Las hermanas
Katia y Marielle Labeque representan uno de esos raros casos que se dan en el
mundo de la música clásica en que, como por ensalmo, un intérprete alcanza una
fama repentina y se convierte en una estrella a un nivel cercano al de algunos
ídolos del pop. Lo particular de su éxito es que no procede de la
“vulgarización” de un repertorio clásico para hacerlo accesible al llamado
“gran público” como han hecho otros nombres hoy famosos sino que alcanzaron su
primer éxito con una grabación, nada menos que de las “Visions de l’amen” de
Olivier Messiaen realizada cuando las pianistas contaban con 19 y 17 años
respectivamente. El mérito es mayor si tenemos en cuenta que fue el propio
Messiaen quien supervisó y dio el visto bueno a la grabación quedando plenamente
satisfecho (recordemos que el músico estuvo casado con la también pianista
Yvonne Loriod, habitual intérprete de sus obras y que su nivel de exigencia era
máximo).
Esta elección de
la vía “más dura” para darse a conocer, incluyó interpretaciones de música de
Luciano Berio, Pierre Boulez o Gyorgy Ligeti pero no se quedaron ahí y
ampliaron su repertorio a todo tipo de músicas, desde el barroco (llegaron a
encargar la construcción de dos pianoforte) al jazz, el pop o el flamenco (han
grabado con la cantaora Mayte Martín). Su mayor éxito fue una transcripción
para dos pianos de “Rhapsody in Blue” de Gershwin lo que las elevó al estatus
de estrellas. Tras haber tocado con las mejores orquestas, haber grabado en los
mejores sellos y haber acompañado a los mejores solistas, decidieron crear su
propio sello discográfico, KML Recordings el 2007, no sólo para publicar sus
propios trabajos sino para apadrinar a nuevos artistas procedentes de los
estilos más variopintos y no sólo en el ámbito de la música sino también en el
campo audiovisual. Ya en 2012, establecieron un centro de reunión para artistas
en Roma en el que construyeron su propio estudio de grabación y fue allí donde
surgió el disco que hoy vamos a glosar. El título: “Minimalist Dream House”,
dice mucho. Las “Dream House” son una serie de instalaciones ideadas por el
pionero del minimalismo LaMonte Young en las que se combinaba su música con las
esculturas lumínicas de su esposa, Marian Zazeela. La referencia al minimalismo
del título sirve para despejar cualquier posible duda al respecto del contenido
del disco pero no nos llevemos a engaño: no hay música de Young en el disco y,
además, la definición de lo que es “minimalista” para las hermanas Labeque es
algo más amplia de lo que se suele aceptar como tal.
A pesar de que el
disco está firmado por las hermanas Labeque, intervienen varios músicos más en
determinados momentos de la grabación. A saber: David Chalmin (voz, guitarras,
bajo y efectos electrónicos), Raphael Seguinier (batería, percusión y efectos
electrónicos) y Nicola Tescari (piano, teclados y efectos electrónicos).
Las hermanas Labeque |
“Minimalist Dream
House” consta de tres discos bastante diferenciados entre sí: el primero
contiene varias obras más bien cortas para piano o dos pianos. El segundo se
centra en piezas para grupo y el tercero nos presenta dos obras de larga
duración:
DISCO 1:
“Four Movements for Two Pianos” (Philip Glass) – No habría
sido demasiado arriesgado suponer que Glass aparecería en un disco de estas
características aunque la pieza escogida no es la más habitual de su repertorio
(de hecho, la de las hermanas Labeque es la segunda grabación que conocemos de
la misma). Se trata de una composición relativamente reciente (data de 2008).
