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martes, 20 de julio de 2021

Scott McGill / Michael Manring / Vic Stevens - Addition by Subtraction (2001)



Aprovechando que Michael Manring volvió a aparecer en el blog en la entrada anterior de la mano de Michael Hedges, vamos a acercarnos hoy a otra de sus múltiples colaboraciones en trabajos de otros artistas. En sus primeros años, el bajista se dedicó principalmente al jazz instrumental y a las vertientes de este que se desarrollaron bajo el paraguas comercial de la música “new age” pero conforme esa moda fue remitiendo, el músico norteamericano expandió su paleta sonora hacia otros estilos como el rock progresivo, el metal o la fusión. Ya hablamos hace mucho tiempo de alguno de esos trabajos como sus discos con la banda Attention Deficit y hoy lo vamos a hacer de otro de corte similar aunque, como ocurre en la mayoría de las colaboraciones de Manring, su papel no es el principal.


El protagonista del disco que traemos hoy es el guitarrista Scott McGill, otro habitual secundario en cuya experiencia encontramos participaciones como músico de apoyo en directo de gente como Jimmy Page o los Beach Boys o trabajos en estudio con decenas de estrellas del jazz y el rock. A finales de los noventa formó parte de un par de bandas que no terminaron de funcionar pero en las que contactó con artistas similares que acabarían dando forma a varios proyectos más. El trabajo que nos ocupa ahora es “Addition by Subtraction” firmado por el trío que forman McGill, Manring y el batería de Allan Holdsworth, Vic Stevens. Fue el disco de de debut del grupo que más adelante grabaría un par de trabajos más, no tan interesantes como este, a nuestro juicio. Además de ellos tres, en el disco participa también nada menos que Jordan Rudess, el teclista de Dream Theater, invitado estelar en un trabajo más que interesante.



“Zimparty” - Comienza la cosa con una serie de acordes sucios de guitarra que rompen en un riff agresivo subrayado por el bajo. Mientras tanto, la batería aparece primero improvisando una suerte de introducción y luego ayudando al desarrollo con un ritmo más convencional. Bajo y guitarra interpretan melodías al unísono en gran parte de la introducción hasta que Manring se suelta un poco y nos regala el primer solo a modo de calentamiento. Los ritmos empiezan a complicarse y es el turno de McGill que empieza a coger velocidad y a soltar los dedos y cerrar una magnífica presentación para el disco.


“We Are Not Amused” - El segundo corte sigue esa línea de rock fusión del primero y en él Manring y Stevens nos deleitan con una gran intervención inicial interrumpida por la guitarra de McGill en una onda más progresiva. Se incorpora entonces el teclado de Jordan Rudess acompañando primero con un sonido de piano ligeramente artificial y más tarde con un solo electrónico más en la línea de lo que suele hacer con Liquid Tension Experiment. El tramo final es un solo de batería sostenido en un ostinato de guitarra eléctrica que ofrece a Stevens la base perfecta para dar rienda suelta a sus ideas.




“KVB Liar” - La siguiente pieza cambia el tono y se disfraza de balada clásica en el comienzo. A partir de unos acordes básicos de guitarra entra la sección rítmica haciendo de las suyas durante unos compases antes de dar paso a un potente solo de guitarra de tintes "blueseros". El problema que suelen tener los discos en los que hay tantos instrumentistas superlativos es la tendencia al exhibicionismo y aquí hay algo de eso.


“The Execution of Veil” - Primero de los dos cortes del disco de una duración inferior al minuto. En este caso es una pieza de corte ambiental protagonizada casi en solitario por el bajo de Manring.


“The Voyage of St.Brennan – Abbot of Clonfert” - Regresa aquí el trío a la fusión con mayor protagonismo de la guitarra acústica, casi inédita hasta este momento. Una pieza veloz con un desarrollo muy interesante que bien podría haber funcionado como single si este tipo de discos requiriesen alguno. 


“Silé” - Lo más parecido a lo que Manring hacía en Windham Hill sería este relajado corte de aire jazzístico. Los tres músicos están aquí muy comedidos y nos regalan una composición verdaderamente bonita que demuestra que no todo es músculo y que cuando se ponen, saben sacar su lado sensible.




“Addition By Subtraction” - Es un tópico pero que aquí es absolutamente cierto: el corte anterior era la calma que precedía a la tempestad, al menos en el comienzo. El tema comienza con una guitarra agresiva, cercana al metal progresivo que luego se combina con tramos más jazzísticos, especialmente cuando Manring toma el mando. Pese a todo se impone el lado rockero en uno de los mejores cortes del disco.


“Vicodin Shuffle” - Nuevo cambio de tono en el disco que se lanza ahora hacia territorios algo más oscuros en los primeros minutos de la pieza. Como referencia nos recuerda a los trabajos iniciales de Terje Rypdal en ECM. Un jazz ambiental, complejo y sin concesiones, perfectamente estructurado y ejecutado por tres superdotados. El único “pero”: que terminen la pieza con un facilón fundido.


“Euzkadi” - Es ya tan tópico que preferiríamos no mencionarlo pero no nos queda otro remedio. La imagen de España por ahí fuera es la que es y gracias a eso podemos escuchar una pieza de corte aflamencado bajo el poco apropiado título de “Euzkadi”. Un dueto de guitarra y bajo acústicos no especialmente inspirado aunque brillantemente ejecutado.


