda esta divagación tiene como objeto que el lector entienda que nosotros pertenecemos al primer grupo de oyentes: los que escucharon anonadados el disco que hoy vamos a comentar sin llegar a explicarnos cómo alguien podía tener un debut tan fulgurante sin que hubiéramos sabido nada de él hasta entonces. Con el tiempo, Sevag se iba a revelar como un músico mucho más completo de lo que dejaba entrever en su debut, a pesar de que éste ya fue magnífico. Entretanto, nuestra relación con “Close Your Eyes and See”, ha pasado por etapas muy diferentes. En el momento de su aparición, fue un disco que nos impresionó, especialmente por una de sus piezas. Como suele suceder en estos casos (y hemos tenido algún ejemplo por aquí no hace mucho tiempo con “On the Future of Aviation” de Jerry Goodman), durante bastantes años tuvimos el disco almacenado en la categoría de trabajos que merecen la pena por una de las composiciones que contiene. Con la perspectiva de los años, hemos ido saliendo de ese error y nuestra visión del trabajo que hoy os vamos a comentar es, creemos, mucho más justa. Sin quitarle mérito alguno a la composición más brillante del disco, el resto del mismo se encuentra a un nivel muy elevado de modo que centrarnos sólo en uno de los fragmentos se nos antoja una equivocación.
El disco se grabó en un pequeño estudio de Stokke, Noruega y en él, Sevag toca todos los instrumentos (principalmente sintetizadores) y hace las programaciones electrónicas. Sólo en cuatro de los diez cortes aparece algún músico invitado. Los créditos los completan además del propio Sevag: Bendik Hofseth (saxo), Jan Erik Salater (bajo), Inge Norum (percusión) y Roar Lindberg (guitarra).
“Horizon” – El disco arranca del modo más tópico posible hablando de música electrónica cercana a la new age en 1990: sonido de olas que rompen en la orilla y “pads” ambientales de sintetizador que no presagian nada especialmente prometedor. Quizá por ello la sorpresa ante lo que viene a continuación es mayor: un ritmo de platillos que rompe en una arrebatadora línea de bajo y una melodía de flautas sintetizadas tan simple como bella. Tras unos vibrantes momentos llega la primera pausa con instrumentos de viento sampleados (con un sonido artificial que habitualmente nos resulta insoportable pero que, inexplicablemente, encaja aquí a la perfección), piano, y sintetizadores. Al cabo de unos instantes, volvemos al ritmo inicial y a una serie de solos de teclado absolutamente magistrales que se suceden combinados con el bajo y ganando en intensidad a cada compás para despedir la pieza en su momento culminante. Lo que Sevag hace en estos seis minutos largos es magia. No se nos ocurre mejor palabra para definirlo ya que partiendo de elementos absolutamente tópicos y sonidos de lo más trillado (el “lead” de flauta que lleva la melodía principal debe ser uno de los más empleados en estos estilos desde que apareció) consigue una composición magistral que veinte años después sigue sonando maravillosamente bien. Ignoramos si era su intención pero el ambiente gélido que transmiten los sonidos (es bien posible que nos condicione su procedencia noruega en esta apreciación) es impresionante. Otro punto a tener en cuenta es la habilidad del músico construyendo líneas de bajo, algo que agradecerá Jan Eric Salater, bajista habitual en los primeros discos de Sevag aunque no aparece acreditado en todos los cortes del disco por lo que entendemos que es el propio Oystein quien la interpreta desde sus sintetizadores en “Horizon”.
“Grounding” – En contraste con el corte inicial, aquí sí aparecen músicos adicionales, concretamente el saxofonista Bendik Hofseth y el citado Salater al bajo. La pieza no puede ser más distinta de la anterior. Se construye a partir de un extraño ritmo cuajado de efectos de sonido y percusiones sobre el que Bendik interpreta una breve secuencia melódica reiteradamente. Tanto el bajo como el saxo son llevados a lugares distintos de lo acostumbrado, con distorsiones y efectos que retuercen el sonido en muchos momentos creando una atmósfera desasosegante. Hacia el final, la música se interrumpe por la entrada de una percusión de tintes étnicos que nos transporta hacia el siguiente corte. Inclasificable este “Grounding”, que podemos situar entre las composiciones más arriesgadas de Sevag.
“Norwegian Mood” – De nuevo el saxo de Hofseth es el protagonista de la siguiente composición aunque esta vez en un registro absolutamente diferente, con una bonita melodía en un estilo jazzy muy agradable. El entorno del que le dota Sevag es similar al de “Horizon”, con un bajo omnipresente, percusiones muy acertadas en un conveniente segundo plano y otro invitado, el guitarrista Roar Lindberg, en un papel algo limitado. Quizá sea el corte de más fácil escucha del disco y, desde luego, no es el más arriesgado. Con todo, es uno de los momentos más destacables de todo el trabajo.
“Silent Prayer” – Continúa el CD con un tema abiertamente ambiental, con profundos sonidos sintéticos, efectos de viento y muy pocos elementos melódicos. Salvando las distancias, que son inmensas, encontramos alguna similitud con composiciones como “Night in Shanghai” entre el repertorio más arriesgado de Jean Michel Jarre.
