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domingo, 20 de abril de 2025

Pet Shop Boys - Fundamental (2006)



En muchos casos, la evolución del sonido de una banda viene dada por el cambio de miembros, ya sea por la salida de unos, por la llegada de otros o por el cambio de roles de algunos de ellos dentro del grupo. Eso ayuda mucho a ir adaptando el sonido y las propias canciones a los cambios de estilo inevitables con los nuevos tiempos. La cosa se complica cuando la banda es estable en el tiempo y más aún cuando se trata de un dúo como el que formaban Neil Tennant y Chris Lowe desde hacía más de veinte años. En su caso, esta búsqueda de un sonido diferente ha ido de la mano, en muchos casos, de un nuevo productor. Debutaron con la ayuda de Stephen Hague pero enseguida fueron incorporando a otros artistas a esas labores como fueron Julian Mendelsohn, J.J.Jeczalik (de Art of Noise), Stephen Lipson, Harold Faltermeyer, Chris Porter, Danny Tenaglia o Craig Armstrong. Prácticamente con cada disco de estudio cambiaban de productor o incorporaban uno nuevo al equipo, ya que hay varios que iban repitiendo de uno u otro modo. Siguiendo con esa tendencia, en 2005 decidieron que su próximo trabajo estaría producido ni más ni menos que por Trevor Horn.


Horn fue uno de los músicos que ayudó a definir el sonido de toda una década, la de los ochenta, no tanto en su faceta de instrumentista o compositor como en la de productor. Pese a formar parte de The Buggles (influencia clave en el sonido del pop electrónico con “Video Killed the Radio Star”) o The Art of Noise, su influencia principal fue en el ámbito de la producción estando detrás del éxito de ABC, Frankie Goes to Hollywood e incluso de la reconversión al pop de las leyendas del rock progresivo Yes con “Owner of a Lonely Heart”. Trevor Horn fue uno de los primeros poseedores de un Fairlight CMI, el aparato que cambió buena parte del sonido electrónico de los ochenta y alrededor de él, fue montando un equipo de productores que incluía al citado Jeczalik y también a Anne Dudley, ambos miembros de The Art of Noise y también colaboradores de los Pet Shop Boys en distintas etapas. El propio Horn había producido un par de singles del dúo anteriormente (“It's Alright” y “Left to My Own Devices”) pero nunca un disco completo como iba a suceder con “Fundamental”.


Tennant y Lowe se habían tomado con calma la grabación de un nuevo disco tras el no demasiado afortunado “Release” (2002). De hecho, nunca habían pasado tanto tiempo sin lanzar un trabajo con canciones nuevas como pasó con “Fundamental” (2006) pese a que en el trayecto sí que aparecieron  proyectos alternativos como el “Battleship Potemkin” del que hablamos recientemente, el tercer volumen de la serie “Disco” o un recopilatorio con un par de canciones nuevas. El enfoque, en todo caso, iba a ser muy diferente de “Release” volviendo a los temas electrónicos potentes y a una mezcla muy equilibrada entre temas descaradamente bailables y baladas más tranquilas. El sonido, además, iba a ser mucho más rico con el uso de orquesta, batería o guitarras pero sin renunciar a los sintetizadores que dominan casi por completo un disco fastuoso como, por otra parte, era habitual en las producciones de Horn. La lista de colaboradores en el trabajo también era extensa y en ella había muchos nombres de prestigio, varios de ellos del entorno del productor como la propia Anne Dudley (encargada de la orquestación), el teclista Jamie Muhoberac (que trabajó con Horn en los discos de Seal), el guitarrista Steve Lipson (Annie Lennox, Propaganda, Frankie Goes to Hollywood...), “Lol” Creme (de Godley and Creme), o el percusionista Frank Ricotti.


“Psychological” - El disco comienza con un corte extraño, muy ajeno al estilo habitual del dúo y más cercano al de grupos como Depeche Mode o, por extensión, a Kraftwerk. Basado en una línea de bajo insistente y una corta melodía sobre sonidos ambientales, a día de hoy sigue siendo uno de nuestros temas favoritos del disco.


“The Sodom and Gomorrah Show” - Sin más preámbulos nos encontramos con el primer bombazo del trabajo: una crítica a la cultura del espectáculo de hoy en día, especialmente en lo que se refiere a los “reality shows televisivos”. Desde el punto de vista musical es una canción espectacular con arreglos de teclado y guitarra recargados pero brillantísimos y con una batería real que suena fantásticamente bien. Si le sumamos a eso unas melodías muy inspiradas y unas letras agudas que se resumen en el demoledor estribillo: “Are you gonna go / to the Sodom and Gomorrah Show? / It's got everything you need / for your complete entertainment and instruction. / Sun, sex, sin, divine intervention death and destruction. / The Sodom and Gomorrah show / is a once-in-a-lifetime production”. Pet Shop Boys en su nivel más alto.




“I Made My Excuses and Left” - Indicamos antes el equilibrio entre temas potentes y baladas del disco y eso permite anticipar que ahora es el turno de un tema lento. Se trata de una balada que tarda en empezar, introducida por una secuencia ambiental que desemboca en el tema central con un texto basado en el relato de Cynthia Lennon cuando vio en una ocasión a su marido John y a Yoko Ono sentados juntos y hablando y se dio cuenta por todos los detalles de la situación de que su matrimonio estaba terminado. Un ritmo cadencioso y abundancia de cuerdas adornan esta pieza que cuenta con bastantes melodías inspiradas y que funciona muy bien.


“Minimal” - Otro de nuestros temas favoritos, esta vez en el estilo más clásico del dúo es esta crítica al arte y al diseño moderno basado en el “menos es más”. Una canción pegadiza, llena de ritmo y que el dúo había elegido como primer single aunque a sugerencia de la discográfica terminó por ser el segundo. A nuestro juicio, no solo es una de las grandes canciones del disco sino de toda la trayectoria de Pet Shop Boys lo cual es decir mucho.




“Numb” - Llegamos a una rareza en la discografía del dúo, no tanto por que sea una canción ajena (han hecho muchísimas versiones) sino porque fue un encargo directo de Neil y Chris a Diane Warren, artista norteamericana responsable de grandes éxitos a cargo de artistas tan diferentes como Cher, Ace of Base, Aerosmith, Starship o Celine Dion. Diane les envió tres temas y el dúo se quedó con esta balada.


“God Willing” - Sigue el disco con un tema tan extraño como breve. Se trata de un instrumental muy rítmico que va creciendo en intensidad poco a poco creando una muy razonable expectativa de que culminaría en una explosión bailable pero en lugar de eso se extingue dando paso al siguiente tema.


“Luna Park” - Lo que nos encontramos aquí es un medio tiempo de corte pop con mucha presencia de la orquesta y un par de melodías muy acertadas a las que se añade un toque de clavicordio que recuerda mucho a la introducción del “Lucy in the Sky With Diamonds” de los Beatles. Un tema muy elegante y de gran nivel.


“I'm With Stupid” - Es el turno ahora del que fue primer single del disco, una canción muy pegadiza con un título y una letra que hacen referencia al entonces Primer Ministro británico, Tony Blair, y especialmente a su relación con George W. Bush en tiempos de la Segunda Guerra del Golfo. Pese a que funcionó bastante bien en las listas, nos parece un single demasiado sencillo (si se nos permite el chiste), flojo y por debajo del nivel medio del disco.




“Casanova in Hell” - Una canción extraña centrada en la figura de Casanova, especialmente en sus últimos y ya decadentes años. No es nuestro tema favorito del trabajo, desde luego, aunque los exuberantes arreglos orquestales elevarían un poco la puntuación en un hipotético ranking.


“Twentieth Century” - Otra canción política en la que Neil hace un repaso de la historia del S.XX y todas sus revoluciones que terminaron, en muchos casos, por frustrarse y por pervertir toda expectativa como refleja la frase central del estribillo: “Sometimes the solution is worst than the problem”. Musicalmente es un tema electrónico muy pegadizo del que nos quedamos con una especie de coda final muy interesante que merecería un desarrollo más amplio.


“Indefinite Leave to Remain” - En un disco con abundantes baladas, la mejor de todas es esta última en la que todo el talento melódico del dúo sale a relucir alrededor de una frase (la del título) aburridamente burocrática (hace referencia al permiso de residencia que el gobierno inglés concedía a los que llevaban 5 años en el país) pero adaptada por los Pet Shop Boys como una petición de matrimonio.


“Integral” - Otra letra afiladísima para criticar los cambios legislativos en el Reino Unido en el mundo post 11-S, en especial ante los inmigrantes. Realmente todo se resume en el certero estribillo que se convierte en el que probablemente sea el puñado de versos más acertado escrito por los Pet Shop Boys: “If you've done nothing wrong / You've got nothing to fear / If you've something to hide / You shouldn't even be here / You've had your chance / Now we've got the mandate / If you've changed your mind / I'm afraid it's too late”. Todo esto acompañado de un armazón electrónico y orquestal espectacular que, siempre en nuestra opinión, convierte a “Integral” en una de las 5 o 6 mejores canciones de Pet Shop Boys de siempre.




“Fundamental” es, probablemente, el disco más político de Pet Shop Boys hasta aquel momento. En realidad este era un aspecto que no habían tocado demasiado anteriormente aunque ha ido apareciendo con cierto peso en discos posteriores. Este cambio probablemente viniera motivado por la decepción de Tennant (un activo votante laborista hasta entonces) con Tony Blair, en especial con su postura en la guerra del golfo y con decisiones como el establecimiento de carnets de identidad en el Reino Unido (derogado años más tarde). Centrándonos en la música, es posible que el conjunto sea un poco irregular, no tanto porque las canciones no sean buenas (lo son en su gran mayoría) sino porque la alternancia constante entre temas potentes y llenos de fuerza con baladas orquestales no termina de funcionar del todo bien. Con todo, y aunque suene contradictorio, “Fundamental” sigue siendo hoy en día uno de nuestros discos preferidos del dúo británico. Casi veinte años después de su publicación, sus letras siguen, por desgracia, muy vigentes y eso es un valor añadido para un trabajo que ya ha superado la prueba del tiempo.

lunes, 21 de enero de 2019

Yes - Drama (1980)



Hay veces al que los momentos de crisis son muy interesantes. Nos muestran la capacidad de reacción de un grupo, su cohesión, e incluso la coherencia de sus miembros. Nos gustan las bandas que se levantan tras un golpe y que afrontan el futuro con una mirada nueva aunque manteniendo las referencias al pasado, especialmente cuando esas referencias tienen un mensaje para aquellos que se bajaron del carro en un momento determinado. ¿Cómo no esbozar una sonrisa cuando, tras su disolución más o menos pactada, aparece un nuevo disco de Pink Floyd (ya sin Roger Waters) titulado “A Momentary Lapse of Reason”?. Tampoco es fácil permanecer impasible cuando Genesis publica el primer disco sin Steve Hackett y lo titula “And Then There Were Three” en referencia a los tres miembros que permanecían en la banda. La experiencia sirve también para artistas en solitario porque no podemos pasar por alto el catálogo de mensajes ocultos (y no tan ocultos) que Mike Oldfield (entonces Michael) le dedicó a Richard Branson en los títulos y en las letras de “Heaven's Open”, su disco de despedida de Virgin.

En esa misma categoría entraría el disco que comentamos hoy. Tras varias sesiones de grabación caóticas en las que nada funcionaba y de las que no era posible sacar nada medianamente satisfactorio, en los últimos meses de 1979, Jon Anderson y Rick Wakeman deciden abandonar Yes. En el caso de Wakeman no era la primera vez, pese a lo cual, siempre se le considera como uno de los miembros más icónicos de la banda. Lo de Jon Anderson era más grave. Se trataba de la voz del grupo y de una de sus grandes señas de identidad. El resto de integrantes decidieron seguir adelante y titular el siguiente disco, “Drama”, haciendo gala de un gran sentido del humor.

La banda venía tocada ya desde las sesiones de “Tormato” y la convivencia se había hecho complicada. La principal discrepancia venía de Jon Anderson, enfrentado al trío Squire, Howe y White, partidarios de un trabajo colectivo en la composición de los temas frente al enfoque más personal del cantante (prefería que cada cual aportase canciones individualmente). Cuando el vocalista decidió abandonar la banda (y centrarse en sus proyectos en solitario y junto con Vangelis), Wakeman le siguió. No lo hizo porque compartiera especialmente sus planteamientos, que probablemente también, sino porque no concebía una formación de Yes sin su cantante y fundador. La situación era crítica. Yes se veían reducidos a un trío cuando en pocos meses tenían comprometida una gira por Estados Unidos e Inglaterra que ocuparía buena parte de la segunda mitad del año y, además, llevaban ya un tiempo sin grabar con lo que la presión para publicar un nuevo disco era muy fuerte. Las sesiones en París, aún con Anderson y Wakeman y bajo la supervisión de Roy Thomas Baker, no habían producido demasiado material aprovechable. Además, un incidente con Alan White obligó a suspenderlas justo antes de la desbandada de Jon y Rick: al parecer, el batería se rompió un tobillo mientras patinaba en un club nocturno acompañado de Richard Branson. Tal cual.

Marzo de 1980. Yes, reducidos a trío, ensayan en un estudio londinense con vistas al nuevo disco. En un estudio contiguo se encuentran los miembros de la última gran sensación del pop británico, The Buggles, que acababan de publicar su disco de debut promocionado por el single “Video Killed the Radio Star”, número uno en las listas de medio mundo. En un momento determinado, los integrantes del dúo, Trevor Horn y Geoff Downes, se acercaron a ver uno de los ensayos de Yes ya que eran grandes admiradores del grupo. Se daba la circunstancia de que ambas bandas compartían manager: Brian Lane. Siendo Downes teclista y Horn vocalista, alguien debió sumar 2 y 2 y sugerir que quizá ellos podrían cubrir el hueco de Anderson y Wakeman. La idea de que dos músicos que acababan de debutar con un disco de “new wave”, “synth-pop” o como se quiera denominar lo que hacían The Buggles, podrían entrar a formar parte de una de las bandas más legendarias del rock progresivo, sonaba disparatada pero, o bien en un alarde de audacia, o bien por pura desesperación ante los compromisos que se avecinaban, se decidió probar suerte.

Sorprendentemente, en el estudio hubo mucha química entre los cinco músicos lo que unido a la aportación de Downes y Horn en forma de composiciones propias, provocó que en apenas tres meses, el nuevo disco de Yes estuviera completado con parte del material de las sesiones de París, algún tema de The Buggles y varias canciones escritas ya por el nuevo quinteto. En “Drama”, Trevor Horn canta y toca el bajo en uno de los cortes, Steve Howe toca guitarras y hace coros, Chris Squire se encarga del bajo, el piano y los coros, Geoff Downes toca los teclados y es el encargado del vocoder y Alan White hace lo propio con la batería y las percusiones.

La sorprendente alineación de Yes en 1980.



“Machine Messiah” - Un riff potente, cercano al “heavy metal” nos da la bienvenida al disco. Es la introducción del tema más largo del mismo en el que la guitarra de Howe, imperial, nos guía hacia la primera intervención vocal, escoltada por unos teclados brillantes. Escuchamos a Horn rodeado de los clásicos coros de Yes por lo que no hay espacio aún para añorar a Jon Anderson. La continua variación de ritmos y motivos melódicos (entre los que encontramos una variación de una tocata de Charles Maríe Widor), nos remite a la etapa clásica de la banda que parece mantener intacto el espíritu del rock progresivo pese a las nuevas incorporaciones. El interludio que aparece a mitad de la pieza, con guitarras acústicas y las voces entonando el título del tema es una joya que nos lleva a un rápido final en el que Horn se mete en los pantalones de Anderson con un resultado más que digno.




“White Car” - El segundo corte es apenas un interludio dedicado indirectamente a Gary Numan. Al parecer, una foto del autor de “Cars” en su coche inspiró a Geoff Downes para crear esta corta pieza, principalmente electrónica.

“Does it Really Happen?” - Continúa el disco con un vigoroso tema que apunta ya claramente hacia lo que se dio en llamar “AOR” en aquellos años. Aún había muchos elementos progresivos pero los teclados y una cierta simplificación en ritmos y armonías empezaban a acusar una búsqueda de una fórmula más acorde con los gustos de la época. El bajo de Chris Squire tiene un papel muy importante en todo el tema siendo uno de los grandes puntos de enganche con los Yes anteriores, junto con los coros “a cappella” de la segunda parte del tema y la brillante coda instrumental.

“Into the Lens” - La “cara b” del disco comenzaba con una pieza que Horn y Downes había escrito para el segundo disco de The Buggles pero que aparecería antes en “Drama”. Probablemente sea nuestra canción favorita del disco por muchas cosas, entre las que se encuentra el gran trabajo a la batería de Alan White y el atrevimiento a la hora de incorporar elementos como el vocoder a la música de una banda como Yes, algo que en grupos de estos estilos no era fácil de ver. Ese detalle y algún otro nos remiten a otras formaciones con raíz progresiva y orientación más pop de la época como The Alan Parsons Project.




“Run Through the Light” - Un oyente despistado podría atribuir el comienzo del tema a The Police, especialmente por la similitud en la forma de cantar entre Sting y Trevor Horn. Como curiosidad, Horn es quien toca el bajo en la pieza en lugar de Squire que se pasa al piano en esta ocasión. Todo en el tema es brillante, desde los teclados de Downes hasta las guitarras y la mandolina de Steve Howe. Un ejercicio coral de virtusismo a un gran nivel que mantiene el pabellón de la banda en lo más alto.




“Tempus Fugit” - Squire retoma el bajo y lo hace a lo grande dominando por completo una pieza que combina un gran dinamismo con guitarras próximas al “ska”, lo que vuelve a acercar a la banda a los mencionados The Police que triunfaban ampliamente por todo el mundo en la época (muchas veces hemos pensado que “Synchronicity”, el tema de Police de 1983 es un guiño a este “Tempus Fugit”. Un magnífico cierre en todo caso para un disco que fue muy difícil de llevar a cabo.


La acogida del trabajo fue moderadamente buena. De hecho, buena parte de las críticas recibidas por parte de los seguidores, tuvieron más que ver con la gira posterior que con el disco en sí. El motivo: que ni Horn ni Downes daban la talla en directo, en especial el cantante, incapaz de afrontar un repertorio como el de Yes, creado para un registro vocal tan peculiar como es el de Jon Anderson. En todo caso, ninguno de los miembros de The Buggles estaba acostumbrado a las exigencias de un grupo como Yes en directo y una vez finalizada la gira posterior, la banda se disolvió por completo siguiendo cada uno de sus integrantes con su carrera por su cuenta. Horn y Downes publicaron un segundo disco como The Buggles, el propio Downes junto con Steve Howe, John Wetton y Carl Palmer formarían el “supergrupo” Asia y, por su parte, Squire y White se unieron a Jimmy Page para formar XYZ antes de formar Cinema, una nueva banda que terminaría por convertirse en una nueva encarnación de Yes tiempo después.

Con todo, y obviando la influencia que la ausencia de Jon Anderson puede ejercer sobre un seguidor de Yes a la hora de evaluar el disco, tenemos que decir que “Drama” es un buen disco, tirando a muy bueno. No llega al nivel de excelencia de un “Close to the Edge” o un “Relayer” pero tampoco anda muy lejos de “Going for the One” por poner un par de ejemplos. Un trabajo que no suele mencionarse entre los grandes de la banda pero que merece la pena recuperar de cuando en cuando.

lunes, 30 de mayo de 2016

Pet Shop Boys - Introspective (1988)



En la ya extensa discografía de Pet Shop Boys existen una serie de trabajos muy particulares con características que los distinguen del resto. Son discos en los que encontramos canciones muy diferentes a las habituales, bien por su larga duración, bien por ser remezclas de otras ya existentes, bien por ser “covers” de temas clásicos o bien por haber sido concebidas originalmente para otros artistas.

La serie la inauguró en 1986 “Disco”, un LP con versiones extendidas de canciones del trabajo de debut del dúo, “Please”, publicado meses antes así como de alguna “cara b” de sus singles. Con el tiempo, el titulo se estandarizó y así llegaron “Disco 2” (1994), con remezclas de baile de piezas de “Behaviour” y “Very” más algún nuevo single, “Disco 3” (2004) con remezclas de “Release” y un puñado de canciones nuevas y “Disco 4” (2007) con versiones y colaboraciones de Pet Shop Boys con otros artistas.

Antes de que apareciera el segundo volumen de la serie “Disco” existió otro LP titulado “Introspective” que podría haber formado parte perfectamente de la misma ya que reúne características similares a las de cualquiera del resto de trabajos aparecidos bajo ese epígrafe: temas nuevos, remezclas de temas antiguos, canciones escritas para otros y versiones de otros artistas. Para su grabación, Pet Shop Boys se rodearon de algunos de sus colaboradores habituales como Julian Mendelsohn pero también incorporaron nombres como el de Trevor Horn para la producción de los dos singles principales del trabajo. El resultado fue un disco de solo seis canciones en versiones de larga duración. La portada, tremendamente sencilla, mostraba un patrón de barras verticales se distintos colores cuya disposición variaba entre las distintas ediciones, es decir, en el LP de vinilo, el CD y el casette.

“Left to My Own Devices” - El comienzo del disco es muy sorprendente y descoloca a cualquier seguidor del grupo ya que arranca con una larga introducción orquestal sobre la que escuchamos la voz de soprano de Sally Bradshaw. Enseguida escuchamos un infeccioso ritmo marca de la casa adornado por una linea de bajo extremadamente adictiva y unos teclados “house”. Es entonces cuando Neil comienza a “rapear” al estilo del antiguo hit “West End Girls” hasta llegar al estribillo. Estamos ante una de las canciones más populares de Pet Shop Boys. Un auténtico cañonazo destinado a figurar entre lo más solicitado de su repertorio. Los arreglos orquestales, espectaculares a todas luces, aparecen a lo largo de toda la pieza en una combinación entre cuerdas y sintetizadores, maderas y cajas de ritmos absolutamente magistral. “Left to My Own Devices” es uno de los dos cortes del disco producidos por Trevor Horn.




“I Want a Dog” - Uno de los muchos singles publicados del disco “Actually” fue “Rent”. En su “cara b” se encontraba la primera versión de esta canción que escuchamos aquí en su variante más bailable. También la duración es considerablemente mayor. En realidad es una de las canciones más intrascendentes del repertorio del grupo y los arreglos “house” que aquí recibe no consiguen darle un interés mayor. Mediada la pieza escuchamos un solo de piano de aire jazzístico a cargo de Josh Milian que es lo más destacado del tema.

“Domino Dancing” - La siguiente pieza suponía la primera incursión del dúo en los sonidos “latinos”. Al margen de eso es otra de esas canciones irresistibles que aparecían por doquier en los primeros trabajos de Pet Shop Boys. En ella se combinaban brillantes sonidos electrónicos con bases rítmicas de influencia latina como ya hemos señalado, reforzadas por la guitarra y el piano. También escuchamos los clásicos “samples” orquestales tan de moda en los ochenta y todo el repertorio y recursos sonoros del dúo. El single fue todo un éxito aunque la versión que aquí suena es, una vez más, considerablemente más extensa.




“I'm Not Scared” - En el momento en que Tennant y Lowe se convirtieron en estrellas empezaron a escribir canciones para otros artistas al margen de las destinadas a su propio repertorio. Una de las más exitosas en estos primeros años fue “I'm Not Scared”, popularizada por Patsy Kensit y su grupo Eighth Wonder. Realmente la banda era un accesorio más destinado a acompañar a la vocalista, quien alcanzó mucha mayor popularidad que ellos. De hecho, en el que fue su single de presentación, precisamente esta canción que comentamos, ninguno de los miembros de Eighth Wonder interpreta una sola nota y toda la instrumentación corre por cuenta de los Pet Shop Boys. Aquí recuperan el tema haciendo una versión realmente brillante que probablemente supera a la de la propia Patsy.

