domingo, 7 de julio de 2013

Steve Reich - Tehillim / Three Movements (1994)



A finales de los años setenta, Steve Reich sintió la necesidad de cerrar un ciclo y de dar a su música un giro, abriéndola a nuevos elementos e influencias, enriqueciéndola con nuevos puntos de vista. Así, y aprovechando su renacido interés por la religión judía a la que pertenece (pero que siempre había permanecido al margen de su expresión musical), se embarcó en la composición de una pieza basada en algunos textos sagrados, concretamente en versos de cuatro de los salmos del libro.

Como corresponde a un giro temático tan notable, “Tehillim” (plural de salmo en hebreo), también llevó consigo una importante evolución musical respecto al estilo anterior del músico. Además, el hecho de que en la tradición judía se haya perdido hace mucho tiempo la costumbre de cantar los textos sagrados, permitió a Reich, en sus propias palabras “construir una forma musical ajena a cualquier tradición previa que imitar o ignorar”. Completando el programa en la grabación de Nonesuch que hoy comentamos, encontramos “Three Movements”, una pieza completada en 1986 que podemos ver como una profundización en las ideas que Reich comienza a alumbrar en “The Desert Music” (ya tratado aquí anteriormente) y una extensión de otras composiciones del autor en los años inmediatamente anteriores.

La partitura de “Tehilim” está escrita para cuatro voces femeninas y una pequeña orquesta que, en realidad es la suma de un grupo de instrumentistas de viento, otro de cuerda, un par de teclistas y un “ensemble” de percusión configurando una formación bastante habitual en el género minimalista. En el disco que hoy comentamos, la interpretación corre por cuenta del Schönberg Ensemble acompañado del Grupo de Percusión de La Haya, ambos bajo la dirección de Reinbert de Leeuw. “Three Movements”, por su parte, es interpretada por la London Symphony Orchestra  dirigida por Michael Tilson Thomas.

Reich con su inseparable gorra.

“Part I: Fast” – El texto en que se basa el primer movimiento de “Tehillim” procede del Salmo 19 y reza así:

1 Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos
2 Un día cuenta al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber
3 Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible
4 Por toda la tierra resuena su eco, sus palabras llegan hasta los confines del mundo

Cualquier seguidor de Reich se vería profundamente sorprendido al escuchar los primeros compases de la pieza en la que se puede escuchar una melodía perfectamente definida a través de la voz de la cantante lo que supone una novedad importante. De hecho, el único rastro del estilo del compositor lo encontramos en la base rítmica que acompaña a la voz, con caja y palmas marcando un paso continuo, ahora sí, inequívocamente “Reichano”. El clarinete entra en escena y, tras él, el resto de las vocalistas construyendo un intrincado contrapunto con la melodía principal mezclando música antigua y contemporánea con la mayor naturalidad. Con regular cadencia de suman los instrumentos que faltaban hasta que termina por intervenir todo el grupo. En cierto modo Reich cierra un hipotético círculo: el músico que diseñó el concepto de “fase” como respuesta moderna al clásico “canon” acaba escribiendo un auténtico “canon” cuyo efecto termina por imitar al de sus “fases”.




“Part II: Fast” – Basado en los siguientes versos del salmo 34:

12 El que quiera amar la vida y gozar de días felices,
13 Que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños
14 Que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga

El segundo movimiento de “Tehillim” es muy diferente al primero con el que el único elemento en común son las percusiones. La melodía principal es ejecutada por dos de las voces femeninas de acuerdo al viejo principio de “tema y variaciones” aunque salpicado por breves interludios instrumentales.

“Part III: Slow” – Inspirado en dos versículos del salmo 18:

25 Tu eres fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable
26 Sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el tramposo.

El movimiento lento de la obra vuelve a mostrarnos un Reich diferente. El ritmo lo llevan las marimbas con una cadencia lenta y parsimoniosa que se acompaña de vientos y cuerdas que construyen una pieza densa, pesada y de gran estatismo. La relación entre el texto y la música se pone de manifiesto por el empleo del tritono (DO sostenido – SOL), conocido en la antiguedad como “el diablo en la música” justo en el momento en que las cantantes mencionan al “tramposo”.

“Part IV: Fast” – En contraste con el movimiento anterior, el que cierra la obra recupera los momentos luminosos como corresponde a los versículos del salmo 150 que lo inspiran:

4 Alabadlo con panderos y danzas, con cuerdas y flautas
5 Alabadlo con sonoros címbalos, con resonantes címbalos
6 Que todo lo que respira alabe al Señor

La música vuelve a brillar en un ejercicio de estilo en el que Reich resume todo lo que nos enseñaba en los primeros dos movimientos dotando al movimiento, además, de un dinamismo aún mayor en el que tan pronto se juega con los contrapuntos entre las voces como se nos introduce en ágiles diálogos entre las distintas secciones instrumentales. Un cierre colosal, sin duda, para una pieza magnífica aunque desconcertante para el oyente más familiarizado con el Reich anterior.


“Three Movements” es, en cierto modo, una composición que nos devuelve a los registros más habituales del músico, siempre y cuando tengamos en cuenta la novedad que supuso en 1984 (dos años antes de la composición de la pieza) el estreno de “The Desert Music” y el debut del músico escribiendo para orquesta. El primero de los movimientos, de hecho, guarda grandes con la obra mencionada y que ya tuvo su capítulo en el blog meses atrás: la orquesta con el piano como líder, emite una serie de oleadas sonoras que nos arrastran como si fuéramos víctimas de un tsunami musical: no hay forma de escapar ni de luchar contra la corriente por lo que lo mejor es dejarse llevar. El segundo movimiento supone un gran cambio puesto que son las maderas las que se encargan de guiarnos a lo largo de un pasaje mucho más tranquilo aunque no exento de misterio con un importante apoyo de los violines. En realidad, la música aquí contenida no es más que una adaptación para orquesta del cuarto movimiento de los cinco que formaban “Sextet”, obra anterior del músico. Cerrando los tres movimientos y, de paso, el disco, volvemos a los ritmos rápidos, basados en un uso intensivo de marimbas y vibráfonos (también, ocasionalmente, del piano). Sobre ellos, la orquesta ejecuta una serie de melodías breves una y otra vez recordándonos la procedencia de la música, obra de uno de los pilares fundamentales del movimiento minimalista.




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