Hace un tiempo
leímos una crítica sobre el disco que hoy tratamos aquí que comenzaba de la
siguiente forma: “Sgt.Pepper, Kind of Blue, Aerial Boundaries”. Al margen del
punto de exageración con conlleva una comparación así, lo cierto es que
alrededor del que fue segundo disco de estudio del guitarrista Michael Hedges
ha ido creciendo un aura de leyenda que lo sitúa como uno de los hitos
fundamentales en esa categoría tan relegada hoy en día como imprecisa que fue
la música “new age”.
La historia de Hedges no se sale de lo convencional y sus
primeros pasos son comunes a una miriada de artistas al margen del género que
practiquen: cursó estudios académicos de música en su California natal, se
especializó en un instrumento y una vez culminada esa etapa comenzó a buscarse
la vida tocando aquí y allá. Hedges era un guitarrista zurdo pero tocaba
guitarras normales “para diestros”. Es probable, sin embargo, que esa
particularidad suya le llevase a huir de las afinaciones convencionales y, poco
a poco, fue profundizando en su forma de tocar combinando todas las técnicas
que su curiosidad le llevó a investigar e inventando, de paso, algunas nuevas.
Su influencia y magisterio sobre otros guitarristas de cualquier género fue
importantísima y artistas de todo tipo como Pete Townsend, Steve Vai o Satriani
se deshacen en elogios cada vez que hablan de Hedges. Su campo se redujo
fundamentalmente a la guitarra acústica pero su habilidad conseguía arrancarle
registros verdaderamente abrumadores al instrumento.
Hedges con una de sus peculiares variantes de guitarra. |
Randy Ludge era el propietario del New Varsity Theatre en
Palo Alto, California. Cuenta cómo una tarde se le acercó un joven melenudo con
la guitarra a cuestas y le dijo:
-
“He oído que este el sitio al que hay que acudir para
tocar en Palo Alto” .
-
“Quizá. ¿qué tipo de música tocas?”.
-
“bueno, no me centro en un estilo determinado pero me
gusta mucho Neil Young”.
-
“Ya. Tenemos mucha gente ya que toca cosas de Crosby,
Stills, and Nash. Realmente no nos interesa otro más así”.
-
“¿Cómo te gustaría que sonase?”
-
“Si me dijeras que suenas como William Ackerman o Alex
DeGrassi llamarías más mi atención”.
-
“Ya veo. Volveré mañana”.
Al día siguiente, Hedges se presentó con una maqueta que
había grabado esa misma noche. Randy alucinó con lo que ahí sonaba y le dijo
que podía tocar en el teatro siempre que quisiera, las veces que quisiera. La
noche siguiente tuvo lugar la primera de las actuaciones de Michael.
Poco después de esto, Randy coincidió con William Ackerman,
fundador del sello Windham Hill, y le dijo “te invito al cine y después a cenar
si vienes un día al teatro a escuchar a este tipo”. Ackerman aceptó pensando
que “una película y una cena siempre están bien” aunque no esperaba demasiado
del concierto porque escuchaba recomendaciones de ese tipo a diario. Mientras
escuchaba tocar a Hedges, Ackerman quedó tan sorprendido que de manera
inmediata comenzó a redactar allí mismo, lo mejor que supo, el que sería el
primer contrato discográfico de Michael Hedges. Su maestría con la guitarra
hizo que el instrumento se le quedase pequeño y experimentó con todo tipo de
invenciones, añadiendo cuerdas, variando afinaciones (de hecho, casi nunca
tocaba con una afinación tradicional). Lo primero que uno se pregunta
escuchando al músico es si realmente sólo hay una persona tocando; el empleo de
técnicas como el tapping, el uso de la caja de la guitarra como un instrumento
de percusión más y muchas otras innovaciones convirtieron a Hedges en una
referencia fundamental en su instrumento.
Versión perfeccionada de la anterior. |
Hoy nos encargamos del que fue el segundo LP del guitarrista,
aquel sobre el que existe un cierto consenso a la hora de reconocerlo como el
mejor de los que grabó nuestro protagonista de hoy. En su grabación intervienen
sólo tres músicos: el propio Michael Hedges a la guitarra acústica y el bajista
Michael Manring y la flautista Mindy Rosenfeld, esposa del guitarrista en
aquellos años como apoyo en dos de los cortes.
“Aerial Boundaries” – Un ritmo pulsante muy propio de su
admirado Steve Reich abre el disco sirviendo de preludio a un intrincado tapiz
de melodías que se mezclan continuamente sin que consigamos saber dónde acaba
una y empieza la siguiente. Hedges se convierte en una orquesta de un solo
hombre cuya paleta de sonidos no parece tener límites.
