A lo largo de la
década de los noventa, Wim Mertens optó por introducir progresivamente más
intérpretes de cuerda en su grupo lo que supuso una cierta dulcificación de su
música. El primer ejemplo de este cambio fue “Jardin Clos”; un buen disco pero
que quedaría como un mero anticipo de lo que vendría después dada la
excepcional calidad del siguiente trabajo de estas características del belga
favorito de este blog.
Fue en 1998
cuando apareció en las tiendas “Integer Valor” un nuevo disco de Mertens de los
que entrarían en la categoría de “discos para ensemble” y que, cronológicamente
se situaría por detrás de “Lisa”, un EP de música para piano escrita para una
película belga y de “Sin Embargo”, un errático disco de guitarra que cogió a
todos los seguidores del músico con el paso cambiado. En este contexto, había
cierta expectación por escuchar el siguiente paso del artista. Un simple
vistazo a la formación empleada para la grabación hacía pensar en una
continuidad con la línea abierta en “Jardín Clos” ya que aparecía un extenso
grupo de cuerdas (Xavier Claeys, Maurits Goossens, Stefaan Claeys y Claire
Delplanque a los violines, Kris Van Severen y Paul Bervoets a las violas, los
cellos de Lieven Vandewalle y Koen Lievens y los contrabajos de Michel
Vangheluwe y Etienne Siebens). Acompañando a esta mini orquesta tenemos a los
habituales acompañantes de Mertens: Dirk Descheemaeker (clarinete y saxo
soprano), Marc Verdonck (saxo alto), Ward Hoornaert (trompeta), Herman Lemahieu
(trompa), Eddy Verdonck (trombón) y Hugo Matthijssen (tuba). Como último
complemento tenemos la voz cristalina de Els Van Laethem, el arpa de Brigitte
Hertogs, la guitarra de Peter Verbraecken y la percusión de Bart Quartier. Wim
Mertens se reserva para si el puesto de pianista en la banda.
Portada de la primera edición, de un solo disco, de "Integer Valor" |
Desde el primer momento quedó claro que “Integer Valor” era
un trabajo maravilloso. Probablemente la obra maestra de su autor por mucho que
cueste desplazar de esa categoría en el imaginario privado de cada seguidor los
primeros títulos que escuchó en su momento y que siempre parecen imposibles de
superar. Las nueve composiciones que contenía el disco conformaban una
colección en la que se juntaba lo mejor del músico belga: melodías
arrebatadoras, una sensibilidad extrema, ritmos enérgicos y una voz propia y
reconocible. Sin embargo, lo mejor estaba aún por llegar. Cuando no nos
habíamos repuesto del impacto del disco apareció en las tiendas sin avisar una
caja de tres discos titulada: “Integer Valor (Integrale)” conteniendo una
versión extendida de la obra reorganizada en tres partes diferenciadas, cada
una de ellas con su propio título independiente. Si ya el disco original era
magnífico, su edición expandida era aún mejor. Cierto es que las mejores piezas
ya estaban en el disco publicado inicialmente pero la calidad de alguna de las
excluidas de esa primera selección merecía el rescate y justificaba con creces
la aparición de la integral de la obra.
TO FILL IN THE BLANK
“To Obey” – Comienza la obra con un tema lento, solemne, a
cargo de los vientos con apoyo puntual del arpa (que tendrá mayor protagonismo
en la coda) y una percusión que refuerza el aire majestuoso de la pieza. Como
obertura, el tema funciona a la perfección y nos pone en el estado de ánimo
adecuado para lo que vendrá después, que no es poco.
“Leverage” – De nuevo los vientos son protagonistas en una
pieza con reminiscencias de discos como nuestro admirado y ya comentado aquí
“Motives for Writing”. Ritmos obstinados en el comienzo y una evolución hacia
estructuras más experimentales conforme avanza la pieza. Escuchamos aquí al
Mertens que no suele tener cabida en los discos “normales” y que suele
reservarse para los grandes ciclos aunque la extensión de la caja permite en
esta ocasión que haya suficiente espacio para este tipo de músicas aquí.
“Positively Imperative” – Llegamos ahora a uno de los
momentos más interesantes, de esos en los que Mertens hace magia con la sección
de viento que se convierte, a la vez, en una máquina perfecta de ritmo y en una
arrebatadora productora de melodías. Un tema fantástico que no es sino el
preludio de lo que viene a continuación.
“Yes, I Never Did” – Si afirmamos que esta es, no sólo la
mejor pieza del disco, sino una de las mejores de Mertens en toda su carrera,
muchos pensareis que exageramos pero tenemos el convencimiento de que es así
desde la primera escucha, ya cuando formaba parte del “Integer Valor” inicial
de sólo ocho cortes. Trompeta y saxo soprano construyen una impresionante
introducción que, a la llegada de las cuerdas, se transforma en una maravilla
que no puede dejar a nadie indiferente. ¿El mejor Mertens? Si no lo es, está
muy cerca. La segunda parte de la pieza cambia por completo de registro con un
desarrollo lento que nos permite recuperarnos y asimilar la experiencia de los
primeros minutos.
