Señoras y señores, hoy toca ponerse de pie para hablar de
uno de esos discos que por sí solos explican muchas cosas. Un trabajo en cuyo
proceso de elaboración sus dos autores coinciden en utilizar una misma palabra
como clave: “serendipia”. Si hacemos un poco de historia comprobamos como Brian
Eno había entrado en una larga serie de trabajos en los que la característica
común era la colaboración con otros artistas. Así ocurre con la serie de discos
que comienza con “After de Heat” (1978, con Cluster) y sigue con “Ambient 2:
The Plateaux of Mirrors” (1980, con Harold Budd), “Ambient 3: Day of Radiance”
(1980 con Laraaji) para terminar con “Fourth World Vol.1: Possible Musics”
(1980, con Jon Hassell). Justamente en ese espacio de tiempo, Eno produjo tres
discos de Talking Heads (“More Songs About Buildings and Food”, “Fear of Music”
y “Remain in Light”) por lo que parecía natural que surgiera la idea de hacer
un disco junto con el líder de la banda, David Byrne quien grabaría así su
primer trabajo fuera de la mítica formación neoyorquina.
Había, sin embargo, una diferencia importante entre esta
colaboración y las anteriores de Eno y es que Byrne, aunque tocaba varios
instrumentos y componía la mayoría de las piezas de los discos de Talking
Heads, era, esencialmente, un vocalista mientras que en todos los trrabajos
anteriormente citados los co-participantes eran instrumentistas. Esto no
supondría ningún problema a priori ya que Eno, al margen de las grabaciones con
Roxy Music, había grabado un puñado de discos “de canciones” en estos años pero
“My Life in the Bush of Ghosts” iba a ir por otros derroteros bien distintos.
Hay un hecho muy importante a tomar en consideración y es que el disco se grabó
entre agosto de 1979 y octubre de 1980 (y no se editaría hasta 1981). En ese
tiempo, los dos artistas no se dedicaron exclusivamente a trabajar en esa única
obra sino que, cada uno por su lado, continuaron con sus respectivos proyectos
musicales. Es por ello muy complicado determinar de dónde surgieron según qué
ideas que aparecen en “My Life in the Bush of Ghosts”. Así, hay similitudes
entre algunas partes del trabajo y el disco de Eno con Hassell al que nos
referíamos hace un momento pero este, que apareció antes, se grabó más tarde,
en realidad, que el que nos ocupa. No ocurre lo mismo con “Exposure” de Robert
Fripp, grabado y publicado antes de comenzar las sesiones de “My Life...” En
ese disco, que ya contiene algunas ideas que se repiten en el de Byrne y Eno,
también interviene éste último. Si nos fijamos en Byrne, cronológicamente
hablando, el disco se sitúa entre la gira de “Fear of Music” y la grabación de
“Remain in Light”, ambos trabajos de Talking Heads, como ya dijimos, con Eno
como productor. En el primero de los discos toca Fripp y en el segundo Hassell
por lo que la cantidad de referencias cruzadas entre este grupo de músicos con
la presencia común de Brian Eno en todas las combinaciones posibles hace muy
difícil delimitar la autoría de los hallazgos y el reparto de méritos. El título
del disco hace referencia a una novela de Amos Tutuola que, curiosamente, ni
Eno ni Byrne habían leído cuando grabaron el LP (aunque sí conocían obras
anteriores del escritor.
Retomando una idea que quedó apenas esbozada más arriba, la
duda sobre si de la colaboración de Eno y Byrne iba a surgir un disco
instrumental o un disco de canciones iba a tener una respuesta perfectamente
ambigua: se trataba de un disco de canciones pero que funcionaba como uno
instrumental. ¿cómo se explica ese sinsentido? Fácilmente: la parte vocal de
cada uno de los temas iba a proceder de grabaciones ya existentes y aquí se
encuentra la clave de la revolución que supuso “My Life in the Bush of Ghosts”.
Grabaciones de locutores radio se combinan con discusiones en antena entre
oyentes y políticos sin identificar, extractos de discos folclóricos con cantos
del mundo del Islam, sermones radiofónicos de exaltados predicadores
norteamericanos, exorcismos reales, recitados del Corán o fragmentos de gospel.