No es muy amplio el repertorio de Glass para dos pianos pero dada su
importancia, tenemos que recordar su ópera “Les Enfants Terribles” que, aunque
escrita para tres, recuerda mucho en las formas a lo que podemos escuchar en
estos cuatro movimientos. La pieza surge como encargo de la pianista Maki
Namekawa y Dennis Russell Davies quienes fueron también los encargados de
estrenarla. El primer movimiento es enérgico y directo. Inconfundiblemente
“glassiano”. El segundo cambia de registro, bajando de velocidad y adoptando,
en general, un tono mucho más comedido con un toque neo-romántico que el autor
empezó a dejar ver en su música a partir de su “Dracula” y que ha cultivado
desde entonces. El tercer movimiento es, quizá, el más puramente minimalista de
la obra: basado en un ostinato grave, Glass construye una melodía oscura cuya
influencia creemos escuchar en obras posteriores como la banda sonora de la
película “Moon” de Clint Mansell. Cerrando la obra encontramos otro movimiento
lento de gran densidad que va creciendo a partir de lo que recuerda a un bajo
continuo barroco sobre el que aparecen escuetos grupos de notas espaciados como
preludio a los clásicos arpegios de su autor.
“Three Nocturnes” (Howard Skempton) – El compositor
británico, diez años mayor que Glass, comparte en su música muchas de las
características de los minimalistas iniciales pero con una particularidad: sus
piezas son extremadamente breves con lo que, inmediatamente, ganan en
accesibilidad (como muy bien saben muchos otros autores de esa “segunda
generación” de minimalistas). Sus tres nocturnos fueron escritos en 1995 y aquí
son interpretados por Katia Labeque. Es música pausada, evanescente, reflejo de
la de otros autores como Erik Satie o Harold Budd y en esta obra queda
claramente de manifiesto. Especialmente destacado es el tercero de los
nocturnos, con un ritmo de marcha hechizante, casi mágico que nos atrapa a lo
largo de sus escasos dos minutos de duración.
“The Time Curve Preludes” (William Duckworth) – Otro de los
autores de esa teórica “segunda generación” de minimalistas sería el norteamericano
William Duckworth. Fallecido hace apenas unos meses a la edad de 69 años, su
obra no es demasiado conocida y son sus “Time Curve Preludes” (1977-78) la
parte más conocida de la misma aunque sólo llegó a completar el primero de los
libros, con 24 piezas. Aquí escuchamos una selección de los preludios que
incluye el 1º y el 17º, interpretados por Marielle Labeque y los que hacen el
número 2, 7, 10 y 12 de la serie a cargo de su hermana Katia. Para los
críticos, esta obra marca la entrada en una etapa post-minimalista de Duckworth
aunque, dada la amplitud que ha alcanzado el término en los últimos tiempos, no
creemos que sea necesario hablar de post-minimalismo cuando podría seguir
llamándose minimalismo a secas. La similitud estilística que encontramos en
algunos preludios como el séptimo o el décimo con música como la de John Cage
hace más complicado aún hablar de post-minimalismo en un sentido temporal.
“Images” (Howard Skempton) – El resto del disco vuelve a la
obra de Skempton comenzando por una selección de sus “Images” escritas en 1989.
Es Marielle Labeque la encargada de interpretar las cinco piezas (los preludios
nº 1, 5 y 7 y los interludios nº 4 y 5). Como ocurría con los nocturnos antes
reseñados, volvemos a escuchar música tranquila, cadenciosa y profunda, de
fuerte inspiración melódica.
“Postlude” (Howard Skempton) – Cierra el primer disco de la
colección otra breve pieza escrita en esta ocasión en 1978 e interpretada de
nuevo por Marielle. Aún más pausada, si cabe, que las anteriores, podría pasar
perfectamente por una composición de Satie y está impregnada de un cierto tono
fúnebre y meditativo.
DISCO 2:
“Experiences I” (John Cage) – Cuando hablábamos antes de que
en este disco se exploraban las fronteras del minimalismo violentándolas en
algunos momentos, pensábamos en lo que suena en este segundo CD, con músicos
que muy pocos incluirían en esta categoría pero que, tras una escucha detenida,
tienen motivos sobrados para aparecer aquí. Abrir el disco con John Cage es una
especie de homenaje: una mirada atrás, al comienzo de todo, para saltar al
presente y al futuro. La pieza para dos pianos de Cage es sólo el principio.