“Short Revelation” – Sevag vuelve por el camino de los sonidos étnicos con una intrigante secuencia percusiva que se va enriqueciendo poco a poco con lejanos sonidos de viento y una incipiente línea de bajo que va ganando en intensidad poco a poco. Aparecen los sintetizadores de fondo preparándonos para el giro que dará la pieza con la entrada de la batería electrónica. La composición va evolucionando de menos a más e insistimos en un curioso hecho: el uso de sonidos de viento sintetizados que tanto se repitió en los discos de la época y que llegaba a resultar tedioso en una grabación tras otra, en manos de Sevag no cansa en absoluto aunque esto es una apreciación muy personal.
“Message from Silence” – Seguimos con los temas ambientales pero en una línea completamente diferente. El tema se estructura a partir de veloces secuencias en tonos agudos en la mejor tradición de algunos temas del mejor Klaus Schulze, a partir de las cuales se va construyendo una melodía muy desdibujada que apenas se apunta en pequeños retazos a lo largo de los escasos minutos de duración de la composición.
“Gaia” – Abre la pieza una percusión insistente a la que se añade, a modo de presentación, una breve introducción de flauta que nos recuerda el tema principal del disco. A partir de ahí, Sevag toma las riendas y comienza a construir una especie de variación sobre el tema de “Horizon” combinando un sonido cercano al órgano clásico con los samples de flautas y oboes que tanto han sonado en el disco. En la parte final aparece la guitarra de Roar Lindberg reclamando el protagonismo que no tuvo en su anterior intervención en un excitante diálogo con los teclados de Oystein. La pieza nos mantiene expectantes durante toda su extensión porque parece que puede estallar en cualquier momento pero no es así y con un potente acorde de órgano, da paso a la siguiente composición.
“Gratitude” – Sevag se vale de la más clásica tradición electrónica para la siguiente pieza, con unas cuerdas que hacen las veces de armazón rítmico en el que se van engarzando las secuencias de bajo, las potentes percusiones y algún ocasional destello melódico. De nuevo estamos durante toda la composición esperando un cambio radical, un giro que parece anunciarse a cada compás pero, al contrario que en el corte anterior, éste sí que llega con una espectacular ráfaga melódica que ocupa el último minuto del tema dejándonos más que satisfechos.
“The One Word of the Wiseman” – Acercándonos al final tenemos otra composición ambiental. El comienzo nos recuerda mucho a la forma de componer de otro sintesista de la época del que tendremos que hablar tarde o temprano: Patrick O’Hearn. Se trata de una larga introducción marcada por un ritmo continuo de percusiones sobre las que va desarrollándose, muy lentamente, una melodía electrónica. De vez en cuando, algunos apuntes con el bajo sirven para resaltar el ritmo general pero de modo muy esporádico.
“Home” – Para cerrar el disco, Sevag recupera el saxo de Bendik Hofseth, el bajo de Jan Eric Salater e incorpora las percusiones de Inge Norum. La línea de bajo inicial suena muy jazzy y parece un anticipo de una especie de jam-session pero las cosas van por otros derroteros. El saxofón se parece más al que ya escuchamos en “Grounding” que al de “Norwegian Mood” y es que toda la pieza se mueve por parámetros más bien experimentales y vanguardistas y podemos escuchar sonidos cercanos al Vangelis más extraño (el que encontramos en discos como “See You Later”) junto con texturas electrónicas más clásicas.
No se trata aquí de criticar a otros músicos pero estamos convencidos de que si Sevag no fuera noruego, su reconocimiento actual estaría muy por encima del de otros sintesistas de menos talento pero que han sabido explotar otros aspectos colaterales a los puramente musicales en beneficio de un mayor éxito comercial. Es cierto que nuestro protagonista entró pronto en el catálogo de una de las discográficas más importantes de la música “new age” (adoptaremos esa denominación para entendernos aunque discrepamos sobre su aplicación a determinados artistas) como fue Windham Hill, pero no lo es menos que la “rama” electrónica del género tenía más implantación en sellos como Private Music, Narada o Hears of Space identificándose la compañía fundada por Will Ackerman con sonidos acústicos fundamentalmente, por lo que Sevag era una especie de “rara avis”. En cualquier caso, creemos que Oystein funciona mejor trabajando de manera independiente. Sin ser malos (más bien al contrario), los discos del artista noruego publicados en Windham Hill tenían el defecto de la linealidad: trabajaba con unos registros muy concretos y claramente delimitados que el tiempo ha terminado por demostrar que eran insuficientes para Sevag. Creemos que tanto en “Close Your Eyes and See” como en discos más reciente como “Caravan” o “The Red Album” tenemos a un músico mucho más versátil y completo que el que pudimos disfrutar en sus años de mayor éxito popular. Aún tenemos demasiado fresco su trabajo más reciente, aparecido a comienzos de este año bajo el título de “Space for a Crowded World”, pero cuando lo hayamos madurado lo suficiente, tendrá su sitio aquí, al igual que los discos en Windham Hill o Hearts of Space que nos parecen, a pesar de lo dicho anteriormente, notables en general.
Como es costumbre por estos pagos, os dejamos un par de enlaces en los que comprar el CD si lo creéis oportuno:
amazon.es
play.com
amazon.es
play.com
EXTRAORDINARIO ARTICULO.CUANDO ESCUCHÉ ESTE TRABAJO,ME CAUTIVÓ SOBREMANERA,EN ESPECIAL,COMO Bien DICE EL ARTICULO,SU PRIMER TFMA " HORIZON",ME SORPRENDIO SOBREMANERA LA COMPISICION EN SI,SU RIQUEZA INSTRUMFNTAL,SUS EFECTOS SONOROS Y ESE RITMO MUY BIEN ELABORADO CON ESA LINEA DE BAJOS.
ResponderEliminar