“Neither Do I Too” – Son ahora las maderas las encargadas de recrear una melodía fantástica con muchos puntos en común con otras de su primera época escritas para piano. En un fantástico diálogo, las cuerdas van dibujando melodías por debajo hasta la incorporación del saxo a la conversación.
“Collateral Damage” – Toma los mandos ahora Mertens al piano
como en los tiempos de “4 Mains” y piezas similares con las cuerdas prestas a
dar la réplica. La banda al completo va incorporándose a una pieza intensa y de
largo desarrollo en la que la pequeña orquesta de cuerda montada por el músico
alcanza un papel mucho más importante del que había ejercido hasta ahora y
funcionando como cualquier otro de los instrumentos de la paleta de Mertens,
asumiendo funciones rítmicas cuando toca y melódicas el resto del tiempo. La
pieza está construida como un continuo crescendo que alcanza su climax al final
con la incorporación de las percusiones.
“Sidemen” – Segunda de las piezas que aparecieron en el
disco original. De nuevo es el piano el que hace los honores en una
introducción llena de ritmo a la que se incorporan el resto de instrumentos,
empezando por la trompeta y siguiendo por el resto de vientos y las cuerdas
hasta llegar a la voz de Els Van Laethem. Toda la composición es una fiesta
plena de optimismo y vitalidad que nos revela un Mertens eufórico e inspirado
en un momento excepcional. Los últimos minutos del corte nos sorprenden con una
extraña serie de sonidos electrónicos y percusiones muy inquietantes y ajenas
al desarrollo de la pieza pero tras escuchar lo que el belga nos ha regalado
antes, no es cuestión de poner “peros”.
“To Obey (reprise) – Como indica el título, cerrando el
primero de los discos tenemos una nueva versión del tema que lo abría minutos atrás.
Se trata de una recreación más pausada en la que las cuerdas ocupan un segundo
plano y el piano interpreta lánguidamente la melodía principal.
WRITTEN CONVERSATION
“Tout est visible” – El segundo de los discos que componen
la obra está integrado por aquellos temas cuyo título es en francés y es
también el que más cortes contiene de los que formaron parte del lanzamiento
inicial. El primero de ellos es éste. Si hay una característica que diferencia
notablemente a Mertens del resto de músicos de ascendencia minimalista y que le
señala como una influencia diferenciada sobre otros artistas (Tiersen, Goude,
Einaudi...) es su extremada capacidad para construir melodías inolvidables. El
talento melódico del compositor belga se pone de manifiesto como nunca en esta
pieza y, en general, en todas las incluidas en este disco. Imposible resistirse
a una maravilla de este calibre que no merece la pena intentar describir con
palabras.
“Au-dela du fleuve” – Practicamente todo lo dicho del tema anterior sirve, palabra por palabra para éste. Talento puro al servicio de la música, un momento de inspiración máximo y un gusto excepcional para plasmarlo todo con elegancia. El tema formó parte también de los ocho que conformaron la primera versión del trabajo con lo que es fácil hacerse una idea de los motivos del entusiasmo que nos causó en su momento. Aparte del idioma de los títulos, empezamos a encontrar diferencias formales entre este disco y el anterior: los temas de “Written Conversation” se ajustan más a un esquema de piano más cuerdas y tienden más a la melodía que al ritmo pero esta regla no es inamovible como veremos más adelante.
“Tout est illumine” – Pasamos ahora a un delicadísimo tema
para piano con un leve apoyo orquestal. Melancolía a raudales en otra pieza
fantástica que en el contexto del disco corre el riesgo de pasar desapercibida
dada la calidad de la música que la rodea.
“Tout ça, c’est fini” – Rompiendo con la tónica del segundo
CD de la obra, el siguiente tema es una nueva explosión de ritmo y vitalidad
que, en cualquier otro trabajo de Mertens, sería una de las mejores piezas de
largo.
“La fin de la visite” – Nueva pieza procedente de la
selección inicial del disco y, una vez más, una composición fantástica. El
piano de Mertens desatado en labores rítmicas y los vientos tomando las riendas
de la melódía. Con ese proceso tan característico de adición de instrumentos o
secciones enteras, se incorporan las cuerdas hasta conformar una pieza
magnífica que puede competir en intensidad y energía con las más poderosas
creaciones de la Michael Nyman Band.
“Comme en dormant” – Último de los cortes del CD que
formaron parte de la versión de un solo disco. La estructura es similar a la de
los dos primeros temas de “Written Conversation”, es decir, piano, cuerdas y un
énfasis especial en la melodía. Sin llegar a los niveles de excelencia de
aquellos, seguimos estando en presencia de una pieza preciosa.
“Au fond, la mer” – Mertens revisa aquí una melodía
aparecida en el anterior disco “Jardin Clos” con ligeros retoques. Reconociendo
su buena factura y su elegancia, no se cuenta entre nuestras favoritas del
disco y encontramos en ella los primeros síntomas de un cambio en la música del
belga que se iba a intensificar en los años posteriores y que, a nuestro juicio,
le resta fuerza: un protagonismo excesivo de la sección de cuerda, con un
tratamiento algo dulzón que se pondría de manifiesto en trabajos como la banda
sonora de “Father Damien”, aparecida unos meses más tarde.
