lunes, 25 de febrero de 2019

Brad Mehldau - After Bach (2018)




Periódicamente van apareciendo por aquí grabaciones con un rasgo común. Se trata de discos en los que artistas actuales reconocen su admiración por Johann Sebastian Bach y no se limitan a realizar versiones de la música del compositor alemán sino que van un poco más allá y a la interpretación, más o menos fiel, le suman piezas propias directamente influidas por el autor alemán.

Brad Mehldau es uno de los pianistas de jazz más reconocidos en la actualidad pero el mundo de la música clásica no le es desconocido. De hecho, su formación tuvo una importante base en la música académica y en ese terreno, y más siendo pianista, es imposible no verse atraído por la música de Johann Sebastian Bach. Hay un aspecto de la música del alemán en el que no se incide habitualmente y que le acerca mucho al propio Mehldau y es que Bach era un gran improvisador. En su tiempo, el mayor reconocimiento lo obtuvo como intérprete y no como compositor y en ese prestigio tenía mucho que ver esa capacidad para crear sobre la marcha. Aprovechando esa circunstancia, que emparenta a Bach con el jazz y con el propio Mehldau, Brad decide organizar su disco intercalando composiciones propias, preludios y fugas bachianos y piezas improvisadas inspiradas por el tema de Bach interpretado anteriormente. A pesar de la admiración de Mehldau hacia el compositor, lo cierto es que el disco surge como un encargo de 2015 del Carnegie Hall junto con un puñado de instituciones más de Estados Unidos, Canada y Europa. En aquella ocasión, Mehldau estrenó sus tituladas “Three Pieces After Bach”, que fueron un anticipo de este trabajo. El concepto fue el mismo aunque el material interpretado no. De hecho, sólo dos de aquellas tres piezas (y los temas en los que se inspiran) aparecen hoy en el disco al que, por contra, se añaden dos temas diferentes y sus correspondientes derivados creados por el pianista. Todas las piezas de Bach escogidas por Mehldau para el disco pertenecen a “El Clave Bien Temperado”.

Una de las características que siempre nos ha atraído de Mehldau es, precisamente, su falta de prejuicios a la hora de enfrentarse a piezas ajenas. No hablamos de tocar música de otros músicos de jazz, algo habitual, sino de atreverse con piezas pertenecientes a mundos completamente ajenos como los de Brahms, Pink Floyd, Philip Glass, Radiohead, Jeff Buckley, Nirvana, The Beatles, Steve Reich, The Verve o Massive Attack. Ahora va un paso más allá añadiendo a las versiones una suerte de reinterpretaciones personales y lo hace enfrentándose a la música de uno de los mayores genios de la historia. El resultado es, como no podía ser de otro modo, fascinante.

Brad Mehldau


El disco es Mehldau pero también es Bach. “Benediction” tiene todas las características de la música del pianista pero adopta formas barrocas gracias al uso del contrapunto mediante el cual se van revelando nuevas melodías. No sorprendería nada su presencia en cualquier disco “normal” del músico. El “Prelude No. 3 in C# Major BWV 848” evoluciona en “After Bach: Rondo”. En el comienzo del tema, el pianista toma literalmente el motivo central del preludio anterior pero lo revitaliza modificando por completo el ritmo, que recuerda al del “Blue Rondo à la Turk” de Dave Brubeck. Tras esa presentación, entramos en un desarrollo típico del pianista a lo largo de varios minutos que se cierra como corresponde: con una vuelta al tema principal. Más complejo es el “Prelude No. 1 in C Major, BWV 870” y su extensión en “After Bach: Pastorale” nos muestra a un Mehldau más directo y conciso. Tras el “Prelude No. 10 in E Minor, BWV 855”, en cambio, llega “After Bach: Flux” en donde escuchamos una versión muy familiar del pianista con esa firmeza a la hora de tocar, esa mano izquierda casi metronómica que permite cualquier tipo de construcción melódica a su alrededor. Llega después el evocador “Prelude and Fugue No. 12 in F Minor, BWV 857” a partir del que Mehldau crea “After Bach: Dream”. La extensión de la pieza de Bach hace que, en esta ocasión, la creación equivalente de Mehldau sea muy diferente. Aquí el pianista nos soprende por completo con una composición de tono fúnebre que no parece tener mucha relación con la de Bach si no es en el terreno armónico. El último dúo lo forman la “Fugue No. 16 in G Minor, BWV 885” y “After Bach: Ostinato”. De la pieza de Bach toma Mehldau la idea de repetición que el compositor alemán emplea con determinadas notas que se repiten una y otra vez en determinados segmentos y construye a partir de ahí una pieza meditativa de profundo calado. Quizá nuestra favorita de todo el disco. Para el cierre, Mehldau deja una composición propia: “Prayer for Healing” con un aire procesional muy marcado. Por algún motivo, nos recuerda, y mucho, al “Hymn to a Great City” de Arvo Pärt.




Lejos de ser una apuesta segura, este tipo de discos comportan un riesgo considerable puesto que las opciones de patinar cuando uno se enfrenta a una obra tan universal como la de Bach son muy grandes. No son muchos los casos en los que el músico que se atreve con el reto sale airoso. Incluso algunos de los que han superado la prueba de la crítica (pensamos en Max Richter y su revisión de las “Cuatro Estaciones” de Vivaldi) no terminan de convencernos por uno u otro motivo. No ocurre lo mismo con este “After Bach”. Tanto en la pura interpretación de las piezas del compositor alemán como en las diferentes evoluciones creadas por Mehldau, el resultado nos satisface plenamente. Estamos, a nuestro juicio, ante uno de los mejores discos del pasado año 2018, razón más que suficiente para recomendarlo desde aquí.

Y qué mejor forma de disfrutar a Bach y a Mehldau que ver el concierto que ofreció la cadena Arte en el que el pianista interpretaba sus "Three Pieces After Bach" en París. El contenido no coincide exactamente con el del disco pero es igualmente memorable.


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