Después de una serie de años llenos de trabajo, en especial en el mundo de las bandas sonoras (tanto para cine como para televisión), parece que Max Richter se ha tomado un cierto respiro y está retomando su producción de música al margen de la pantalla. El parón coincidió con los meses de pandemia que llegaron tras un periodo en el que el músico compuso hasta seis bandas sonoras en un intervalo de año y medio. Desde entonces, es cierto que ha escrito alguna obra más para televisión pero lejos del ritmo de la etapa a la que nos referimos. Afortunadamente lo que no ha descuidado es la creación de discos “convencionales” de los que hace unos meses tuvimos la última entrega publicada por el sello clásico Decca.
“In a Landscape”, título que nos remite inmediatamente a la pieza homónima para piano de John Cage, supuso varias novedades dentro de la forma de trabajar de Richter. Para empezar, se trata del primer trabajo que el músico grabó en su estudio privado localizado en Oxfordshire. Por otra parte, se trata del primer disco del artista que va acompañado de una gira mundial que abarca Europa, Norteamérica, Australia y los Emiratos Árabes. En lo musical, y en palabras del propio artista, es una especie de vuelta a los inicios, no sólo en términos de estilo e instrumentación sino también en el sentido de volver a temas más genéricos, abandonando las “grandes ideas” sociales y políticas que alimentaron sus trabajos más recientes. Se trataría de buscar una música más optimista, utópica, casi “zen”, y en eso tiene mucho que ver el diseño de su estudio, espacio que comparte con su esposa, la artista visual Yulia Mahr.
En el disco, Richter toca el piano, el órgano Hammond, sintetizadores y se ocupa de todas las programaciones electrónicas. Se acompaña, además, de una pequeña sección de cuerda consistente en dos violas, un violín y dos violonchelos (más o menos en la mitad de los cortes del disco) y de otra de viento con dos saxos y dos clarinetes en un par de temas. El trabajo está estructurado alrededor de diez movimientos separados por nueve “estudios” (“Life Studies” los llama Richter) consistentes en breves grabaciones de campo de la vida diaria del artista: paseos por el bosque, la preparación de un desayuno, sonidos de un aeropuerto y cosas así, acompañados de diferentes fondos musicales.
Comienza el disco con “They Will Shade Us with Their Wings”, un tema lento que nos recuerda mucho en su progresión de acordes inicial a la banda sonora de “Koyaanisqatsi”, de Philip Glass. Tras varias repeticiones del inicio al piano sobre un fondo electrónico comienzan a desplegarse las cuerdas y los vientos pero todo de un modo extremadamente pausado. Cuando los violines empiezan a reclamar un protagonismo que aún no tenían, entramos en territorio Richter de manera inconfundible rememorando trabajos anteriores como “The Blue Notebooks” o su banda sonora para la serie “The Leftovers”. Llega así el primero de los “Life Studies” como una corta mezcla de pasos y ambientes sintéticos antes de pasar a “A Colour Field (Holocene)”, bonita pieza de piano solo en el estilo minimalista habitual de su autor. Nuevo interludio ambiental con sonidos del bosque mezclados con sintetizador para llegar a “And Some Will Fall” y su preciosa combinación de cuerdas y teclados. Una pieza repetitiva extraordinaria de esas que nos suele regalar su autor y que tiene como único “pero” la sensación que nos deja de ser algo que hemos oído antes en obras como “Sleep”. Tras la siguiente transición escuchamos “The Poetry of Earth (Geophony)” para piano y cuerdas con toques de sintetizador. Es una pieza más clasicista que nos remite al estilo de Roger Eno, por poner un ejemplo cercano para los seguidores del blog. El cuarto de los “Life Studies” es solo una base rítmica a base de “loops” que nos deja con “Only Silent Words”, pieza electrónica en la que entramos en atmósferas espaciales alejadas del tono de lo que habíamos escuchado hasta ahora. Es una composición de lo más interesante que nos deja con ganas de más. Un nuevo interludio, esta vez de Richter ensayando en su estudio una pieza de Mozart para piano, nos acompaña hasta “Late and Soon”, el retorno a la fórmula de sintetizador más cuerdas y con ella, a las atmósferas estáticas y meditativas tan propias del músico, maestro a la hora de crear este tipo de paisajes llenos de inspiración en lo que es uno de los mejores momentos del disco. Pausa electrónica una vez más para volver a las formas clásicas con “Andante”, tema no demasiado largo de piano de corte romántico, que se funde con el séptimo “Life Study”, para el mismo instrumento, esta vez mezclado con el cauce de un río. “A Time Mirror (Biophony)” combina los instrumentos de viento con los fondos electrónicos en la que es, probablemente, la pieza más oscura y reflexiva de la obra. La penúltima transición, puro “ambient”, nos lleva a “Love Song (After J.E.)”, composición de Richter basada en una pieza del compositor barroco inglés John Eccles. Al no conocer el original, no podemos saber si el trabajo de Richter es una reconstrucción como la que hizo con Vivaldi en su día o algo más cercano a lo que solía hacer Michael Nyman con Purcell o Mozart pero intuimos que va más en esta segunda línea porque el estilo es inequívocamente el de Richter. Llega así el último interludio electrónico y, tras él, el cierre del trabajo con “Movement, Before All Flowers”, maravilloso final para piano y cuerdas que hace buena la frase del músico cuando dice que “es importante dejar un cierto grado de esperanza” parafraseando al pintor Mark Rothko quien recomendaba incluir “un poco de esperanza en toda obra de arte: un 10% para hacer duradero su concepto trágico”.
Así concluye un disco continuista dentro de la carrera de su autor quien, por otra parte, no es demasiado dado a los cambios de estilo. Richter ha edificado su trayectoria sobre una serie de conceptos básicos muy claros y, con pocas excepciones, se ha mantenido siempre fiel a ellos. Eso, que tiene la ventaja de ser inmediatamente reconocible por su público, puede tener el inconveniente de terminar por cansarle. En todo caso, nosotros no hemos llegado aún a ese punto y seguimos disfrutando mucho de trabajos como este “In a Landscape” que nos muestran a un Richter aún muy inspirado. Veremos cuánto tiempo le dura esta situación mientras recomendamos su trabajo más reciente para todos los seguidores del compositor.