“Si loin du centre” – Una serie de secuencias ascendentes y
descendentes a cargo del piano secundadas por el clarinete y arropadas por las
cuerdas conforman otra interesante pieza en la que la percusión también juega
un papel importante. Quizá no tenga el encanto de otras composiciones del disco
pero nos sigue pareciendo una composición a tener en cuenta.
“Hors-nature” – Llegamos al final del segundo disco con una
composición que parecía destinada a pasar desapercibida por lo anodino de
inicio pero que poco después se transforma de un modo radical con la aparición
de una de esas melodías inolvidables que, de vez en cuando, se saca el belga de
la manga. Con todo, la versión del disco no le hace justicia y creemos que el
propio Mertens pensaba igual ya que la remodeló con ocasión del lanzamiento de
un recopilatorio posterior e, incluso, grabó un disco años más tarde que no es
sino una serie de variaciones sobre esta composición.
FULL OF COBBLES
“The Way Down” – El tercer disco de la colección es, quizá,
el más experimental de todos aunque sin llegar a los extremos de los ciclos
para los que el belga se reserva su música más inaccesible. El primer corte se
abre con una percusión de aire marcial (en la linea del “Mars” de Holst, para
entendernos) y se acompaña de un piano rítmico lo que, tras la entrada de la
sección de cuerda, nos presenta un panorama muy cercano estilísticamente al de
la Michael Nyman Band y, ciertamente, la pieza encajaría en alguna de las
bandas sonoras del británico.
“A Feet Maniac” – Se trata de una de esas composiciones
amables de Mertens ante las que no puedes evitar esbozar una sonrisa. Optimismo
con un punto de inocencia son las sensaciones que transmite el compositor en
una composición intrascendente pero con encantro.
“And Bring You Back” – Un sonido de órgano (que,
curiosamente, no aparece en los créditos) se combina con los pizzicati de la
pequeña orquesta y la guitarra de Peter Verbraecken en otra pieza de tono naïf
que formó parte del “Integer Valor” original, siendo, quizá, la más
prescindible de las piezas de aquel trabajo.
“In 3 or 4 Days” – En contraste con la anterior, la
siguiente composición era ya una de las destacadas de aquel disco. Interpretada
en sus primeros minutos por sintetizadores (simulando un clavicembalo para la
melodía principal pero también con sonidos puramente electrónicos), es con la
incorporación de la orquesta cuando la pieza se nos muestra en toda su magnificencia.
Vuelve a sonar la guitarra pero ahora en su versión eléctrica, lo que siempre
es una rareza en Mertens, al igual que el lanzamiento de “singles” de sus
discos. En el caso de “Integer Valor” fue precisamente ésta la composición
escogida como tal, acompañada de otras tres piezas, inéditas entonces, pero que
después formarían parte de la versión integral que hoy comentamos.
“Song 6” – Quizá la gran sorpresa del disco fuera esta composición. Un tema maravilloso para vibráfono y saxo (con algunos sintetizadores de fondo). Hasta donde sabemos, ha pasado desapercibida incluso entre los seguidores del músico belga y no nos consta que haya sido incorporada a sus conciertos. Sin embargo, creemos que se trata de una de las mejores piezas que han salido de la pluma del compositor en todos estos años y merecería ser recuperada.
“For Quietness” – A punto de cerrar esta monumental obra nos
encontramos con una “pequeña” (entrecomillamos porque su duración supera el
cuarto de hora) extravagancia de nuestro músico. Una extensísima pieza con aire
de improvisada en la que los teclados van soltando melodías sueltas sobre un
fondo de violines (a veces en pizzicato y otras a la manera convencional). Una
pieza innecesaria que llega a cansar y que bien podría haber sido descartada o,
al menos, reducida en cuanto a su duración.
“The Way Up” – Como cierre, volvemos a la versión más rítmica
de Mertens en un tema que es una réplica al que abría este tercer disco pero
sin los tambores de guerra que dominaban aquel, que ahora no aparecen hasta la
parte final.
Somos conscientes de que en esta entrada la pasión de fan
nos ha hecho perder por completo la objetividad pero es que el entusiasmo que
sentimos quince años atrás cuando escuchamos por primera vez esta obra sigue
presente en cada nueva audición que le dedicamos. Tengamos en cuenta también
que cuando apareció “Integer Valor”, Mertens llevaba ya 18 años de trayectoria
y lo razonable, llegados a ese punto, suele ser esperar un bajón en cuanto a
calidad o, en el mejor de los casos, un cierto estancamiento. Cierto es que no
siempre es así y que muchos artistas mantienen un buen nivel por periodos
prolongadísimos pero suelen ser casos excepcionales. Para aquellos que quieran
hacerse con esta obra, dejamos los siguientes enlaces:
Se agradece vuestra "pasión de fan". Este disco es genial.
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