“Conflict Resolution” - Se agradece que el trío regrese a la fusión que es un terreno más adecuado a su talento. Si no es la mejor pieza del trabajo, sí es una de las que podría pelear por serlo contra cualquier otra. Volvemos a escuchar a Rudess y con él, el ahora cuarteto despliega todas sus virtudes en una composición en la que escuchamos de todo con un aire latino que planea por ahí durante todo el tema. Brillante.




“Purging Mendel's Beasts” - Comenzamos con una introducción claramente atmosférica. Guitarras etéreas con notas interminables y efectos a lo Robert Fripp y apuntes del bajo en una línea similar pero eso es solo el comienzo. De forma casi inadvertida aparece la batería y la pieza comienza a ganar altura y velocidad por momentos, sin llegar a un clímax que parecía asomar a cada nuevo compás. Diálogos guitarra-bajo en un tono muy experimental se van sucediendo con un Manring tremendo que lidera todo el tramo final. 


“In-A-Gadda DaVinci” - Sigue el disco con una pieza similar en su esquema a la que abría el trabajo: bajo y guitarra al unísono para luego separarse en sus respectivos solos apoyados puntualmente en su antagonista. La diferencia la marca la aportación de Rudess al teclado con sus característicos e hiper-veloces solos en el tramo central del tema. Virtusismo extremo al servicio de un muy buen tema que no se resiente demasiado por los excesos interpretativos del cuarteto.


“Four Fields” - Casi terminando el disco llega esta preciosidad en la que Manring despliega una lenta melodía al bajo sobre unos acordes de guitarra repetitivos. Todo es delicado, incluso la batería que acompaña a la perfección durante todo el corte.


“Post Hocto-Proct” - La conclusión es una auténtica locura en la que los tres músicos se desmelenan durante la friolera de 32 segundos. Con Manring puntuando al bajo, guitarra y batería se lanzan en una carrera ten frenética como breve que pone un extraño punto y final al trabajo.



Tenemos un problema con este tipo de discos en los que se mezclan diferentes estilos por parte de grandes instrumentistas y es que en buena parte de los casos adolecen de cierta falta de concreción. Echamos en falta una idea general que conduzca toda esa música que estos artistas son capaces de generar. Ocurre algo parecido a lo que decía años atrás un conocido eslogan de una marca de neumáticos: “la potencia sin control no sirve de nada”. No queremos decir que sean malos trabajos pero sí que lo tienen más difícil para generar ese poso en el oyente que le haga regresar al disco una y otra vez. Falta ese punto de enganche que haga “clic” en la persona que lo escucha y quizá por eso estas propuestas nunca llegan a ser populares, salvo en cierto grupo de aficionados más fanáticos, o bien del género en sí mismo o bien de alguno de los artistas que participan en la grabación (nosotros mismos hemos llegado hasta aquí gracias a Michael Manring). Con todo, “Addition by Subtraction” es un disco muy disfrutable si espaciamos lo suficiente las sucesivas escuchas. Aunque la calidad del vídeo no es la mejor, merece la pena echarle un vistazo al trío en directo:




miércoles, 9 de octubre de 2019

Liquid Trio Experiment 2 - When The Keyboard Breaks: Live in Chicago (2008)



El “heavy metal” ha sido en las últimas décadas un estilo tremendamente resbaladizo a la hora de ubicar a una banda determinada en alguno de los infinitos sub-géneros que como en un fractal que se despliega sin límite han ido apareciendo a lo largo de todo este tiempo. Pese a ello, creemos no equivocarnos si afirmamos que el “metal progresivo” es una de las variantes que goza de mejor saludo hoy en día y que dentro de ella, una de las bandas más representativas, si no la que más, son los norteamericanos Dream Theater. En 1997, su batería Mike Portnoy quiso comenzar un proyecto paralelo, una especie de supergrupo, para lo que se puso en contacto con el teclista Jordan Rudess, el bajista Tony Levin y el guitarrista Dimebag Darrell. Rudess, quien había dicho que no previamente a Dream Theater, aceptó esta vez la oferta, al igual que Levin. No ocurrió lo mismo con el guitarrista y los demás intentos por encontrar uno a la altura fueron también infructuosos.

No deja de ser paradójico que Portnoy buscase una banda que no tuviera relación alguna con Dream Theater y finalmente terminase por crear una especie de “projeKct” si se nos permite adoptar la terminología acuñada por Robert Fripp para los diferentes satélites de King Crimson. Al fallar las distintas alternativas para la guitarra fue el de los propios Dream Theater, John Petrucci, quien terminaría por ocupar esa plaza en la banda. Poco después sería Jordan Rudess quien acabaría integrándose en Dream Theater por lo que Liquid Tension Experiment, que era el nombre del supergrupo de Portnoy, terminaría compartiendo tres miembros con la formación “matriz”.

Liquid Tension Experiment lanzaron un par de discos de estudio con ese nombre y dieron multitud de conciertos en los que podíamos escuchar a la banda en plenitud. El disco que hoy comentamos recoge una de esas actuaciones pero no una cualquiera sino una muy especial: se trata de un concierto celebrado en Chicago en 2008 en el que, en plena actuación, el teclado de Jordan Rudess comenzó a fallar. El músico abandonó el escenario para tratar de solucionarlo y, mientras tanto, el resto de la banda continuó con el espectáculo improvisando casi al 100% durante el resto de la velada. Pese a que incluso pasó un buen rato hablando por teléfono con los técnicos de Roland en Japón, no fue posible arreglar el problema así que, en plena locura en el escenario, en el último tramo del concierto, el teclista volvió a salir pero para tocar la guitarra lo que produjo una cascada de intercambios de instrumentos entre los músicos e incluso la incorporación al show de algún espectador no previsto. Todo ello hace de esta una grabación muy particular por lo que tiene de irrepetible.