“Bensusan” – Algo más convencional que el anterior es el segundo
corte del disco sin que ello reste complejidad a su ejecución. Sí que hay una
estructura más sencilla en su construcción lo que nos acerca a la música del
propio William Ackerman, más asequible en todos los aspectos. A través de las
notas de la guitarra de Hedges se filtra una melodía que se nos antoja
enraizada en un folk muy propio de las producciones de Windham Hill de la
época.
“Rickover’s Dream” – Quizá el corte más puramente “new age”
del disco, muy pausado, relajante y evocador de grandes paisajes y espacios
abiertos. Si el sello de William Ackerman llegó a construir un sonido propio
que llegó a convertirse en imagen de marca, fue gracias a composiciones como
esta y es que Hedges fue, junto a George Winston, el estandarte fundamental del
sello en sus inicios.
“Ragamuffin” – Prosigue el disco en una línea muy similar
con otra pieza maravillosa en la que el virtuosismo de la interpretación es tal
que no nos damos cuenta, lo que a nuestros ojos es una gran virtud. Es fácil
exhibirse con veloces solos de guitarra, con los dedos subiendo y bajando por
el mástil más rápido que el ojo y todas esas cosas que tantas veces hemos visto
hacer a muchos “guitar heroes”. Lo complicado, probablemente, sea tocar como lo
hace aquí Hedges.
“After the Gold Rush” – Introduce aquí el músico su particular homenaje a su admirado Neil Young con esta versión del tema central del disco homónimo del guitarrista y cantante. Adopta aquí Hedges un papel secundario y le cede al soberbio bajo de Michael Manring todo el protagonismo melódico y ambos completan una versión excepcional de un tema que, curiosamente, en su versión original era básicamente para piano y voz sin guitarra alguna.
“Hot Type” – El corte más breve del disco es también el que
nos muestra la cara más exhibicionista de Hedges que aplica toda su técnica a
una pieza extraña llena de golpeos en la caja de la guitarra, armónicos,
sonidos de bajo (recordemos que en ocasiones tocaba una guitarra con cuerdas
adicionales para reforzar las tesituras más graves). Una rareza que no molesta
en absoluto.
“Spare Change” – Continuando con la vertiente más
experimental del disco, llegamos a esta auténtica maravilla en la que un Hedges
inspiradísimo utiliza el tapping para construir una red de sonido que sostendrá
todo el entramado de la composición (volvemos a la influencia de Reich). A
partir de ahí, emplea todo tipo de efectos y distorsiones para arrancar a su
guitarra sonidos nuevos (recordemos que durante su formación, experimentó con
la música electrónica y se hizo un experto en este tipo de tratamiento sonoro).
“Menage a Trois” – El corte más largo del disco incorpora también a los músicos invitados, Manring, en su segunda aparición y Mindy Rosenfeld a la flauta. No es, a nuestro juicio, lo más interesante del disco a pesar de la excelente labor, como siempre, de Hedges a la guitarra y es que, cuando un músico tiene las capacidades de nuestro protagonista, apetece más escucharle sin ningún tipo de acompañamiento por muy bueno que este pueda ser. No se trata de minusvalorar el trabajo de Mindy (de hecho es una reputada intérprete fogueada en importantes formaciones especializadas en repertorio renacentista) pero los mejores momentos del tema son los dúos entre la guitarra y el bajo.
“Magic Farmer” – Cierra el disco Hedges de nuevo en
solitario con un tema propio que en su inicio homenajea de nuevo a Neil Young
con una breve cita al corte anteriormente revisado. Se trata de un final
tranquilo y sumamente apropiado para despedir un disco fantástico en el que no
hay ninguna composición de esas que nos atrapan inmediatamente y que no podemos
dejar de tararear pero que, a cambio, nos regala una colección de músicas
profundas, evocadoras y llenas de sensibilidad y que, al contrario de lo que
ocurre a menudo con piezas como las anteriores, seguimos recordando aunque
hayan pasado casi 30 años como es el caso.
Michael Hedges falleció en un accidente de tráfico en 1997,
cuando sólo tenía 43 años dejando seis discos de estudio y uno en directo, un
bagaje que sabe a poco habida cuenta de la excepcional categoría del músico en
su doble vertiente de compositor e intérprete. Si buscáis un guitarrista
diferente a lo habitual, no podéis dejar de escuchar este disco. Podeis
adquirirlo, además, en cualquiera de los siguientes enlaces:
amazon.es
play.com
Como despedida, os dejamos con Hedges en directo tocando, nada menos que "While My Guitar Gently Weeps" de los Beatles.
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