Si existe una
formación que, partiendo de la llamada música culta, ha alcanzado una categoría
y popularidad equiparable a la de muchas estrellas del rock, esa es, sin duda,
el Kronos Quartet. Formado en 1973 por David Harrington, violín principal del
cuarteto, se han destacado siempre por arriesgar al máximo con su repertorio
abarcando estilos minoritarios dentro de la música de cámara e incorporando a
la misma, sonidos y estilos que nunca habríamos pensado en escuchar en una sala
de conciertos.
Aunque siempre
han tenido un ojo puesto en la música clásica contemporánea y no es raro que a
primera vista se les relacione con la corriente minimalista, el jazz y todo
tipo de folclores han formado parte de sus discos y conciertos de modo que en
su discografía podemos escuchar igualmente a Glass, Reich o Riley de la mano de
Thelonius Monk o Bill Evans, Astor Piazzolla, Henryk Gorecki o Kevin Volans
pero también músicas más insospechadas como la de Sigur Ros, Jimi Hendrix o
Nine Inch Nails. Poco a poco se han ido construyendo un nombre y buena prueba
de ello son los más de 800 cuartetos y arreglos para cuarteto que han encargado
en estos años y la gran cantidad de obras que los compositores más renombrados
de la actualidad han escrito específicamente para ellos. Sobre el escenario, el
Kronos Quartet es una delicia. Ajenos a los convencionalismos, pueden aparecer
en bermudas y con camisa hawaiana si se tercia pero cuando la luz se apaga, ¡ay
amigos! Entonces muy pocos se fijan ya en la vestimenta. Aprovechamos estos días
en que el grupo celebra su cuadragésimo aniversario para dedicar la entrada a
uno de sus discos más impresionantes, publicado en 1989 por la formación más
longeva del cuarteto en todos estos años: David Harrington y John Sherba
(violines), Hank Dutt (viola) y Joan Jeanrenaud (violonchelo) con ayudas
puntuales en alguna de las piezas del disco de las que hablaremos en su
momento. En “Winter Was Hard” vamos a encontrar una combinación de compositores
realmente original por sus estilos y procedencias, absolutamente diferentes y
con poca relación entre ellos.
Imagen de la formación que participa en el disco |
“Winter Was Hard, Op.20” – El San Francisco Girls Chorus
dirigido por Elizabeth Appling y por Earl L. Miller al órgano son los
principales intérpretes de esta breve pieza del finlandés Aulis Sallinen. En
ella escuchamos elementos folclóricos con un toque contemporaneo muy al estilo
de otros músicos como Arvo Pärt.ç
“Half Wolf Dances Mad in Moonlight” – La segunda pieza del disco se corresponde con un extracto de una obra comentada en el blog tiempo atrás: “Salome Dances for Peace” de Terry Riley. Se trata de un monumental cuarteto de cuerda de una duración próxima a las dos horas del que aquí escuchamos un fragmento. La relación de Riley con el Kronos quartet ha dado grandes frutos y la grabación de esta obra es uno de los más destacados.
“Fratres” – Si Riley es de sobra conocido por los lectores
del blog, ¿qué decir entonces de Arvo Pärt? El compositor estonio aparece
representado en el disco por una de sus obras más conocidas: “Fratres”. Como es
sabido, no existe una orquestación fija para interpretar esta pieza existiendo
versiones para quinteto de cuerda, quinteto de vientos, violín y piano,
orquesta y percusión y un sinfín de combinaciones que no restan un ápice de
calidad y emotividad a una obra maravillosa. La reescritura de la pieza para
cuarteto de cuerda fue la quinta revisión de la misma realizada por el propio
Pärt y, probablemente, es en este disco en el que aparece grabada por primera
vez (aunque este aspecto no es fácil de confirmar).
“Six Bagatelles, Op.9” – Retrocedemos unos años en el tiempo
para encontrarnos con esta obra de juventud del austriaco Anton Webern, uno de
los más representativos miembros de la Segunda Escuela de Viena. La elección de
la obra tiene algo de sorprendente puesto que estas bagatellas no pasan por ser
parte de las creaciones más representativas de su autor e, incluso, para
algunos críticos, son un trabajo no del todo depurado.
