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lunes, 31 de enero de 2022

Michael Nyman - The Commissar Vanishes / The Fall of Icarus (1999)



En 1997, en medio de una investigación para la composición de una obra en la que estaba trabajando en aquel entonces, Michael Nyman descubrió el libro de David King, “The Commissar Vanishes” en el que se hablaba de la falsificación fotográfica que tuvo lugar en la Unión Soviética de Stalin con el objeto de eliminar a determinadas personas que habían caído en desgracia para el régimen, de las fotos en las que aparecían junto a importantes personalidades del estado. Este borrado sistemático se hizo con profusión y en él llegaron a participar artistas tan notables como el fotógrafo Aleksandr Rodchenko. La inspiración fue casi inmediata y decidió componer una obra a partir del libro.


Como el tema de la obra de King era la eliminación de personajes de fotografías históricas, Nyman tuvo una idea conceptualmente similar. En 1989 había compuesto una obra para un ballet de Frederic Flamand titulado “The Fall of Icarus”. Algunas partes de la misma se mantuvieron durante un tiempo en el repertorio de los directos de la Michael Nyman Band pero el músico buscaba adaptarlas para utilizarlas en obras nuevas. En aquel momento tenía un par de proyectos entre manos, uno de los cuales fue el que le llevó al libro de King. Nyman estaba pensando en poner música a las fotografías del citado más arriba Aleksandr Rodchenko pero cambió de idea al descubrir el trabajo de David. Aquella historia fascinó al compositor que decidió adaptar su “The Fall of Icarus” en una nueva obra titulada como el libro: “The Commissar Vanishes”. Ya que el tema de aquel era la manipulación de las fotos para hacer desaparecer a algunos de los que en ellas, Nyman decidió hacer algo parecido con la música del ballet haciendo desaparecer algunas partes “incómodas” o que no cuadraban bien con el tema.


Fue en 1999 cuando el sello Venture, dependiente de Virgin y que había publicado ya buena parte de los discos anteriores de Nyman, decidió lanzar un CD doble incluyendo ambas “versiones” de la obra: “The Commissar Vanishes” en el primer disco y “The Fall of Icarus” en el segundo. Los intérpretes de las dos obras fueron los miembros de la Michael Nyman Band en una versión reducida integrada por: Alexander Balanescu (violín), Elizabeth Perry (violín), Anthony Hinnigan (violonchelo), Martin Elliott (bajo), John Harle (saxos), David Roach (saxos), Andrew Findon (saxos y flautas), Nigel Barr (trombón) y el propio Michael Nyman al piano.


Portada del libro de David King


THE COMMISSAR VANISHES


“Earth in Turmoil” - El comienzo es típicamente “Nymanesco” con una corta melodía repetida en ostinato replicada después por cada grupo de instrumentos con diferentes ritmos. Enérgico como lo suele ser Nyman cuando no está condicionado por un director que le pide algo más asequible para su película, toda la pieza tiene una vibración subterránea que amenaza con desatarse en cualquier momento.




“Jealousy and Revenge” - El segundo corte es oscuro y ominoso, con una atmósfera opresiva interrumpida de cuando en cuando por una estridente melodía de saxos. En la segunda parte escuchamos otro tipo de desarrollo, lento, como el que a veces utilizaba el músico en sus bandas sonoras para Greenaway, particularmente en “Drowning By Numbers” y abandona un poco el tenebrismo, especialmente ya en el segmento que viene a continuación, sin llegar a ser alegre, sí que es mucho más animado. Para el final, sin embargo, regresamos al motivo del inicio cerrando así una estructura circular habitual en su autor.


“Look for an Enemy” - En contraste con la pieza anterior, esta es una composición mucho más alegre (alegre al modo de Nyman, que no tiene por qué coincidir con el nuestro). Dinámica y repetitiva, en ella cada grupo de instrumentos ejecuta motivos completamente diferentes (alguno incluso ya escuchado en el corte precedente) pero que encajan sorprendentemente bien. Este aparente caos desaparece de golpe al entrar en un tramo mucho más melódico y con un ritmo constante muy atractivo a la altura del mejor Nyman. No olvidemos que la obra se origina en su momento de mayor creatividad aunque tardase un tiempo en ver la luz.




“Ordinary Citizens” - Nyman es amigo de los esquemas circulares y quizá por eso escuchamos aquí una especie de revisión de “Jealousy and Revenge” en la que las partes más oscuras permanecen casi idénticas pero las melódicas están más trabajadas, teniendo aquí más protagonismo las flautas y los violines de forma que queda un conjunto mucho más amable y delicado. En todo caso, cuando la banda se desata, y a fe nuestra que aquí lo hacen, es una verdadera gozada a la altura de los momentos más arrolladores de “The Essential Michael Nyman Band” o “MGV”, gloriosos ejemplos de ritmo y energía a cargo de esa locomotora que puede llegar a ser la formación de Nyman.


“A Swift Exit” - La última pieza de la obra comienza en un tono tranquilo que nos recuerda mucho a la banda sonora de “El Piano” con algún giro melódico bastante similar pero enseguida gira hace territorios más personales, cercanos al Nyman clásico de “The Draughtsman Contract” aunque sin abandonar del todo esa cara más amable de la vertiente más popular de su obra para el cine. Se cierra, no con una referencia al motivo inicial, sino al más oscuro que hemos escuchado unas cuantas veces en la obra recordándonos lo truculento del hecho que dio lugar a toda la composición.





Como ya hemos dicho, “The Commissar Vanishes” es una versión retocada de “The Fall of Icarus” así que cada uno de sus cinco movimientos se corresponde con otro de la obra original que se recoge en el segundo CD. Los títulos de éste son: “Disaster”, “Wings”, “Walls”, “Water” y “Utopia” y las diferencias son tan poco relevantes que no merece la pena repetir el análisis de la obra completa. Quizá la mayor diferencia sea tan sutil como el propio paso del tiempo y los arreglos de “The Fall of Icarus” estén más cercanos al Nyman que trabajó con Greenaway mientras que los de la revisión de 1999 dejan entrever al autor que conoció el éxito masivo con “El Piano”, “Carrington” o “Gattaca”. Sorprende un poco, eso sí, que este disco pasara tan desapercibido en su día cuando, musicalmente, está a la altura del mejor Nyman en muchos momentos. Sirva esta entrada no solo como reseña sino también como reivindicación de esta obra. Nos despedimos con "Wings" para hacernos una idea de los arreglos originales de la obra:




domingo, 10 de diciembre de 2017

Michael Nyman - After Extra Time (1996)



El deporte en general y el fútbol en particular no se han llevado bien con la alta cultura. Han sido vistos por intelectuales de todas las épocas como una forma de vulgarización del pueblo, un hobby alienante que sustituía en cierto modo otros espectáculos del pasado como el circo o las ejecuciones públicas: en suma, una actividad “menor” destinada a los sectores menos cultivados de la población. “El fútbol es popular porque la estupidez es popular” dijo Borges mientras que Unamuno lo calificó de “epidemia peor que el cólera”. Kipling, Orwell o Umberto Eco también criticaron el fútbol en algún momento.

Cierto es que ha habido pensadores, especialmente en los últimos tiempos, que se han declarado seguidores del fútbol de uno u otro modo. Albert Camus fue uno de ellos y también Javier Marías, Nabokov o Mario Benedetti si nos quedamos con el mundo de las letras. Además, el filósofo Heidegger fue un gran aficionado y admirador de Franz Beckenbauer. ¿y en la música? Son conocidos los ejemplos de Elton John (seguidor del Watford) o Noel Gallagher (del Manchester City) pero no tantos aficionados sabrán que Michael Nyman es un hincha más del Queen's Park Rangers. El compositor británico llegó a recibir el encargo en 2005 de escribir una pieza para acompañar la salida al campo de los jugadores en los partidos que el club juega como local en Loftus Road pero no era esa la primera pieza relacionada con el fútbol que escribiría Nyman.

En 1985 el músico ya había dedicado su composición “Memorial” a las víctimas de los incidentes producidos en el estadio de Heysel durante la final de la Copa de Europa de aquel año aunque en aquel caso lo que sucedió es que una composición en la que estaba trabajando el músico previamente cobró un nuevo significado movido por la vergüenza que le provocó el comportamiento de sus compatriotas. Fue en 1991 cuando Nyman escribió su primera pieza relacionada con el club de sus amores: la banda sonora de un documental en el que se reflejaban los mejores momentos del Queen's Park Rangers en la década de los setenta, centrado especialmente en la figura de uno de sus jugadores más representativos: Stan Bowles. El fútbol estuvo también directamente relacionado con “AET”, iniciales de “After Extra Time” que es la anotación que suele acompañar al resultado de un partido resuelto en la prórroga. Se trata de una pieza que Nyman compuso con ocasión de la Eurocopa de Naciones de 1996 disputada en Inglaterra.

El disco que hoy comentamos recoge estas tres primeras grabaciones “futboleras” del músico inglés y fue publicado en 1996. Comoquiera que cada una de ellas procede de etapas diferentes, los músicos que participan en ellas son también distintos.



La primera de las piezas del programa es “After Extra Time”, la más futbolera en su estructura ya que el propio Nyman habla de dos equipos diferentes en la instrumentación: uno formado por flautas saxos, viola y violonchelo y el otro por trompeta, trompa, trombón y violines. Cada uno de los “equipos” tiene su propio material melódico (“riffs”) así que, de modo humorístico, Nyman lo plantea como un Riff Athletic vs Riff Rangers. Abre las hostilidades la trompeta con una breve fanfarria muy característica del estilo de su autor. La melodía es replicada y desarrollada por la trompa y los violines mientras comienza la réplica por parte del otro equipo quedando ambos bandos enzarzados en un combate típicamente “nymanesco” que recordará a los seguidores del músico alguno de los momentos más brillantes de la versión más rítmica del compositor, aquella que ese escuchaba en algunas de sus “Water Dances” o en “MGV”. El piano empieza a actuar como el motor de ese ritmo trepidante y alrededor de él, toda la Michael Nyman Band funcionando a pleno rendimiento. Como curiosidad, señalar que, aunque en la información del disco se indica que éste consta de tres cortes, uno por cada una de las obras incluidas, no es así en absoluto y esta primera composición consta de 16 cortes sin título, todos ellos claramente diferenciados entre sí por el cambio de material melódico, tan brusco como habitual en la obra del músico inglés.

Extracto de la pieza:
 

La segunda obra en orden de aparición es “The Final Score”, la música para el documental de 1991. La estructura es completamente diferente a la de la pieza anterior puesto que aquí toda la banda rema en la misma dirección pero el componente de energía, ritmo y velocidad sigue muy presente. Toda la obra se construye a partir de un motivo muy sencillo a partir del cual van apareciendo pequeños temas realmente interesantes. El segundo de los cortes (aunque en el libreto figure como uno sólo, la obra tiene nueve en realidad) es muy ejemplificador el respecto puesto que empieza con el piano y las cuerdas a toda velocidad para frenarse de repente y ofrecernos un precioso interludio de violines antes de volver al tema principal. En “The Final Score” escuchamos algunas de las mejores partes de música para cuerda que ha escrito nunca Nyman aunque quedan algo dispersas entre la sucesión de melodías que aparecen continuamente.

El cierre del disco lo pone “Memorial”, la espectacular pieza que Nyman dedicó a las víctimas de Heysel. La composición se estrenó en un festival dedicado a Henry Purcell celebrado en Rouen, Francia. El acto central lo protagonizaba la representación de “King Arthur” dirigida por Sir John Eliot Gardiner pero en la misma jornada iba a escucharse por primera vez la pieza de Nyman, cuya participación en el festival vino motivada por las revisiones de la obra de Purcell que hizo en la banda sonora de “El Contrato del Dibujante”. De hecho, en “Memorial” vuelve a repetir truco partiendo de una linea melódica del propio Purcell para componer la pieza. La calidad de la misma hizo que el propio Peter Greenaway le pidiera a Nyman incluirla como parte de la banda sonora de “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” poco después. Probablemente es una de las piezas más conocidas de Nyman y lo es con todo merecimiento.




“After Extra Time” se publicó en uno de los momentos de mayor popularidad de Nyman y encajaba perfectamente con la música que hacía entonces pese a que dos de las piezas eran anteriores. No estamos seguros, sin embargo, de que alcanzase unas ventas demasiado elevadas. De hecho el propio Nyman solía decir que lo que le daba de comer y le permitía componer después la música que quería eran las bandas sonoras. Por nuestra parte, siempre hemos considerado sus trabajos ajenos al cine como los más interesantes de su obra (excluyendo las colaboraciones con Greenaway, capitales en la trayectoria del músico) por lo que recomendamos la escucha de este disco a todos los que busquen a un Nyman menos “domesticado”.

domingo, 22 de octubre de 2017

Michael Nyman - Carrington (1995)



¿Qué hacer después de alcanzar el éxito masivo? Un puñado de artistas afortunados tienen que enfrentarse en algún momento a esa pregunta. Pese a no ser un desconocido en aquel entonces, imaginamos que Michael Nyman se planteó esta cuestión tras el gran reconocimiento y difusión que alcanzó su música para la película “El Piano”. Lo bueno para él fue que en el mundo de la música para cine no hay demasiado tiempo para pensarse las cosas. Los encargos llegan y una vez aceptados los plazos de entrega son tan cortos que no admiten demasiadas reflexiones.

Las primeras bandas sonoras tras “El Piano” fueron para dos películas intrascendentes y probablemente ya estaban escritas cuando se desató el torbellino que supuso el film de Jane Campion alrededor del músico. Podemos considerar entonces la de “Carrington” (1995) como la primera obra para la gran pantalla que Nyman compuso después de convertirse en una estrella planetaria y eso, con toda seguridad, supuso un desafío muy importante para él puesto que la película en la que Christopher Hampton relataba las interioridades del conocido como “Grupo de Bloomsbury” era una cinta con mucha proyeción y estaba protagonizada por dos estrellas como eran en aquel momento Jonathan Pryce y Emma Thompson.

Hablabamos antes de los cortos plazos de entrega que rodean a la música para el cine. La banda sonora de “Carrington” no iba a ser una excepción lo que en el caso de Nyman se iba a agravar por el hecho de no haber trabajado nunca con Christopher Hampton y carecer así de los automatismos que tan buenos resultados le habían dado en su larga colaboración con Peter Greenaway. Contaba el músico en una entrevista que no tenía nada claro el tipo de música que Hampton esperaba de él por lo que le sugirió que escuchase sus discos anteriores y le dijese qué obras encajarían mejor con lo que tenía pensado para la película. El director aceptó la sugerencia y al poco tiempo respondió con una elección: el “Cuarteto de Cuerda No.3”. Tanto le entusiasmó aquella música que la utilizó como música de prueba o “temp track” en los montajes previos de la película. La otra referencia iba a ser la música de Schubert, compositor que, según había leído Hampton, entusiasmaba tanto a Lytton Strachey como a Dora Carrington, personajes centrales del film.

Jonathan Pryce como Lytton Strachey

La música de su tercer cuarteto de cuerda se contaba entre las más inspiradas que nunca había escrito Nyman y, por algún motivo, no había alcanzado la repercusión que merecía. Originalmente era una obra coral escrita para un documental de la BBC titulado “Out of Ruins” sobre el terremoto de Armenia de 1988 que el músico adaptó para cuarteto de cuerda tiempo después. La posibilidad de reutilizarla en la película de Hampton era una gran oportunidad para rescatar aquella melodía.




El cuarteto es prácticamente reconvertido en su totalidad en el primer corte del disco titulado “Outside Looking In”. El resto de la banda sonora, con un par de excepciones, está compuesto de temas de muy corta duración con el clásico estilo de Nyman. Así, “Opening Titles” es un breve pasaje introducido por los vientos que luego se desarrolla ya de la mano de las cuerdas. La faceta más rítmica del compositor aparece en “Fly Drive”, una de las mejores piezas del disco. Con “Cliffs of Fall” entramos en terrenos más dramáticos al estilo de algunos pasajes de “Drowning By Numbers” aunque sin la inspiración de aquella banda sonora. “Every Curl of Your Beard”, como más tarde “Painting the Garden of Eden” o “If This is Dying” recupera el tema central del “Cuarteto No.3” con alguna pequeña variación. “Virgin on the Roof” es una muestra del Nyman más enérgico y otro de los grandes temas de la banda sonora tras el que llegan dos cortes dedicados a uno de los personajes centrales de la película: Mark Gertler. “Gertler”, con la melodía a cargo del saxo, tiene la fuerza del Nyman de su etapa con Greenaway y es una pieza muy elaborada, lejos de los esquemas repetitivos habituales en el músico. “Leaving Gertler” es mucho más contenida y grave, en la linea de piezas ya clásicas del repertorio de Nyman como “Memorial”. “Partridge” es el siguiente personaje en tener tema propio, una bonita melodía de cuerdas en su primera parte que se transforma en una animada danza en su segunda mitad. “Floating the Honeymoon” es un tema de piano que rompe la linea de la banda sonora hasta este momento. Aunque busca, quizá, un enganche con el espectador similar al de la banda sonora de “The Piano”, y no sólo por el instrumento en sí sino por el material melódico, no termina de estar a la altura. “Brenan” es otro tema muy emotivo que no es sino una variación de alguno de los materiales del tercer cuarteto de cuerda del músico sin recurrir a la cita directa como en otros momentos de la banda sonora. Con todo, no llega a tener la categoría del tema principal. Más adelante, “Leaving Brenan” recuperará estas melodías. El personaje de Beacus Penrose también tiene su momento musical con “Beacus”. En este caso la similitud con la banda sonora de “Drowning By Numbers” es innegable ya que se repite uno de los esquemas más característicos de esta punto por punto: Las maderas repitiendo una cadenciosa secuencia de dos notas que va variando con cada repetición mientras las cuerdas ejecutan la melodía central. “Ham Spray House” es un corte meramente incidental sin nada demasiado destacable. En cambio, “The Infinite Complexities of Christmas” tiene una de las mejores melodías del trabajo que también es uno de los momentos más emocionantes de toda la banda sonora. “Something Rather Impulsive” no es sino una nueva variación de otro de los temas anteriores y nos deja con “If this is Dying” de la que ya dijimos antes que no es sino una vuelta sobre el tema principal de la banda sonora.