“Gameland” (David Chalmin) – La inclusión de música propia
de los integrantes de la banda que apoya a las hermanas Labeque es el punto
fuerte de este segundo CD. La única composición de Chalmin combina electrónica
y sonidos experimentales con formas clásicas. Se trata de una pieza sumamente
inquietante que nos recuerda en ciertos momentos a algunas obras de Roger Eno.
Está construida como un “crescendo” continuo en el que la tensión aumenta por
momentos hasta llegar a un estallido final de gran intensidad que podría estar
sacado de cualquier disco de una banda de rock contemporánea como Nine Inch
Nails.
“Suonar Rimembrando” (Nicola Tescari) – Que el minimalismo
tiene puntos en común con el barroco es algo que muchos músicos han puesto de
manifiesto. No sorprende, por tanto, que muchos autores de aquel periodo sean
reivindicados por músicos actuales. Tarquinio Merula, por ejemplo, fue un no
muy conocido músico italiano de aquella época cuya obra no es hoy muy popular.
Sin embargo, la hemos encontrado ya en varias ocasiones publicada
relacionándola con compositores contemporáneos (existe un disco que combina,
sorprendentemente bien, música de Merula y Philip Glass). Nicola Tescari parte
aquí de una chacona del compositor barroco para escribir una deliciosa pieza
para piano y efectos electrónicos más que interesante.
“Nanou2” (Aphex Twin) – La presencia de Aphex Twin, pseudónimo
de Richard D. James en un disco como este llama la atención de inmediato. El
británico es una de las figuras más respetadas en el mundo del tecno pero una
mirada más atenta a su obra encuentra claras referencias a músicos como Cage o
Satie, especialmente en su disco “Drukqs” del que está extraída ésta pieza y la
siguiente del CD.
“Avril 14th” (Aphex Twin) – Los seguidores de la vertiente
más dura del tecno de Aphex Twin no entendieron bien la aparición de un disco
como “Drukqs” del que se acepta como válida la teoría de que fue una forma de
romper con el sello Warp. Sin embargo, en él se encuentra mucha de la mejor
música del compositor. Este tema es un claro ejemplo de lo que decimos y uno de
los más bellos de todo el disco.
“In Dark Trees” (Brian Eno) – Que la música de Brian Eno
apareciera en algún momento en este disco es algo que todos podíamos esperar.
Lo que no era tan previsible es que lo hiciera con esta composición de su disco
“Another Green World”, por la escasa presencia de piano en ella y sus formas,
más propias del rock que de la clásica. En todo caso, se trata de una muestra
de la amplitud de miras con la que está hecha la selección de músicas por parte
de las hermanas Labeque.
“The Poet Acts” (Philip Glass) – Quizá la obra más popular de Philip Glass haya sido su banda sonora para la película “Las Horas”. Poco después de su publicación, su colaborador de toda la vida, Michael Riesman, escribió una adaptación de la partitura para piano de la que se extrae este fragmento a cargo de Katia Labeque.
“Hymn to a Great City” (Arvo Pärt) – Quizá sea esta la pieza
más bella del escaso repertorio para piano (en este caso para dos) del
compositor estonio Arvo Pärt, por encima de la estática “Alina”. En apariencia
es simple, como buena parte de la obra de su autor pero el resultado es una
maravilla. Un ritmo continuo, casi un pulso a la manera de Reich, recorre toda
la pieza, salpicado por ocasionales arpegios pero sólo con eso, Pärt consigue
emocionarnos hasta la lágrima.
“En 4 Parentheses” (Nicola Tescari) – Segunda y última pieza
del músico de la banda que interpreta determinadas piezas de este trabajo y una
de las más interesantes puesto que combina elementos experimentales en forma de
efectos electrónicos y voces espectrales con atmósferas inquietantes y una
constante tensión que amenaza con saltar en pedazos en cualquier momento, cosa
que sucede en los instantes finales con la irrupción de la percusión.
