sábado, 27 de julio de 2019

Edgar Froese - Aqua (1974)



A diferencia de lo que ocurre en el rock, donde la presencia de los grupos es mayoritaria frente a los solistas, en la música electrónica ocurre justo al revés. Se diría que las posibilidades sonoras de los sintetizadores invitan a la aventura en solitario con más fuerza que otros estilos en los que, o bien se dominan varios instrumentos, o sigue existiendo la obligación de contar con otros músicos, al menos para plasmar las ideas del artista en un disco.

Pese a esta afirmación, frente a los Vangelis, Jean Michel Jarre, Wendy Carlos o Klaus Schulze, también existieron varias bandas en los inicios de la música con sintetizadores siendo, quizá, Kraftwerk y Tangerine Dream las más reconocidas hoy en día. Y tal vez lo sean porque de entre todas las formaciones que surgieron en su momento fueron las que más funcionaron como bandas reales en el sentido en que sus miembros estuvieron centrados en ellas y no tanto en sus carreras en solitario. Es cierto que de la primera formación de Tangerine Dream salieron Klaus Schulze o Conrad Schnitzler quienes desarrollaron extensísimas carreras en solitario con escasas colaboraciones pero también que aquella alineación ni era de un grupo de música electrónica ni duró suficiente tiempo como para ser tenida muy en cuenta en la historia de Tangerine Dream más allá del hecho anecdótico de haber contado con tan ilustres presencias en un momento determinado. Entrando ya en la etapa “clásica” de la banda, los discos en solitario de sus integrantes son muy escasos y ni Franke, ni Baumann, Schmoelling o Haslinger han destacado por tener una discografía “potente” fuera de Tangerine Dream. Tampoco Edgar Froese aunque éste sí fue más prolífico. Su posición como líder de la formación fue compatibilizada con varios discos en solitario que en muchos casos ejercían de complemento de lo que iba haciendo con el grupo. Hoy hablaremos de “Aqua”, el debut individual de Froese.

Aprovechando el contrato de Tangerine Dream con Virgin que dio como resultado la publicación de “Phaedra” en 1974, Edgar Froese comenzó a grabar casi a renglón seguido su primer disco firmado con su nombre. Desconocemos del todo las motivaciones ya que en el apartado estilístico, “Aqua” no difería demasiado de lo que Edgar hacía en Tangerine Dream e incluso cuenta con la colaboración de Christopher Franke en alguna pieza. Siempre se comentó que los ingresos de “Aqua” fueron destinados a adquirir nuevos equipos para la banda por lo que podemos sospechar que una de las razones de Froese para publicar el disco en solitario tenía que ver con que el contrato de Tangerine Dream con Virgin no les dejaba tantos beneficios como los que le podía dar uno nuevo a su nombre. Sea como fuere, el hecho es que nada más publicar “Phaedra”, Froese comenzó a grabar el que sería su disco de debut. Por alguna razón que se nos escapa, existieron dos ediciones prácticamente simultaneas en el tiempo en las que el orden de los cortes es diferente (también lo es alguna de las mezclas), una para Alemania publicada por el sello Brain Records y otra internacional lanzada por Virgin. Nuestro comentario seguirá el de la edición de Virgin.

Edgar Froese


“Aqua” - El título del disco no era casual y el agua iba a tener una gran presencia sonora en toda la grabación, agua que, por cierto, fue grabada en la bañera del apartamento berlinés del propio Froese. Tras un inicio acuoso escuchamos los clásicos sonidos burbujeantes que ya abundaban en “Phaedra”, acompañando a diversos efectos electrónicos y a misteriosas texturas sonoras que evolucionan en segundo plano. No es hasta transcurridos unos minutos que empezamos a escuchar otro tipo de sonidos dibujando los primeros esbozos de melodía que siempre terminan por disolverse dentro del conjunto. Lo cierto es que se hace muy difícil encontrar grandes diferencias estilísticas entre este disco y su hermano “Phaedra”. El tipo de atmósferas de este tema inicial es el mismo que reina en el clásico de Tangerine Dream y cualquiera de los cortes de los dos discos podría intercambiarse por otro sin suponer una gran variación.




“Panorphelia” - El segundo corte comienza de una forma muy diferente. Escuchamos un ritmo constante construido probablemente a partir de “loops” de cinta magnetofónica. De fondo, los sintetizadores desarrollan una melodía repetitiva con algún punto de contacto con la obra de Terry Riley. En cualquier caso, se aprecia un cierto intento de acercarse a una música más directa y accesible que la del corte anterior, siempre dentro de los parámetros de la música de la llamada “escuela de Berlín”, claro está. No debe esperar el oyente temas pegadizos al estilo de los que poco después popularizarían Jean Michel Jarre, Kraftwerk o Vangelis. En todo caso, este nos parece un corte de lo más interesante.

“NGC 891” - Como la mayor parte de los músicos interesados en la tecnología de su época. Froese buscaba también la innovación en el campo puramente sonoro y técnico. Así, en este corte hizo una especie de experimento con la grabación binaural. Esta es una técnica que sitúa los micrófonos en el lugar que ocuparían los oídos de una cabeza artificial construida a escala humana. La idea es que de esa forma se obtiene un sonido estéreo perfecto en el que cada canal contiene exactamente lo que escucharía una persona presente en el estudio de grabación por cada uno de sus oídos. La realidad es que esta experiencia es muy válida pero sólo apreciable cuando el oyente utiliza auriculares para la reproducción del disco lo que terminó por no ser demasiado práctico. Este corte del disco y el siguiente están grabados con esa técnica a modo de experimento. Como era de suponer, y con la idea de aprovechar esa novedad tecnológica, la composición está repleta de efectos sonoros que van de un canal a otro constantemente. Hay efectos como lo que parece ser el despegue de un avión o los sonidos de vehículos que están particularmente bien logrados pero en el fondo no son más que pirotecnia sonora. La parte más interesante para el seguidor de Tangerine Dream es la que comienza después en la que escuchamos por fin las características secuencias de la banda y una preciosa improvisación de Christopher Franke por encima de ellas en la que es su única aportación al disco.




“Upland” - El corte final es más cercano a “Panorphelia” en cuanto a la ambientación pero enseguida se diferencia de este por la aparición de una melodía de órgano que es, quizá, la más elaborada de todo el disco y, tal vez por ese motivo, también la más corta. El cierre es una colección de efectos sonoros a mayor gloria del sistema binaural utilizado para la grabación de la segunda cara del LP (la primera en la versión de Brain Records).


Pese a ser trabajos en solitario, lo cierto es que toda la discografía de Edgar Froese en Virgin podría integrarse perfectamente en la de Tangerine Dream de la misma época. Una escucha cronológica de ambas mostraría una coherencia de contenidos total y es que incluso la evolución estilística en el tiempo es simultanea. Evidentemente las aportaciones de Christopher Franke o Peter Baumann a Tangerine Dream fueron importantísimas pero es fácil comprobar al escuchar los discos de Froese en solitario cómo en ellos se encuentra toda la esencia de la banda. En todo caso, siempre es una buena idea tener bien cerca unos y otros discos en las estanterías para enriquecer en la medida de lo posible las escuchas de ambos.

jueves, 18 de julio de 2019

Johann Johannsson - Mandy (2018)



Salvo que el tiempo termine por desmentirnos con la aparición de algún otro trabajo en los próximos meses (si es que no lo ha hecho ya), la última banda sonora del islandés Johann Johannsson fue la de la película “Mandy”, del director Panos Cosmatos. No hemos visto el film, algo que, a raíz de todo que leemos sobre él y su música, va a lastrar nuestro análisis puesto que la simbiosis entre sonidos e imágenes parece ser prodigiosa y los referentes de director y compositor, sin saberlo, muy similares. Ambos, por ejemplo, son admiradores de la banda de “drone doom” norteamericana Sun O))). De hecho, la colaboración de Stephen O'Malley, miembro del grupo, en la banda sonora, fue idea de Johannsson antes de saber que Cosmatos era seguidor de Sun O))). No solo O'Malley participa en disco sino que el co-productor del mismo es el productor habitual de la banda, Randall Dunn.