El disco se completa con el “adagio” del “Quinteto en Do” de Franz Schubert, obra seleccionada por Hampton para aparecer en la película y de la que Nyman toma prestados algunos motivos para su propia partitura.

La repercusión de la banda sonora de “Carrington” no fue ni de lejos la misma que tuvo “El Piano” pero tampoco las películas tuvieron un éxito comparable. Sin embargo, si comparamos una partitura con la otra creemos que la del film de Hampton es superior a la de su predecesora lo que no hace sino confirmarnos que el éxito es algo muy caprichoso. Se confirmaba también que el músico había experimentado un claro cambio en su estilo, parejo a su desvinculación de la obra de Peter Greenaway. Sus nuevas bandas sonoras eran mucho más asequibles y menos arriesgadas que las que hizo junto al autor de “El Contrato del Dibujante” lo cual no es necesariamente malo ya que lo que Nyman no perdió en el proceso fue su personalidad. Comoquiera que, tanto “Out of the Ruins” como el disco en el que aparecen sus tres primeros cuartetos de cuerda no son nada sencillos de encontrar hoy, la opción de hacerse con una melodía tan inspirada como la que hace las veces de tema central en “Carrington” es una buena excusa para añadir el disco a la colección de cualquier aficionado interesado en Nyman.


 

lunes, 21 de agosto de 2017

Harold Budd - The Pavilion of Dreams (1978)



De todas las cosas que tenemos que agradecerle a Brian Eno, una de las más importantes es que convenciera a un músico como Harold Budd para tomarse su carrera más en serio, especialmente desde el punto de vista discográfico. El compositor norteamericano se había hecho un nombre en la escena californiana más vanguardista en su época de estudiante pero, inesperadamente, en 1970 abandonó la música por un periodo de dos años.

No sería la última “retirada” de su carrera pero el caso es que 1972 comenzó a trabajar, de modo muy pausado (todo en su obra lo es, realmente) en nuevas composiciones concluyendo un primer ciclo de obras en 1975. Tras dimitir del puesto como profesor en el California Institute of Arts que ocupó durante su primer hiato, en 1976 decidió grabar esas piezas y retomar su carrera discográfica.

Aquí es donde entra en acción Brian Eno quien en aquel momento estaba trabajando en su sello Obscure Records en el que habían aparecido algunos trabajos fundamentales dentro de una nueva forma de entender la música. Entre ellos encontramos obras de Gavin Bryars, Michael Nyman, La Penguin Cafe Orchestra o el propio Eno junto a las de varios autores más. Harold Budd firmaría el décimo y último disco de Obscure Records bajo el título de “The Pavilion of Dreams”. Como ocurría en varios de los discos de la serie, participan en él muchos de los intérpretes que firman a su vez otros títulos de la misma. La lista completa de intérpretes incluye a Marion Brown (saxo alto), Maggie Thomas (arpa), Richard Bernas (piano y celesta), Gavin Bryars (glockenspiel y voz), Jo Julian (marimba, vibráfono y  voz), Michael Nyman (marimba y voz), John White (marimba, percusión y voz), Howard Rees (marimba y vibráfono), Nigel Shipway (percusión) y Brian Eno (voz).

Budd & Eno


"Bismillahi 'Rrahman 'Rrahim" – La primera pieza del disco fue escrita en 1974 y se abre con unas notas de celesta acompañadas más tarde por el saxo de Marion Brown. El inicio recuerda mucho al famoso tema de amor que Vangelis compuso años más tarde para la banda sonora de Blade Runner, especialmente en términos de sonoridad. Brown era un saxofonista reputado de “free jazz” con una discografía que empezaba a ser ya importante y que incluía colaboraciones con alguno de los grandes como Coltrane. En esta pieza su papel es primordial al ser el principal elemento melódico. El acompañamiento comienza a mostrarnos ya las claves del estilo de Harold Budd: sonidos etéreos (la elección de la celesta no es casual), ecos y texturas sedosas. Todo ello a base de piano eléctrico, marimbas, arpa y glockenspiel, sonidos todos ellos pulsantes y breves, ideales para crear la atmósfera buscada por Budd.




“Two Songs: 1. Let Us Go into the House of the Lord / 2. Butterfly Sunday" – La segunda pieza del disco está compuesta por dos canciones, una, adaptada de la versión que hizo Pharoah Sanders de un himno “gospel” y la otra adaptada de una composición de John Coltrane. En las dos canciones escuchamos a la mezzo soprano Linda Richardson con el único acompañamiento del arpa de Maggie Thomas y ambas son bellísimas y podrían pasar por “lieder” clásicos sin problema alguno. Budd las escibió entre 1973 y 1974.

"Madrigals of the Rose Angel: 1. Rossetti Noise / 2. The Crystal Garden and a Coda" – Un poco antes, en 1972, había firmado las dos piezas que componen el tercer corte del disco y que supusieron su regreso a la composición musical. Con ellas queda perfectamente el estilo de Budd para el futuro: melodías lentas, con notas de prolongada duración, influencia minimalista y una búsqueda muy consciente de una sonoridad muy determinada. Brian Eno, productor del disco, es responsable con toda seguridad de buena parte de ese diseño sonoro pero también se valio de muchos de esos conceptos para su propia obra en solitario.




"Juno" – Cierra el disco una pieza de 1975 en la que Budd al piano toma un protagonismo que no había tenido hasta ahora. Las voces que lo acompañan tienen un tratamiento similar al que Brian Eno utilizaría pocos años más tarde en un par de cortes de su “Music for Airports” aunque aquí ocupan un plano mucho más secundario. Pese a pertenecer todas las piezas al mismo disco, se nota la distinta fecha en la que fue compuesta cada una de ellas apareciendo esta última como la más evolucionada.

Con “The Pavilion of Dreams”, Budd comenzó a ser un nombre a tener muy en cuenta y también su asociación con Brian Eno. No es casual que en la portada original del disco, junto al nombre de Budd y el título del trabajo figurase el texto “Produced by Brian Eno”, algo nada habitual en otros discos convencionales en los que la identidad del productor es secundaria y sólo se menciona en las notas del mismo si hay espacio suficiente. Harold Budd no es el primer nombre que nos viene a la cabeza cuando hablamos de estilos como “minimalismo” o “ambient” (él mismo reniega particularmente de esta última etiqueta) pero no cabe duda de que en los últimos tiempo su figura ha sido reivindicada y hoy ocupa un lugar importante a la hora de presentar y entender ambas corrientes.

sábado, 3 de junio de 2017

Michael Nyman - Michael Nyman Live (1993)



Al principio de la década de los noventa, Michael Nyman se encontró con una situación muy curiosa. A lo largo de los diez años anteriores había conseguido crear un grupo como la Michael Nyman Band que poco a poco alcanzó un grado de perfección extremo. La formación sonaba como el más afinado de los motores salido de la orgullosa industria automovilística británica pero a la vez tenía la presencia, el porte y la energía de una locomotora de vapor. Al mismo tiempo, su música era cada vez más popular lo que iba aparejado a nuevos encargos de bandas sonoras para películas con una vocación comercial mayor. Inevitablemente eso tenía como consecuencia la demanda de partituras más “convencionales” y orquestaciones al uso. Esto no llevó a Nyman a prescindir de su banda, ni mucho menos, pero su presencia se iba a reducir notablemente en su obra grabada, pese a que, en ocasiones, la formación intervenía en las bandas sonoras y demás obras acompañando a la orquesta de turno.

Con todo, ese cambio de panorama tuvo varias consecuencias interesantes. Por una parte, la aparición del extraordinario disco “The Essential Michael Nyman Band” en el que la mejor versión que nunca existió de la banda revisaba y actualizaba un buen número de obras clásicas de su autor pertenecientes a su etapa como colaborador del cineasta Peter Greenaway. Era aquella una forma de mostrarnos aquella música a través de la formación más inspirada del grupo de Nyman pero aquello no podía quedar como un glorioso epílogo. La Michael Nyman Band seguía activa y en plena forma, de lo que daban buena cuenta sus actuaciones en directo, impulsadas al principio por el citado disco de 1992 y más tarde por el éxito mundial de la banda sonora de “El Piano”.

No es extraño que el músico quisiera aprovechar el momento para publicar su primer disco en directo que saldría de dos conciertos ofrecidos en Albacete y Madrid el 14 y el 15 de mayo de 1994 respectivamente. El repertorio de los mismos era una mezcla muy curiosa de obras de distinta procedencia que serían interpretadas por formaciones también muy diferentes. El disco llevaría el nada complicado nombre de “Michael Nyman Live” y sería publicado por el sello Virgin en ese mismo año.

“Michael Nyman Live” iba a tener tres partes muy diferenciadas. La primera de ellas se centraba en las obras más representativas del primer periodo del músico y estaba interpretada por la Michael Nyman Band.

“In Re Don Giovanni” - Inconfundible el estilo del músico en esta composición que surgió mientras le dio por interpretar un fragmento de la ópera Don Giovanni de Mozart al piano pero tocándolo al estilo de Jerry Lee Lewis. La banda a pleno rendimiento con Nyman y su teclado como principal elemento rítmico.




“Bird List” - Comparar a la Michael Nyman Band con una locomotora lanzada a tumba abierta es un recurso fácil cuando escuchamos piezas como esta en la que la energía que desprende la formación es difícilmente igualable. La pieza procede, al igual que la primera, del disco de 1981 titulado sencillamente “Michael Nyman”. Entre el poderoso aparato rítmico destacan algunos fraseos de saxofón en la parte final del tema que le dan un extraño aire jazzístico.

“Queen of the Night” - El piano, casi como instrumento de percusión, se convierte en protagonista principal de esta pieza extraída de la banda sonora de “El contrato del dibujante”. Recordarán los lectores del blog que toda aquella música estaba basada en distintas composiciones de Henry Purcell transformadas de forma radical en máquinas de precisión. La interpretación es extraordinaria y en ella podemos disfrutar de lo mejor de una formación en estado de gracia.

La parte del disco protagonizada por la Michael Nyman Band termina con dos de las “Water Dances”, música escrita por el compositor para un documental de Peter Greenaway sobre natación sincronizada. Parte de ella apareció en el disco “The Kiss and Other Movements” pero posteriormente Nyman amplió la partitura hasta terminar con ocho danzas que nunca han sido publicadas en su integridad.

“Dipping” - La primera de la serie de ocho era esta pieza lenta que va evolucionando poco a poco aumentando el ritmo como claro anticipo de lo que iba a llegar después. El dramatismo aumenta con la adición de nuevos instrumentos y estalla con el cambio a la segunda danza.

“Stroking” - Sin solución de continuidad, el piano comienza a marcar un ritmo solemne mientras las cuerdas y, especialmente, los metales, comienzan a dibujar arabescos en el aire a una velocidad de vértigo. Sólo podemos hacer una objeción en este punto y es que nos parecía imprescindible la inclusión en la grabación de la quinta danza de la colección, quizá la más popular y profundamente rockera de todas.

Con ocasión de los fastos de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, Nyman recibió el encargo de componer una pieza especial que habría de ser interpretada con los miembros de la Orquesta Andalusí de Tetuan. La formación marroquí fue creada por el cantante y violinista Abdessadak Chekara a mediados del pasado S.XX para conservar el legado musical andalusí. Durante su trayectoria han participado en numerosas grabaciones de artistas flamencos profundizando en la relación entre ambas culturas. Nyman compone para ella una obra en tres movimientos titulada “The Upside-Down Violin”.
Anuncio del estreno de "The Upside Down Violin"

“Slow” - El primero de los tres es una cadenciosa pieza de inspiración árabe en la que destaca tu preciosa melodía central y la interpretación del propio Chekara al violín en el tramo central. Afirma el propio compositor en las notas del disco que buscó una aproximación más melódica de lo habitual en él por la particularidad de los miembros de la orquesta. La mayoría de sus miembros no saben solfeo por lo que toda la interpretación se basa en la escucha de la ejecución de cada parte por parte de otros músicos para su aprendizaje y en el ensayo continuo.

“Faster” - El segundo movimiento mantiene la impronta de los orígenes musicales de la orquesta pero, si conseguimos abstraernos a su propia sonoridad, eminentemente oriental, no nos es difícil apreciar el estilo del propio Nyman. En una breve sección del movimiento se incorporan algunos de los miembros de la Michael Nyman Band, justo antes de la parte cantada con la que termina la pieza.

“Faster Still” - El cierre lo pone una pegadiza melodía que tiene muchos puntos en común con la banda sonora de “El Piano” que Nyman compuso más o menos en la misma época. Se produce así una curiosa mezcolanza de estilos entre la música árabe, la escocesa que inspiraba la música de la película de Jane Campion y el del propio compositor.




La partitura de esa banda sonora no podía faltar en un disco de Michael Nyman en directo grabado en 1993. Así, la segunda parte del disco está dedicada a una suite para concierto que recoge los momentos más memorables escritos por el compositor para “El Piano”. Son ocho movimientos en los que la Michael Nyman Band se ve reforzada por una numerosa sección de cuerda (cuatro violines, dos violas y dos violonchelos) para acercar su sonido al de la grabación original interpretada por la Orquesta Filarmónica de Munich. Lo cierto es que en la mayor parte de la “suite” el protagonismo es para las cuerdas y el piano, quedando reducida la participación de los miembros de la banda a momentos concretos como “Here to There” en los que los saxos de John Harle, David Roach y Andrew Findon tienen un peso fundamental o “Lost and Found” cuyo tema central está intepretado al saxo soprano.




La Michael Nyman Band está integrada en el momento de la grabación del disco por Jonathan Carney y Bill Hawkes (violines), Kate Musker (viola), Anthony Hinnigan (violonchelo), Nigel Barr (trombón y tuba) y Martin Elliott (bajo) aparte de los tres saxofonistas citados más arriba. Nyman interpreta el piano.

No diremos que con este disco se cierra una etapa de la Michael Nyman Band porque el músico siguió componiendo piezas para ellos y ofreciendo conciertos pero sí entendemos que marca un hito por cuanto que resume buena parte de su trabajo anterior y mira hacia lo que vendrá después. El propio Nyman abandonó algo más tarde la denominación de “band” ampliándola a “Orchestra” y, de hecho, desde 2002 no nos consta que la “Michael Nyman Band” aparezca acreditada como tal en ningún disco pese a que varios de sus miembros sigan participando en las grabaciones del compositor británico hasta el día de hoy.

Por la particularidad del repertorio, que incluye una mirada al pasado, una obra nueva y una revisión de su obra más popular, creemos que este disco en directo puede ser especialmente interesante como introducción al mundo sonoro de Nyman así que, si aún no habéis dado ese paso, ahora tenéis una buena excusa para hacerlo.

jueves, 22 de octubre de 2015

Michael Nyman - Michael Nyman (1981)



Aunque existe una grabación en "cassette" que en muchos sitios consideran la segunda de la discografía de Michael Nyman y la primera con la Michael Nyman Band, lo cierto es que dentro del material accesible hoy en día del músico, el segundo disco cronológicamente hablando sería la grabación de 1981 que hoy comentamos en en blog (el propio Nyman obvia la música para “The Masterwork' Award Winning Fish-Knife” incluida en la citada cinta a la hora de referirse a su discografía).

Nyman es un compositor cuya vocación tardó en despertarse bastante más de lo habitual. Su estudios, centrados en la música barroca, fueron culminados con la consecución del Howard Carr Memorial Price a la edad de 20 años. Curiosamente, desde ese momento abandonó la composición por completo durante varios años. En 1968, cuatro años después, empezó a escribir sobre música dedicándose durante los ocho siguientes años a la crítica, etapa en la que firmó algunos ensayos que dieron origen al término “minimalismo” para englobar el que hoy parece ya consolidado como uno de los movimientos capitales en la música culta de las últimas décadas. No fue hasta 1976 que el músico sintió de nuevo inquietud por crear e interpretar música con la composición de un par de bandas sonoras y la creación de la Campiello Band, el germen de lo que luego sería la Michael Nyman Band. Todo comenzó como una banda que exploraría un imaginario repertorio de música veneciana del S.XVIII y que no era sino una tapadera para los propios experimentos sonoros de Nyman.

La chispa se encendió cuando el músico estaba estudiando una partitura de Mozart al piano, en concreto, una de las “arias” de la ópera “Don Giovanni”. En un momento determinado, Nyman comenzó a interpretarla con el frenético estilo de Jerry Lee Lewis, algo que no debía estar muy alejado de las modernas interpretaciones de la Michael Nyman Band en la que el piano, martilleado sin compasión, se convierte en la locomotora que canaliza toda la fuerza rítmica de la música del compositor británico. En “Michael Nyman”, escueto título del disco, se recopilan una serie de obras del músico pertenecientes al periodo 1977-1981, entre otras, las primeras piezas que éste escribió para películas de Peter Greenaway.

Michael Nyman en la puerta de "The Kitchen". Legendario local neoyorquino en el que se gestó buena parte del nacimiento del minimalismo.


La formación de la Michael Nyman Band en su disco de debut estaba integrada por Rory Allam (clarinetes), Alexander Balanescu (violín), Anne Barnard (trompa), Ben Grove (guitarras), John Harle (saxo soprano), Nick Hayley (violín y rabel), Ian Mitchell (clarinetes), Michael Nyman (teclados), Elisabeth Perry (violín y viola), Steve Saunders (trombón, tuba y eufonio), Roderick Skeaping (violin y rabel), Keith Thompson (flautas y saxofones) y Doug Wootton (banjo y bajo).

“Bird Anthem” - El disco comienza con una pieza de 1980 con una fuerte presencia de la guitarra eléctrica y los instrumentos de viento. El texto es una simple sucesión de nombres de aves, al igual que sucedía en una pieza anterior del músico que sonará más adelante en el disco. A pesar de su corta duración, todos los elementos sonoros y rítmicos de la Michael Nyman Band están ya presentes en esta pieza.



“In Re Don Giovanni” - La pieza que lo empezó todo, por así decirlo. La adaptación del aria citada anteriormente de “Don Giovanni” se convirtió en 1977 en la primera composición de Nyman para la Campiello Band. Peter Greenaway se prendó de ella y eso hizo que contase con el compositor a partir de entonces. También hizo indicaciones muy precisas para que la banda sonora de “El Contrato del Dibujante” siguiera una linea muy similar a esta obra, algo que resulta evidente cuando se escuchan ambas piezas juntas.



“Initial Treat / Secondary Treat” - En 1978 el estilo musical de Nyman comenzaba a estar ya muy definido y su forma de trabajar a partir de breves pasajes sacados de obras de otros tomaba forma. Uno de los primeros ejemplos fue “5 Orchestral Pieces, Opus Tree” basada en la obra casi homónima de Anton Webern (el “tree” del título no es una errata sino un juego de palabras con el opus three original). Aquí escuchamos dos de los movimientos de esa obra que aparecieron como “cara b” de un single cuya “cara a” estaba ocupada por “In Re Don Giovanni” bajo el título de “Mozart”. El movimiento inicial sería el primer apunte del Nyman más melódico y alejado de los ritmos vertiginosos que suele acompañar a su versión más popular mientras que el segundo anticipa al autor de obras como “Prospero's Books” por poner un ejemplo cercano en cuanto a estilo.

“Waltz” - Quizá la composición más experimental del disco sea esta cacofonía escrita por Nyman entre 1978 y 1981 en la que dos músicos de jazz (saxo soprano y clarinete) improvisan extrañas melodías por encima de un vals que va creciendo en intensidad desde un discreto segundo plano hasta ocupar toda la atención del oyente. Es un claro anticipo del Nyman de “Drowning By Numbers” sin ir más lejos.



“Bird List Song” - En 1979 el compositor británico escribió esta canción para la cinta “The Falls” dirigida por Greenaway. Como mencionamos más arriba, el texto es un mero recitado de nombres de aves. El tono extremadamente agudo requerido de la vocalista es una constante en la obra posterior del músico, especialmente a partir de la incorporación de Sarah Leonard a su banda. Practicamente cada tema de este disco es un precedente de alguna obra posterior, más conocida. En este caso creemos que la música de “The Kiss and Other Movements” era muy cercana en todos los aspectos a lo que podemos oir aquí.

“M-Work” - Cierra el disco la pieza que en el vinilo original ocupaba toda la segunda cara. Hablabamos al comienzo de una obra que Nyman escribió en 1979 para una instalación o “actuación escultórica” a cargo de dos artistas visuales británicos que llevaba el título de “The Masterwork Award Winning Fishknife”. La partitura de Nyman se extendía a lo largo de cerca de dos horas de duración y, aunque ninguno de los miembros de la banda había tenido la oportunidad aún de escuchar la ópera de Philip Glass, se solían referir a su música como “el Einstein on the Beach” británico en tono jocoso. En 1981, Nyman compuso una adaptación de aquella música de mucha menor duración que es lo que podemos escuchar aquí. La composición combina movimientos solemnes con interludios mucho más vivos en los que la flauta piccolo unas veces y los violines otras, alternan el papel de solistas.


Aunque el sonido no está aún tan pulido como en el futuro (la maquinaria de la Michael Nyman Band estaba sin engrasar) todos los ingredientes de la música del grupo están ya aquí presentes. Sólo unos retoques como el recorte de las guitarras eléctricas o la desaparición del rabel, así como el establecimiento del piano como instrumento rítmico principal convertirían este ruidoso invento que suena aquí en una locomotora imparable que alcanzó momentos verdaderamente gloriosos años más tarde. Sólo por su valor documental, este disco ya valdría mucho la pena. Si a eso añadimos la factura de muchas de las piezas, no creemos que ningún seguidor de Nyman se arrepienta de añadirlo a su colección.

domingo, 15 de marzo de 2015

Sonic.Art Saxophone Quartet - Philip Glass & Michael Nyman Works for Saxophone Quartet (2011)



Hace casi dos años reseñamos aquí un disco del Delta Saxophone Quartet que contenía varias piezas de autores minimalistas escritas para ese formato o adaptadas a partir de otra formación. El que hoy comentamos es similar a aquel pero centrado en dos autores que ya aparecían en aquel otro trabajo: Michael Nyman y Philip Glass.

La formación de un cuarteto de saxofones, siendo esta una configuración para la que no existe repertorio “clásico” (lógico si pensamos que el instrumento se inventó a mediados del XIX) salvo que hablemos de transcripciones, denota un amor por la música contemporánea, por las vanguardias. También un espíritu inconformista. Cuentan en las notas del disco cómo el saxofón no lo tuvo fácil para acceder a la orquesta clásica a pesar de el entusiasmo de algunos compositores como Berlioz y hacen mención a la historia que cuenta que si el instrumento sobrevivió fue gracias a su adopción por parte de las bandas militares por la potencia de su sonido en comparación con otros vientos. Sin restar veracidad a esa conocida anécdota, apuntan a otra vía que encontró el saxofón para perdurar: los circos y, más concretamente, los payasos, que popularizaron el instrumento como nadie más lo hizo hasta que se incorporó a músicas como el “jazz” y el “blues” para asentarse como uno de los sonidos más reconocibles de la música contemporánea.

El Sonic.Art Saxophone Quartet se fundó en 2005 por lo que está celebrando su décimo año de vida artística. En ese tiempo se han hecho un hueco en los calendarios de las mejores salas de conciertos y han colaborado con muchos compositores que han contribuído a agrandar el repertorio del cuarteto. En el momento de la grabación del que fue su primer disco, integraban el cuarteto Ruth Velten (saxo soprano), Alexander Doroshkevich (saxo alto), Martin Posegga (saxo tenor) y Annegret Schmiedl (saxo barítono) aunque desde 2012 la plaza de saxo tenor la ocupa Adrian Tully.

Volviendo al repertorio del disco, tenemos en él tres obras, dos de Glass y una de Nyman y se da la circunstancia de que una de cada uno de ellos ya aparecía en el disco que mencionabamos al comienzo y es que, pese a todo, no hay tanta música aún para cuarteto de saxofones aunque en el segundo trabajo publicado por los integrantes del Sonic.Art amplían notablemente la nómina de compositores y, por tanto, de obras, pero habrá tiempo para hablar de ese trabajo si se da la oportunidad.

El Sonic Art Quartet en acción


El disco se abre con los seis movimientos que integran el cuarteto “Mishima” escrito por Philip Glass para la película del mismo título dirigida en 1985 por Paul Schrader y dedicada a la vida (y sobre todo a la muerte) del escritor japonés Yukio Mishima. Glass escribió una partitura para “ensemble” en la que aparecía incluso momentos cercanos al rock con bajo, guitarra y batería. Intercaladas con el resto de la música, había una serie de piezas breves para cuarteto de cuerda interpretadas por el Kronos Quartet. No dejó pasar la oportunidad el compositor para abstraer esos seis movimientos y darles la forma de cuarteto de cuerda independiente, el que haría el número tres de los del compositor norteamericano. Por algún motivo, esa obra parece ajustarse muy bien al formato de cuarteto de saxofones y son varias las agrupaciones que lo han incorporado a su repertorio en esa forma, algo que no ha sucedido con otros cuartetos de cuerda de Glass. El primero de los movimientos está interpretado a una velocidad algo más alta de la suele emplearse para ejecutarlo habitualmente pero parece una elección adecuada escuchado el resultado. El breve segundo movimiento, uno de los más profundos de la obra, suena mejor, si cabe que en su concepción original para cuerdas, resaltando muchísimo más la melancolía del tema central. Continuamos con la parte más rítmica del cuarteto que anticipaba algunos esquemas en los que Glass profundizaría en su ciclo lírico “Songs from Liquid Days” poco después. Tras otro movimiento de corta duracióny todo el sabor de la música de su autor llegamos al quinto que, como el primero, es interpretado a gran velocidad y recoge uno de los temas que más sonaban en la banda sonora original de la que parte la obra. El cierre lo pone un movimiento reposado que aquí vuelve a sonar acelerado con respecto al original. Se trata del Glass que empezaba a ser conocido en estado puro, arpegios constantes y una melodía central escueta pero emocionante con la que pasamos a la segunda obra del disco.




El cuarteto para saxofones de Philip Glass es algo posterior a “Mishima” y fue escrita por su autor en 1995, primero como un concierto para cuarteto de saxofones y orquesta y, casi inmediatamente, reducida para su interpretación exclusivamente por los vientos. Consta de cuatro movimientos de similar duración. El primero de ellos presenta una de esas características melodías de su autor que parecen quedar inconclusas cuando entran en el ciclo de repeticiones. Sin embargo, y ese es el gran mérito de este tipo de música, tras unas cuantas iteraciones, vemos el conjunto en perspectiva y todo encaja. A pesar de ser un movimiento de unos cinco minutos de duración, no es en absoluto uniforme pudiendo distinguirse hasta seis secciones independientes dentro del mismo siendo la quinta una variación de la melodía inicial. El segundo movimiento del cuarteto es pura energía y está lleno de sentido jazzístico. Probablemente es una de las obras de Glass más cercanas al estilo de Terry Riley en su concepción del ritmo y la melodía que dificilmente encajan en los parámetros habituales del Philip Glass más popular. También se nos antoja muy acertada la inclusión de esta obra en este momento del disco ya que es la transición perfecta hacia el siguiente autor, Michael Nyman con cuya manera de escribir también tiene puntos en común. El tercer movimiento del cuarteto nos muestra uno de esos momentos de inspiración de Glass en los que acierta con la tecla justa y nos ofrece una melodía excepcional, que apenas requiere de acompañamiento de otro tipo. Cerrando el cuarteto, y de ahí nuestra afirmación de que la ubicación de la pieza en el disco era excelente, tenemos un último movimiento con un estilo plenamente “nymanesco” si se nos permite la expresión, especialmente si lo comparamos con algunos cuartetos de cuerda del compositor británico.

Ya contamos en su momento la historia detrás de las “Songs for Tony”, dedicadas por el músico a su manager y gran amigo fallecido a comienzos de 1993. La obra parece condenada a ocupar un segundo plano por culpa de su existencia “aislada” como pieza independiente al margen de un disco o una banda sonora y relegada a aparecer en discos como este, en los que se combinan obras de distintos autores. Una lástima porque merece mejor suerte. Cada uno de los movimientos funciona como una canción en la que los instrumentos del cuarteto disfruta de papel solista como si de un aria operística se tratase. El primer movimiento es una joya llena de ritmo de la que surge una melodía intensa, casi desgarrada, que habría ganado más con una interpretación más apasionada por parte del saxo tenor del estilo de las que John Harle o Andrew Findon nos brindaban con la Michael Nyman Band. Es, en realidad, una transcripción de una obra compuesta un año antes por Nyman titulada “Mozart on Mortality”. El segundo movimiento es una adaptación de una de las composiciones de la banda sonora de “El Piano”, último gran contrato que Tony Simmons consiguió para Nyman antes de morir. El tercer movimiento es una lenta y emotiva pieza que el compositor tenía guardada para una ocasión especial y fue rescatada para este memorial. Cerrando el cuarteto tenemos una composición que el músico escribió justo tras recibir la llamada telefónica que le comunicaba el fallecimiento de Tony. En aquellas fechas cuenta Nyman cómo estaba trabajando en un cuarteto para saxofones y desechó todo el material escrito para centrarse en esta elegía en memoria de su amigo.



Tanto Glass como Nyman son autores más que consagrados pero las obras incluidas en el disco de hoy no son las más habituales de sus repertorios (sí lo sería “Mishima” pero en su versión para cuarteto de cuerda) por lo que nos parece una recomendación muy interesante, tanto para los lectores que aún no se hayan introducido en los mundos musicales de ambos autores como para aquellos que ya los conozcan bien. El cuarteto de saxofones es una agrupación a cuyo sonido no estamos demasiado acostumbrados pero que cada vez inspira a más autores para escribir sus obras en ese formato por lo que es probable que cada vez escuchemos más a esta formación. El disco está disponible en los enlaces de siempre.

amazon.com

arkivmusic.com

domingo, 14 de septiembre de 2014

Michael Nyman - Drowning By Numbers (1988)



La relación artística entre Michael Nyman y Peter Greenaway era, en sus mejores años, tremendamente estrecha. Tanto es así que la interacción entre ambos a la hora de influir cada uno en el trabajo del otro era notable, hasta el punto de que el cineasta llegaba a marcar las pautas de la música que quería para sus películas. En esta línea, había una obra que obsesionaba al director: la “Sinfonía Concertante” de Mozart y desde que Nyman y él se conocieron, estuvo tratando de que el músico hiciese algo a partir del material musical contenido en la obra del compositor austriaco. La idea de Greenaway consistía en que Nyman escribiese nada menos que 92 variaciones de cuatro compases concretos del segundo movimiento de la obra, uno para cada uno de los personajes que aparecían en su película “The Falls”.

Cuando Greenaway preparaba su película “Drowning by Numbers”, parecía llegado el momento de ampliar esa pretensión y Peter le encargó específicamente a Nyman el uso de la sinfonía como base del material que terminaría convirtiéndose en la banda sonora de la película. Concretamente, el movimiento original de la sinfonía sonaría en su versión “convencional” justo antes de cada una de las cuatro escenas centrales de la película y toda la banda sonora de Nyman debería estar basada en esa pieza (aquí fue el músico quien impuso esa condición, la de usar el movimiento completo como fuente y no sólo cuatro compases). No era la primera vez que Nyman iba a trabajar a partir de partituras de Mozart pero sí la más interesante por cuanto que debería generarse una banda sonora completa a partir de un único movimiento de la sinfonía “mozartiana”.

En 1991, la BBC hizo una serie de documentales en los que varios compositores y realizadores contemporáneos homenajeaban a Mozart. Nyman presentó una especie de opereta que representaba un juicio en el que él mismo era acusado de plagiar la obra del compositor austriaco, cuyo papel interpretaba la soprano Ute Lemper apareciendo sendos bustos de Haydn y Beethoven como fiscal y abogado defensor respectivamente. Es difícil calificar como plagio una adaptación como la de Nyman quien, por otra parte, había hecho de ese modo de trabajar a partir de material ajeno una especie de sello personal siendo la banda sonora de “The Draughtsman’s Contract” a partir de música de Henry Purcell su ejemplo más evidente. Queda claro, pues, cómo se tomaba Nyman en aquel entonces las críticas sobre su forma de componer a partir de música pre-existente.

Como era habitual en aquellos años, la banda sonora estaba interpretada por la Michael Nyman Band integrada por Alexander Balanescu, Miranda Fulleylove, Rosemary Furniss, Briony Shaw, Jackie Shave (violines), Jonathan Carney (violín y viola), Kate Musker y Joe Rappaport (viola), Anthony Hinnigan y Andrew Shulman (violonchelos), Robin McGee (contrabajo), David Fuest (clarinetes), John Harle (saxos), David Roach (saxo), Andrew Findon (saxos y piccolo), John Wilbraham (trompetas), Michael Thompson (trompa), Steve Saunders (trombón) y el propio Michael Nyman al piano.

Escena de la película de Greenaway


“Trysting Fields” – La primera pieza del disco concede al violín y la viola todo el protagonismo (como ocurre también en la “Sinfonía Concertante) e interpretan fragmentos de la obra de Mozart repitiendo ciertos grupos de notas al modo minimalista construyendo así un tema nuevo que recuerda, evidentemente, al original pero que tiene un aire definitivamente diferente. El hecho de que las cuerdas lleven todo el peso, ayuda a mantener un tono clasicista que no se mantendrá en toda la banda sonora sino sólo en momentos concretos.

“Sheep and Tides” – Quizá el tema más conocido de todo el disco es este precioso vals que ha servido de sintonía para varios programas de radio y televisión. Como es característico en el Nyman más popular, los vientos ejecutan toda la parte rítmica y son las cuerdas las que interpretan la juguetona melodía central la mayor parte del tiempo. En este breve fragmento tenemos que reconocer que Nyman estuvo tocado por las musas ya que es una pieza fantástica.



“Great Death Game” – Llegamos a uno de los motivos más repetidos en la banda sonora en el que intuimos ese lado más oscuro de la música del compositor inglés que, incluso en temas aparentemente inocentes sabe ocultar una especie de sombra perturbadora que mantiene al oyente en vilo.

“Drowning By Number 3” – Nuestra melodía favorita del disco es esta emocionantísima pieza que es tan simple como conmovedora. Un bajo continuo a cargo de las maderas es el único apoyo del violín para ejecutar un tema triste pero sereno, extremadamente sencillo aunque con esa cualidad tan difícil de alcanzar que lo hace inolvidable.



“Wheelbarrow Walk” – Llegamos a una de las piezas más populares en el repertorio de la Michael Nyman Band, especialmente cuando le aplican todo el músculo del que son capaces en los conciertos y convierten el tema en un torbellino arrollador. En la banda sonora, en cambio, suena mucho más contenido al carecer del impulso del piano rítmico y los vientos a toda máquina. Un tema muy interesante pero que suena mejor en versiones posteriores.

“Dead Man’s Catch” – Con un delicado comienzo, con aire de miniatura de cajita de música se abre la siguiente pieza del disco hasta que el piano reclama su cuota de protagonismo arrastrando tras él al resto de la banda. Nyman tiene un gusto especial a la hora de tratar determinadas piezas lentas como esta y aquí destaca sobremanera.