Alrededor de ese material básico, Eno y Byrne construyen un universo musical
único cuya trascendencia a través de su influencia en otros artistas ha sido
fundamental. Todo ello aún con tecnología analógica y la vieja técnica del
“corta y pega” pero en sentido literal, cortando fragmentos de cinta
magnetofónica y pegándolos con otros hasta formar “loops” rítmicos a partir de
repeticiones de secuencias vocales. Toda una obra de alta artesanía al servicio
de conceptos musicales que iban siendo inventados sobre la marcha, conforme
surgía la necesidad de solventar un problema. No es esta la primera vez que se
emplean este tipo de técnicas ni mucho menos (Holger Czukay hizo collages
sonoros partiendo de emisiones radiofónicas y Riley o Reich trabajaron con
“loops” vocales abundantemente mucho tiempo antes) pero quizá sí fue la primera
en que el resultado era música pop. Eso sí, un pop avanzado en casi una década
a su tiempo, un pop revolucionario, rompedor y arriesgado como pocos.
La amalgama de sonidos y grabaciones empleadas así como lo
diverso de sus procedencias, complicó y retrasó sobremanera el lanzamiento del
trabajo que se fue posponiendo hasta obtener los correspondientes permisos y
autorizaciones de los propietarios de los derechos de los registros originales.
No terminaron ahí los problemas. Poco después del lanzamiento del disco, una
asociación islámica británica protestó por la utilización de recitados del
Corán como base de una pieza musical bailable. Explica Byrne que en aquel
momento entendieron que si eso molestaba a alguien no había inconveniente en
eliminar ese corte del disco reemplazándolo por otro. Aún faltaban casi 10 años
para que el Ayatolá Jomeini proclamase una “fatwa” hacia Salman Rushdie y todos
los implicados en la publicación de sus “Versos Satánicos” pero la decisión de
los artistas parecía fundamentada. A pesar de ello, circulan copias (muy
cotizadas) del disco original conteniendo “Qu’ran”, el corte eliminado.
Participan en el disco, aparte de Eno y Byrne que interpretan
guitarras, bajos, sintetizadores, batería, percusiones y todo tipo de objetos,
digamos, no musicales, John Cooskey y Chris Frantz (batería, el segundo,
miembro de Talking Heads), Dennis Keeley (bodhran), Mingo Lewis, Jose Rossy,
Steve Scales y Prairie Prince (percusiones), David Van Tieghem (percusión y
batería), Busta Jones, Tim Wright y Bill Laswell (bajo).
Edición expandida del disco aparecida en 2006 |
“America is Waiting” – Una serie de percusiones y efectos
sonoros abren una pieza en la que la voz de un oyente de radio que llama
indignado a un programa de una emisora del area de San Francisco es el único
vestigio de letra. Guitarras ácidas y ritmos obsesivos van incorporándose a la
pieza hasta formar un todo absurdo y atrayente hasta tal punto que no nos
permite despegar nuestra atención de lo que suena.
“Mea Culpa” – Si hay una pieza realmente impresionante en el
disco es esta distorsionada conversación entre un político y un oyente exaltado
en una radio de Nueva York. Las voces de ambos forman “loops” rítmicos aprovechando
a la perfección las enseñanzas del Steve Reich de “Come Out” o “It’s Gonna
Rain” y anticipando al mismo tiempo todo lo que vendría después en la era del
“sampling”. Ritmos electrónicos y demás artificios sonoros se combinan de forma
magistral para componer un collage sonoro inteligente dotado de una estructura
musical reveladora. Sin quererlo, Eno y Byrne estaban abriendo una caja de
sorpresas que ya nadie podría cerrar.
“Regiment” – Si los temas anteriores estaban construidos a
partir de elementos “no musicales”, en esta pieza ocurre algo muy diferente.
Los músicos parten de un canto procedente del Líbano a cargo de Dunya Yusin,
que apareció en el disco “The Human Voice in the World of Islam” del que Eno y
Byrne se servirán en alguna ocasión más a lo largo del trabajo. La oración de
la cantante es adornada de ritmos funk en los que destaca el bajo de Busta
Jones. Siempre se ha citado “My Life...” como un claro antecesor de otro disco
seminal como fue el “Zoolook” de Jean Michel Jarre y no nos extrañaría que
cuando el francés preparaba las partes de bajo de Marcus Miller en su disco
tuviera muy presente ésta pieza. Por lo demás, y al margen de esto, volvemos a
escuchar guitarras muy agresivas y una percusión rica y cuidada,
características ambas presentes en todo el disco.
“Help Me Somebody” – Un intenso sermón a cargo del reverendo Paul Morton sirve como excusa para una de las piezas más cercanas al sonido de Talking Heads del disco. Guitarras rítmicas y una sección de percusión brillante en la que destaca Steve Scales, quien pasaría a ser un estrecho colaborador de Byrne en el futuro.