Johannsson había tocado en su juventud en bandas de “heavy metal” y Cosmatos tenía en mente que la historia de “Mandy” fuera una especie de ópera-rock oscura por lo que todo encajaba bastante bien. La idea según Randall Dunn, llegó a ser la de grabar la música como un grupo e incluso de girar posteriormente con ella ofreciendo conciertos por varias ciudades. Toda esa parte del proyecto quedó en nada con el fallecimiento de Johannsson pero éste se produjo con la obra terminada por lo que, al menos esa parte, sí que la podremos disfrutar como el músico la concibió. Llama la atención la forma en la que surgió el proyecto ya que Cosmatos no es un director demasiado conocido (al menos, no tanto como su padre George quien dirigió películas tan taquilleras como la segunda entrega de la saga de Rambo, “Cobra” o el western “Tombstone”. Cuando la productora de “Mandy” se puso en contacto con Johannsson para hablarle del proyecto, la respuesta de éste fue: “¿Cosmatos? ¿el mismo Cosmatos de “Beyond the Black Rainbow”? Esa película es una obra maestra...”. Teniendo en cuenta que llamaron al músico “por probar” pensando que con el éxito de “Arrival” tendría la agenda repleta, el hecho de que Johannsson no solo conociera al director sino que admirase su trabajo y la posterior aceptación de la oferta fue algo totalmente inesperado. Sin embargo, el entendimiento entre Cosmatos y Johannsson fue total. Cuenta Panos cómo en una ocasión le dijo al músico: “quiero que suene como cuando eres un adolescente y te encuentras  sentado en el asiento de atrás del Trans-Am del hermano mayor de tu mejor amigo, oliendo a hierba, a cuero y a ambientador de pino. Esa sensación de miedo pero también, en cierto sentido, de desafío”. La respuesta de Johannsson no le dejó lugar a dudas: “sé exactamente lo que quieres decir”.

Johann Johannsson


En la grabación participan: Kjartan Holm (guitarras, programaciones y arreglos), Skuli Sverrison (guitarras y bajos), Ulfur Eldjarn (sintetizadores y arreglos), Martin Graber (trompa de los Alpes), Stephen O'Malley (guitarra), Will Hayes (guitarra), Matt Chamberlain (batería), Timm Mason (teclados y programaciones) y Wouter Rentema (programaciones). En los créditos aparecen además Pepijn Caudron, Yair Elazar Glotman y Ulfur Eldjarn como autores de “música adicional” pero no se detalla si aportan piezas completas o partes dentro de composiciones originales de Johannsson. La banda sonora de la película se entregó en enero de 2018 y Johannsson falleció en febrero por lo que en principio esas adiciones deberían haberse hecho con su supervisión, salvo que sea música o arreglos creados para el formato de disco que no suele coincidir exactamente con lo que se oye en la película pero nada de esto aparece comentado en el disco.




Comienza con “Seeker of the Serpent's Eye”, una terrorífica combinación de sonidos que aparecen cada vez con más fuerza y silencios tan inquietante o más que aquellos. “Starling” funciona de una forma parecida. La música se reduce a pequeños grupos de notas que suenan de forma breve y se desvanecen reverberando en su propio eco. Todo parece pensado como preparación ante algo que no tardará en aparecer. Llega así “Mandy Love Theme”, una pieza ambiental en la que las guitarras nos dan un ligero respiro dentro de una atmósfera que no puede ser más agobiante. El estilo habitual de Johannsson se hace aquí reconocible por primera vez en uno de los mejores cortes del disco. La segunda parte del mismo abandona la oscuridad pero sigue, a su modo, manteniéndonos en alerta. “Horns of Abraxas” es un breve pasaje en el que volvemos al estado de ánimo del comienzo del disco, “dark ambient” al estilo de los discos más herméticos de Bass Communion y bandas similares. Con “Black Skulls” llega una primera variación y es que las guitarras son mucho más agresivas y la electrónica gana en fuerza amenazando, esta vez sí, al oyente, con una auténtica pesadilla. Es el turno para “Death and Ashes”, uno de los temas “largos” del disco, y lo entrecomillamos porque no llega a los 5 minutos de duración. Está entre nuestras piezas favoritas del trabajo y funciona de una forma muy similar a como lo hacen muchas composiciones incidentales de hoy en día. Pensamos en bandas sonoras tan acertadas como la de la magnífica serie “Dark”, que prácticamente son un personaje más de la trama cuando no hacen las veces de narrador. Con “Sand” entramos de lleno en el “doom metal” con la guitarra eléctrica como total protagonista del tema central de la película (no es casual que Mandy, en el film, luzca una camiseta de Black Sabbath). De ahí pasamos a “Red”, un breve interludio ambiental que da paso a la poderosa “Forging the Beast” que en menos de dos minutos nos ofrece un interesantisimo corte electrónico-secuencial aderezado con guitarras eléctricas de una gran fuerza. “Dive-Bomb Blues” vuelve a las atmósferas en un principio pero con la entrada de la percusión se convierte en una especie de tema procesional inquietante a más no poder. El tramo final del disco comienza con “Waste”, una verdadera pieza de metal electrónico en la que se recogen innumerables influencias. A nuestro juicio, está entre las mejores del trabajo. “Temple” regresa al terreno de “Sand” dejándonos sin aliento durante casi tres minutos retomando la escucha con “Burning Church” en la que la distorsión y la saturación de las guitarras lo ocupa todo. Con “Memories” retomamos el tema de amor del principio antes de la conclusión que llega con “Children of the New Dawn”, una pieza con un curioso sabor ochentero que con su melodía, secuencias e incluso la base de percusión recuerda inequívocamente a los Tangerine Dream de la época. Así concluye el disco, al menos en su versión “física”, ya que en el formato digital para descarga se ofrece algún corte adicional.




Con la banda sonora de “Mandy” despedimos a un compositor que lo tenía todo para llegar a ser muy grande. Mucho más aún de lo que demostró en su desgraciadamente corta carrera. Y es que a su maestría para crear ambientes y melodías tan bellas como sutiles se suma aquí una versatilidad tremenda a la hora de llevar su música a estilos no tan cercanos como él los hace parecer. Seguiremos buceando en la música del islandés con la rara sensación de ir descubriendo nuevas obras de alguien que nunca va a componer nada más. El placer de la escucha irá siempre acompañado de la tristeza de saber esto pero estamos seguros de que el viaje merecerá la pena.

Nos falta, eso sí, comprobar como funciona la música dentro de la película pero eso es algo que haremos sólo si se presenta la oportunidad porque lo cierto es que una historia sangrienta de venganza protagonizada por un Nicholas Cage que se enfrenta a los miembros de una especie de secta que han asesinado a su esposa, no es algo que nos resulte particularmente atractivo en este momento. Afortunadamente la música se disfruta por sí sola sin el apoyo visual por lo que de momento nos ahorramos esa parte.


miércoles, 10 de julio de 2019

Tangerine Dream - In Search of Hades (2019)




Pocos aficionados dudarán de la importancia de Tangerine Dream en la historia de la música electrónica, donde ocupan un lugar capital que pocas bandas podrían discutirles. De hecho se podría decir que definieron una forma de hacer música que fue seguida por prácticamente todos aquellos que se acercaron a un sintetizador en los años setenta y que ha calado de tal manera que en los últimos tiempos asistimos a una especie de “revival” del estilo que la banda marcó entre los años setenta y ochenta del pasado siglo ejemplificado a la perfección en la banda sonora de la popular serie de Netflix, “Stranger Things”. Dentro de su extensa y prolífica trayectoria hay un cierto consenso en señalar su etapa dentro del sello Virgin como la más brillante y de todos los discos grabados en ese periodo es habitual mencionar como los más importantes los grabados cuando la banda fue un trío integrado por Edgar Froese, Christopher Franke y Peter Baumann.

La formación "clásica" de Tangerine Dream.


Ya hemos dicho en más de una ocasión que esa etapa es, sin duda alguna, la que más nos gusta de toda la carrera de Tangerine Dream. Por ello, cuando conocimos la noticia de que iba a lanzarse una monumental caja recopilatoria centrada en esos años, nuestra reacción no pudo ser otra que de un incontenible entusiasmo. Si, además de eso, resultaba que el encargado de la selección y la elaboración del material iba a ser nada menos que nuestro admiradísimo Steven Wilson, la impaciencia por disfrutar de la caja era inevitable.

Vamos ahora con lo que más puede interesar al seguidor de la banda alemana: el contenido. “In Search of Hades”, que es el título del artefacto, se anunciaba como una caja de 16 cedés más 2 BluRays y el subtítulo ya daba una idea bastante aproximada del contenido: “The Virgin Recordings 1973-1979”. Eso se ajusta bastante a la etapa de Baumann en la banda pero no es del todo coincidente con ésta puesto que los primeros discos con él fueron anteriores a la firma de Tangerine Dream con Virgin, por lo que quedan fuera de la caja. Además, el músico dejó el grupo en 1977 tras lo que grabaron un par de discos más ya sin él que sí aparecen en la misma. En cualquier caso, y por muy interesante que pudiera resultar tener todos estros discos juntos, lo mejor iba a ser el material inédito que iba a ponerse a disposición de los seguidores de la banda por primera vez de forma oficial. Ahí es donde reside el mayor interés de “In Search of Hades” en nuestra opinión. Cuenta Steven Wilson que la propuesta que recibió era la de facilitarle las cintas originales de todos los discos de aquellos años de la banda para reeditarlos con nuevas mezclas en 5.1, algo que el ex-lider de Porcupine Tree había hecho ya con notable éxito con un montón de discos clásicos de bandas icónicas de los años setenta como King Crimson, Caravan, Jethro Tull, Emerson, Lake and Palmer, XTC o Yes. Al recibir el material se dio cuenta de dos cosas. La primera era que con aquello no iba a ser posible sacar un sonido multicanal suficientemente atractivo como para que ese trabajo mereciera la pena (de hecho, apenas hay un puñado de mezclas en ese formato en la caja). La segunda, que entre todas las cintas del archivo de Virgin había un montón de material inédito que merecía la pena rescatar convirtiendo así “In Search of Hades” en algo más que una bonita excusa para volver a “atracar” a los seguidores del grupo pasando a ser un objeto casi imprescindible para el fan de la banda.

El artefacto.


A continuación pasamos a detallar el contenido haciendo antes una consideración y es que dado el volumen  de música contenido en la caja, apenas le hemos podido dar un par de escuchas al contenido completo y solo alguna más a determinadas partes inéditas de “In Search of Hades”.

“Phaedra” - El primer disco de Tangerine Dream para Virgin fue “Phaedra”; para muchos críticos, su mejor trabajo. Es también el que atrae mayor interés para nosotros por cuanto que en “In Search of Hades” no sólo se encuentra la reedición del mismo junto con un par de nuevas mezclas en estéreo a cargo de Wilson sino hasta dos discos adicionales con material inédito procedente de las sesiones de grabación. Una auténtica gozada entre la que tenemos un montón de música completamente inédita junto con otros fragmentos en los que se adivinan versiones sin pulir de muchos momentos del disco. Tres discos magníficos que bien merecerían una edición por separado para aquellos a quienes el precio total de la caja les resulte excesivo pero que quieran tener la que sin dudarlo será considerada desde este momento como la edición definitiva de “Phaedra”, una de las cumbres de la música electrónica de todos los tiempos.




“Oedipus Tyrannus” - El actor británico Keith Mitchell fue una de tantas personas atrapadas por el sonido de “Phaedra”, una obra tan distinta a todo lo anterior que sonaba absolutamente futurista en 1974. Así, se puso en contacto con la banda para encargarles la música incidental de la obra de teatro “Oedipus Tyrannus” que el actor preparaba en un teatro londinense. Los miembros de la banda se desplazaron a los estudios de la CBS en Londres y grabaron la obra a partir de la cual elaboraron lo que parecía que iba a ser el siguiente disco. Sin embargo, el resultado de éste último no les convenció y el producto terminó en un cajón en las oficinas de Virgin. Un año más tarde, la obertura de esta banda sonora aparecería en un recopilatorio de la discográfica confiriéndole un carácter aún más mítico a “Oedipus Tyrannus” entre los fans de Tangerine Dream, algo aún más notable por cuanto que la banda tenía una gran tendencia a publicar discos y era extraño que un material así quedase inédito. Afortunadamente para todos nosotros, esa rareza en la carrera del grupo alemán queda perfectamente documentada en “In Search of Hades” de forma que podemos disfrutar por primera vez en su integridad de una obra que en modo alguno merecía permanecer en el olvido. La música de “Oedipus Tyrannus” tiene muchos puntos en común con la de “Phaedra”, especialmente en lo que se refiere al sonido pero es un poco más atrevida en cuanto a estilos, mostrando una mayor variedad musical en su contenido. Junto con el material inédito procedente de la grabación de “Phaedra”, este disco es el gran atractivo de la caja.




El resto de discos de estudio incluidos en “In Search of Hades” no ofrecen demasiadas novedades al margen de un excelente sonido que no siempre habían tenido las ediciones anteriores. En cuanto a material inédito, “Rubycon” ofrece como bonus un corte extra con una introducción más larga de la que aparecía en el disco original. “Ricochet” se nos muestra en la mezcla original en estéreo de 1975 y también en la nueva realizada por Steven Wilson en 2018. “Stratosfear” por su parte, incluye la banda sonora del documental que la banda realizó en su día sobre su concierto en la Catedral de Coventry (otro punto de interés de la caja) además de dos cortes del disco procedentes de un single promocional. El directo “Encore” apenas aporta los dos cortes del single que apareció en su momento entre los que había una curiosidad, “Hobo March”, que originalmente formó parte del disco de Edgar Froese en solitario, “Ages”, bajo el título de “Ode to a Granny A”. Los dos discos restantes, “Cyclone” y “Force Majeure”, no contaron ya con la presencia de Peter Baumann en la banda. Lo curioso es que entre el material adicional de ambos figura “Haunted Heights”, una pieza compuesta por él en solitario y que sólo había aparecido en una caja recopilatoria de la banda publicada en 1980. Junto a “Haunted Heights” se recuperan aquí otras dos rarezas que formaron parte de la misma colección: “Baryll Blue”, compuesta por Froese y “Chimes and Chains”, de Christopher Franke.

Pasamos ahora a otra tanda de material inédito. En su mejor momento Tangerine Dream ofrecían decenas de conciertos con un notable éxito. Uno de los puntos fuertes de los mismos era su carácter cuasi-improvisado. Al menos en la etapa de los setenta, cuando uno asistía a un concierto de Tangerine Dream no debía esperar oír las composiciones que había podido escuchar anteriormente en los discos. La banda en directo ofrecía una experiencia nueva en la que prácticamente todo el material era improvisado o desarrollado sobre la marcha partiendo de esquemas previos. Esto hizo que durante mucho tiempo, sus grabaciones en directo de los setenta fueran muy buscadas lo que provocó la aparición de numerosos discos piratas de muy variada calidad sonora. Para completar este “In Search of Hades”, Steven Wilson rescata tres de los conciertos más interesantes de esta etapa y nos los ofrece aquí por primera vez con una calidad notable. Se da la circunstancia de que Virgin disponía en aquella época del “Manor Mobile Studio” que no era sino una mesa de mezclas portatil de 24 pistas. En la práctica, un estudio de grabación ambulante del que directamente proceden las cintas utilizadas por Wilson para rescatar los conciertos. Al mando del Manor Mobile Studio estaba Phil Newell, toda una institución en la época y habitual, entre otros, en los discos y conciertos de Mike Oldfield. Las tres actuaciones recogidas aquí son la del 16 de junio de 1974 en el Victoria Palace Theatre de Londres, la del 26 de octubre del mismo año en The Rainbow (con John Peel ejerciendo de maestro de ceremonias) y el concierto del Royal Albert Hall del 2 de abril de 1975. Este último con el valor añadido de ser la única grabación disponible de Michael Hoenig con Tangerine Dream ocupando el puesto de un Baumann que estuvo ausente en la gira australiana y en el concierto de aquella noche. Este hecho es notable por cuanto Hoenig es autor de uno de los grandes discos electrónicos de los setenta y tuvo una presencia importante en la escena progresiva y electrónica alemana de la época, tanto en solitario como en su etapa como miembro de Agitation Free (a donde llegó justo cuando Christopher Franke dejaba la banda).




“In Search of Hades” se completa con dos BluRay que tenemos que confesar que aún no hemos visto por lo que poco más podemos decir de su contenido salvo que el primero contiene las mezclas en 5.1 y en estereo de “Phaedra” y “Oedipus Tyrannus” y el segundo las de “Ricochet” acompañadas del documental “Tangerine Dream at the Coventry Cathedral” junto con dos apariciones en televisión de la banda en aquellos años.

Es muy difícil afirmar de una recopilación que es algo que todo seguidor de la banda debe tener porque precisamente los seguidores suelen poseer ya todo el material, incluso en varias ediciones diferentes pero es que “In Search of Hades” merece mucho la pena. Incluso prescindiendo del hecho de que contiene siete discos de estudio ya publicados, seguimos creyendo que el material adicional de la caja es suficiente como para hacer un esfuerzo. Para los aficionados pero no fanáticos de la banda que quieran rellenar huecos en su colección, con la excusa del lanzamiento de “In Search of Hades” se han reeditado por separado los mencionados discos de estudio con los mismos extras que aparecen en sus correspondientes cedés de la caja. Esto no incluye el material descartado de “Phaedra” o la banda sonora de “Oedipus Tyrannus” ni, por supuesto, los conciertos.

martes, 2 de julio de 2019

Philip Glass - Motion Picture (2018)



En los últimos tiempos, Philip Glass ha ido formando una especie de grupo de artistas de confianza que se encargan de dar forma e interpretar partes importantes de su repertorio. Entre los más recientes destacan los violinistas Tim Fain y Robert McDuffie, el pianista Anton Batagov o la violonchelista Wendy Sutter pero si hay una artista que está encargándose de revisar una gran parte del legado del artista norteamericano con el beneplácito del mismo, esa es la pianista Maki Namekawa. En el blog hemos comentado ya un par de grabaciones con Namekawa interpretando a Glass, incluyendo su versión de la integral de los estudios para piano pero desde entonces los lanzamientos se han ido sucediendo hasta llegar al que queremos comentar hoy.