“Always on My Mind / In My House” - Uno de los mayores éxitos de Pet Shop Boys en sus inicios fue, inesperadamente, una versión de Elvis Presley. En un momento determinado alguien les propuso escoger una canción del “Rey” para incluirla en un programa de homenaje que se estaba preparando en una televisión británica. Sin mucho entusiasmo se pusieron manos a la obra escuchando algunos temas del mito sin encontrar ninguno que realmente les motivase. De repente se encendió la bombilla con la balada “Always on My Mind”: una de las canciones más famosas del cantante que el dúo transformó, de delicioso tempo lento a rompepistas. La versión triunfó en todo el mundo en forma de single pero de cara al mercado norteamericano, en el que los Pet Shop Boys no acababan de penetrar, era necesaria su inclusión en un disco “grande”. Fue entonces cuando se tomó la decisión es incorporar a “Introspective” una remezcla de la misma. El error fue precisamente ese: que se trataba de una remezcla, carente por completo del encanto del single original. Para colmo, el remix contenía un extraño injerto titulado “In My House” con extraños rapeados y voces distorsionadas que desfiguraban por completo la canción. Sólo en los instantes finales del tema escuchamos algo parecido a lo que era el single pero el brillante final no logra salvar un experimento demasiado excéntrico. No es casualidad que muchos hablen de esta remezcla como del suicidio artístico del dúo en Estados Unidos al perder una ocasión irrepetible de entrar en las listas de ventas de la mano de un single que ya era muy popular antes de aparecer el disco.

“It's Alright” - Cerrando el disco tenemos otra versión de un tema ajeno, publicado por Sterling Void y Paris Brightledge pocos meses antes. La canción original era un éxito en los círculos de aficionados a la música “house” aunque no trascendió mucho más allá. De hecho, la proximidad de su lanzamiento inicial con la versión de Pet Shop Boys, mucho más conocida por la propia repercusión del dúo Tennant / Lowe, enmascaró el hecho de que fuera una versión y buena parte de los aficionados la creyeron obra de éstos. Musicalmente, lo cierto es que es uno de los “covers” menos trabajados de Pet Shop Boys en toda su carrera ya que los arreglos son casi idénticos y las pocas diferencias que existen (al margen de la voz, claro está) radican en la producción, firmada de nuevo por Trevor Horn.




Con el tiempo, Tennant y Lowe le cogieron el gustillo a publicar discos “complementarios” a los oficiales, la mayoría de ellos en forma de ediciones extendidas de estos con un CD adicional como ocurrió con “Relentless” y “Very” en 1993, “Fundamentalism” y “Fundamental” en 2006 o “Etc” y “Yes” en 2009. En la época en la que apareció “Introspective”, este tipo de lanzamiento como ediciones de lujo o de coleccionista con uno o varios discos adicionales no era habitual y, quizá por ello, el trabajo apareció de forma independiente en lugar de como añadido de “Actually”. Aunque muchos podrían considerar este tipo de publicaciones como algo “menor”, en el caso de Pet Shop Boys creemos que son discos tan importantes como los “principales” y aportan al oyente una perspectiva sobre el grupo que, de otro modo, quedaría incompleta. Cierto es que no todos tienen la misma calidad;  por ejemplo, consideramos que “Disco 2” es notablemente inferior en todos los sentidos a cualquier otro de la serie. No es el caso de “Introspective” que, pese a sus características particulares, está considerado por los seguidores de Pet Shop Boys como uno de sus mejores trabajos.

Los videoclips que hemos añadido a la entrada contienen las versiones de los "singles", no las del disco. Como despedida os dejamos con "I'm Not Scared", esta vez en la versión incluida en "Introspective".


 

jueves, 12 de mayo de 2016

Yes - 90125 (1983)



De la poca estabilidad de Yes como banda hemos hablado ya en muchas ocasiones. Casi podríamos afirmar que la esencia del grupo era el cambio constante pero llega un momento en que la ausencia de determinados miembros hace prácticamente imposible la continuidad del proyecto, especialmente cuando la persona que falta es, quizá, la más carismática de la formación. Algo así ocurrió con el cambio de década y la entrada en los años ochenta cuando Jon Anderson, uno de los “frontmen” más particulares del rock, abandonó la banda de la mano de Rick Wakeman.

Con todo, la banda siguió adelante e incluso grabó un disco más, seguido de la tradicional gira. Sin embargo, la continuidad de Yes parecía carecer de sentido. El rock progresivo agonizaba y la mayor parte de sus mayores representantes se replanteaba sus carreras buscando nuevos horizontes más acordes con los gustos del público de los ochenta. Trevor Horn, efímero integrante de la banda se centró en su carrera como productor. Steve Howe y Geoff Downes unieron fuerzas con John Wetton y Carl Palmer para formar Asia, el supergrupo que mejor encarna lo que se dio en llamar “AOR”, acrónimo de “Adult Oriented Rock” o rock para adultos. Por último, Chris Squire y Alan White siguieron brevemente como dúo además de crear otra tentativa de supergrupo bajo el nombre de “XYZ” junto con Jimmy Page. No cristalizó.

Fue entonces cuando, por intermediación de un directivo de Atlantic records, conocieron al guitarrista sudafricano Trevor Rabin, quien estaba intentando hacerse un hueco en el mercado americano. Los ensayos funcionaron bien y las canciones que traía Rabin se adaptaban bien a las características del trío. Faltaba una pieza, un teclista, y Squire recurrió a Tony Kaye, antiguo colega en Yes para ¿cerrar? la formación de la nueva banda. Solo quedaba ya un nombre y se decidió que éste fuera “Cinema”.

Los ensayos y las primeras sesiones del disco fueron muy duros y durante las mismas hubo muchos roces, fundamentalmente entre Tony Kaye y Trevor Horn. De hecho, la mayor parte de los teclados del disco pasaron a ser interpretados por Trevor Rabin (autor, por otra parte, de casi todo el material). Había algo que no terminaba de funcionar, especialmente con las voces, problema que no se solucionó hasta que alguien sugirió un nombre: Jon Anderson. Su incorporación a Cinema no fue sencilla pero finalmente se produjo y, con ella, se facilitaba un último paso: ¿por qué llamarse Cinema y empezar de cero pudiendo llamarse Yes?. La respuesta parecía evidente y, escudandose en problemas legales con otras bandas que ya funcionaban bajo el nombre de Cinema, la maquinaria de Yes volvía a caminar con un sonido radicalmente distinto. No podía ser de otra forma ya que el disco no lo grabó Yes sino otra banda que sólo después adoptó el nombre de Yes.

El nuevo estilo de la grupo iba a asumir las tendencias del momento. Trevor Horn no estaba solo en la producción ya que en el disco le acompañarían en esas labores y en las de ingeniería de sonido su compañero en Art of Noise, J. J. Jeczalik, Gary Langan, quien había trabajado en los últimos discos de Queen y en los de The Buggles y Julian Mendelson, quien sería responsable del sonido de los primeros discos de Pet Shop Boys poco después.

Cinema tras su conversión en Yes.


“Owner of a Lonely Heart” - El primer tema del disco deja bien a las claras lo que vamos a escuchar aquí: una producción superlativa de Trevor Horn, a la altura de los mejores discos de la época y que iba a marcar una linea a imitar por decenas de bandas en los años siguientes. No todo es original y algunas guitarras y bajos recuerdan poderosamente a los de The Police, una de las bandas más populares en los años previos. La canción fue un éxito tremendo en todo el mundo y los efectos electrónicos, samples, etc. transformaron casi por completo la maqueta que traía Trevor Rabin, cuyas guitarras son mucho más ácidas de lo acostumbrado hasta entonces en la banda, siempre que hablemos de Yes, claro, porque no conviene olvidar que esta encarnación no nació para ser llamada así. Pese a las diferencias con lo publicado anteriormente bajo ese nombre, “Owner of a Lonely Heart” nos parece un gran tema y su éxito, algo muy merecido. Pura MTV.




“Hold On” - Con un “riff” que nos recuerda los sólos épicos de Gary Moore se abre una canción en la que se mezca un incipiente “AOR” con ramalazos de rock duro y abruptos cambios de ritmo que son una de las pocas herencias del pasado progresivo de la banda. No faltan los efectos electrónicos, en especial en el tratamiento de los juegos vocales de algunos coros pero en lineas generales estamos ante un medio tiempo rockero más que aceptable.

“It Can Happen” - El sitar de Dipak Khazanchi abre una de nuestras canciones favoritas del disco. Enseguida aparece el bajo de Squire y comienza a cantar Anderson el estribillo. Una pausa nos lleva hacia la parte central de la canción, en la que el grupo despliega una gran energía a lo largo de un fragmento relativamente extenso con continuos cambios de instrumentación y ritmo hasta construir una pieza verdaderamente rica y también una de las pocas con conexiones con el estilo previo de Yes, especialmente en el tramo final en el que oímos algunas florituras vocales dignas del pasado de la banda.




“Changes” - Cerrando la “cara a” del disco está esta poderosa pieza que comienza con un intenso ritmo de marimbas de cierta apariencia minimalista. La batería se incorpora para subrayar un comienzo enérgico y los clásicos sonidos de flauta del sintetizador Fairlight se suman a la fiesta. Tras la introducción y un breve puente que nos vuelve a recordar a The Police, llega la parte central de la canción, ahora sí, dentro de los parámetros del “rock orientado a adultos” de la época. Esto se traduce en una pieza pulcra, exquisitamente diseñada pero con un cierto sabor a plástico que no puede disimularse. Todo es muy correcto pero le falta algo.

“Cinema” - La “cara b” se abría con un breve instrumental extraído de una suite mucho más extensa que fue descartada precisamente por su duración. El corte es de una gran fuerza y tiene algo de cinematográfico lo que seguramente influyó mucho en que fuera llamado “Cinema” y no “Time” como la pieza de la que está sacado. Con todo, quizá habría estado mejor aprovechado como interludio instrumental dentro de una canción mayor.

“Leave It” - Un brillante comienzo “a capella” nos da la bienvenida a una canción en la que el “Fairlight” vuelve a ser protagonista jugando con las distintas voces de los miembros del grupo combinadas para formar unas magníficas secuencias rítmicas. Junto con “Owner of a Lonely Heart”, quizá sea el tema del disco en el que el trabajo de producción de Trevor Horn se deja notar con más nitidez. También es una de las canciones más cercanas al pop de todo el disco, pese a algún momento grandolocuente hacia el final.




“Our Song” - Un catálogo de tópicos “AOR” nos recibe en la apertura de la siguiente canción: una pegadiza melodía de teclado en el inicio, doblada por la guitarra eléctrica y con el refuerzo de una batería a piñón fijo. El bajo de Squire, complaciente al principio, es el que, con sus diabluras, se encarga de dirigir la canción por unos derroteros algo más aceptables que consiguen parecerse a Yes en un segmento intermedio verdaderamente magnífico. El cierre llega con un retorno al tema inicial de teclado que ahora no suena tan manido, curiosamente.

“City of Love” - El comienzo del tema es muy interesante y tiene cierta carga de experimentación electrónica. No dura mucho, sin embargo, y enseguida nos volvemos a mover dentro de la corriente mayoritaria de aquel momento y, a riesgo de resultar tediosos, tenemos que volver a mencionar el término “AOR”, de nuevo con toques “metal”. Nada especialmente destacado pero correcto en cualquier caso.

“Hearts” - La despedida nos llega con un tema que se diría especialmente pensado para Jon Anderson y que nos recuerda mucho a sus discos en solitario. Con una bonita melodía, casi infantil, interpretada con el “Fairlight” se va edificando una pieza que gana en solemnidad con cada compás hasta desembocar en un precioso estribillo que, ahora sí, pocas bandas podrían haber firmado de no haberlo hecho Yes.

Hablar de “90125” es hacerlo de la importancia de la “marca” en el mundo de la música. No debería ser así pero es imposible abstraerse a algo así. Hay grupos cuya formación ha sido siempre la misma, al menos, a partir del momento en que son conocidos. Otros, como Yes o King Crimson, han hecho del cambio una constante en sus trayectorias. Hay bandas en las que la salida de un sólo miembro abre profundos debates entre sus seguidores sobre la autenticidad de lo que queda del grupo. Genesis y Peter Gabriel (más tarde con Steve Hackett) o Pink Floyd y Roger Waters (en menor medida con Syd Barrett) son ejemplos claros de esta situación. En Yes los cambios siempre se han asumido como naturales hasta el punto de que sólo uno de sus miembros estuvo presente en todos los discos de la banda hasta su fallecimiento: Chris Squire. Sin embargo, llega un momento en que, no tanto los cambios de personal, sino la desnaturalización del sonido del grupo hace que sea muy difícil seguir considerandolo como la misma banda, aunque se llame igual. “90125” fuerza al máximo la fidelidad de los seguidores de Yes ya que, no sólo la nueva formación se construye alrededor de un músico que no había tenido relación alguna con el grupo, Trevor Rabin, sino que, además, la utilización del nombre de Yes surge sólo al final, cuando casi todo el disco está compuesto. Son Cinema los que crean el disco, los que lo graban y los que lo van a publicar. Sólo el hecho de que Cinema con Jon Anderson sea algo que se puede hacer pasar por Yes de cara al público provocó el cambio de nombre con una finalidad exclusivamente comercial.

El resultado musical, con todo, no es excesivamente malo en este caso, siempre que no pretendamos encontrar una continuidad del sonido de Yes (ni siquiera del Yes del ya controvertido “Drama”, precedente inmediato de este). “90125” es un disco que nos gusta aunque inicia una trayectoria que terminaría por desembocar en el desastre más absoluto con “Big Generator” unos años después. Es un trabajo claramente situado en una época muy determinada y con un productor que es hoy un icono de esa misma época. Sólo por eso merece la pena darle una escucha de vez en cuando. Sin ser un disco imprescindible, resulta agradable recordarlo con cierta frecuencia.


"Hold On" en directo sonaba así:

 

martes, 1 de mayo de 2012

Yes - Fly From Here (2011)



No hace mucho tiempo comentabamos la historia de cómo Jakko Jakszik recorrió la trayectoria que va desde fan de un grupo hasta cantante del mismo o, para ser más exactos, de algo parecido al grupo al grabar con Robert Fripp, legendario lider de la banda a la que nos referíamos, King Crimson en uno de sus ProjeKcts. Ese sorprendente recorrido lo ha hecho también el canadiense Benoit David, vocalista de la banda Mystery pero también de Close to the Edge, grupo tributo del gran dinosaurio del rock progresivo: Yes.

Tras verle en acción a través de youtube, Chris Squire se puso en contacto con él para ofrecerle reemplazar a Jon Anderson en la gira de 2008 por los problemas de salud de éste, lo que David aceptó. Aunque la gira no se completó por una leve enfermedad del propio Squire, el nuevo vocalista fue nombrado miembro oficial de la banda y como tal, intervino en los conciertos de los años siguientes y grabó con ellos el primer disco de estudio de Yes desde 2001 (si bien, actualmente también David ha sido sustituido por el cantante de Glass Hammer, Jon Davison).

La idea inicial era que el teclista del grupo fuese Oliver Wakeman, hijo de Rick Wakeman, miembro insigne de la banda en sus años gloriosos pero a pesar de tocar con ellos en varios conciertos y de participar en las sesiones iniciales del disco, fue expulsado del grupo durante las mismas, ocupando su lugar Geoff Downes, quien ya fue teclista de la banda el el disco “Drama” de 1980. Junto con Downes llegó su compañero en los Buggles, Trevor Horn, aunque para el disco se limitaría a labores de producción.

Así pues, tenemos a la que sería la duodécima formación distinta de Yes para un disco de estudio, a saber: Chris Squire (bajo), Steve Howe (guitarras), Alan White (batería), Geoff Downes (teclados) y Benoit David (voz) aunque no dejan de ser los mismos músicos que intervinieron en el citado “Drama” con el único cambio del nuevo vocalista. Con el ingreso de Downes y Horn, la banda regresaba en cierto modo a donde lo habían dejado en los primeros ochenta y, de hecho, buena parte de las composiciones del nuevo disco eran demos compuestas para “Drama” e incluso grabadas por los Buggles en aquellos años.

“Fly from Here” – Como en los mejores tiempos de la banda, abre el disco una larga suite dividida en seis partes. La obertura, obra de Horn y Downes, breve, como corresponde en estos casos, es una brillante exposición de lo que tenemos por delante. Contundente y al grano, deja paso pronto al segmento titulado “We Can Fly” procedente de las antiguas demos de la primera reunión de los músicos en la época del citado “Drama” y escrita por el mismo dúo de la obertura junto con Chris Squire. Lo primero que destacamos es la voz de David, en un registro indudablemente similar al de Jon Anderson pero sin caer ni mucho menos en la imitación (algo que sí le reprochamos al Trevor Horn de 1980 cuando tuvo que afrontar el reto de reemplazar a la personalísima figura del vocalista clásico de la banda). El único “pero” que le podemos poner a la canción es lo impecable y limpio del sonido, casi aséptico, al que no habría venido mal un poco de dureza para situarse en el lado correcto de la finísima linea que separa el rock progresivo del AOR. La segunda parte, “Sad Night at the Airfield” también procede de las sesiones de la primera etapa del dúo Horn-Downes y una versión preliminar llegó a aparcer como material extra en una reedición del “Adventures in Modern Recording” de los Buggles. Podemos comprobar de esta forma que la pieza es prácticamente la misma de entonces dejandonos un cierto regusto a obras de otros músicos como Alan Parsons, tanto en los arreglos para teclado como en los juegos de voces. Una llamada al tema que sonaba en la obertura nos mete de lleno en la siguiente parte, subtitulada “Madman at the Screens”, quizá nuestra pieza favorita, no ya de la suite sino de todo el disco con un excepcional trabajo de toda la banda, incluídas las voces. Un extraño interludio un tanto fuera de lugar titulado “Bumpy Ride” (que nos recuerda a las extravagancias que de cuando en cuando salpicaban los discos de Emerson, Lake and Palmer) ocupa los minutos previos a la conclusión con una vuelta al tema central de la suite.

“The Man You Always Wanted Me to Be” – Tras la larga pieza inicial, el disco entra en la segunda etapa más convencional con una serie de canciones cercanas al estandar. La primera de ellas, escrita por Chris Squire, Gerard Johnson (quien también toca el piano en la grabación) y Simon Sessler pertenece originalmente a una colección de canciones destinadas a “Squackett” trabajo conjunto del bajista de Yes junto con el guitarrista de Génesis, Steve Hackett y que no termina de ver la luz a pesar de haber sido largamente anunciado. No es una canción que nos enamore particularmente aunque se deja oir.

“Life on a Film Set” – Una canción escrita para los Buggles pero que no tuvo sitio en ninguno de los discos de la banda por lo que los músicos aprovechan para recuperarla ahora. La primera parte tiene ciertas ínfulas épicas que no nos atraen demasiado. Puede sonar a sacrilegio pero los primeros dos minutos de la canción podrían haber formado parte de cualquier balada de los alemanes Scorpions. Otra cosa es la segunda mitad de la pieza en la que los nuevos Yes se redimen de sus pecados anteriores (veniales en todo caso) consiguiendo un final que raya a gran altura.

“Hour of Need” – No podían faltar en el disco un par de composiciones de Steve Howe aunque no se trate de las más inspiradas del guitarrista. La primera de ellas tiene buenas intenciones y hay momentos interesantes con las guitarras acústicas. Suenan muy artificiales las intervenciones de los teclados, muy alejados de la estética del tema. Pero obviando ese detalle, la canción termina por funcionar bien.

“Solitaire” – No podemos decir lo mismo del instrumental que viene a continuación. Howe es un músico sobresaliente y eso no lo vamos a poner en duda pero este tipo de piezas nos parecen fuera de lugar en un disco como éste. No aportan nada al conjunto de la obra y terminan por ser totalmente anticlimáticas.

“Into the Storm” – Afortunadamente, nos queda la última canción del trabajo, firmada por todos los participantes en la grabación (incluído Oliver Wakeman) con la excepción de Geoff Downes. Se trata de una preciosa composición que aúna lo mejor de los Yes de los ochenta en cuanto a intensidad y claridad de ideas, con unas interpretaciones brillantes y una producción digna del prestigio en esas lides de Trevor Horn.

 Cuando una banda supera ampliamente los 40 años de trayectoria (y mucho antes, en realidad) cada nuevo disco es esperado con una mezcla de deseo y aprensión. El hecho de que Yes hayan sufrido innumerables cambios en su formación hasta el punto de que en sólo uno de sus miembros ha pertenecido a la banda en todas sus encarnaciones no mitiga esta sensación. Con “Fly From Here” no podemos decir que hemos recuperado a los Yes que todos admiramos tiempo atrás. Tampoco era razonable buscar eso ya que la alineación nos remitía a tiempos no demasiado bien valorados por los seguidores del grupo en comparación con su época dorada. Sin embargo, el resultado es más que digno y mucho más interesante que el de otros discos de los años noventa que no merece la pena mencionar. Poco tenemos que añadir sobre los músicos ya que todos ellos son sobradamente competentes para dudar de ellos a estas alturas pero sí queremos hacer hincapié en la figura de Benoit David, quien tenía ante sí el reto imposible de sustituir a Jon Anderson. Cuando aparecieron las primeras imágenes promocionales de la nueva formación, no pudimos evitar la sensación de estar viendo el clásico autobus de turistas jubilados con el conductor al frente en la figura de David, visiblemente más joven que el resto de la banda de un modo que llamaba la atención. Curiosamente esto no se nota en absoluto en la grabación. Benoit hace un trabajo sensacional en el que, como decíamos más arriba, no se dedica a imitar la voz de Anderson (cosa que sabe hacer a la perfección como ha demostrado con su grupo Close to the Edge) sino que desarrolla un registro propio y personal muy válido. Cuando hablamos de Yes, es imposible saber por dónde irán los tiros en el futuro por lo que la especulación al respecto es un ejercicio estéril pero si la linea a seguir es la de este “Fly From Here” creemos que aún tienen cosas que decir.

Alineación de Yes para el disco
 Os dejamos los habituales enlaces por si os animais a adquirir el trabajo:

amazon.es


Nos despedimos con el videoclip oficial de "We Can Fly":



miércoles, 31 de agosto de 2011

Blackfield - Welcome to My D.N.A. (2011)


Blackfield es la quinta versión o proyecto de Steven Wilson que pasa por La Voz de los Vientos aunque en este caso, la idea no surge tanto de él como del otro miembro de la banda. Aviv Geffen es un músico israelí de larga trayectoria (cerca de una decena de discos en solitario) y uno de los grandes ídolos de la juventud de su país, aunque sus ideas de izquierda y su postura beligerante con los distintos gobiernos de su país y, en especial, con sus fuerzas armadas le han causado más de un problema.

Geffen, fan de Steven Wilson y, especialmente, de Porcupine Tree, promovió una serie de actuaciones de la banda en Israel en el año 2000 durante las que entabló amistad con Wilson y hablaron de trabajar juntos en el futuro. Fruto de esta colaboración, se publica el primer disco del dúo en 2004 bajo el título de Blackfield con la participación de músicos israelíes y de Porcupine Tree.

"Welcome to My D.N.A." es el tercer disco de estudio de la banda y el primero en el que todas las canciones están escritas por Geffen con la única excepción de "Waving", obra de Wilson. El prestigioso Trevor Horn se encarga de la producción del corte titulado "Oxygen". Los discos de Blackfield nos parecen un magnífico ejemplo de pop rock bien hecho. En ocasiones se les ha acusado de ser otra versión de Porcupine Tree con otro nombre. Wilson discrepa profundamente de esta afirmación argumentando que Porcupine Tree jamás se podrían centrar en el formato de canciones de tres minutos mientras que Blackfield es, precisamente, eso: un grupo centrado en canciones cortas con el clásico formato de estrofa-estribillo-estrofa-estribillo. Además, Aviv Geffen no es una persona muy aficionada al heavy metal y a esos sonidos más duros a los que la banda de Wilson se ha acercado en los últimos años ni tampoco a escribir canciones de desarrollos largos como las que caracterizan a Porcupine Tree. Al margen de esta distinción, es cierto que el sonido de ambas formaciones tiene muchos puntos en común pero no nos parece que esto llegue a invalidar a nuestros oídos la propuesta de Blackfield.

Junto con Steven Wilson (voz, guitarras, teclados) y Aviv Geffen (voz, guitarras, teclados) intervienen en el disco como miembros de Blackfield, Eran Mitelman (piano, teclados), Seffy Efrat (bajo) y Tomer Z (batería).

Como es habitual, os dejamos un par de enlaces donde comprar el disco:

fnac.es

play.com

Y un video con uno de los temas del trabajo: "Blood"