Mostrando entradas con la etiqueta Andy McCluskey. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Andy McCluskey. Mostrar todas las entradas

miércoles, 23 de febrero de 2022

Elektric Music - Esperanto (1993)




En 1991, apareció un disco extraño de Kraftwerk. Extraño porque no era un trabajo con nuevas composiciones. Tampoco una grabación en directo ni un recopilatorio al uso. Se trataba de una colección de regrabaciones de viejos éxitos de la banda adaptadas a la tecnología del momento. Pese al título, “The Mix”, no se trataba de un disco de remezclas puesto que todo lo que en él aparecía era material grabado para la ocasión. La banda venía de un largo silencio de cinco años que, a su vez, venía precedido de otro similar. Wolfgang Flur acababa de dejar el grupo y otro de los miembros de la formación clásica de la banda, Karl Bartos, estaba a punto de hacer lo propio, descontento por la inactividad del grupo en aquellos años. Bartos quería hacer otras cosas y poco después de dejar Kraftwerk comenzó a darle forma a sus ideas.


Inicialmente se asoció con Lothar Manteuffel, antiguo letrista de la banda alemana Rheingold pero la colaboración se limitó finalmente a unas pocas canciones. Quien sí tuvo más peso en el proyecto fue el cantante de Orchestral Manoeuvres in the Dark, Andy McCluskey, quien acababa de reorganizar la banda tras la salida de la misma de Paul Humphries. Casualmente, el primer disco de los nuevos OMD iba a incluir una versión de “Neon Lights”, el clásico de 1978 de Kraftwerk. En el debut del nuevo proyecto de Bartos participaría también el polifacético Emil Schult, antiguo colaborador de la banda alemana. El proyecto de Karl Bartos iba a llevar el nombre de Elektric Music e iba a mantener muchos puntos en común con los últimos trabajos de Kraftwerk pero mirando también hacia otros territorios que nos atrevemos a afirmar que no habría pisado de haber seguido en la banda. El trabajo de debut de Elektric Music llevaría el título de “Esperanto” y aparecería en 1993.


Karl Bartos


“TV” - El disco se abre con un tema que perfectamente podría haber formado parte de “Electric Cafe”. Sonidos típicos de Kraftwerk, ritmos robóticos e incluso un tema central evidentemente tecnológico como es la televisión. Quizá lo único que no encaja bien con el estilo de la banda alemana es un tono mucho más alegre en la melodía principal y una forma de cantar mucho más “humana”.




“Show Business” - Se produce ahora un giro hacia un pop electrónico más cercano al que sonaba en las radio-fórmulas en la segunda mitad de los ochenta, probablemente por la aportación de McCluskey, quien aparece acreditado como uno de los autores de la pieza. Así como al escuchar el corte inicial es imposible no pensar en Kraftwerk, los vestigios de la banda son casi imperceptibles en este.


“Kissing the Machine” - Lo mismo que ocurría en “TV” con Kraftwerk sucede en esta canción con OMD y es que todo en ella recuerda al grupo de McCluskey que, además, es el cantante del tema. Se trata de un medio tiempo con un bonito estribillo instrumental que se repite continuamente a lo largo de la canción.




“Lifestyle” - Volvemos a Kraftwerk con un riff inicial innegablemente inspirado en el de “Computer World”. Sin embargo, más allá de esa referencia que suena de forma constante durante toda la pieza, el tema va mucho más lejos, mostrándonos una electrónica compleja con un excelente trabajo de sampling y de distorsión de voces para formar ritmos de un modo que nunca intentó el cuarteto de Düsseldorf. Probablemente esta era la evolución imposible que Bartos tenía en mente cuando decidió dejar la banda.


“Crosstalk” - Fue el primer single del disco y, aunque recurre a las voces robóticas que fueron seña de identidad de Kraftwerk, el sonido incorpora muchos elementos que lo hacen bastante diferente más allá de algunos detalles. Es uno de los dos cortes en los que aparece acreditado Emil Schult. No es nuestro tema favorito del disco pero no está mal.