Liquid Tension Experiment en su formación original como cuarteto.



“Universal Mind (When the Keyboard Broke)” - Las primeras siete piezas del concierto transcurrieron sin problemas pero al llegar a esta, perteneciente al primer disco de Liquid Tension Experiment, algo no iba bien. En palabras de Rudess, el teclado empezó a tocar como medio tono por encima de lo debido. Luego descubriría que la membrana situada por debajo de las teclas del aparato se había desplazado y eso hacía que cuando pulsaba una de ellas, el sintetizador interpretaba que estaba tocando dos consecutivas a la vez pero eso fue después de la actuación. En el momento en que todo empezó a ir mal, Rudess se fue entre bastidores para tratar de solucionarlo.

“The Chicago Blues & Noodle Factory” - Ante esa situación, y tras preguntar al público si querían que siguieran con el espectáculo mientras se solucionaba el problema con el teclado, la banda, reducida a trío, comenzó a improvisar. La primera pieza comenzaba con un blues clásico que enseguida evolucionaba hacia una trepidante pieza rockera perfectamente estructurada en la que los tres músicos se complementaban a la perfección con momentos de caos muy “crimsonianos” de los que salían magistralmente. No en vano, contaban con Tony Levin, curtido en mil y una batallas con todo tipo de músicos imaginables.




“Fade Away or Keep Going?” - Terminada la primera pieza de la “jam session” y tras confirmar Jordan Rudess que no iba a poder incorporarse al concierto a corto plazo, el trío comenzó con otro blues lento en el que Petrucci se iba a lucir con fraseados que en algún momento evocaban a Santana pero sin renunciar a la espectacularidad de sus solos, marca de la casa. La cosa marchaba e incluso los músicos le decían a Jordan que se tomase su tiempo para arreglar el teclado.

“The Haunted Keyboard” - Comenzaba así la siguiente pieza con Tony Levin al stick dibujando una introducción que enseguida iba a transformarse en una frenética pieza de jazz-rock con toques psicodélicos de la que emergía un poderoso estribillo de guitarra muy evocador. A mitad de la pieza la banda se detiene en lo que será un interludio alucinógeno lleno de extraños sonidos procedentes de la guitarra de Petrucci durante el cual la banda manifiesta su deseo de que alguien esté pirateando el concierto porque “está quedando realmente bien”. La sucesión de efectos sonoros se prolonga así hasta el final de la pieza dando paso al corte más extenso del disco.

“Close Encounters on the Liquid Kind” - El tema comienza con cierta calma pero poco a poco va acelerándose durante los dos primeros minutos para mostrar a partir de ese momento los primeros esbozos melódicos más o menos reconocibles. Es entonces cuando Petrucci se enfrasca en una larga intervención llena de virtuosismo pero en la que quizá debería haber dejado más espacio a Portnoy y Levin, que quedan limitados a simples comparsas durante demasiado tiempo. Cuando por fin tienen un pequeño hueco, el guitarrista vuelve a ocupar todo el protagonismo, eso sí, con una de sus intervenciones más inspiradas en la que no falta algún guiño a Led Zeppelin (con esbozo del riff de “Whole Lotta Love” incluido). La parte final es un despliegue de facultades casi gimnástico por parte de un Petrucci agotador. Un auténtico “tour de force” que gustará a los amantes del “guitar hero” clásico pero que adolece de una cierta estructuración que de más sentido a todo lo que suena. En el último tramo se deja escuchar la clásica melodía de cinco notas que sirvió para establecer comunicación con los extraterrestres en “Encuentros en la tercera fase”, la película de Spielberg a la que se homenajea en el título de la pieza.

“Ten Minute Warning” - Se realiza entonces el anuncio de que en apenas diez minutos volverá a haber un teclista en el escenario. Verdad a medias, como veremos después. Entretanto, asistimos a un precioso dúo entre Levin y Petrucci impulsado por la imparable batería de un Portnoy metido por unos instantes a émulo de Stewart Copeland. Probablemente sea nuestra pieza preferida del disco por el equilibrio entre el sentido musical que posee y las dosis de exhibicionismo, también presentes pero ahora mucho mejor integradas en el propio tema.




“That 'Ol Broken Down Keyboard Blues” - Sin solución de continuidad, la pieza anterior enlaza con este nuevo blues cuya interpretación estaba siendo realmente espectacular hasta que Rudess decide reincorporarse al concierto. Ante la imposibilidad de reparar su teclado, Jordan subió al escenario para pedirle guitarra a un Petrucci que se encontraba en pleno solo. Culminado el relevo, el propio Petrucci hizo lo propio con el bajo de Levin quien en ese momento estaba tocando el stick. Con esa nueva configuración terminó de interpretarse la pieza. Una verdadera pasada, dadas las circunstancias.

“Liquid Anthrax” - Para culminar la transformación de la banda, Mike Portnoy dejó las baquetas para tomar el bajo mientras que su puesto en la batería lo iba a ocupar uno de los espectadores del concierto: Charlie Benante, el titular del instrumento en Anthrax, la banda de “trash metal” (de ahí la referencia del título de la pieza). La segunda parte del tema iba a ser una versión de “How Many More Times”, clásico de Led Zeppelin con el que se iba a poner un broche de oro al concierto.

“That's All Folks!” - El último corte es en realidad la despedida de la banda una vez confirmado que el teclado de Rudess no tiene arreglo. Una breve explicación de lo sucedido y la preceptiva disculpa ponen fin a la grabación.

No había ninguna intención de grabar este concierto y menos aún de publicarlo pero las circunstancias que sobrevinieron hicieron que la banda buscase una grabación de la mesa de mezclas y la publicase a través de Lazy Tomato, un subsello creado específicamente por la banda para lanzar todo este tipo de grabaciones no del todo oficiales del mismo modo que hacían en Dream Theater con el sello Ytsejam. De este modo se da salida a un material que no tiene la calidad de un concierto “oficial” pero sirve para combatir los lanzamientos pirata del mismo por parte de terceros.

Por todo lo dicho, el lector no debe buscar aquí un disco de factura impecable. No lo es. Es una grabación en vivo sin edición de ningún tipo por lo que todos los fallos están ahí. La calidad de la grabación es aceptable pero no excelente. Está lejos de ser un registro en directo como los que habitualmente salen a la venta con todos los errores corregidos, partes reinterpretadas, etc. Ese es a nuestro juicio su mayor activo: escuchar a los músicos exactamente como sonaron aquella noche y disfrutar de sus interpretaciones y su talento para la improvisación, cosa que no siempre es posible en otro tipo de discos a los que estamos acostumbrados. De hecho, en lugar de publicar el concierto completo, la banda optó por hacerlo solo a partir del momento en que surge el problema. Una anécdota, en fin, que no debería ir mucho más allá pero que consideramos que puede ser disfrutada por muchos lectores, sean o no seguidores de Dream Theater o Liquid Tension Experiment.

Nos despedimos con un ejemplo de cómo sonaba Liquid Tension Experiment en vivo cuando no había problemas.


domingo, 8 de octubre de 2017

David Bowie - Heathen (2002)



A finales del año 2000, David Bowie entró en el estudio para grabar un nuevo disco apenas un año después del anterior “Hours”. Eso suponía el intervalo más reducido entre dos álbumes del artista en muchos años aunque había truco puesto que la mayoría de los temas del nuevo trabajo iban a ser nuevas versiones de canciones de los primeros años de la carrera del músico, singles olvidados, “caras b”, temas de relleno para viejos recopilatorios o descartes de otros trabajos. También habría canciones nuevas, claro está. Bowie llegó a juntarse con los músicos para grabar y el disco terminó de mezclarse en los Looking Glass Studios (propiedad de Philip Glass).

La principal novedad consistió en el regreso de Tony Visconti tras más de una década sin colaborar con Bowie después de haber sido uno de sus más importantes productores en los setenta aunque, en principio, se encargaría aquí sólo de los arreglos de cuerda. No sería el único retorno. También el guitarrista Earl Slick volvería a tocar con el músico después de mucho tiempo. Junto a ellos, varios miembros de la banda habitual de Bowie en aquel momento: Gail Ann Dorsey, Sterling Campbell o Mike Garson con la adición de algunos músicos invitados como Lisa Germano o Gerry Leonard.

Hasta aquí todo iba más o menos bien. La clásica historia de la grabación de cualquier disco de rock pero lo cierto es que había mucho detrás. Bowie se dio cuenta de que no le pertenecían ninguna de las grabaciones que realizó en sus primeros años (muchas ni siquiera firmadas con su nombre artístico y algunas como vocalista de diversas bandas). Ese fue el motivo de querer regrabar parte de ese material y recuperar así los derechos del mismo. Con el disco terminado y entregado, el músico se encontró a una discográfica (EMI) sin rumbo, metida en el desastre que culminó dejándola en propiedad de Citibank. En ese ambiente nadie se decidía a lanzar “Toy”, que era el nombre escogido por Bowie para el disco. Tras un periodo de espera, el disco quedó archivado en un cajó. El artista nunca volvería a publicar nada con ellos.

Pasó más de un año antes de que el músico se plantease volver a grabar, esta vez ya para el sello ISO/Columbia, y lo iba a hacer recuperando parte de los temas escritos para “Toy”, escribiendo unos cuantos nuevos y añadiendo a la mezcla algunas versiones de otros artistas. Del proyecto no publicado iba a permanecer Tony Visconti (ahora ya como productor), y las recientes incorporaciones de Lisa Germano y Gerry Leonard. Gail Ann Dorsey y Sterling Campbell también continuaban en el proyecto mientras que nombres como el de Earl Slick o Mike Garson desaparecían y se sumaban a la lujosa banda de músicos: Matt Chamberlain, David Torn, Mark Plati y Carlos Alomar además de varias estrellas invitadas que intervendrían en temas puntuales. Entre ellas, Pete Townshend, Tony Levin, Jordan Rudess o Dave Grohl. El título del nuevo álbum: “Heathen”.



“Sunday” - El disco se abre con una sucesión de ruidos electrónicos sobre un fondo de sintetizador. Bowie canta con profundidad y un cierto tono dramático “nada ha cambado, todo está cambiando”. Un coro con cierto regusto gregoriano le da la réplica brevemente mientras aparecen los primeros ritmos programados que nos acompañan hasta el final del tema en el que se incorporan con gran brillantez la batería y el bajo para terminar con una canción muy interesante.