Se trata de una grabación del sello Orange Mountain Music en la que se recogen las adaptaciones de dos de las más inspiradas bandas sonoras de Glass en estos últimos años: “The Hours” y “Dracula”. La particularidad del disco reside en su origen. Todo surge cuando Elías Arizcuren funda el Cello Octet Conjunto Iberico, una formación compuesta exclusivamente por violonchelistas que en poco tiempo se hizo un hueco en el panorama internacional consiguiendo grandes elogios por parte de compositores de la talla de Arvo Pärt, Cristobal Halffter, Mauricio Kagel o el propio Philip Glass. Una versión suya del un movimiento de la tercera sinfonía del músico norteamericano rebautizada como “Symphony for Eight” fascinó a Glass que desde entonces tuvo en mente escribir algo específicamente para el octeto. Comoquiera que esta pieza no terminaba de llegar, Arizcuren sugirió al músico la posibilidad de grabar una serie de arreglos para su formación de diferentes obras de Glass, propuesta que el compositor aceptó encantado. Acompañados de voces, sintetizadores y percusiones en algunos temas, el Cello Octet Conjunto Ibérico publicó “Glass Reflections” en 2002.

Con el tiempo, Arizcuren dejó la formación que continuó trabajando ya sin él al frente con el nombre de Cello Octet Amsterdam hasta volver a cruzar sus caminos con los de Philip Glass el año pasado grabando junto con Maki Namekawa un par de arreglos de Michael Riesman para piano y violonchelos de las bandas sonoras citadas unas lineas más arriba. La melancólica tesitura de este instrumento de cuerda es fantástica para interpretar la música de Glass y el contrapunto brillante del piano ofrece un contraste exquisito.


Maki Namekawa con el Cello Octet Amsterdam durante un concierto.



“The Hours” - Probablemente estemos ante la obra de Glass que más difusión ha alcanzado y también ante una de las que más versiones diferentes ha conocido. La banda sonora original estaba escrita para piano y orquesta con algunos fragmentos en los que interviene un cuarteto de cuerda. En su versión en disco, el pianista es Michael Riesman (no así en la música que suena en la película, donde quien toca es David Arch). Apenas dos años más tarde, el propio Riesman escribió un arreglo de la banda sonora completa para piano solo y poco después creó una “suite” de concierto en tres movimientos basada en la música de la película. Esta versión fue grabada por Riesman junto con la Stuttgart Chamber Orchestra en un disco que sólo se lanzó como descarga digital. La revisión de Maki Namekawa y el Cello Octet Amsterdam bebe directamente de ese arreglo y a lo largo de sus tres movimientos nos muestra lo mejor de una obra notable.

“Dracula” - La historia es similar a la anterior. Glass escribió la obra para el Kronos Quartet y la idea era que se interpretase en directo acompañando a la proyección de la película. Al igual que ocurrió con “The Hours”, un tiempo después Riesman grabó su propia transcripción al piano de la obra. A partir de ahí se suceden también los arreglos alternativos. El Carducci Quartet graba una “suite” con ocho de los cortes de la banda sonora y el pianista Bruce Levingston hace lo propio con otros cinco cortes de su elección. Sin embargo es otra selección del propio Riesman aparecida junto con la “suite” de “The Hours” en el antes mencionado disco digital la que sirve de base para la que escuchamos aquí (difieren solo en un tema).


Así pues, tenemos una grabación más con material ya conocido de Glass con la particularidad de que en esta ocasión son dos obras muy accesibles para cualquier persona por lo que sería un disco perfectamente recomendable para neófitos. Aprovechamos para comentar que, aunque el ritmo de publicación de Orange Mountain Music, el sello actual de Glass, es muy alto, en los últimos tiempos se nota una cierta repetición de material siendo muy pocos los discos compuestos por obras inéditas y no muchos más los que incluyen alguna pieza suelta que no haya sido publicada antes. No estamos pidiendo a un músico de 82 que mantenga la producción de cuando era más joven, ni mucho menos. De hecho su ritmo de estreno de obras nuevas sigue siendo asombroso. Lo que sí sería interesante es que desde su discográfica fueran dando salida a todas las obras que aún no han sido publicadas y que se cuentan por decenas. Esperamos ir escuchándolas poco a poco en próximos años. Hasta que llegue el momento nos toca disfrutar de lanzamientos como este, que no es poca cosa.