“The Jezebel Spirit” – De nuevo los ritmos funk están
presentes en otra pieza que aprovecha una grabación de un exorcismo real en la
que el oficiante se enfrenta, nada menos que con el espíritu de Jezabel. En el
tema encontramos todo lo que hace grande este disco con una presencia de los
sonidos puramente electrónicos algo mayor que en otras composiciones.
“Very Very Hungry” – En la edición original del disco, este era el lugar que ocupaba la eliminada “Qu’ram”. En su sustitución se utilizó la que era también cara B del single de “Jezabel Spirit”. A pesar de ser inicialmente un descarte, el tema tiene mucho interés y es que en él la creación de ritmos mediante “loops” vocales alcanza los momentos más inspirados del disco. Estamos ante una pieza de pura experimentación (y una de las pocas del disco en las que no intervienen más músicos que los dos que firman el trabajo). Quizá sea porque estamos acostumbrados a escuchar el disco en esta versión pero lo cierto es que “Qu’ram”, el tema de la polémica, siendo más que interesante (en youtube es sencillo encontrarlo) suena diferente al resto del disco, más adelantado y actual si cabe, al menos desde la perspectiva del oyente de 2014.
“Moonlight in Glory” – Un extracto de un disco de espirituales a cargo de una agrupación del estado de Georgia es el punto de partida de otro arreglo soberbio en el que Eno y Byrne se lucen como intérpetes de todos los instrumentos pero, sobre todo, como maestros del manejo de los recursos disponibles en un estudio de grabación. Al margen del gospel en sí, escuchamos varias voces sin identificar a lo largo del tema.
“The Carrier” – Tercer corte basado en una pieza del disco
“The Human Voice in the World of Islam” (el segundo era “Qu’ram”). Quizá se
trate de la pieza más interesante del disco desde el punto de vista puramente
musical, además de una de las más influyentes. Las guitarras anticipan
claramente el trabajo de Eno con U2 en los años posteriores y algunos desarrollos
rítmicos y sonoridades han aparecido tiempo más tarde en discos de artistas tan
diferentes como Phil Sawyer, Jean Michel Jarre o Peter Gabriel.
“A Secret Life” – Los tres últimos cortes del disco no
cuentan con ningún invitado especial al margen de los propios autores y forman
una especie de suite. El primero de ellos con profusión de elementos melódicos
árabes, utiliza como base una grabación de la cantante egipcia Samira Tewfik
sacada de una recopilación de EMI Records. Estamos ante una pieza misteriosa y
ambiental en la que el sello de Eno está muy presente.
“Come With Us” – Otro predicador radiofónico aparece en el
siguiente corte aunque mucho más distorsionado que en los casos precedentes, de
modo que su voz apenas se deja oir en un par de momentos muy puntuales. Los
sonidos electrónicos se mezclan con un ritmo continuo a medio camino entre el
sonido de un cronómetro y el latido de un corazón.
“Mountain of Needles” – Cerrando esta pequeña suite y, a la
vez, el disco, escuchamos una pieza que facilmente podría haber firmado Eno en
solitario puesto que reúne todas las características de sus discos de la serie
“Ambient”. Una preciosa miniatura que pone un punto final perfecto a un disco
imprescindible para cualquier aficionado con una mínima curiosidad musical.
Con su mezcla de voces de las más diversas procedencias,
ritmos africanos, música funk y experimentos electrónicos, “My Life in the Bush
of Ghosts” es uno de esos discos raramente influyentes que nunca aparecieron
por los puestos más altos de las listas. No deja de resultar curioso porque a
la calidad intrínseca del trabajo se une la relevancia de los nombres de los
firmantes y hasta hechos tan propensos a convertir un disco en leyenda como el
tener un corte “censurado”. Es posible también que la valoración real de “My
Life...” haya llegado con el paso de los años y que su prestigio se haya visto
cimentado en la aparición de obras de artistas posteriores que no serían
fáciles de concebir si no hubiera existido éste disco. Pensamos en artistas
como Public Enemy, Jean Michel Jarre o Moby por citar sólo unos pocos ejemplos.
Como ya hemos dicho, hubo dos ediciones del disco en su
momento, una con “Qu’ran” y la más difundida con “Very Very Hungry”. La que
nosotros recomendamos es otra distinta, de 2006, en la que, al margen de
versiones algo más largas de varios de los cortes, podemos encontrar algunas
piezas inéditas que sólo habían circulado en discos pirata. Antes de que os lo
preguntéis, no. No incluye “Qu’ram” porque, ¿para qué meterse en líos 25 años
más tarde, verdad?
amazon.es
play.com
amazon.es
play.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario