Cerramos hoy la serie de tres entradas dedicadas a Steve Reich con un disco lleno de particularidades que le hacen muy interesante. Para empezar, está publicado en el sello Naxos y, si no nos hemos despistado mucho, es la primera vez que Reich es objeto de una edición por parte de esa discográfica, cosa que sorprende un poco porque otros colegas del músico como Philip Glass o John Adams tienen ya un buen puñado de obras publicadas en Naxos a lo largo de los últimos años. El segundo punto de interés es que la grabación corre a cargo de músicos que no tienen relación alguna con Reich. Esto puede parecer lógico y normal pero lo cierto es que la gran mayoría de grabaciones que encontramos del músico norteamericano suelen estar realizadas por músicos de su entorno o, al menos, estar supervisadas en cierto modo por él, cosa que tampoco sucede aquí. Por último, en el disco se incluye una primera grabación de una obra de Reich de 1964 lo cual, combinado con el punto anterior, convierte a este trabajo en una rareza que todo seguidor del compositor debería conocer.
El disco contiene cinco obras de Reich de las cuales tres han aparecido en algún momento en el blog como parte de otros lanzamientos pero creemos que merece la pena volver a ellas por todo lo dicho anteriormente. Los intérpretes del CD son los miembros de la Holst Sinfonietta dirigidos por Klaus Simon, quien también toca el piano en una de las piezas. Como solistas escuchamos a Jörg Schweizbenz (piano), Anne Parisot y Delphine Roche (flautas) y Andrea Nagy (clarinetes).
“Music for Two or More Pianos” - Abre el disco la composición más antigua de la colección (está fechada en 1964) en la que es también su primera grabación. Es una pieza extraña en su inicio, que no es sino una sucesión lenta de acordes de piano, alejados por completo de lo que Reich haría en el futuro. Cambia inmediatamente con un espectacular giro rítmico que sí anticipa algunas de las obras del Reich posterior pero distante aún de su estilo clásico. Hay un toque jazzístico muy curioso que se difumina enseguida con un parón en el que el músico explora diferentes sonoridades del piano pulsando directamente las cuerdas en la caja siguiendo, en cierto modo, la senda de John Cage. Suena esta parte muy cercana a las vanguardias de las décadas anteriores pero también muy alejada de lo que conocemos como minimalismo. En esa misma línea prosigue la composición hasta el final. Interesante desde el punto de vista del completista pero poco significativa en la carrera de Steve Reich.
“Eight Lines” - De esta pieza hemos hablado ya en alguna ocasión. Se trata de una re-orquestación de “Octet” que con el tiempo se ha convertido en una de las obras más interpretadas del músico. En ella se exponen los habituales recursos del músico con los dos pianos ejecutando un animado patrón al unísono y que poco a poco van separándose mientras se unen los clarinetes y las flautas. Las cuerdas, por su parte, aparecen en una capa completamente diferente ejecutando notas de larga duración que contrastan con el rápido ritmo de los instrumentos iniciales creando esa sensación de velocidad y lentitud simultáneas tan habituales en la obra del compositor.
“Vermont Counterpoint” - Otra composición que ha sufrido cambios desde su versión original. Inicialmente estaba escrita para clarinete y cinta magnetofónica pero a partir de una petición del flautista Ransom Wilson, la encarnación más habitual de la obra es con flautas, como sucede en el caso que nos ocupa. El primer movimiento es vertiginoso y nos muestra el clásico patrón corto del músico que suena grabado en cinta mientras los dos intérpretes van tocando de forma simultanea para ir separando sus caminos paulatinamente. El segundo baja ligeramente el tempo pero la idea sigue siendo la misma funcionando como una especie de transición hasta el cierre que vuelve a la aceleración del primero.
“New York Counterpoint” - Aunque está marcada como una obra para instrumento solista sin especificar y cinta magnetofónica, quizá porque fue escrita para el clarinetista Richard Stolzman, la mayor parte de las versiones que conocemos han sido grabadas con ese instrumento. Lo mismo ocurre aquí donde Andrea Nagy ejecuta su versión de la obra tocando diferentes tipos de clarinetes. El comienzo, como ya hemos dicho en algún momento, nos recuerda mucho a “Music for 18 Musicians”, quizá la obra más importante de Reich y esa similitud se mantiene a lo largo de toda la pieza.
“City Life” - Cierra el disco la obra más larga de la serie y también la más reciente. Data de 1995 y explora una fórmula ya investigada por Reich en su “Different Trains”. El extraer melodías de grabaciones de conversaciones normales, extraídas de la radio o de fuentes similares. En esta ocasión el tema es la propia ciudad de Nueva York y las grabaciones que dan lugar a los cinco movimientos de la obra proceden de vendedores callejeros, bocinas de coches, camiones de bomberos o activistas políticos. Curiosamente alguna de las grabaciones proceden de los servicios de emergencia actuando tras el atentado con un camión bomba contra el World Trade Center neoyorquino que tuvieron lugar en 1993. Años después, Reich repetiría obra con la misma técnica y grabaciones realizadas durante los atentados de 2001 en su obra “WTC 9/11”. A diferencia de esa obra o de la citada “Different Trains”, la presencia del material grabado es aquí menos invasiva y las frases y fragmentos utilizados para ser transcritos en melodías reconocibles aparecen de un modo más puntual aunque hay otros momentos, como el uso de las alarmas en el segundo movimiento, en que forman parte musical de la obra con naturalidad dialogando con la orquesta como un instrumento más. Mención aparte para el tercer movimiento en el que el uso de samples en lugar de cinta magnetofónica permite un uso muy diferente de los sonidos, cercano al de determinadas piezas de música electrónica contemporánea. En contraste, el cuarto movimiento es casi exclusivamente interpretado con instrumentos convencionales.
La nota que tenemos que ponerle al primer disco de Naxos dedicado a Steve Reich es alta. Las versiones son extraordinarias en su conjunto y no tienen nada que envidiar a las que podemos considerar “canónicas”. Particularmente, la de “City Life” nos parece especialmente buena y, unida a las demás y al hecho de contar con una pieza no grabada anteriormente como es “Music for Two or More Pianos” hace de este registro discográfico una introducción casi perfecta al universo musical de Reich para aquellos que nunca se han asomado a él.