Hacía mucho
tiempo que no nos ocurría algo como lo que sucedió hace unos días. Nos
encontrábamos ojeando discos en la sección de música de unos conocidos grandes
almacenes y, de repente, topamos con una novedad de la que no teníamos ninguna
información previa: un nuevo disco de Javier Paxariño. El encontrarse con
sorpresas así (discos cuya publicación desconocíamos) era muy habitual hace
unos años. Hoy, con internet y las nuevas tecnologías, el melómano medianamente
informado conoce casi paso a paso el calendario de publicación de los discos de
sus artistas favoritos y es raro que se encuentre de buenas a primeras un CD
del que no tenía conocimiento en una tienda.
A pesar de que en el digipack en el que se recoge el trabajo
no figuraba externamente ningún tipo de información que nos diera una pista
sobre el contenido, estilo o características del disco (ni siquiera el número o
el título de los distintos cortes), no dudamos ni un instante en adquirirlo y
llevarlo con nosotros de vuelta a casa. Cuando un músico ha grabado un disco
tan monumental como el ya comentado por aquí “Temurá”, se ha ganado con creces
el beneficio de la duda. El propio diseño de carátula y contraportada llama a
la confusión ya que en la primera leemos: “Dagas de Fuego” de Javier Paxariño, pero en la segunda aparece la alternativa:
“Sobre el Laberinto” y más abajo la palabra “trío”. No es hasta que leemos en
el canto del estuche el título correcto que le damos sentido a la diferente
información reflejada en una y otra parte del disco y es que el título del
mismo es la suma de ambos, quedando, por tanto como “Dagas de fuego sobre el
laberinto” a cargo, lógicamente, del Javier Paxariño Trío lo que nos ofrece una
pista acerca del motivo por el que los encargados de los grandes almacenes
habían colocado el disco en las estanterías dedicadas al jazz.
El Javier Paxariño Trio está formado por Josete Ordóñez
(guitarras y todo tipo de instrumentos de cuerda) quien escribe también dos de
los temas del disco, Manuel de Lucena (percusiones) y el propio Paxariño
encargado de ese gran surtido de instrumentos de viento de toda procedencia,
habitual ya en todos sus discos.
“Dagas” – La introducción del disco es un tema muy breve con
protagonismo de la percusión y unos leves acordes de guitarra en una línea muy
similar a la del Suso Saiz más ambiental. Paxariño esboza unos apuntes con las
flautas pero sin llegar a cristalizar en una melodía.
“Ladrón y Kumardjí” – Comenza el disco propiamente dicho con
un arreglo de una melodía tradicional. En el tema escuchamos a Javier
utilizando el saxo como un elemento rítmico más como tan magistralmente hizo en
el mítico “Temurá”. El trabajo percusivo de Manuel de Lucena es fantástico y da
el apoyo adecuado a las primeras exhibiciones de virtuosismo a las cuerdas por parte
de Josete Ordoñez, que lo mismo se atreve con un amago de “blues” a la guitarra
que nos hace disfrutar de los sonidos más exóticos del Oud, por ejemplo.
Formalmente, es uno de los cortes del disco que más nos puede recordar al ya
citado “Temurá” con una mezcla de músicas cuya procedencia no conseguimos
ubicar.
“Juegos con Zaira” – Entramos ya sin complejos en los terrenos del flamenco siempre bajo la particular visión de Paxariño que interpreta una maravillosa melodía con el kaval, especie de flauta procedente del este de Europa. Más adelante empleará el saxello para ejecutar la parte final de la pieza. Como podemos comprobar, los instrumentos no son precisamente los característicos del flamenco y si echamos un ojo a los que toca el resto del trío, la cosa no cambia: darbuka, bendir, riq o krakebs entre las percusiones y mandola en las cuerdas completan una paleta musical fantástica que, a pesar de todo, suena genuinamente flamenca.
“Mandópolis” – Llegamos a la primera de las dos composiciones del guitarrista Josete Ordóñez en el disco quien continúa el viaje a lo largo del mediterráneo al que nos invita el disco con un tema cuyo título hace referencia a un famoso festival de música de mandolina e instrumentos similares que tiene lugar en Francia todos los años. La fantástica pieza combina aires balcánicos con juegos flamencos a un gran nivel y es uno de nuestros favoritos del disco.
“Dolores de Amor” – Quizá sea éste el tema que más nos
sorprende de todo el trabajo. Con un comienzo que podríamos calificar sin
problemas como de próximo al rock progresivo comienza Josete a cantar una letra
de amor no correspondido en una línea aflamencada. Mientras tanto, Paxariño y
sus saxos interpretan una serie de melodías jazzísticas que completan así una
pieza compleja en lo rítmico y que tendría potencial suficiente para llegar a
sonar en las radios convencionales.
“Con el tiempo de la mano” – De nuevo la mezcla de estilos e
influencias se da la mano en una composición en la que se combinan ritmos
africanos y melodías mediterráneas que se tornan en andinas ante nuestro
estupor, puesto que también creemos reconocer algunos vestigios gaélicos en un
tema maravilloso que merece no una sino varias escuchas para descifrar la
cantidad de mensajes que se intuyen.
“Velahí” – Segunda composición de Ordóñez del disco.
Comienza con un profundo lamento de Paxariño al ney, flauta procedente de
oriente medio con la que el artista nos ha dado grandes momentos en discos
anteriores. Aires árabes impregnan por completo la melodía en la primera mitad
de la composición en la que volvemos a escuchar cantar al guitarrista. La
segunda mitad de la pieza vuelve a mostrarnos una magnífica combinación de
músicas tradicionales y espíritu progresivo con guiños de “free jazz” que nos
deja sin palabras. Una obra maestra que hace que apuntemos el nombre de Ordóñez
para prestarle mucha atención en el futuro.
“El alma en el suelo” – Paxariño introduce algo de pausa en
el disco en el momento justo con una pieza reposada en la que guitarra y saxo
dialogan plácidamente desgranando una serie de melodías de gran belleza que
encierran un punto de tristeza. En la segunda mitad del tema, éste se
transforma en una suerte de tango en el que la guitarra adquiere tonalidades
atlánticas, próximas al fado. Otra composición soberbia para un disco que se
postula desde este mismo momento para ser uno de los mejores de todo 2014.
“Paseo de la farola” – Recupera aquí Paxariño una melodía de
un viejo proyecto suyo llamado Taifas en la que profundizaba en la raíz
flamenca de su música, no tan evidente escuchando otros trabajos suyos pero que
es inevitable en un artista granadino como él. El título, curiosamente, no se
refiere a ningún lugar de Granada sino a un lugar emblemático de Málaga.
“Fiesta en El Realejo” – Y de Málaga nos trasladamos, ahora
sí, a Granada. Concretamente al barrio de El Realejo, lugar en el que se
concentraban los judíos en el siglo VIII conviviendo pacíficamente con los
árabes reinantes en la época. Por ello, no debe sorprender en absoluto la
inequívoca raíz klezmer de la música de Paxariño en la pieza, mostrándonos una
auténtica fiesta de alegre ritmo tras una breve introducción más pausada. Otro
gran tema del músico que nos deja con él a las puertas del cierre del disco.
“Laberinto” – Para despedir el disco, el músico deja una
pieza de corte ambiental en la que la guitarra y el clarinete turco con algunos
efectos electrónicos se combinan con la voz de Ordóñez y los platillos de
Manuel de Lucena que crean una atmósfera diferente, extraña, que nos deja con
un gran sabor de boca cuando se detiene el reproductor de discos.
Admiramos a Paxariño desde que escuchamos el ya lejano
“Pangea” a principio de los años noventa y sus siguientes discos nos
confirmaron que no estábamos equivocados al hacerlo (si acaso, nos quedábamos
cortos). Por ello, encontrarnos con un disco suyo cuando hacía mucho que le
habíamos perdido la pista supone una alegría inmensa. Si, además, la música es
del nivel de la recogida en “Dagas de fuego sobre el laberinto”, el único
motivo de queja tiene que ver con el tiempo transcurrido desde el anterior
trabajo y la añoranza de toda la música que podríamos haber disfrutado en ese
periodo si el artista granadino se hubiera prodigado más.
Es un lujo tener propuestas musicales del nivel de las que
nos ofrece periódicamente Javier Paxariño y nos entristece comprobar que no
tienen la difusión que merecerían en los medios pero esa batalla parece perdida
ya. Por nuestra parte, desde el blog seguiremos difundiendo en la medida de
nuestras humildes posibilidades estas músicas convencidos de que, quizá, algún
lector descubra en estas páginas a un artista como Javier y experimente lo
mismo que nosotros al escucharlo. El disco está disponible para su compra en los siguientes
enlaces.
amazon.es
resistencia.es
Nos despedimos con el trío en directo interpretando "Fiesta en el Realejo":
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Nos despedimos con el trío en directo interpretando "Fiesta en el Realejo":
Hacía mucho que no comentaba por aquí, pero este disco se merece un pequeño comentario. Yo me enteré de su aparición hace ya unos meses, pues accediendo a al programación del Teatro Arbolé de mi ciudad, Zaragoza, comprobé que era la primera parada de su mini-gira de presentación. Mi grito de júbilo fue enorme, no sólo un nuevo disco de Paxariño sino además concierto aquí mismo!!!!! Lo peor, que la fecha me era muy difícil, y definitivamente no pude acudir a un concierto cuya crítica en Heraldo de Aragón fue bastante buena.
ResponderEliminarEl disco me lo compré hace un par de semanas y me ha gustado bastante, llevándome de nuevo a aquellos años 90 de, por ejemplo, ese Temurá que tú y yo adoramos.
Pronto lo comentaré también en mi blog, confiando en que nuestras pequeñas aportaciones ayuden a que la gente sepa que hay un señor que se llama Javier Paxariño que hacía y sigue haciendo una música maravillosa.
Saludos.
En realidad, cuando suelo decir que "Temura" es uno de los mejores discos grabados en este país lo hago por evitar una afirmación tan rotunda como afirmar que es EL MEJOR. Lo cierto es que estoy convencido de que lo es y se me ocurren pocos que le puedan hacer sombra.
ResponderEliminar"Dagas..." no es tan complejo como aquel pero me parece un gran disco igualmente. Me alegra un montón ver que Paxariño sigue haciendo cosas de este nivel.
Un saludo, Pepe y gracias por comentar (también por tu labor en "Solsticio de Invierno". Una referencia imprescindible).