“Pyramid Song” (Radiohead) – Cuando hablábamos de que la
selección de piezas hecha por las Labeque para esta colección estiraba los
límites del minimalismo hasta casi romperlos teníamos muy presente esta canción
extraída del disco “Amnesiac” de Radiohead. Sin embargo, no nos queda más
remedio que rendirnos ante la evidencia de que la composición tiene,
efectivamente, todas las características exigibles a una pieza para adjudicarle
ese calificativo. Nos permitimos añadir, incluso, que la interpretación de
David Chalmin es superior a la del propio Thom Yorke en el original.
“Free to X” (Raphael Seguinier) – El último de los miembros
de la banda formada por las hermanas Labeque para grabar el disco hace su
aparición en este momento con una composición llena de intensidad que es un
homenaje a los pioneros del género. Combinando una percusión obsesiva con
profundos “drones”, se va formando una intrincada red de sonidos que gana en
riqueza con la continua adición de elementos hasta llegar a una ininteligible
cacofonía final.
“Ghost Rider” (Suicide) – Cerrando el CD encontramos una de
la mayores rarezas contenidas en el mismo con un corte del dúo neoyorquino
“Suicide”, banda de punk electrónico de los años setenta sin conexiones
aparentes con el minimalismo más allá de la estructura repetitiva de su música,
algo común, por otra parte, a muchas canciones tanto punk como new wave de
aquellos años.
DISCO 3:
“In C” (Terry Riley) – Poco podemos añadir a estas alturas
sobre lo que ya se ha dicho sobre esta obra. El calificativo de piedra angular
del movimiento minimalista le hace justicia como pocos podrían hacerlo. La
revisión que realizan las Labeque y su banda en el disco es muy respetuosa y
fresca a la vez y su reducida duración (no llega a media hora) la hace más
accesible. El único “pero” que le ponemos es la batería que aparece en el
tercio final de la obra. Por lo demás, una versión muy recomendable.
“Water Dances” (Michael Nyman) – La obra surge como banda
sonora para un documental de Peter Greenaway sobre natación sincronizada en
1984 y, en un principio estaba escrita para orquesta. No conocemos ninguna
versión íntegra de la obra original aunque aparecieron determinados movimientos
en los discos “A Kiss and Other Movements” y “The Essential Michael Nyman Band”
respectivamente. Sí que nos llama la atención el hecho de que se indique en el
libreto del disco de las Labeque que esta es la primera adaptación para dos
pianos de la obra cuando recordamos otra publicada por Helen Hodkinson y Brenda
Russell en el disco “Taking a Line for a Second Walk”. En cualquier caso, las
“Water Dances” se cuentan entre nuestras obras predilectas de Nyman y esta
versión las hace justicia. En las cinco danzas escuchamos la versión más
reposada del músico inglés (la inicial “Dipping”), al más metronómico y
riguroso (“Stroking”), al casi lírico (“Submerging” y “Gliding”) y al desatado
rockero que tanto nos gusta cuando, y es un decir, se desmelena
(“Synchronizing”).
Poco más que añadir. Sabemos que una colección de tres discos sobre música minimalista puede resultar algo árida al oyente menos familiarizado con el estilo pero tenemos que reconocer que la selección musical es tan sorprendente como acertada y debería ser igual de atrayente para el neófito que para aquellos ya iniciados en el género por cuanto las composiciones escogidas (con la única excepción de “In C”) no son las tópicas de toda recopilación al uso. El trabajo viene presentado en un estuche de cartón en formato libro, realmente escueto con un austero libreto. No sabemos si forma parte del concepto minimalista o se trata sencillamente de reducir costes pero mucho nos tememos que no aguantará bien el paso del tiempo. Con todo, la música y el precio lo hacen muy recomendable. Podéis adquirirlo aquí:
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