“Information” - Tras una larga introducción a base de voces y efectos sonoros, todo se acelera de repente entrando de lleno en ritmos discotequeros con toques de acid house salpicados de ráfagas sonoras heredadas de “The Robots”. Es una pieza agresiva y con una orientación poco disimulada hacia la pista de baile. Funciona aunque quizá se haga algo larga. No en vano, con sus ocho minutos y medio es el corte más largo del álbum.


“Esperanto” - Una canción curiosa ésta en la que se mezclan ritmos y timbres más o menos habituales en la música de Kraftwerk con una interpretación vocal y un estribillo que encajarían mejor con otros estilos musicales que empezaban a despuntar en los primeros noventa como el “grunge”. En cierto modo suena como lo haría un cruce entre Kraftwerk y The Prodigy.




“Overdrive” - Pone el cierre otro corte en la línea del anterior “Information”. Muy rítmico y bailable con el uso del vocoder como principal nexo con la etapa anterior de Bartos. Un despliegue de energía muy convincente con el que se cierra un disco notable.



No es común que los miembros de una banda tan influyente y con un estatus de leyenda como tiene Kraftwerk apenas tengan carrera en solitario. De los cuatro integrantes de la alineación clásica del grupo, el único con una cierta trayectoria fuera de la formación es Karl Bartos (Wolfgang Flur tiene colaboraciones puntuales con otros artistas pero de escasa relevancia en general). Tras “Esperanto”, Bartos publicó otro disco como Elektric Music y varios más ya con su propio nombre. En general, todos ellos son una buena alternativa para los fans de Kraftwerk ante la escasez de nuevas grabaciones de la banda en las últimas décadas. Especialmente si no quieren irse hacia clones más o menos afortunados como Komputer, de quienes ya hemos hablado aquí alguna vez. "Esperanto" es un trabajo que ha ganado mucho con el tiempo. Posiblemente porque cuando apareció, lo último de Kraftwerk estaba aún reciente y nada hacía prever la larga sequía en la que iba a entrar la banda desde entonces. Desde ese punto de vista, el disco de Bartos era para muchos una anécdota que hoy en día se ha revelado como mucho más importante de lo que pareció entonces.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Orchestral Manoeuvres in the Dark (OMD) - Architecture and Morality (1981)



El llamado synth-pop o tecno-pop fue un estilo surgido a finales de los años setenta que tuvo su edad de oro durante la primera mitad de la década siguiente. A raiz del éxito de bandas como Kraftwerk, aparecieron por doquier nuevas formaciones haciendo pop  como el de toda la vida pero con una base instrumental basada en los sintetizadores, arrastrados por la accesibilidad de estos y, sobre todo, por la facilidad de manejo y variedad de sonidos que reunían los nuevos sintes digitales.

El fenómeno del tecno-pop llevó a muchas bandas a alcanzar grandes éxitos pero la mayoría de ellas terminaban por engrosar la lista de los “one hit wonders” o grupos con un solo tema famoso, que nunca alcanzaron la misma popularidad con sus siguientes trabajos. Grupos como Softcell y su “Tainted Love” entrarían en esa categoría. Hubo, sin embargo, un puñado de bandas cuya trayectoria tuvo más recorrido y una de las más destacadas es la que se presenta hoy en el blog.

Orchestral Manoeuvres in the Dark, comunmente abreviado a OMD, surgen alrededor del dúo formado por Andy McCluskey y Paul Humphreys a los que se han ido uniendo distintos músicos a lo largo de los años. Declarados fans de Kraftwerk y, en menor medida, de Brian Eno, el dúo participó en distintos proyectos hasta que se asentaron con el nombre que les hizo populares, especialmente a partir del lanzamiento de “Electricity, su primer single. El éxito de la canción hizo que Gary Numan contratara al duo como teloneros en su gira de 1979.

Los miembros de OMD con Andy McCluskey al frente.

El trabajo que hoy glosamos es el tercer LP publicado por OMD, bajo el título de “Architecture and Morality”, aparecido a finales de 1981 y comunmente considerado como el mejor de la banda. Intervienen en su grabación los citados Andy McCluskey (teclados, guitarra, bajo y voz), Paul Humphreys (teclados, percusiones y voces), Malcolm Holmes (batería, teclados), Martin Cooper (saxo) y Michael Douglas (teclados). En los dos primeros discos, OMD se habían mostrado como una banda continuadora, en cierto modo, de la herencia de Kraftwerk con canciones cercanas a la copia de los de Düsseldorf. Esto es muy patente en el primero de los discos en el arpecto musical. En el segundo, el homenaje al cuarteto alemán está más centrado en alguno de los títulos. El propio nombre del disco, “Organisation”, fue la primera denominación bajo la que grabaron los miembros de Kraftwerk y el corte “VCL XI” está tomado directamente del diagrama de un circuito integrado que figura en la contraportada del disco “Radio-Activity” de los alemanes. Hay una evolución en el sonido de “Architecture and Morality” motivada principalmente por la utilización de un mellotron que confirió al sonido del grupo un carácter muy personal alejandoles del estilo más encorsetado de los discos precedentes. No era muy habitual en la época en que la electrónica digital se abría paso entre los viejos sintetizadores analógicos, que un grupo se interesara por sonidos como el del mellotron, más asociado al rock progresivo que al pop. Según cuenta Humphreys, estaban en una etapa en la que temían encasillarse y buscaban un sonido distinto. Habían probado con samples de cantos gregorianos pero el resultado no les convencía (habría que ver qué pensaron cuando años después, Enigma publicó su disco de debut basado en ese mismo tipo de samples). De algún modo, y en palabras del propio Andy, la influencia de Brian Eno les acabó llevando al mellotron y su presencia en algunos temas concretos es realmente imprescindible hasta el punto en que no se conciben sin ese peculiar sonido.

“The New Stone Age” – Abre el disco uno de los temas escritos por McCluskey. El comienzo nos remite inmediatamente a Kraftwerk pero también a Joy Division, otra de las bandas admiradas por los miembros del grupo y con la que llegaron a compartir escenario. El sonido es deliberadamente sucio y muy acorde con la letra, realmente enigmática que nos habla de una nueva era de piedra a la que hemos llegado por haber hecho no sabemos el qué (“Oh my god, what have I done this time”)

“She’s Leaving” – Escrita por el dúo McCluskey / Humphreys y a riesgo de sonar reiterativos, es un ejemplo más de la tremenda influencia de Kraftwerk en la banda con unos teclados deudores de trabajos como “Trans-Europe Express”. La letra habla del fin de una relación por parte de la chica que abandona a su pareja aunque se deja entrever que, en realidad, se trata de la amante que no quiere seguir esperando a que el hombre abandone a su esposa. La canción no tiene mayor trascendencia pero no deja de ser un buen ejercicio de pop sin pretensiones.

“Souvenir” – Compuesta por Humphreys y Martin Cooper sobre la base de unos acordes obra de Dave Hugues, antiguo miembro de la banda que ya no formaba parte de la misma cuando se grabó el disco. Terminó siendo uno de los singles del disco y el mayor éxito del mismo, lo que la convierte en una de las más recordadas canciones de OMD y no sin razón. Souvenir es uno claro ejemplo de synth-pop bien hecho con un precioso riff de teclado que ha quedado como un clásico del género. Cuenta con la peculiaridad de estar cantada por Humphreys y no por Andy McCluskey, habitual vocalista de la formación.



“Sealand” – Otra de las composiciones del dúo McCluskey / Humphreys. Se trata de un tema casi instrumental en el que sólo tras varios minutos hay una breve letra cantada. Una batería tocada a modo de latidos de corazón es la que marca el ritmo y el tono de toda la composición. El estilo del grupo es reconocible pero tampoco va a ser recordada como una de las canciones imprescindibles de la banda, aunque nos llama la atención la coda final en clave ambiental que sirve para enlazar con el siguiente tema.

“Joan of Arc” – Estamos ante una de las mejores canciones de OMD en toda su trayectoria. Escrita por McCluskey se desarrolla en un continuo crescendo desde un comienzo casi infantil con sonidos de caja de música al que se van añadiendo elementos como un ritmo continuo de sintetizador al modo del Vangelis de “To the Unknown Man” o los propios Kraftwerk de “Radio-Activity”, más tarde los preciosos fondos de mellotron y diversos elementos percusivos van enriqueciendo el tema que termina volviendo a los inocentes sonidos del comienzo. La canción narra el pesar de un joven enamorado de Juana de Arco cuando comprueba que ella decide alejarse de él para seguir la voz de Dios que le llama a combatir a los ingleses. También hay quien dice que la canción está narrada desde el punto de vista de Gilles de Rais, noble francés y asesino en serie, según propia confesión, admirador y compañero en la batalla de Juana de Arco. El disco continuaba con otra canción titulada del mismo modo y que hubo de renombrarse, primero como “The Waltz of Joan of Arc (Maid of Orleans)” y más tarde, simplemente como “Maid of Orleans”.

“Maid of Orleans” – Estamos ante todo un clásico de la música de los ochenta y, en nuestra opinión, ante la obra maestra de OMD. La composición empieza con una serie de extraños ruidos de procedencia desconocida que a los antiguos usuarios de aquellos ordenadores de comienzos de los ochenta (Spectrum, Commodore o MSX) nos pueden recordar los extraños sonidos que aparecían en los cassettes que traían los juegos en aquellos años. Tras la introducción entramos en lo que sólo podemos calificar de maravilla, de esas que se dan una o dos veces en la trayectoria de un grupo o músico. Al igual que en el corte anterior, se construye con muy poco… una base rítmica electrónica muy simple, unos repiques de tambor y una melodía preciosa, de aires celtas en un principio y a cargo de lo que, en una primera audición, nos podría parecer una banda de gaiteros escoceses pero que, en realidad, estaba hecha combinando dos de los sonidos “de fábrica” del mellotron, uno de voz femenina y otro con tres violines. La emotividad del tema principal unida a la creciente intensidad de las percusiones acaban conformando una composición imprescindible que, en nuestra opinión, justifica sobradamente la presencia del disco en estas páginas. El mérito añadido del tema es que se trata de una pieza soberbia en la que no encontramos ya las referencias a otros músicos que sí estaban presentes en otros cortes del disco.



“Architecture and Morality” – Realmente, tras escuchar una pieza como la anterior, poco importa lo que resta de disco pero hasta el final del mismo aún quedan tres composiciones. La primera de ellas es obra de McCluskey y Humphreys como casi todo el disco y es la única 100% instrumental de todo el trabajo. Volvemos aquí a tener una pieza demasiado similar estilísticamente a Kraftwerk, especialmente en su primera parte, especialmente en lo que se refiere al uso de determinados sonidos.

“Georgia” – Quizá se trata del tema que menos encaja en la linea del disco. Se trata de una especie de rock’n’roll electronico, especialmente en lo que se refiere a las lineas de bajo (ya sea bajo real o interpretado por sintetizadores). Es una canción pegadiza y bastante simple pero que no alcanzó mayor repercusión, probablemente eclipsada por otros temas del disco. A pesar de ello, es uno de los temas que más nos gustan desde la primera vez que escuchamos el disco, quizá por su falta de relación con el resto del album.

“The Beginning and the End” – Cierra el disco otra canción de desamor en ese tono melancólico que tan bien le va a la voz de McCluskey y de las que abundan en la discografía del grupo. Se trata de un tema casi ambiental con una breve letra de despedida que encaja bien con el que es el último tema del trabajo.

Tenemos la impresión en “La Voz de los Vientos” de que OMD es una banda que, con el tiempo, ha quedado muy relegada en el recuerdo de los aficionados, a pesar de contar con un buen puñado de canciones que se han convertido en clásicos de todo un género como “Messages”, “Enola Gay”, “Dreaming” o varias de las que se encuentran en este “Architecture and Morality”. Quizá tenga que ver en esto el hecho de que, si bien nunca se retiraron del todo, su presencia en estos últimos años ha sido muy difusa y sin grandes trabajos destacados. Está por ver si su último “regreso” con el reciente “History of Modern” es el comienzo de algo o simplemente una reunión circunstancia. Mientras tanto, es una buena idea comenzar por recuperar sus discos clásicos empezando por este “Architecture and Morality”.

Si no lo poseeis aún y quereis comprarlo, podeis hacerlo en los enlaces que dejamos a continuación. La mayoría de las ediciones disponibles hoy en día contienen varios bonus tracks procedentes de los singles de la época del disco:

fnac.es

amazon.es

Os dejamos con un video de OMD tocando "Joan of Arc" en directo en 1981: