La historia
de la música es abundante en sagas familiares, en apellidos que
aparecen una y otra vez procedentes de árboles genealógicos
comunes. Hoy traemos al blog a un miembro de una de esas dinastías:
el holandés Hendrik Andriessen. Su padre, Nicolaas, fue organista y
su hermano Willem, pianista. Lejos de terminar con él la vinculación
musical de su apellido, sus hijos Jurriaan y Louis son también
compositores y su hija Heleen, flautista.
Nuestro
primer interés por un miembro de la familia recayó en Louis,
compositor de corte minimalista cuya obra aparecerá por aquí en
algún momento. Fue buscando algunas cosas suyas que dimos con el
disco que hoy tenemos aquí, publicado recientemente por Brilliant
Classics, en el que se recogen varias composiciones para órgano de
Hendrik. Profundamente religioso, Hendrik tardó en entrar en el
conservatorio (lo hizo a los 22 años) pero antes de eso ya había
aprendido a tocar el piano y el órgano asistiendo a clases privadas
con el organista titular de la ciudad de Haarlem en su etapa como
redactor de un periódico católico local.
La
conjunción de su fé y de su devoción por el órgano, ayudadas
quizá por el tardío acercamiento a la educación musical “formal”
hicieron que Hendrik desarrollase una gran capacidad de improvisación
que le granjeó cierta fama en la época (comenta su hijo Louis en
las notas del disco que incluso los fieles protestantes de las
congregaciones locales asistían a los oficios de la catedral sólo
para escucharle tocar). Su obra, sin embargo, no se circunscribe al
órgano ni mucho menos y abarca un gran número de piezas
orquestales, incluyendo cinco sinfonías, música de cámara y coral
e incluso dos óperas. Su catolicismo hizo también que se interesase
mucho más por la música francesa que por la alemana (solía
criticar amargamente el romanticismo alemán) y llegó a trabar
amistad con Marcel Dupré o Milhaud. También escribió un extenso
ensayo sobre la obra de Cesar Frank. Durante la ocupación nazi, su
rechazo hacia el régimen le valió ser vetado y la exclusión de sus
obras de cualquier programa de conciertos aunque tras el final de la
Segunda Guerra Mundial se convirtió en una figura importante en la
cultura holandesa llegando a dirigir el Real Conservatorio de La
Haya.
En el disco
escuchamos la interpretación de Benjamin Saunders en el órgano de
la Catedral de Leeds de varias piezas, entre ellas las “Cuatro
Corales”, que, aunque escritas en diferentes épocas, conforman,
quizá, la obra más relevante del repertorio de Hendrik, fallecido
en 1981 a los 89 años de edad. El instrumento, restaurado en 2009,
ofrece un sonido impresionante y es protagonista ya de varias
grabaciones en los sellos Brilliant, Herald o Harmonia Mundi (con
Saunders siempre al frente).
El compositor Hendrik Andriessen |
“Premier
Choral” - Escrita en 1913, a decir de los expertos debe mucho a la
influencia de Cesar Frank. El sonido es siempre majestuoso, alejado
de cualquier virtuosismo superfluo y muy acorde con la idea de su
compositor de utilizar una gran órgano ubicado en un lugar dotado de
una acústica igualmente amplia.
“Sonata
da Chiesa” - La siguiente pieza está fechada en 1927 y se
estructura bajo la forma clásica de tema y variaciones explotando en
cada una de las seis la espectacular gama cromática del órgano de
la Catedral de Leeds. El motivo central tiene alguna reminiscencia de
“La Folia”, melodía recurrente en compositores de todas las épocas.
“Deuxième Choral” - La segunda coral data de 1916 aunque el propio autor hizo una revisión en 1965. De nuevo la influencia de Frank es notable en esta obra que, vista casi cien años más tarde de su creación, nos suena muy contemporánea, muy “cinematográfica” a falta de mejores palabras para describirla. La marcha con la que se cierra la coral es verdaderamente emocionante.
“A Quiet
Introduction” - Según las notas que acompañan al disco, se trata
de la última obra para órgano escrita por Andriessen. Se publicó
en 1970 y encierra una melodía realmente bella dentro de un
entramado lleno de sutileza en el que se explora el potencial
introspectivo del que quizá sea el instrumento más grandilocuente
del repertorio clásico.
“Troisième
Choral” - La tercera coral, completada en 1920 refleja ya un estilo
más personal abandonando las influencias de las dos primeras.
Contrasta especialmente con la pieza que la precede en el programa
por su tremendo despliegue de energía, capaz de dejar al oyente
petrificado desde el comienzo hasta el final de la misma.
“Offertorium” - Una de las pocas composiciones de Andriessen especialmente escritas para acompañar la liturgia católica. Escrita en 1962, huye de toda espectacularidad para dotar de solemnidad al ofertorio, parte central en la misa previa a la eucaristía.
“Quatriéme
Choral” - Apenas un año después de la anterior, completó
Andriessen el ciclo de cuatro corales aunque ésta cuarta también
fue revisada tres décadas después, en 1951. Formalmente la tercera
y la cuarta de las corales tienen una gran similitud entre sí lo que
las hace especialmente aptas para su interpretación conjunta.
“Theme
and Variations” - Cierra el disco una obra de 1949 que es una de
las más interpretadas de su autor junto con las corales. Está
dedicada a la organista Susi Jeans quien invitó en aquel entonces a
Andriessen a Inglaterra para presentar su música.
No solemos mirar tan atrás en el tiempo a la hora de hablar de compositores en el blog, salvo para aquellos cuya influencia ha sido capital en el devenir de la música en las décadas más recientes. La excepción de hoy viene motivada por el parentesco de Hendrik con Louis Andriessen además de por el valor de la obra en sí, de gran belleza. El hecho de que la grabación pertenezca al sello Brilliant Classics, lo que supone un precio accesible a cualquier persona, es una razón más para recomendar a un compositor poco conocido fuera de su país pero con mucho que ofrecer.
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