“Forbidden Fruit” – La paz y tranquilidad que parecían
reinar hasta ahora en el disco saltan por los aires en los primeros segundos de
la pieza del norteamericano John Zorn que obliga al cuarteto a estirar al
máximo las posibilidades expresivas de sus instrumentos. Zorn es una de las
voces más arriesgadas de la música contemporanea y abarca un buen número de
estilos ademar de haber inventado algunos nuevos. No es casual que, al margen
de su aportación al disco como compositor, Zorn sea también uno de los
productores. La pieza tiene muchos puntos en común estilísticamente hablando
con algunas obras de John Cage con las que comparte el uso del “collage” y la
aparición de un DJ (Christian Marclay) manejando los platos. La otra
participación ajena al Kronos Quartet de la de Ohta Hiromi en las voces. “Forbidden
Fruit” fue incluida anteriormente en el disco de Zorn de 1987 “Spillane” y con
su aparición en “Winter Was Hard” el cuarteto reivindica su participación en la
pieza.
“Bella by Barlight” – John Lurie tiene una carrera muy
extensa tanto en su faceta de actor (ha intervenido en películas como “Paris,
Texas”, “La Última Tentación de Cristo” o “Corazón Salvaje”) como de músico,
primero con los peculiares Lounge Lizards y más tarde en solitario dedicado a
las bandas sonoras. Por si esto fuera poco, también es pintor y su obra se
expone en alguno de los museos más renombrados, incluyendo el MOMA. La pieza
que el Kronos escoge para el disco es parte de la banda sonora de la película
de Jim Jarmusch “Stranger Than Paradise”, protagonizada por el propio Lurie.
“Four, for Tango” – Llegamos a uno de nuestros momentos favoritos del disco que es la excepcional composición del argentino Astor Piazzolla, encargada por el propio Kronos Quartet al músico. La forma en la que el cuarteto se adapta a la sinuosa música del genio marplatense es magistral y demuestra que la versatilidad de la formación no conoce fronteras estilísticas.
“Quartet No.3” – Alfred Schnittke es uno de los más
interesantes compositores que surgieron de la antigua Unión Soviética y sólo su
pobre salud, que le obligó a pasar largas temporadas postrado en cama (llego a
estar un tiempo en coma en 1985 siendo practicamente desahuciado por los
médicos pero se recuperó y siguió componiendo), ha evitado que su obra sea aún
más extensa. A pesar de todo, dejó un buen número de sinfonías y obras de cámara
realmente sobresaliente. El tercer cuarteto de cuerda de Schnittke es una obra
apasionada y expresiva que contrasta con el carácter supuestamente frío de la
escuela soviética y la interpretación del Kronos es sobresaliente. Años
después, el cuarteto se animaría a grabar la integral de la obra de Schnittke
para este formato (sus cuatro cuartetos más una serie de canciones y una breve
pieza dedicada a Stravinsky) y en ese doble CD se incluiría, una vez más, esta
grabación que hoy comentamos.
“Adagio” – El “Adagio” de Samuel Barber forma parte ya de la
memoria sonora del siglo XX y pocas personas habrá que no lo reconozcan al
sonar sus primeras notas. Quizá no sean tantos los que sepan que la pieza no
nació para ser interpretada por una gran orquesta, como suele hacerse, sino
como el segundo movimiento del “Cuarteto de Cuerda, Op.11” del compositor
americano. Fue Toscanini el responsable de su estreno en 1938 aunque en arreglo
orquestal fue realizado por el propio Barber unos meses después de completar el
cuarteto, consciente del evidente potencial dramático de la composición.
Tratándose de una grabación del formato original de la obra, creemos que el
Kronos Quartet podría haber interpretado el cuarteto completo y no sólo el
movimiento central pero, en cualquier caso, la obra y la versión siempre
merecen la pena.
“A Door is Ajar” – Cerrando el disco tenemos una miniatura
de autor desconocido que en los créditos aparece como composición tradicional.
En realidad, consta del sonido del viento soplando, un brevísimo tema musical y
una voz robótica que dice “a door is ajar” y, tras un portazo, “thank you”.
El título de la última pieza (una puerta entreabierta) nos
parece la mejor descripción posible para el disco en su conjunto. El Kronos
Quartet nos abre una puerta hacia una serie de músicas de diversas procedencias
con una característica en común: un atractivo casi ineludible. Elaborado
guardando un delicado equilibrio entre música con un cierto potencial comercial
(Pärt, Barber) y otra realmente minoritaria Harrington y compañía consiguen
cuadrar un disco que creemos imprescindible para aquellos melómanos con
inquietudes por todo tipo de estilos y que, probablemente, funciona mejor en su
función de “puerta entreabierta” por la que asomarse al mundo de compositores
con los que no nos atrevemos directamente a través de discos monográficos que
como obra cerrada de la que disfrutar continuamente con escuchas reiteradas y
es que sabemos que cuando uno cae presa de la atracción de músicos como Pärt o
Piazzolla no se conforma con escuchar piezas sueltas en recopilatorios. En
cualquier caso, os dejamos los habituales enlaces en los que adquirir el disco:
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