“Cactus” - La segunda canción del disco es una versión de The Pixies. Es un tema que recuerda al Bowie de la época de Tin Machine y el cantante toca todos los instrumentos menos el bajo. El resultado es una canción potente y mucho menos monolítica que la original, lastrada por una sección bajo-batería abrumadora. Como curiosidad, en el tema original hay un momento en que los miembros de la banda recitan las letras que componen el nombre de la misma. Aquí escuchamos “D-A-V-I-D” deletreado por el propio artista.

“Slip Away” - Tony Levin es el invitado especial en esta canción que comienza como una típica balada melódica, al estilo de los grandes “crooners”. El tema cobra cariz de himno cuando llegamos el brillantísimo estribillo hasta convertirse en una de las grandes canciones del disco. Es uno de los temas que sobrevivieron de “Toy” donde aparecía con el título de “Uncle Floyd”. Su rescate para “Heathen” fue un grandísimo acierto que impidió que un tema maravilloso quedase en el olvido.

“Slow Burn” - El primer “single” del disco tenía a Pete Townshend (guitarrista de The Who) como invitado especial y en sus primeros momentos recordaba al clásico “Heroes” para convertirse después en una canción brillante por la que Bowie fue nominado al Grammy de aquel año. La linea de bajo de Tony Visconti es memorable y tiene un carácter hipnótico hasta el punto que rivaliza con la guitarra de Townshend a la hora de buscar lo más destacado del tema desde el punto de vista instrumental. Destaca también el propio Bowie al saxo, instrumento que toca en varios discos y cada vez con más soltura.




“Afraid” - El siguiente corte es un veloz tema lleno de energía que nos remite el Bowie de los comienzos. Los arreglos de cuerda suenan un poco fuera de lugar y no terminan de funcionar. De hecho, los momentos en que pasan a un segundo plano son los mejores de una canción que tiene un potencial que no terminamos de ver realizado aquí. “Afraid” era otro de los temas grabados en su momento para “Toy”.

“I've Been Waiting for You” - La segunda versión del disco es este tema de Neil Young del que también los Pixies hicieron su propia interpretación. El artista invitado aquí es Dave Grohl, el antiguo batería de Nirvana que en esta ocasión toca la guitarra. Hacía tiempo que Bowie quería grabar esta canción que fue interpretada en varias ocasiones por Tin Machine en directo aunque con Reeves Gabrels como vocalista y Bowie en los coros. La fuerza de esta versión tiene mucho más que ver con esas interpretaciones que con la original de Young, más comedida.

“I Would Be Your Slave” - El siguiente tema es muy curioso porque parte de una base rítmica que podría ser country y que se envuelve de cuerdas sedosas y otra gran linea de bajo a cargo de Tony Visconti. Con esa base instrumental, Bowie canta una melodía que parece ir a destiempo pero que, sin embargo, termina encajando bien. Una canción extraña que, pese a todo, funciona.

“I Took a Trip on a Gemini Spaceship” - La última versión del disco es esta canción escrita por Norman Odam en 1968, un pionero en cantar temas espaciales. Odam adoptó el pseudónimo de Legendary Stardust Cowboy y se dice que influyó al propio Bowie para la creación de su personaje Ziggy Stardust. La versión que aquí escuchamos tiene la energía y el ritmo de temas anteriores del músico como los que podíamos escuchar en “Black Tie White Noise.

“5:15 the Angels Have Gone” - Cambiamos por completo de tono pasando a un tema lento con toques de “reggae” en su primera parte, especialmente en los arreglos de bajo. Luego cambia con la entrada de una ráfaga rockera con toques ambient resaltados por el coro femenino. Una de las canciones más raras del disco por la inusual combinación de estilos.

“Everyone Says Hi” - Otro de los singles del disco fue esta canción amable y de fácil escucha que no tiene mucho más recorrido. Pop de buena factura, con guiños al primer rock'n'roll y sus coros inocentes pero que nos sabe a poco viniendo de quien viene.

“A Better Future” - Mucho más interesante es el comienzo del siguiente tema que comparte con el anterior el toque optimista en las melodías e incluso un punto de despreocupación que contrasta con los textos, mucho más sombríos.




“Heathen (the Rays)” - En contraste con las dos canciones anteriores, llega a cerrar el disco el tema que le presta el título al mismo. Es una canción oscura, marcada por un ritmo mecánico (recuerda en algún momento a OMD), en la que se superponen distintas capas de sonido, sintetizadores y cuerdas principalmente para construir una atmósfera muy poderosa. Una de las mejores canciones del disco, en nuestra opinión.



El tono del disco es más bien oscuro y pesimista lo que muchos atribuyeron a su grabación bajo el influjo de los atentados del 11-S obviando que gran parte del disco estaba compuesta antes de aquello. Las imágenes que aparecen en el libreto del disco son muy reveladoras al respecto: cuadros renacentistas destrozados (imágenes religiosas todas ellas) y una estantería en la que reposan tres libros que nos recuerdan a los famosos “maestros de la sospecha” de los que hablaba Paul Ricoeur y que hicieron tambalearse las creencias que había en sus respectivos campos de conocimiento en su época. Ricoeur citaba a Nietzsche, Marx y Freud aunque aquí Bowie sustituye a Marx por Einstein. En la foro podemos ver “La Gaya Ciencia”, el libro en el que Nietzsche anunciaba la muerte de Dios, “La Interpretación de los Sueños” de Freud y la “Teoría General de la Relatividad” de Albert Einstein. Si a eso unimos que el título del disco, “Heathen”, significa “pagano” nos damos cuenta de que la temática tiene poco que ver con el 11-S aunque pueda compartir el tono desesperanzado. El trabajo está lejos de los mejores de su autor pero muchas veces la altura de un artista no se mide por sus mejores obras sino por las más “normales” y un Bowie regular sigue estando a un nivel que otros no alcanzaron ni siquiera en sus mejores momentos.

Así sonaba "Sunday" en directo:

 

jueves, 27 de octubre de 2011

Steven Wilson - Grace for Drowning (2011)



Parece mentira pero entre enero de 2010 y junio de 2011, el músico británico Steven Wilson sacó tiempo para escribir y grabar el que es su último trabajo, un album doble titulado “Grace for Drowning”.

Lo que para cualquier otro músico habría sido trabajo suficiente para varios meses, Wilson lo hizo en huecos sueltos sacados de aquí y de allá mientras se dedicaba a hacer las nuevas remasterizaciones de otros dos trabajos de King Crimson (“Starless and Bible Black” y “Discipline”) o del “In the Land of the Grey and Pink” de Caravan, se encargaba de las mezclas del último trabajo de Anathema, “We’re Here Because We’re Here”, colaboraba en el disco de Pendulum, “Immersion”, le daba los últimos toques al “Heritage” de Opeth, grababa y lanzaba el tercer disco de su banda “Blackfield” (con su correspondiente gira) y se juntaba con el cantante de los citados Opeth, Mikael Akerfeldt para trabajar en otro futuro proyecto a dúo (¡¡¡otro más!!!) bajo el nombre de Storm Corrosion. Todo esto interrumpido por el fallecimiento en mayo de 2011 de su padre lo que le obligó a suspender algunos conciertos de Blackfield.

Esta auténtica saturación de trabajos que, en realidad, viene siendo una constante en la trayectoria de Wilson en los últimos años, le había supuesto algunas malas críticas a algunos de sus discos más recientes como el último disco de Porcupine Tree, “The Incident”, o su “Insurgentes” en solitario, trabajos ambos reseñados en La Voz de los Vientos en su momento. Sin embargo, esa tendencia negativa, al menos para la crítica especializada, en la que parecía estar cayendo nuestro hombre se ha revertido por completo con este trabajo que está recibiendo encendidos elogios, incluso de aquellos sectores que empezaban a perder la fé en Wilson. Algunos de los comentarios suscitados por este trabajo son extremadamente positivos:

“Un disco realmente indescriptible pero que pide a gritos ser escuchado urgentemente”
CLASSIC ROCK.

“Un proyecto absorbente y ambicioso que nos exige escuchas continuas”
MOJO.

“Un disco denso y extremadamente coherente. Grace for Drowning alcanza la máxima brillantez. El disco progresivo del año”
TERRORIZER.

“Supone un paso adelante sensacional. Wilson es, sencillamente, imparable”
CLASSIC ROCK PROG.

“Un majestuoso paisaje sonoro creado por un innovador músico con la mirada en el futuro y a la vez, respetuoso con lo mejor que nos deja la historia del rock”.
RECORD COLLECTOR.

“La capacidad de Wilson para crear música es prodigiosa y cómo consigue alcanzar  siempre un nivel tan elevado nos sigue pareciendo un misterio. Con su segundo disco en solitario, el líder de Porcupine Tree lo ha vuelto a conseguir”.
METAL HAMMER.

“Grace for Drowning” son, en realidad dos discos separados, cada uno con su propio título. El primero de ellos lleva el nombre de “Deform to Form a Star” y el segundo el de “Like Dust I Have Cleared from My Eye”. En palabras del propio Wilson, durante el proceso de creación del disco, “la edad dorada del rock transcurrió durante la última parte de la década de los sesenta y los primeros años de los setenta, cuando el disco se convirtió en el formato por excelencia, en un medio de expresión en sí. Una época en la que los músicos se liberaron del formato pop de canciones de 3 minutos, tomando elementos del jazz y de la música clásica y combinandolos con el espíritu psicodélico de aquellos años. Sin llegar a ser “retro”, mi disco pretende homenajear este espíritu”.

La incorporación de músicos procedentes del mundo del jazz, presentes en el disco fue algo que Wilson buscaba, inspirado en sus meses de trabajo en la concienzuda (y a veces polémica) remasterización del fondo de catálogo de King Crimson que viene realizando en los últimos años, bajo la supervisión de Robert Fripp.

Pasamos a un análisis con cierto detalle del disco en sí, que es lo que realmente nos importa con el primero de los discos, “Deform to Form a Star”.

“Grace for Drowning” – El tema que abre el trabajo es un breve instrumental que comienza con unos arpegios de piano a cargo del teclista de Dream Theater, Jordan Rudess, sobre los que Wilson entona una bella melodía vocal con ciertos aires brasileñoa (nos viene a la cabeza, por ejemplo, el Nando Lauria que colaboró con el Pat Metheny Group en su momento). La voz de Wilson está doblada hasta 40 veces para lograr un efecto de coro. Como introducción, estamos ante un tema realmente efectivo y brillante que nos pone en situación para lo que llega después.

“Sectarian” – Se trata de un instrumental rock muy en la linea de los trabajos de Wilson con Porcupine Tree con elegantes fondos de autoharp, antiguo instrumento de cuerda de la familia de la zanfoña. La pieza, con toques de jazz y elementos psicodélicos, nos remite a esos primeros setenta y a los Pink Floyd o el King Crimson más experimental. El uso del mellotrón o el saxo de Theo Travis entroncan enseguida con el sonido clásico de la banda de Fripp. Junto a Wilson y Travis, intervienen en la pieza Ben Castle (clarinete), Nick Beggs (stick) y Nic France (batería).

“Deform to Form a Star” – La primera de las canciones al uso del disco nos habla ya de uno de esos lugares habituales en las letras de Wilson, en los que impera el desorden que, sin embargo, es lo que los hace realmente habitables y en los cuales esa imperfección es, precisamente, el mayor de sus atractivos. Lugares al margen de Dios y de la pulcritud casi quirúrgica que se nos ofrece habitualmente como el único estado posible en el que vivir. “This smile isn’t pure, certain or sure, cold precision was never there” reza una de las estrofas. Wilson toca teclados, guitarras y canta, acompañado de Jordan Rudess (piano), Theo Travis (clarinete), Tony Levin (bajo) y Nic France (batería). La canción, que comienza como una clásica balada de las que Wilson nos deja de cuando en cuando, nos gana definitivamente con la llegada del estribillo. La faceta del músico como guitarrista, muchas veces no suficientemente reconocida, se nos muestra aquí en una de sus mejores versiones, tanto con el sensacional sonido que le arranca a la eléctrica en distintos registros como con las breves intervenciones a la acústica. La batería de France sigue los patrones habituales del trabajo del percusionista habitual de Wilson en Porcupine Tree en los últimos años, Gavin Harrison, recientemente integrado en King Crimson como parte de ese curioso trasvase de músicos que parece estar produciendose en los últimos años entre Fripp y Wilson. En relación con esta afirmación, sin ir más lejos, en este “Grace for Drowning” tenemos hasta tres integrantes de la banda de Robert Fripp: Tony Levin, Pat Mastelotto y Trey Gunn.

“No Part of Me” – Se trata de otra gran canción acerca de la ruptura cuando los intereses de la pareja dejan de ser los mismos y la relación se sostiene sólo por rutina. Tras un comienzo más o menos tranquilo, nos encontramos de lleno metidos en otra de las clásicas secciones instrumentales casi en clave de hard rock tan habituales en la música de Wilson, quien en esta ocasión sólo toca teclados dejando las guitarras a Markus Reuter. Pat Mastelotto es el batería, Nick Beggs se encarga del solo de bajo mientras que el resto de las partes de bajo y la warr guitar son cosa de Trey Gunn. Theo Travis toca saxos y la London Session Orchestra dirigida por Dave Stewart se encarga de las cuerdas.

“Postcard” – Probablemente sea la mejor cancíon del disco y cuenta con unos arreglos realmente exquisitos. La letra nos muestra el despertar del protagonista en el suelo de su cocina, aparentemente tras un intento de suicidio fallido la noche anterior. El tono optimista de la música contrasta con lo que se narra, aunque nos hace pensar en que aún queda esperanza para el fracasado suicida a pesar de todo. En lo meramente musical, Wilson se encarga de todos los instrumentos salvo de la batería, que vuelve a ser cosa de Nic France y de la orquesta, que vuelve a ser la misma del corte anterior, acompañada de unos coros sintéticos realmente efectivos. “Postcard” es una joya de esas que aparecen en muy contadas ocasiones, incluso cuando hablamos de músicos de esta categoría.

“Raider Prelude” – Como transición hacia la última canción del CD, nos encontramos un instrumental de corte ambiental realmente oscuro que nos recuerda que, también en ese registro, Wilson es un músico tremendamente dotado como ha demostrado en muchas ocasiones en sus discos con Bass Communion

“Remainder the Black Dog” – Como cierre del primero de los discos del trabajo tenemos este corte de tintes psicodélicos que encajaría como un guante en cualquiera de las más delirantes escenas de una película de David Lynch. Un ostinato de piano recorre la pieza de principio a fín con la voz tratada electrónicamente de Wilson y el trío formado por Theo Travis a los vientos, el bajo de Nick Beggs y la batería de Nick France componiendo una escena jazzy de ambientes cargados y bombillas de esas que, en lugar de dar luz, dan sueño. Si Wilson es tan grande, lo es por temas como este en los que juega con distintos géneros con maestría combinandolos de modo que se nos antoja que el resultado ha estado ahí siempre, delante de nuestros ojos, pero sin que ninguno de nosotros alcanzara a verlo hasta que se nos revela por mediación del músico inglés. Como invitado estelar en este tema, tenemos, nada menos que a Steve Hackett a la guitarra.



El segundo disco que completa este “Grace for Drowning” lleva el título de “Like Dust I Have Cleared from My Eye”. Los acompañamientos, a excepción del tema central del mismo, son más reducidos, siendo la mayoría de los cortes dúos y tríos.

“Belle de Jour” – El tema que abre el CD es un sensacional instrumental que nos transporta inmediatamente a la Francia de los impresionistas, con una introducción de guitarra que encaja perfectamente en la tradición de los Satie, Ravel, etc, con un cierto aire romántico de cuento de Tim Burton. El único acompañamiento de Wilson en esta ocasión, es el de la London Session Orchestra.

“Index” – Con “Index” volvemos a los ambientes oscuros y a los personajes obsesivos que pueblan las letras del músico y que llegan a asustar en muchas ocasiones. Para acompañar la historia del coleccionista compulsivo que protagoniza la canción, Wilson se ayuda de la batería de Mastelotto y de la misma orquesta de los otros cortes del album.


“Track One” – Continuando con la linea del segundo disco en cuanto a acompañamientos, la batería de Nic France es el único instrumento que no toca Wilson en este tema. Se trata de una canción de corte épico, con un sensacional crescendo instrumental que nos lleva a un precioso final en el que la guitarra del músico británico es protagonista absoluta.


“Raider II” – El corte más largo de todo el album es también en el que nos encontramos la cara más inquietante del músico que nos cuenta en primera persona la historia de un asalto en el que el protagonista entra de noche en una tienda, golpea y ata al dueño y comienza lo que presumiblemente es una pesadilla con terrible final para éste último. Nos encontramos ante uno más de esos psicópatas que habitan el imaginario de Wilson. A pesar de la narración, el tema es instrumental en su mayor parte y es un efectivo resúmen de todo lo que hemos hablado hasta ahora: ráfagas de hard rock, pasajes ambientales realmente opresivos, ardientes solos de saxo como sacados de una jam session en pleno infierno y todo ello enlazado con la mayor naturalidad. Rompiendo la linea de este segundo disco, esta extensa suite cuenta con la participación de un buen número de intrumentistas. Al margen de Wilson, quien toca guitarras, piano, teclados, harmonium, percusión y bajo ademas de cantar, tenemos a Theo Travis (flautas, clarinete y saxo), Jordan Rudess (piano), Mike Outram (guitarra), Sand Snowman (guitarra), Nick Beggs (stick, bajo), Nic France (batería), los arreglos de Dave Stewart y la participación en la programación de Dave Kerzner.

“Like Dust I Have Cleared from My Eye” – El final de este sensacional viaje por la inquieta (e inquietante) mente de Wilson nos deja con otro cambio de registro volviendo a una canción más convencional, si acaso con cierto regusto “floydiano”. Otra de sus letras sobre la ruptura pero enfocada de un modo distinto. En esta ocasión, la separación es, como indica el título, “como la mota de polvo que me quito del ojo”. Un cierre tranquilo para un disco sensacional con el bajo de Tony Levin y la batería de Nic France acompañando a Wilson en la despedida.

Tenemos poco que añadir a lo ya dicho sobre “Grace for Drowning”. Los seguidores del blog ya conoceis bien casi todas las encarnaciones de Wilson en sus diferentes proyectos y sabeis que aquí se le tiene en muy alta estima. Nuestra opinión tras escuchar su último trabajo no puede sino reforzar esta idea.

Como suele ocurrir con Steven Wilson, este disco está disponible en distintos formatos, CD convencional, vinilo, digibook y edición deluxe con un libro de 120 páginas, 1 CD con material extra y un BlueRay en 5.1:







Todo este material está a la venta en su tienda oficial:

burningshed.com



sábado, 21 de mayo de 2011

Steven Wilson - Insurgentes (2009)


Sorprende un poco que un músico como Wilson, con más de dos décadas de carrera al frente de los más diversos proyectos, sólo o en compañía de otros, no hubiera publicado ningún trabajo bajo su propio nombre hasta 2009, si excluímos algunos lanzamientos muy limitados de música experimental en formato de vinilo o la serie de singles que editó periódicamente con el título de "Cover Version" en los que hacía su propia versión de un tema de otro artista y la acompañaba de una canción propia.

En 2009, el lanzamiento de "Insurgentes" vino a llenar ese hueco. Estilísticamente podríamos emparentarlo con su obra con Porcupine Tree pero sin los rasgos metal de los últimos trabajos de la banda. El disco en conjunto es impecable, tanto en cuanto a composiciones como a las intepretaciones de los musicos y al sonido. Grabado en varios puntos del globo aunque con una especial presencia de México sobrevolando todo el CD, desde el título del mismo, nombre de la principal avenida de México D.F. al corte "Veneno para las hadas", película mexicana de terror de 1984.

Wilson suele decir que su principal influencia durante la grabación del disco fue el movimiento conocido como shoegazing surgido a finales de los 80's y que debe su nombre a la actitud introspectiva de ciertas bandas en el escenario y su postura cabizbaja como "mirándose los zapatos". La música era muy ruidosa con abundante uso de guitarras distorsionadas y drones (otro motivo, más verosimil que la introspección, para "mirarse los zapatos" era el tener que utilizar distintos pedales para distorsionar el sonido).

Con todo, el resultado final del trabajo es excelente y bastante accesible, especialmente para los seguidores de Porcupine Tree o Blackfield, otro de los proyectos de Wilson que pasará por aquí en el futuro. El disco conoció una edición limitada de lujo publicada a finales de 2008, unos meses antes de que el disco normal saliera a la venta en tiendas. Esta edición incorpora un segundo CD con 5 temas extra y es la que encontrareis aquí.

La nómina de músicos que participan en el disco es de auténtico lujo: Al margen de Steven Wilson que toca guitarras, teclados, batería, bajo y todo tipo de efectos electrónicos a lo largo del disco, intervienen también en temas puntuales, Gavin Harrison (batería), Tony Levin (bajo), Mike Outram (guitarra), Dirk Serries (guitarra), Jordan Rudess (piano), Clodagh Simonds (voz), Sand Snowman (efectos), Theo Travis (flauta, clarinete, saxo) y Michiko Yagi (koto).

Para comprar el disco en su edición normal (CD+DVD documental):

play.com

amazon.com

Videoclip del tema que abre el trabajo, "Harmony Korine":