“Drowning By Number 2” – La trompa y el resto de metales ejecutan una melodía parsimoniosa y repetitiva que poco a poco va acelerándose hasta la llegada a modo de refuerzo de las cuerdas. La parte final del tema es la más interesante y en ella volvemos a reconocer alguna melodía de la obra de Mozart sin apenas modificación, algo mucho más habitual en esta banda sonora que en otras de Nyman basadas en partituras ajenas.

“Bees in Trees” – Como si de una segunda parte de “Sheep and Tides” se tratase, Nyman recupera el ritmo de vals y partes de la melodía de aquella para construir esta miniatura que se diría que tiene el objetivo de que no olvidemos aquel fantástico tema antes de entrar en la parte final del trabajo.

“Fish Beach” – Otra de las grandes melodías del músico que pasó al repertorio habitual de la Michael Nyman Band es esta pieza lenta que comparte el tono entre triste y contemplativo de buena parte del disco. El material melódico es mínimo y sólo la repetición continua del mismo consigue atrapar al oyente de un modo singular.

“Wedding Tango” – El dramatismo llega a su momento culminante con este tango en el que el piano vuelve a tener un papel importante aunque la verdadera novedad la representan los vientos utilizados, como siempre, a modo de armazón rítmico. En la segunda mitad del tema, éste se transforma en un vals que vuelve a apuntar la melodía central de la obra de forma magistral antes de cerrar con un nuevo giro en el que piano y cuerdas dialogan durante unos instantes.

“Crematorium Conspiracy” – Recupera Nyman el tono dramático adornado de una mayor solemnidad en otra pieza repetitiva en la que las mínimas variaciones se van sucediendo de forma casi imperceptible.

“Knowing the Ropes” – Quizá sea esta la pieza más reconocible de toda la banda sonora para los seguidores de Nyman ya que recopila todas las virtudes de sus obras anteriores, especialmente de sus trabajos para cine: ritmo vigoroso, protagonismo de los instrumentos menos habituales y una energía desbordante. Como alguno de los temas anteriores, es ya un clásico de su autor y pasó rápidamente al repertorio de los conciertos. En cierto modo funciona como tema final del disco ya que recupera varios de los motivos que han sonado anteriormente pero el autor prefirió cerrar con otra pieza similar.

“Endgame” – Si el disco se abría con cuerdas, tenía que cerrarse de igual modo y con una pieza muy similar a la inicial que incluso recicla las mismas melodías cerrando así, como tantas otras veces, el círculo con una vuelta al comienzo aderezada por un somero repaso a otros temas de la banda sonora.


La de “Drowning By Numbers” es nuestra banda sonora favorita de todas las que Nyman realizó para Greenaway, por encima, incluso, de la popular “The Draughtsman’s Contract”. Esto puede resultar algo paradójico puesto que se trata de la menos personal de todas ellas, especialmente desde el punto de vista de la instrumentación. En todas las anteriores reconocíamos con facilidad el estilo de la Michael Nyman Band mientras que en esta, aunque éste sigue siendo evidente, la mayor presencia de cuerdas dulcifica un tanto el sonido, en ocasiones basto (entiéndase el uso del término), de la banda. Sin embargo, lo que puede perderse en personalidad se gana en musicalidad con un aire que, sin llegar a ser clásico del todo, sí que tiene un tono más serio y formal. El disco no debería ser difícil de encontrar puesto que pertenece a la parte más popular del catálogo de su autor. Podéis adquirirlo en los siguientes enlaces:

amazon.es

cdandlp.com

Como despedida os dejamos con el 2º movimiento de la "Sinfonía Concertante" de Wolfgang Amadeus Mozart del que procede gran parte de la banda sonora:

 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Michael Nyman - Out of the Ruins (1989)



En los tiempos actuales, un compositor nunca puede estar seguro de cuándo y cómo va a llegarle la gran inspiración. Siglos atrás, si un músico tenía una gran idea podía adaptarla de inmediato al formato que más le interesase en aquel momento y esa obra “competiría” en igualdad de condiciones con el resto. Hoy es diferente. Si escribes una pieza para, pongamos, una banda sonora y la cinta pasa desapercibida, es más que probable que con ella se olvide también la música. Al contrario, si tienes la suerte de poner el ambiente sonoro a una película de éxito, aunque no sea tu mejor obra, es posible que se convierta de inmediato en una de las más recordadas.

Viene a cuento esta disertación porque la obra que hoy traemos al blog nos parece un claro ejemplo de la primera clase. En 1989, Michael Nyman recibe el encargo de escribir una pequeña pieza para un documental del programa “40 Minutes” de la BBC, una especie de “Informe Semanal” a la inglesa. La música acompañaría a un reportaje sobre el devastador terremoto de Armenia del 7 de diciembre de 1988 que dejó un balance estimado de alrededor de 50.000 víctimas mortales. Como resultado del encargo, Nyman escribió una obra coral de escasos veinte minutos de duración que sigue siendo hoy en día, una de las mejores composiciones de toda su carrera. El músico compuso una estremecedora melodía adaptando un texto procedente del “Libro de las Lamentaciones” del místico armenio del S.X Gregory of Narek a sugerencia de la directora del documental, Agnieszka Piotrowska. La obra fue grabada el 2 de octubre de 1989 en la Iglesia de San Echmiadzin (del S.IV aunque con varias remodelaciones posteriores) por parte del Holy Echmiadzin Chorus dirigido por Khoren Meykhaneijan.

Imagen actual de la iglesia en la que se hizo la grabación.


“Out of the Ruins” – Como corresponde con el motivo del documental, la obra tiene un profundo tono dramático, lleno de intensidad. El coro, a cuatro voces, despliega una interesante serie de recursos que van desde el canto gregoriano hasta las polifonías cercanas al barroco en una demostración de talento por parte de Nyman que alcanza una de sus mayores cotas como compositor sin partir en esta ocasión, al menos que nosotros sepamos, de ninguna otra obra de otro artista. En la partitura, siempre pausada y contenida encontramos momentos de gran belleza y pocos momentos para el relax ya que siempre hay algo que atrapa nuestra atención y nos mantiene pendientes del desarrollo de la misma. Indispensable para cualquier seguidor del músico.



La superlativa calidad de la obra compuesta por Nyman para el documental convertía en una auténtica lástima el hecho de que muy probablemente su eco se iba a disipar sin dejar demasiada huella a pesar de ser publicada en un CD con fines benéficos. Por ello, el compositor no quiso olvidarla y realizó una primera adaptación de la misma al formato de cuarteto de cuerdas en respuesta a una petición de Alexander Balanescu. De ese modo, “Out of the Ruins” se convirtió en la base del que sería el “Cuarteto de Cuerda No.3” de Michael Nyman. Como quiera que tampoco esa adaptación de la obra alcanzara una repercusión demasiado importante, años más tarde la melodía fue incorporada por el compositor a la banda sonora de la película “Carrington” pese a lo cual, creemos que no hay demasiados aficionados a la música en general que reconozcan la melodía y menos aún que la relacionen con su autor.

En todo caso, estamos convencidos de que en su concepción original para coro es, con mucho, como mejor suena la obra y por ello tenemos que recomendar el disco que la recoge, a pesar de su escasa duración y de que no es un CD fácil de localizar hoy en día. Puede adquirirse en el enlace siguiente:

amazon.co.uk

Nos despedimos con la adaptación de la obra para la banda sonora de "Carrington".

miércoles, 19 de febrero de 2014

Michael Nyman - The Essential Michael Nyman Band (1992)



El embrión de la Michael Nyman Band se formó como una banda callejera que habría de formar parte de la representación de la ópera “Il Campiello” de Carlo Goldoni en un teatro londinense. Su misión era la de hacer el mayor ruido posible. Interpretar música tradicional veneciana a todo volumen y sin amplificación, de ahí que Nyman escogiera instrumentos tradicionales de la época y les agregase un bombo, un saxo soprano, banjos, etc.

La experiencia fue tan positiva que al finalizar las representaciones, los miembros de la “Campiello Band” decidieron permanecer juntos. Se desvincularon del grupo los intérpretes clásicos de instrumentos de época y quedó Michael Nyman con una banda de 12 músicos. La estabilidad nunca fue un objetivo y en todos estos años la alineación de la rebautizada como Michael Nyman Band ha variado constantemente. Fue la necesidad de buscar un repertorio propio para el grupo la que motivó a Michael para comenzar a escribir su música de forma más consistente (aunque ya había publicado, incluso, algún disco con obras propias). Los primeros trabajos importantes del músico con la Michael Nyman Band surgieron de su asociación con el director de cine Peter Greenaway para quien escribió un buen número de bandas sonoras entre 1980 y 1992 y es precisamente esa parte del repertorio la que recoge el disco que hoy tenemos aquí.

“The Essential Michael Nyman Band” es un disco recopilatorio, sí, pero no es en modo alguno la clásica colección de cortes al uso, creada para vender al oyente menos implicado con la música del compositor una selección amable de su obra a la que recurrir de cuándo en cuando. Muy al contrario, se trata de regrabaciones con nuevos arreglos, llenos de energía y con un grupo de músicos único, de alguno de los fragmentos más destacados de las bandas sonoras de Nyman para Greenaway. Una mera recopilación habría carecido de unidad estilística y no habría sonado suficientemente coherente ya que las formaciones que interpretaban las diferentes bandas sonoras eran muy distintas entre sí. Al revisar todas las piezas con una de las alineaciones más poderosas de la Michael Nyman Band, el músico crea un disco soberbio, atractivo y renovador de su antiguo catálogo que sirve, además, como una perfecta carta de presentación para aquellos oyentes no familiarizados con su obra. El disco está organizado en distintos bloques centrados cada uno de ellos en una banda sonora distinta. Integran la Michael Nyman band en la grabación: Alexander Balanescu, Clare Connors y Ann Morphy (violines), Kate Musker (viola), Anthony Hinnigan y Justin Pearson (violonchelos), Martin Elliott (guitarra baja), John Harle y David Roach (saxos soprano y contralto), Andrew Findon (saxo barítono, flauta, piccolo), Steve Sidwell (trompeta), Marjorie Dunn (trompa), Nigel Barr (trombón bajo, eufonio), John Lenahan y Michael Nyman (pianos) con la adición de las voces de Sarah Leonard (soprano) y Linda Hirst (mezzo-soprano).



THE DRAUGHTSMAN’S CONTRACT:

“Chasing Sheep is Best Left to Shepherds” – El primer set del disco lo componen tres cortes extraídos de la banda sonora de “El Contrato del Dibujante” que ya comentamos aquí tiempo atrás. El más conocido de ellos es el primero, que ha servido como sintonía de varios programas de radio y televisión. Como toda la banda sonora, está basado en música de Henry Purcell. Con sólo escuchar los primeros instantes de la nueva versión, nos damos cuenta de cuál va a ser el tono de todo el disco: La Michael Nyman Band como una locomotora a todo gas, una maquinaria perfecta y poderosa dotando de una energía renovada a las viejas composiciones como demuestra este tema de apertura: ¡rock’n’roll!



“An Eye for an Optical Theory” – Sin bajar de intensidad ni un segundo asistimos al segundo corte con el piano convertido en una parte más de la sección rítmica junto con los metales. Las cuerdas, por su parte, desatadas, aportan su propia personalidad a la desenfrenada música quedando la parte melódica para los saxofones que delatan la influencia minimalista de Nyman (quien, no en vano, es considerado el inventor del término o, al menos, el primero en aplicarlo a los Reich, Glass o Riley).

“The Garden is Becoming a Robe Room” – El primer momento de relajación del disco llega con esta preciosa versión mucho más clásicista que las anteriores. Las cuerdas son las protagonistas casi absolutas de la pieza con el resto de instrumentos (particularmente las maderas y los metales) en un segundo plano. En la segunda parte de la composición aparece el piano y la banda suena en plenitud regalandonos un final memorable.

A ZED & TWO NOUGHTS:

“Prawn-Watching” – Particularmente interesantes son las dos selecciones de esta banda sonora por cuanto que en su momento la Michael Nyman Band no participó en su grabación lo que hace más atractiva su inclusión aquí. La inspiración para esta obra fue tomada del “Requiem” de Biber. La primera de ellas es una composición de corte dramático, tremendamente dinámica e intensa que se desarrolla como un continuo in crescendo que llega a su climax con la irrupción de los saxofones.

“Time Lapse” – Contrastando con el tema anterior, escuchamos ahora una especie de composición procesional, fúnebre, de ritmo sobrecogedor. Conforme avanzan los compases crece la tensión y se incorporan nuevas secciones de la banda enriqueciendo la melodía principal con cada repetición. Como en ocasiones anteriores, el saxofón es el instrumento en el que recae la función de solista principal y lo hace con desgarro en una interpretación soberbia a cargo de Andrew Findon.

DROWNING BY NUMBERS

“Fish Beach” – Llega el turno de la que es nuestra banda sonora favorita de Michael Nyman aunque no haya aparecido aún en el blog. Para la música de “Conspiración de Mujeres” (título en castellano de la película) Nyman se basó en uno de los movimientos de la “Sinfonía Concertante” de Wolfgang Amadeus Mozart por petición expresa de Peter Greenaway. En la primera pieza de la selección, Nyman utiliza la trompa para mostrar el tema introductorio mientras las cuerdas actúan como acompañantes en segundo plano de un modo que el músico emplearía con profusión el la banda sonora de “El Piano” años después. Tras una serie de repeticiones del tema a cargo de diferentes instrumentos de la banda, pasamos al siguiente corte.

“Wheelbarrow Walk” – Cambio radical de registro en una de las composiciones más alegres de todo el disco con los violines retozando despreocupadamente sobre una poderosa base rítmica a base de piano y metales principalmente. Una magnífica demostración por parte del músico de su capacidad para componer piezas pegadizas e inspiradas al mismo tiempo.

“Knowing the Ropes” – El piano se convierte en locomotora de nuevo para sostener todo el entramado de una composición poderosa en la que las cuerdas repiten una y otra vez una secuencia de seis notas (que a veces se amplian a nueve) con ligeras variaciones. Aunque en este disco Nyman obvie las que, a nuestro juicio son las mejores piezas de la banda sonora, no podemos negar que las escogidas, y particularmente ésta, son magníficas.

THE COOK, THE THIEF, HIS WIFE AND HER LOVER

“Miserere Paraphrase” – Saltamos a la siguiente banda sonora que presenta la novedad de la voz solista de Sarah Leonard. Al tratarse de una canción en formato clásico, desaparece todo el aparato rítmico de la banda para resaltar aún más la delicada voz de la cantante que parece ir a quebrarse en cualquier momento dada la dificultad de la partitura.

“Memorial” – La adaptación de otra pieza de Henry Purcell es la base para una de las composiciones más emotivas de Nyman, cuya composición coincidió en el tiempo con la tragedia del estadio de Heysel en 1985, durante la final de la Copa de Europa de fútbol entre la Juventus de Turín y el Liverpool. La impresión que las imágenes causó al compositor se refleja en cada uno de los compases de una obra conmovedora que se grabó por primera vez para la banda sonora de Greenaway a petición de este. Nosotros nos quedamos con esta versión, emocionante hasta el extremo, especialmente con ese sonido quebrado del saxo barítono en los instantes finales de la obra y con la desgarradora voz, de nuevo, de Sarah Leonard.

WATER DANCES

“Stroking” – Nyman retrocede a 1984, a la banda sonora del documental de Greenaway “Making a Splash” sobre natación sincronizada y lo hace regalándonos las dos composiciones que, en nuestra opinión, conforman la parte más inspirada de un disco magnífico de por sí. Aunque en su momento, las dos danzas eran la segunda y la octava parte de una obra mayor, aquí aparecen perfectamente integradas como dos movimientos consecutivos que encajan como un guante (no en vano, aparecen como una única pista en el disco). El primero de ellos se abre con una serie de espaciados golpes de piano a cargo del propio Nyman (hasta este momento, el piano del disco había sido interpretado por John Lenahan. Desde aquí hasta el final, es el propio compositor el que toca el instrumento). Tras ellos, el piano pasa a interpretar una suave cadencia mientras las cuerdas dan forma a una melodía creciente que se va perfilando poco a poco.

“Synchronising” – Como si de una tormenta perfecta se tratase, los suaves vientos que se dibujaban en el movimiento anterior, desembocan en una auténtica fiesta de ritmo que se desarrolla durante cinco intensos minutos de auténtico rock and roll de cámara con melodías que recuerdan a las viejas canciones de los años 50 cuando el género comenzaba a hacer furor. Una maravilla desde todo punto de vista que justifica por si sola la revisión de estas músicas por la Michael Nyman Band.



PROSPERO’S BOOKS:

“Miranda” – Quizá el tema que mejor recoge el espíritu de la recopilación es el escogido para cerrarla, el único representante de “Prospero’s Books” aunque ya entonces era una versión de otra pieza que aparecía en “La Traversee de Paris”, film sin participación alguna de Greenaway. En “Miranda” tenemos a la Michael Nyman Band en plenitud, con duetos a cargo de Sarah Leonard y Linda Hirst, solos de saxo, el piano del propio músico, ritmos desbocados y melodías vertiginosas. Un compendio perfecto de la agrupación en una composición fundamental en la discografía de su autor que sirve como broche de oro para un disco fantástico.


Cuando apareció el disco en 1992, parecía que estábamos ante el cierre de una etapa por parte del músico que había expandido sus horizontes más allá de sus colaboraciones con Peter Greenaway y que comenzaba a obtener algunos éxitos de la mano de otros directores (particularmente Patrice Leconte y “El Marido de la Peluquera”. No esperábamos el tremendo salto a nivel de popularidad que iba a suponer para el músico una de sus próximas bandas sonoras para una película de Jane Campion pero eso será materia de otra entrada. Como resumen de los primeros años de la trayectoria del compositor, nos resultaría difícil encontrar un disco mejor que este que hoy hemos comentado. Adquirirlo es una apuesta segura: