Lo normal cuando hacemos una reseña como la de hoy es que aportemos datos confirmados e informaciones más o menos fiables y, siempre que existan, oficiales. Hoy, en cambio, vamos a especular un poco para tratar de dar forma a una idea que explique del modo más coherente posible la creación del disco del que vamos a hablar.
Durante 2016 y 2017, Jean Michel Jarre estuvo dando conciertos por todo el mundo con ocasión de la publicación de su proyecto “Electronica” incorporando además en las últimas fechas del “tour” algunas piezas de la tercera parte de su “Oxygene”. A partir de ahí comenzó a hablarse en las redes sociales (en especial en las de alguno de sus colaboradores más cercanos) de dos nuevos trabajos en los que estarían ya ocupados con la idea de que el primero de ellos apareciera en la primera mitad de 2018 y el segundo en los últimos meses del año.
Hasta aquí, todo es fácil de verificar con unas cuantas búsquedas en google pero es entonces cuando ocurre algo que creemos que pudo alterar todo el calendario previsto e incluso el resultado final del mismo. En noviembre de 2017, Jarre tenía programados dos conciertos en Argentina y Chile en lo que iba a ser su esperado debut en Sudamérica. Luego había un hueco significativo antes de comenzar una segunda gira por Estados Unidos y Canadá, que tendría lugar ya en la primavera de 2018. Los rumores sobre la aparición más o menos inminente de un nuevo disco iban aumentando e incluso había ya declaraciones del músico hablando de la inteligencia artificial como el tema central de ese nuevo trabajo. A la par, comenzaba a hablarse de ese hipotético segundo elepé que mencionamos más arriba, en el que se decía que habría una mirada al pasado. Los problemas comenzaron con los conciertos en Buenos Aires y Santiago de Chile: una serie de incumplimientos por parte de la empresa promotora llevaron al músico a anunciar, primero, la suspensión de los mismos y poco después, el aplazamiento a otras fechas.
Ignoramos cómo funcionan las programaciones de las distribuidoras de música hoy en día y la antelacion con la que se deciden las fechas de lanzamiento de discos y singles pero lo cierto es que el día 15 de diciembre de 2017, sin anuncio previo, apareció en la página de Jarre en Apple Music una nueva composición “Chromatic”. Apenas estuvo “online” unas horas antes de desaparecer sin más pero parecía claro que iba a formar parte del proyecto ligado a la inteligencia artificial del que Jarre llevaba un tiempo hablando. El problema es que el calendario había cambiado. Los conciertos sudamericanos iban a tener lugar en marzo y poco después tocaba viajar a Norteamérica lo que hacía imposible la promoción de un nuevo disco, especialmente en Europa que es el principal mercado de Jarre.
Saltamos ya a Buenos Aires y al 22 de marzo de 2018. Primer concierto que se abre con la voz de una inteligencia artificial indicando que lleva mucho tiempo observando cómo la humanidad está destruyendo la tierra y que ha llegado el momento de tomar las riendas: si el hombre quiere sobrevivir, tendrá que buscar otro planeta. Tras la voz, una nueva composición especialmente potente. ¿El adelanto de un nuevo disco? ¿una pieza exclusiva para la gira? Podía ser cualquiera de las dos cosas y hasta un homenaje a Stephen Hawking que había fallecido apenas una semana antes del concierto y que en los últimos años había hecho declaraciones en la misma linea que la “inteligencia artificial” que hablaba en la introducción del concierto. El nuevo tema permaneció como obertura de todos los shows de la gira por los Estados Unidos y parecía que iba a quedarse en eso: en una composición exclusiva para el directo hasta que se anunció la aparición a mediados de septiembre de “Planet Jarre”, un recopilatorio en el que se se repasaban los 50 años de carrera del músico francés. Entre otros temas inéditos figuraba el bautizado como “Coachella Opening”.
Tras “Planet Jarre” no parecía probable la aparición de un nuevo disco, al menos en 2018, pese a los comentarios del artista y de sus allegados en las redes sociales. Sin embargo, casi por sorpresa, en los listados de novedades previstas para los meses siguientes de Amazon, apareció un revelador título: “Equinoxe Infinity”. Lo de hacer un disco con la inteligencia artificial como tema central era algo que el propio Jarre había confirmado pero la idea de publicar una secuela de “Equinoxe” parecía algo más propio de las especulaciones de los “fans” (en muchos foros se había apuntado esa posibilidad) que una opción real pero lo cierto es que aquí estaba. Igual que siguió los pasos de Mike Oldfield y sus varios “Tubular Bells” al publicar hasta dos secuelas de su primer grán éxito, “Oxygene”, Jarre se atrevía con su propio “Return to Ommadawn” reviviendo el que es uno de los discos más queridos por su seguidores: “Equinoxe”.
En una cabriola a la que trataremos de buscar explicación al final de la entrada, Jarre hizo un popurrí conceptual en el que mezclaba la portada del “Equinoxe” de 1978 con una historia en la que entra la inteligencia artificial, ramalazos del 2001 de Arthur C. Clarke / Stanley Kubrick y hasta temas más propios del ámbito del misterio como los círculos de las cosechas o los “moais” de la Isla de Pascua. El resumen partiría del diseño de Michel Granger para la portada del primer “Equinoxe”. En ella aparecían una serie de personajes mirando hacia lo que muchos interpretamos como un escenario a través de unos prismáticos pero que ahora Jarre imagina como unos “vigilantes” que observan a la humanidad sin un objetivo claro. 40 años después, el músico se inventa toda una mitología para esos personajes que tampoco creemos que haya que desarrollar aquí.
El músico le encargó al artista checo Filip Hodas la realización de dos portadas diferentes partiendo de los personajes de la portada original de Granger. Una de ellas trataría de simbolizar un futuro utópico en el que la humanidad y los robots (inteligencias artificiales, algoritmos o como queramos denominarlos) conviven pacíficamente y la otra, más apocalíptica, una distopía en la que el hombre sucumbe frente a la máquina. “Equinoxe Infinity” sería la banda sonora de esos dos posibles futuros.
Segunda de las portadas del disco. El comprador en tienda física puede elegir entre las dos. El que lo haga online, recibirá una al azar. |
“The Watchers (Movement 1)” - El disco comienza con un poderoso sonido grave que recuerda a la banda sonora de “Blade Runner 2049” pero no tanto como lo hacen los efectos sonoros que lo siguen a determinados momentos de la “Blade Runner” original. No es extraño que Jarre citase ambas películas como parte de la inspiración de un disco que, por otra parte, está centrado en la inteligencia artificial. Tras una introducción solemne llegamos a una serie de arpegios muy similares a los que se escuchaban en el comienzo del “Equinoxe” original. Una introducción épica que deja las expectativas en todo lo alto.
“Flying Totems (Movement 2)” - En el segundo corte del trabajo, Jarre despliega toda su artillería con esas secuencias rítmicas tan características y una melodía realmente inspirada que prácticamente calca un fragmento de su “Industrial Revolution” de 1988 aunque esa coincidencia no fuera intencionada en absoluto como afirmó el músico en una entrevista reciente. El tipo de sonidos empleados en el tema hace pensar en Vangelis pero lo cierto es que no es muy distinto del que Jarre empleó en discos como el citado “Revolutions” o la banda sonora de “Palawan: the Last Refuge”. Con todo, estamos ante uno de los mejores momentos del album y también del Jarre más reciente.
“Robots Don't Cry (Movement 3)” - Llegamos al que probablemente sea uno de los momentos más controvertidos del disco. Jarre desempolva la vieja Korg Mini Pops y utiliza un ritmo muy similar a los que escuchamos en el clásico “Oxygene” y en sus secuelas. Lo une a un colchón sonoro cercano al de otro de sus temas de referencia, “Chronologie 6” y nos ofrece un largo viaje nostálgico con poca o ninguna relación con el primer “Equinoxe”. El problema viene cuando se pone a improvisar con el “mellotron” ejecutando una melodía banal y repetitiva que temina por sonar irritante. Una pena porque la linea de bajo del tema y alguna que otra idea que aparece en la parte central del tema tenían potencial para mucho más.
“All that You Leave Behind (Movement 4)” - En el inicio del tema, Jarre vuelve a caer en viejos vicios empleando una secuencia de sonidos de fábrica presentes en el sintetizador virtual Synapse Dune 2 sin apenas modificación. Con ellos elabora toda la introducción del corte añadiendo algunos sonidos más como unas campanas y sus característicos colchones de cuerdas procedentes del Eminent. Tras eso, y con la entrada de la percusión, aparece una melodía muy esquemática que se combina con otra realmente poderosa ejecutada con unos tonos graves muy agresivos. Un muy buen final para una pieza realmente interesante.
“If the Wind Could Speak (Movement 5)” - El corte más extraño del disco por inesperado es esta brevísima transición en la que escuchamos una melodía muy alegre, casi juguetona, que se combina con “samples” vocales muy juguetones, que parecen balbuceos infantiles. Dentro de la narrativa del disco, se diría que nos sitúa en los albores del nacimiento de la inteligencia artificial como tal.
“Infinity (Movement 6)” - Llegamos así al tema más polémico del trabajo. Tenemos que confesar que la primera vez que lo escuchamos estabamos convencidos de que no era de Jarre y que algún bromista estaba tratando de colarnos un tema falso. Los acordes iniciales, propios de cualquier éxito de la terraza veraniega más cercana, los samples vocales con los que se iba construyendo la melodía y la producción, más bien pachanguera, estaban a la altura del Jarre de “Teo & Tea” y no del “resucitado” de los últimos tiempos. Sin embargo, en la segunda escucha y sucesivas, la presencia de elementos inequívocamente “jarreros” y ese “je ne sais quoi” presente en casi todos los singles del francés nos terminó por convencer de su autoría. No es la primera vez que nos ocurre con Jarre pero lo cierto es que la devastadora primera impresión del tema se fue diluyendo con el tiempo. No hasta el punto de que nos guste en demasiado pero sí lo suficiente como para soportarlo. Quizá para darle al oyente un asidero con el que identificar este corte con un proyecto que lleva la palabra “Equinoxe” en su título, Jarre utiliza en la parte central un fragmento de su clásico “Equinoxe 5” reproducido en modo invertido.
“Machines Are Learning (Movement 7)” - A partir de aquí, entramos en la parte más lograda de todo el trabajo. La secuencia con la que termina el corte anterior se funde en la que da inicio a éste de un modo muy similar a lo que ocurría entre la sexta y la séptima parte de “Equinoxe”. Tras ello entramos en una orgía de voces robóticas, efectos sonoros y ritmos de todo tipo que no tienen nada que envidiar a los mejores momentos de Jarre en este tipo de registros. Una auténtica gozada para el seguidor de la música electrónica clásica que enlaza sin solución de continuidad con el siguiente tema.
“The Opening (Movement 8)” - Llegamos así al tema que abrió los conciertos de la última parte de la gira anterior del músico y que apareció en el recopilatorio “Planet Jarre” con el título de “Coachella Opening”. Un verdadero cañonazo al que el músico ha sabido dar los retoques adecuados para que encaje en el sonido que uno esperaría de un disco con la palabra “Equinoxe” en el título, especialmente con los sonidos empleados en las secuencias rítmicas, herederos directos de los del disco del 78. En otra época en la que Jarre tenía mucha más presencia en los medios, este habría sido un single radiado a todas horas.
“Don't Look Back (Movement 9)” - Llegamos así a una pieza que tiene un lejano aire a aquella maravilla que fue en su día “Equinoxe 3”, con su ritmo de vals, aquí algo más acelerado. Falta una melodía a la altura de aquella pero, aún así, este es un tema muy digno que funciona especialmente bien en este momento del disco.
“Equinoxe Infinity (Movement 10)” - Para el cierre, Jarre se deja el corte más largo que tiene mucho de resumen del trabajo e incorpora muchos conceptos procedentes de otros momentos de su carrera. El inicio nos remite a las profundidades marinas de “Waiting for Cousteau” con una especial incidencia en la melodía principal de “The Watchers” que aparece varias veces a continuación. Más tarde hay también referencias a “Infinity” pero todo dentro de un desarrollo extraordinario que remite al Jarre experimental que termina por tener un hueco en casi todos sus discos. Capas y más capas de sonido, secuencias y arpegios que aparecen y desaparecen, ritmos acuosos, extrañas voces sintéticas... un magnífico colofón que, si nos atenemos a las palabras del propio Jarre, debería tener continuidad en un futuro cercano. Según el músico, se trabajó en el desarrollo de una app para móvil en la que un algoritmo se encargaría de ir “remezclando” el tema partiendo de las pistas originales de modo que cada nueva escucha fuera diferente de la anterior aunque siguiera siendo la misma composición.
En nuestra opinión, “Equinoxe Infinity” terminó siendo una mezcla de dos ideas. Jarre tenía previsto un nuevo disco con la inteligencia artificial como tema central (que habría salido a principios de 2018) y, por otro lado, una secuela de “Equinoxe”. El aplazamiento de los conciertos sudamericanos complicó las cosas y obligó a fusionar los dos conceptos en un solo trabajo (el nuevo “Equinoxe” tendría que salir por fuerza en 2018 para cumplir con el 40 aniversario del original). Eso explicaría la aparición y posterior borrado de “Chromatic” un año antes e incluso el cambio en los arreglos de “The Opening” para hacerla encajar en un nuevo “Equinoxe” utilizando mismo tipo el tipo de secuencias del disco de 1978. El propio Jarre da alguna pista cuando afirma en una entrevista promocional que el resultado de “Equinoxe Infinity” le ha dejado plenamente satisfecho porque la discográfica le dio un plazo de varias semanas más sobre la fecha prevista para entregar el disco. Esto encajaría con la idea de un retraso en los planes originales a causa de los conciertos aplazados.
Según nuestra improbable teoría, los cuatro primeros movimientos del disco estarían pensados para la secuela de Equinoxe. Los que van del quinto al noveno además del perdido “Chromatic” pertenecerían en origen al disco sobre la inteligencia artificial. El cierre, “Equinoxe Infinity” sería una especie de recapitulación grabada a posteriori. Todos ellos, lógicamente, habrían sido arreglados en esos meses que la discográfica le concedió al músico para que formasen un todo más o menos coherente y que diera idea de unidad. De ahí surgiría el uso de secuencias muy próximas a las del disco original en varios de los cortes y en los enlaces entre ellos e incluso el empleo de melodías del original reproducidas al revés.
Sea como fuere, nuestra valoración global del disco es buena, tirando a muy buena, en la linea de todo lo que ha publicado Jarre en estos últimos tres años. Hasta tenemos la sensación de que “Equinoxe Infinity” es lo que podría haber sido “Teo & Tea” de haberse hecho las cosas bien y si Jarre hubiera invertido algo más de trabajo y esfuerzo en aquel disco. Hay incluso varias similitudes entre ambos trabajos en cuanto a los sonidos utilizados, el empleo de voces electrónicas o el uso de “presets” de fábrica pero entre los dos discos hay un verdadero abismo a la hora de evaluar el resultado final y en eso influyen las horas invertidas pero también el nivel de inspiración.
No queremos despedirnos sin antes comentar que “Chromatic”, el misterioso tema que apareció y desapareció por sorpresa a finales de 2017, fue reutilizado por Jarre y, con un par de arreglos, convertido en “Souris Calle”, pieza que apareció en un triple LP de tirada limitada publicado por una galería de arte parisina como parte del homenaje que la artista Sophie Calle hizo a su gata Souris fallecida tiempo antes. En el disco colaboran artistas del nivel de Bono, Mirwais, Michael Stipe, Laurie Anderson, Jarvis Cocker o Pharrell Williams entre otros.
Os dejamos con Jarre hablando del proyecto: